LA PRESA
PERFECTA
Todo está manipulado, me dice el cliente. Era cazador y le gustaba
jactarse de ello. Todo está manipulado, decía. Te crees que has cazado un
ciervo salvaje y resulta que lo han cebado a base de pienso en la granja de un
cercano pueblo con supermercado y discoteca. Hay americanos que vienen en
avionetas a los que les dan tres vueltas por los parajes y vericuetos más
tortuosos de la sierra, les ponen los bichos a tiro y se van tan felices,
satisfechos de su gran aventura salvaje. A mí no me engañan. Yo ya no cazo por
aquí. Yo ahora voy a la selva, a África. Al corazón de lo salvaje, alejado de
toda huella humana. Y allí, bajo el sol implacable, espero la llegada del rey
de los antílopes, la más excelente de las presas. Por eso necesito un buen
equipo. Salgo mañana.
Le atendí displicente. Llevo la sección de deportes de "El corte inglés" y, desde que le vi pisar
el espacio de suelo contenida en mi sección, supe que era la presa perfecta.
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