martes, 10 de julio de 2012


15M. DESCANSE EN PAZ.

Ayer no colgué nada en el blog y, a pesar de ello, tuve muchísimas visitas. Por eso me sabe mal no haber atendido ayer al blog, pero es que yo, al igual que vosotros, a veces tengo días tristes en los que la desidia me invade y tan sólo aspiro a buscar un refugio en el que aislarme de todos. Ayer tuve un día de esos y la causa de mi tristeza se debió a los “no comentarios” sobre el artículo titulado “¿Un eterno final feliz?”. Me explico. El post sobre este artículo sí produjo comentarios en el facebook, pero todos fueron buenos, incluso los hubo rebosantes de alabanzas, mas ninguno fue crítico, teniendo en cuenta que en él me atreví a afirmar que el 15M ya estaba muerto. Y eso me dolió. Me entristeció mucho. Yo esperaba reacciones adversas y vehementes. Esperaba encontrar a defensores del movimiento, gente  llena de ilusión y de esperanza en que aún es posible un cambio sin violencia insuflado desde la base de la ciudadanía. Pero nadie respondió. Nadie me dijo que estaba loco, ni trató de convencerme de la vital existencia de una conciencia colectiva que podrá posibilitar el cambio. Esto me reafirma en mi aseveración. El 15M está muerto y, además, no parece importarle a nadie, ni siquiera a los que dicen formar parte de él.

Ahora, cuando voy a las asambleas, veo instalados al frente de ellas a miembros de las juventudes de IU, de CCOO, a algunos que aparecieron en listas electorales de EQUO, PACMA, PCE, ISI, PH y de otros partidos pequeños, incluso a despistados de UGT. Cada uno tratando de atraer al mayor número de masa social a sus proyectos particulares. La palabra nosotros está desapareciendo de las asambleas y cada vez es más acusada la imposición del “yo”. Sólo hay una cosa en la que todos coinciden: la culpa de todo siempre la tiene el otro. Uno aboga que la culpa de todo la tiene la Constitución, otro que el culpable de todo es el Rey, otro que lo que tenemos que hacer es eliminar a los políticos, otro que el mal verdadero es la democracia, otro que yo qué sé…  Las derechas se ríen de la efectividad del movimiento y las izquierdas, en vez de relanzarlo, se están repartiendo el pastel de la masa social indignada, sin importarles la disgregación y su consiguiente volatilización, en una lucha competitiva y sin piedad, con tal de conseguir un mayor número de votos en las próximas elecciones, lo que les dará mayor poder y dinero. En todos los partidos minoritarios es evidente está dinámica, pero en IU ya es escandalosa. Y total ¿para qué? Si ya vemos en Andalucía, con la negativa de que Griñán y Chaves testifiquen en la comisión parlamentaria de la investigación sobre el caso de los EREs, de qué forma usan el poder.

El 15M, como movimiento unificado ya no existe. La escisión de DRY, las disensiones  y provocaciones anarquistas, los intereses particulares de los grupos antidemocráticos, etc., lo minaron de explosivos. Ahora sólo queda una lucha soterrada por la consecución de nuevos clientes o afiliados entre diversos intereses partidistas. Sólo nos quedan algunas islas vírgenes, como la PAH o los yayoflautas. Lo demás se parece más a un campo lleno de vallas publicitarias que a un movimiento solidario y unido, como lo fue antaño, allá por sus inicios. Lo malo es que en esta lucha fratricida se imponen las mismas estrategias que criticamos al poder neoliberal. El fin es más importante que los medios. Y ya no importa mentir si se consigue el objetivo. La derecha tiene los medios, pero nosotros tenemos internet y, sino, creamos noticiarios digitales del tipo “El Aguijón” para montar bulos que a fuerza de repetir se conviertan en verdad, más si el público ya está predispuesto para tomar como verdad cualquier burda falsedad (https://nomejodasquemeincomodas.wordpress.com/2012/04/27/periodismo-del-gueno-nivel-extremo/). Estábamos indignados con una forma de proceder por parte de los gobiernos neoliberales y el poder económico y, ahora, usamos sus mismos métodos para acceder al poder. Esto no tiene sentido. De esta manera jamás lograremos solucionar nada. Tan sólo le cambiaremos el collar al perro, pero el pueblo seguirá sin tenerlo sujeto. Queremos construir un mundo nuevo, pleno de justicia e igualdad entre los hombres, pero pensamos únicamente en cómo vencer al enemigo, sin preocuparnos por los medios que usamos para ello. Perdemos de vista toda concepción ética y moral, ciegos por la ambición y la codicia. Exactamente igual que ellos. Y los valores humanitarios se volatilizan sin que seamos acaso conscientes. No todo vale, señores. Quizás debamos comenzar otra vez desde el principio. Caminar hacia atrás y reflexionar sobre nosotros mismos, para luego avanzar, todos juntos, con pasos más firmes.

Vivimos en la España del truhán, del pícaro Lazarillo, pero también en la España del Quijote y de Sancho. Sancho también soñó con la isla de Barataria, pero al final, ante la evidencia de la muerte de su compañero, supo renunciar a sus sueños de fortuna y entregarse al amor que profesaba al moribundo. Don Quijote murió confundido, con los mismos anhelos de justicia universal, pero sin entender cómo era posible que los demás vieran molinos donde él veía gigantes. Los gigantes siguen ahí y los quijotes siguen muriendo confundidos. ¿Por qué no renunciamos al sueño de Barataria y salvamos a Don Quijote, ese loco al que ya le aburre tanta novela caballeresca?

  

1 comentario:

  1. Sí, también a mi me sorprende que no hubiera ninguna reacción...
    Pensé dejarte un comentario, pero ya te escribí mi visión en otro post anterior y no quería repetirme.
    Tendremos que empezar por salvar (o simplemente alimentar) a nuestro propio Don Quijote interno...

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