martes, 18 de noviembre de 2014

Un poema de Irianna Chávez Esparza (26 años) MÉXICO

«El púrpura es el (c)olor de las tumbas »
Observa, allá afuera huele a horas podridas.
Un basural contenido en la ausencia de una patria;
botellas de plástico que nunca lograron saciar tu sed,
papeles arrugados simulando un desdén profundo,
parecido al que se dibuja en el contorno de tus ojos.
Mirada púrpura incapaz de abstenerse
del horizonte perdido,
en perspectiva siempre cayendo.
La caída es el espejo del abandono,
y el abandono es caos existencial:
Un horror violeta,
frente al grito naciendo
de cuarenta y tres cuellos
donde la gangrena se expande,
como se expande la locura
en la resistencia de tu cráneo.
Mi manera de estar loca es queriendo
extirparme el sentido del olfato
y así soportar el filo externo de la degradación,
porque respirar se traduce a la muerte
en un país donde las flores no existen
ni vida que sea capaz de surgir
desde la clandestinidad de las fosas.
La incertidumbre nos va perforando,
mientras el sofoco imprime tonos púrpura
sobre la aflicción de cuarenta y tres rostros.
Observa, allá huele a recuerdo en putrefacción.
La obscuridad en el sofoco de alcantarillas;
desechos que nunca lograste purgar del cuerpo,
porque la palabra partía con el filo de una pluma
con la cual nunca se escribió la redención posible.
Ahora, la piel de tu cara se desgaja
sobre una superficie color carmesí.
Cuarenta y tres cuerpos de tierra joven
estallan en la indiferencia de tu memoria.
Cuarenta y tres nubes de cielo joven
llueven sobre la aridez de tu suelo.