jueves, 31 de enero de 2013

¿CORRUPTOS O CORRUPTORES?

   “Mucho cuidado con centrarnos sólo en los miserables de los políticos corruptos. No olvidemos a los miserables de los corruptores privados”, avisa Alberto Garzón en un comentario de facebook. Cómo les enseñan desde chiquitos a la retórica populista del engañabobos. Así van escalando, poquito a poco, hasta la cima del carisma y el prestigio, cuando todo sobre lo que se asientan es un castillo ficticio, estructurado por mentiras. Y da igual el signo político o los disfraces de color. Salvo escasas excepciones son todos iguales: sucias ratas de alcantarilla, orgullosas de sus privilegios inmorales.
   Ya está bien de vendernos la falacia de que los corruptores han sido los empresarios porque ellos son los que tienen la pasta. Eso es MENTIRA. La pasta siempre estuvo en las manos del político, que es quién destina los dineros públicos a tal o cuál obra a cambio de una suculenta comisión. Que yo sepa, el empresario normalmente tiene gastos iniciales: el desarrollo del proyecto, la entrega de aval en la licitación, los gastos financieros derivados de créditos bancarios y del retraso institucional en el pago, etcétera.
-       No te preocupes si ves complicada la financiación del proyecto. Mira, ve a hablar con el presidente de la Caja, que es amigo y compañero de partido, y le dices que vas de mi parte. Él ya está avisado. A cambio, estimad un pequeño agasajo para él.
   ¿Acaso no creen posible este extracto supuesto en los labios de cualquier alcalde, concejal de urbanismo o cualquier otro parásito de la política? Entonces de qué carajo nos está hablando el “impoluto” e “inteligente” Alberto Garzón. Está claro que es un buen opositor y va camino de ser un buen número de su promoción.
   El sábado pasado, en una cena a la que me invitaron, hablamos de esta cuestión.  P, exjefe de infraestructuras en la universidad de mi ciudad, argumentaba lo mismo que el becario Alberto. Yo, que lo acababa de conocer, lo miraba mientras recordaba mi época de director comercial, aquella en la que jamás logré venderle instalación alguna a la universidad porque sin sobre por debajo de la mesa ni te recibían. Luego, con el paso de la conversación, comprobé que el tal P no era el corruptor, era el que pusieron tras saltar el escándalo, con la intención de calmar las aguas. Y, sin embargo, coincidía plenamente con la frase de Alberto Garzón. Qué curioso y qué país tan extraño este, en el que las ratas cohabitan en palacios institucionales y la verdad se sostiene en huecos laberintos de mentiras muy, pero que muy glamorosas.

miércoles, 30 de enero de 2013

YO CONOCÍ A AMY MARTIN

   ¿Que nadie conocía a Amy Martin? No seamos hipócritas. A ver, que levante la mano el que no conozca a alguna Amy Martín. Yo os diré una: El rey del pollo frito, que ponía la mano a cambio de firmar el contrato de un supuesto vídeo que jamás llegó a filmarse y se repartía, de este modo, el pastelito rico de la Sgae con su jefecito, el Freddy. Seamos sinceros, estos dos casos (Sgae e Ideas) son nada más que un pequeñísimo ejemplo, Yo, al igual que muchos de vosotros, seguro, conozco innumerables casos en mi ciudad de chicos y chicas progresistas y complacientes que se inventaban cualquier proyecto cutre y a pillar la subvención que les pagara las vacaciones soñadas. Y si los escritores e intelectuales más progresistas tratan de quitarle importancia al fraude, frente al desmadre incontinente del PP y sus clones de Bárcenas, es porque ellos también probaron el pastel (y lo siguen probando) en sus brevísimas intervenciones en instituciones públicas a la sazón de cachés engordados y burbujas hinchadas como curriculums. 3000 y 4000 euros por conferencias de poco más de media hora, en los que nos venían a leer la extensión de algún artículo, más o menos como la Amy. El resto eran gracietas y sonrisas falsas. El artisteo pucheril siempre le ha lamido el culo al poder, por muy bien que intente disfrazarse. Señores, no nos dejemos engañar más. Ya está bien de tanto pijo con máscara de progre, saltando entre las cuerdas de este circo. Ni somos payasos, ni niños inocentes, tan fáciles de engañar.
   “El Mulas” es tan zorro como cualquier diputado o concejal de cultura o presidente de fundación cultural de nuestro país. Tipos que manejan mucha pasta, acostumbrados a gastar hasta el último céntimo, con la intención de no incentivar cualquier merma en los presupuestos del año siguiente. ¿A quién se la daban? A cualquiera que trajese un proyecto que se vendiese bien en la prensa, aunque fuese una chorrada intragable, siempre y cuando fuese leal a él, a la defensa del partido e involucrase a una masa aceptable de votantes en el proyecto. Amiguetes, amiguetes de amiguetes, sobrinos, amantes, cónyugues o famosillos y snobs del faranduleo. Individuos de caché populista o individuos cutres y oscuros con los que es fácil urdir chanchullos. Señores todos de cinturones anchos, fantasmillas que van de artistas, babosos y pedigüeños, indignos hipócritas del bode-vil. Es tan común en nuestras ciudades, que el escándalo hubiera sido que aún Amy Martin firmara artículos, o filmará películas subvencionadas, o dirigiera un instituto Cervantes, haciéndose la sueca, por un sabroso emolumento de 100.000 euros. Son tantas las zorras que nos guardan el corral.
   ¡Qué pena de cultura! Y después quieren vender la marca España. ¿Qué imagen venderán en el exterior? ¿La de un lazarillo carterista con esmoquin?

domingo, 27 de enero de 2013

CIRCUNSTANCIAS Y EVOLUCIÓN

   ¿Son las circunstancias las que modelan a las personas? Yo estoy convencido de que es así, aunque, en muchos casos, se nieguen mentalmente a asumir la realidad de la pérdida. Normalmente, en estos casos, confluye la ausencia de responsabilidad a lo largo del pasado con la negación de la realidad presente. Y permanecen enganchados a su ideal modelo de vida, pero encerrados en la cruel realidad de la inexorable caída. ¿Cuántos disfrutaron de escaqueos laborales como niños en pellas escolares? ¿Cuántos, ante un simple resfriado, pedían la baja, alargando su fin de semana? ¿Cuántos esgrimían orgullosos esa frase tan nociva de “No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana”? Esos mismos que nómina en mano y, empeñándose hasta los ojos, adquirían BMWs, Todoterrenos y viviendas que pagarían en 40 años. Algunos llegaban a financiar viajes y hasta juergas en el Rocío. ¡No pasaba nada! ¡Vivían en El Dorado, donde todos los deseos eran realizables! Pero todo cayó, se rompió la frágil estructura de nuestras mentiras y comenzó a emborronarse la imagen de nuestro rostro reflejada en el espejo de los sueños.
   Algunos, unos pocos como yo, tuvimos suerte. Trabajábamos duro y cumplimos siempre con los objetivos de la empresa, a pesar de que nunca se nos pagara por ello lo suficiente, o se nos remunerara más con promesas que con dinero. Además, tuve suerte porque la ambición nunca llegó a dominarme y jamás me compré un piso, ni un automóvil, ni siquiera una bicicleta deportiva. Eso sí, viví intensamente cuanto pude. Pero siempre la realidad se impone y las promesas quedaron en un siroco falso que se llevó la fecundidad del agua hacia otra parte, dejándonos abandonados en el centro del desierto y las promesas se quedaron en la mierda de futuro que ahora es nuestro presente.
   ¿Qué por qué escribo hoy sobre esto? No lo sé. Acaso sea debido al mensaje enviado por una antigua compañera de trabajo, en la que me cuenta su dramática situación, con dos niñas, el marido y ella en el paro y a punto de ser desahuciada, sin condonación de una deuda de 100.000 euros por parte del BBVA. Yo siento mucho su situación y todo el estado, gobernantes y ciudadanos, debemos hacer algo para evitar tales casos. Es increíble que en este país los bancos acumulen pisos vacíos, mientras echan a familias enteras a la calle. Es increíble e inhumano. Y, espero que con la ayuda de la PAH y de muchos ciudadanos logren solventar de forma positiva tan crítica situación. Pero me ha llamado la atención la ironía soterrada del mensaje, en el que me habla de su sorpresa por mi faceta humanitaria, ya que según ella me recordaba bastante autoritario en el trabajo. Y es posible que en aquella época mi excesiva responsabilidad como director comercial de la empresa me llevara a exigir, muchas veces, que el trabajo se desarrollara bien. De mis ventas dependía la viabilidad de la empresa y veía cómo ésta se hundía irremisiblemente, a pesar de mi gran volumen de ventas, porque muchos, y el primero el jefe, no cumplían con su función. En el caso de dicha chica llegué a perder un contrato de más de medio millón de euros, porque tardó dos semanas en mandárselo al cliente para la firma, digo enviárselo por correo postal, el contrato ya había sido redactado por mi departamento. Recuerdo que en los 6 años que estuve en la empresa, al menos 2 ella, la recepcionista, estuvo de baja. Recuerdo el pedazo de carro de su marido, hijo de empresario si no recuerdo mal. Recuerdo que se casó feliz y que se compró la casa de sus sueños.
   Recuerdo tantas cosas, ahora que ya casi nada quiero recordar, que pienso que lo mejor es ser un buen reconocedor de las circunstancias que nos rodean en el presente. Creo que eso es bueno si no quieres empeñar tu futuro y convertirte en esclavo de los banqueros traficantes de vidas humanas. Creo que todos tenemos derecho a equivocarnos, pero no a vivir en el autoengaño continuamente, porque eso implica cargar sobre los demás la parte de responsabilidad que te niegas a asumir. Creo que ser humanitario es cargar con tu parte de responsabilidad, tener la humildad de reconocer tus errores y ayudar a los demás en lo posible. No sólo vale la exigencia de tus derechos. Es conveniente también, desde luego, pero no es lo único. Todos hemos de evolucionar. ¿De qué me sirvió a mi tanta lucha en aquella empresa? De nada, nunca me llegaron a pagar lo prometido y tanto estrés me abocó al infarto de miocardio y, ahora, ya no sé qué es vivir un solo día sin miedo a la muerte. Puede que antes estuviese equivocado y fuese más autoritario de lo normal (espero que no fuera así porque, sinceramente, no recuerdo tal actitud en mí, más allá del ejercicio de mi responsabilidad laboral) pero lo que sí tengo claro es que todos deberíamos evolucionar en función de la aceptación de la realidad que nos circunda. Yo no miento y no tengo ni idea de qué son 100.000 euros juntos porque jamás los he tenido, ni como valor de una propiedad a mi nombre, ni como reflejo de una cuenta bancaria, aunque fuera en números rojos. Tampoco me hizo mucha ilusión el hecho de tenerlos alguna vez, siempre me bastó con tener mis necesidades cubiertas y si me sobraba algo lo gastaba enseguida, moviendo el poco dinero del que disponía para que cambiara de manos y eso que llamamos economía local fluyera. No obstante, antigua compañera Inma, te deseo lo mejor para ti, tu marido y tus hijos. Ojalá te condonen la deuda el BBVA y se atraganten los miserables banqueros que os acosan. Ojalá puedas encontrar un alquiler social para tu familia. Ojala esta terrible situación que vive nuestro país mejore y ambos, tu marido y tú, encontréis trabajo y podáis vivir dignamente. Ojala todos los hijos puedan llegar a tener, como mínimo, las mismas oportunidades que llegamos a tener nosotros en el pasado. Sé que estás en buenas manos en la PAH de nuestra ciudad. Te deseo suerte. Todos hemos cometidos errores en el pasado, pero todos estamos evolucionando poco a poco y todos tenemos derecho a la esperanza de una vida digna.

jueves, 17 de enero de 2013

¿MEDIDAS DEMOCRÁTICAS?

   Estoy hasta los cojones de tanto pero. Cada vez que uno habla, que trata de argumentar su oposición a la violencia, a la cruda imposición, venga de donde venga, unos dicen que ellos carecen de medios de expresión y que la desesperación es mucha y otros sacan los antidisturbios o, a golpe de decreto, te sablean la dignidad. Y, al final, todo queda reducido a un espectáculo patético de niños crueles en el que mutuamente se culpan ante la audiencia indiferente. “Estamos legitimados a usar la violencia porque ellos la usan a diario desde sus despachos financieros”, dicen unos. “Hemos de defendernos de su agresión golpestadista”, proclaman los otros en sus cadenas televisivas. Y, poquito a poco, se va agrietando la piel del bebé que es nuestra democracia, acercándonos al abismo de cualquier sociedad salvaje sin leyes, ni normas. O con ellas, pero con una por encima de todas: Aquí todo vale. Pero lo que más me indigna es cuando ya se ven sin argumentos y comienzan a hablarme de medidas, de lo desproporcionado de la actuación policial o de la gran mayoría silenciosa.
   Esto no es cuestión de medidas, es cuestión de guardar las normas democráticas para preservar la democracia y eso es lo más importante de todo, aunque tan sólo parezcan tenerlo claro nuestros abuelos que sí sufrieron el escarnio franquista y la tristeza abismal de sus padres por la pérdida de seres queridos en la guerra "incivil". Si se rompe la democracia cometeremos un error irreparable, pues abriremos las puertas de par en par a sistemas aún más inhumanos y el fascismo más atroz se nos puede colar sin darnos cuenta. Claro que son asesinos estos señores del PP, pero no se acaba con la muerte matando, no se acaba con la libertad de expresión quitándosela al otro, no se acaba con las injusticias negando justos juicios. De la ley hipotecaria, de los asesinatos o suicidios según con el cristal conque se mire, de los bonzos emergentes ya he hablado sobradamente en mi blog. A mÍ, un pensionista que apenas sobrevive con la mierda que me pagan, me preocupan más los desesperados que vuestra lucha de poder. Eso me trae al pairo. Esto no es un partido de fútbol donde lo único que importa es la victoria, aunque sea de penalti falso en el último minuto. Esto es más importante. Hablamos de vidas, de dignidad, de ser consecuente y, si creemos en un mundo mejor y más justo, actuar desde el inicio de forma coherente. No podemos exigir democracia para nosotros y negársela a los demás, porque entonces nunca se acabará con el sufrimiento humano. Tenemos que hablar y si ellos no quieren seguiremos hablando. Ya está bien de competir, joder, ya es hora de colaborar sin sectarismos. Tenemos la obligación de sembrar la futura esperanza de nuestros hijos.

miércoles, 16 de enero de 2013

VERGÜENZA Y ASCO

   Necesitamos la emoción de las masas para saber cómo morir. Necesitamos ser como los demás animales, e ir con el rebaño.  La ideología te da emoción de masas y esa es la razón por la que asesinos y suicidas, amantes de la muerte en general, se sienten atraídos por las ideologías.  Y en ese contexto paranoico en el que se debate y extrema España, ideología (de masas) contra ideología (de masas), se acaba perdiendo el respeto por la democracia, sin que los fanáticos lleguen a reconocerla jamás como la primera víctima de esta invisible guerra en ciernes. Esto fue lo que pensé ayer al ver en el telediario las imágenes de la masa enfurecida contra Wert, impidiéndole finalmente con sus gritos la incuestionable libertad de expresión que debe preservar la democracia. Eso fue lo que pensé. Lo que sentí fue asco y vergüenza. Asco ante el hecho de que la educación española esté en manos de Wert y sus acólitos y asco de que algún día pueda estar en manos de quienes ayer le silenciaron. Y vergüenza por tener pensamientos tan cercanos a los intolerantes fascistas que ayer dieron tan deplorable espectáculo. Sí, fascistas, me reitero, por más que me pese darle esta vez la razón a tan mediocre ministro.
    El diálogo y la búsqueda de consenso es la base de la democracia. Y no me vale decir que estos señores del PP, con su mayoría absoluta en las urnas (votada por los ciudadanos españoles) no quieren dialogar, porque si ellos se quieren cargar la democracia, nosotros debemos defenderla a base de palabras y valores democráticos. Y no actuando exactamente igual que ellos. La arrogancia no se puede combatir con arrogancia, sino con humildad y desarrollo de pensamiento democrático. Y, desde luego, que es irracional combatir al fascismo del PP con el fascismo de las masas enfervorecidas. Necesitamos aprender qué es la democracia antes de creer ciegamente que ya la practicamos. Silenciando a los otros lograremos vencer a través del miedo (exactamente lo mismo que ellos hacen), pero nunca lograremos convencer a nadie. Nuestro inmenso error es que pensamos demasiado en los enemigos, pero nos olvidamos del pueblo común. Y no tengáis ninguna duda al respecto de que si seguimos por ese camino acabaremos pagándolo tarde o temprano.

Lo que está ocurriendo en España es vergonzoso. Las víctimas sufren y, en realidad, a casi todos les importa un pimiento, a los que mandan y a los que pretenden mandar algún día. Si de verdad nos preocupáramos por ellos seríamos voluntarios en los comedores públicos, ayudaríamos a los desesperados de forma gratuita, sin exigir remuneración a cambio, pero no. Exigimos, gritamos, nos peleamos con el poder y entre nosotros. ¿Así vamos a arreglar las cosas? ¡Qué ciegos estamos! Estamos sembrando la semilla perfecta para la eclosión dramática de la sangre y lo que es aún peor, estamos defenestrando la democracia sin darnos cuenta. Estamos haciendo lo que desean los fascistas peperos sin darnos ni cuenta. Lo que vimos ayer no es más que una asquerosa lucha por el poder político. Ellos dicen "que se joda el pueblo", pero nosotros estamos jodiéndolo también y ni siquiera somos conscientes de ello. ¿Qué es peor? ¿Pero qué pensáis que vieron ayer en telediario las personas sencillas y humildes de esta nación, los trabajadores o parados cuya única preocupación es el bienestar de su familia, esos que desafortunadamente no tienen una media intelectual aceptable? Vieron a un cabrón que les niega el derecho a la educación de sus hijos frente a unos energúmenos que pretenden llevar la razón a gritos y que no dejan ni hablar al contrario. Eso es lo que vieron, lo mismo que vi yo. Aquel que ciertamente tenga espíritu democrático luchará siempre por la libertad de expresión de su enemigo. En eso consiste la democracia y no en "si ellos cierran periódicos yo les cierro la boca". 35 años llevamos los españoles sin comprender qué significa realmente el término democracia y viendo cómo se mueve el patio no quiero ni imaginar lo que nos queda para tener una mínima idea clara de tal concepto. Espero que las nuevas generaciones lo logren algún día, a pesar del mal ejemplo que les estamos dando.

domingo, 6 de enero de 2013

LA PILLERÍA NACIONAL

   Si queremos progresar como una sociedad democrática, en la que todos los hombres tengan libremente las mismas oportunidades, es necesario acabar con el cáncer de la corrupción. Sin embargo, durante décadas, hemos ensalzado la figura del pícaro en nuestro país como si de artistas famosos se tratara. Desde el Dioni, hasta Julián Múñoz han tenido sus pasarelas y con alto caché televisivo en sus apariciones. Es algo histórico, muy anterior al Lazarillo y profundamente enraizado entre la carne y el espíritu de los españoles. Ahora bien, ya puestos a robar resulta ridículo hacerlo por limosnas, por limosnas sólo roban los pringaos, a quien ensalza el pueblo, hasta elevarlo al pedestal más alto del prestigio, es al que da el gran pelotazo. A ese es al que toma el pueblo como ejemplo, admitiendo sin saberlo, que ellos, en el mismo lugar y circunstancia que el corrupto, hubieran emulado su comportamiento. Ese es el gran problema, ¿cómo llegar a la plena honestidad en nuestras instituciones públicas y cómo logramos erradicar la pillería y la codicia del costumbrismo nacional?
   Está claro que necesitaremos tiempo. Para llegar a ello es necesario un cambio de mentalidad y cambiar, en gran medida, la prioridad de nuestros valores morales y económicos. Tendremos que romper con la concepción metafísica de nuestros deseos y habremos de comprender que lo fundamental habrá de ser la búsqueda de la felicidad compartida y no el acaparamiento de riqueza. Evidentemente no será fácil convencer con tal argumento a los que ya poseen la moneda y los recursos, pero han de conocer los riesgos del futuro, una guerra cruel en la que también sufrirán bajas y que, por muchas armas masivas que dispongan jamás la ganarán porque, en su mismo bando, siempre habrá algún traidor dispuesto a ocupar su puesto. Donde no se respeta la dignidad desaparece el honor, por mucho que se afirmen honorables, la mayoría son ratas que no dudarían en vender a su madre si la cantidad ofertada lo merece.
   Pero… y nosotros, ¿en qué nos convertimos cuando vamos de pillos y nos dedicamos a engañar a nuestros iguales a cambio de algo de rentabilidad? Ayer, mi amigo Javier, ex-juez (lo dejó porque sufría demasiado a la hora de condenar), cristiano cercano a las teorías de los jesuitas de la teología de la liberación, profesor de derecho en la universidad, incansable colaborador jurídico del 15M y la PAH en mi ciudad y, sobre todo, una de las personas más buenas y solidarias que he conocido, me comentaba lo contento que estaba porque habían conseguido retrasar seis meses el alzamiento de la vivienda de una familia de un pueblo cercano a la urbe. Estábamos en una cafetería, esperando la llegada de las carrozas de los Reyes Magos y nos acompañaba mi mujer, que es del mismo pueblo que esa familia. La reconoció al instante por los apellidos, al parecer mi suegra vive muy cerca de ellos. Sentí pena al ver como la cara de niño ilusionado de mi amigo Javier se tornaba sombría, como si una confusa penumbra le comenzara a enturbiar los ojos, mientras desentrañaba cada una de las informaciones de Ana, mi mujer.   
-       En el pueblo, decía Ana, nadie desea que los desahucien, tienen hijos pequeños, pero están muy indignados con ellos. A él el ayuntamiento le dio trabajo limpiando las calles, ya tenían la orden de embargo y el alcalde quiso ayudarlos. 800 euros, una miseria, pero suficiente para abonar la mensualidad de la hipoteca y sobrevivir, pero estuvo tres meses currando y no pagó ninguna mensualidad, prefirieron gastarse el dinero en la romería del Rocío. La cara de Javier era todo un poema, un poema nefasto y cruel. El alcalde se enteró y se enfadó con él y lo despidió, diciéndole que eran muchos los que necesitaban ayuda.

-       Claro, ahora entiendo porque no me traía buenos informes del ayuntamiento, dijo Javier abrumado, tengo la impresión de haber estado haciendo el tonto durante mucho tiempo.

   Al despedirme de Javier, ya no le acompañaba su eterna y jovial sonrisa, aunque el pelo gris de su cabeza era entonces un arcoíris de confeti. Los Reyes Magos pasaron y siguieron su camino sin pararse y, en vez de caramelos, a Javier sólo le dieron decepción y una honda tristeza. ¿Cómo podemos aspirar a un cambio rebosante de justicia y dignidad, si actuamos así con personas como Javier, esos anónimos héroes que están luchando por nosotros? No podemos generalizar, ni desde la ingenuidad ni desde la desconfianza absoluta. Se ha de estudiar cada caso en concreto, indagar si las informaciones aportadas son ciertas o engañosas y actuar con firmeza y en consecuencia. Aprovechados los hay en todos lados y a esos, estén donde estén, no nos cabe otra que apartarlos, hasta que ellos mismos se merezcan alguna posible restitución. Los necesarios, los verdaderamente fundamentales, los que pueden materializar nuestra esperanza, son los tipos como Javier. Es a ellos a quienes debemos cuidar.

jueves, 3 de enero de 2013

2x1: SIGUE ARDIENDO EL FUEGO

   Ayer me equivoqué. Ha tardado muy poco en arder una nueva antorcha humana y ha sido en la misma provincia, la del pelotazo marbellí. Albañil en paro era el de antes de ayer, el de ayer aún no se sabe, pero seguro que por ahí sonarán los tiros. Está claro que esto impacta. Imagino que ya dos, uno detrás del otro, sí constituirá una noticia con categoría informativa en los telediarios, porque lo que fue ayer, ninguna referencia hubo en las distintas cadenas televisivas sobre el bonzo malagueño. No sé, siendo comprensivo puedo llegar a entender a esos redactores jefes ante el dilema de la incitación al suicidio. Ya se sabe, cada vez que informan de una masacre en un colegio americano, salen mesiánicos cargados de armas hasta los ojos que intentan asaltar alguna guardería. Y en Japón ya no digamos, se suicida uno y, luego, lo emulan veinte en grupo. Sí, ellos por experiencia saben que los imitadores están siempre a la que salta, henchidos de exultante vanidad, locos por la gloria eterna. Pero mira por dónde, esta vez les ha salido el tiro por la culata y ayer, quizá en protesta por la censura ejecutada con su compañero de desesperación, decidió también prenderse fuego otro ser humano, en el interior de su coche esta vez, bajo un puente apartado. Fue en Vélez-Málaga, en la misma provincia, pero este suicida fue más tímido o educado y prefirió el aislamiento o, quizá, no escandalizar.
   Evidentemente el gobierno ahora sí se preocupará, no vaya a ser que el traje de fuego se ponga de moda y hasta los fans de Lady Gaga se lo quieran colocar. Quizá Gallardón, tan solícito, se adelante a sus compañeros y se saque de la manga alguna nueva ley que nombre terrorista a todo aquel que saque un mechero en público o lleve en el bolsillo una caja  de cerillas. Mucho cuidado habremos de tener a partir de ahora los fumadores, si no queremos vivir media vida en la trena. Chungo, muy chungo lo va a tener Rajoy para degustar sus habanos en público. El uso del fuego quedará restringido a sus clubs elitistas y a sus eficientes crematorios. Y, por supuesto, desaparecerá del lenguaje político la palabra fuego, ya se inventarán otro término cuando llegue el verano y los bosques ardan de nuevo. Vigilarán con sus antidisturbios en todos los conciertos y manifestaciones para que nadie prenda la llama, mientras suena la canción Imagine. Y al que pretenda hacer una barbacoa solidaria, con inmigrantes o sin ellos, lo mismo le podrá caer una perpetua.
  En fin, dejémonos de ironías, lectores, porque esto es bien serio. Pensemos en los seres humanos, en los más desesperados, en los don nadie que no tienen nada, salvo angustia, dolor y sufrimiento y llamemos públicamente a los asesinos por su nombre. Ya pueden sentirse orgullosos, señores del gobierno. Ya tienen su 2x1.
LOS HOMBRES DE FUEGO

   Quiso probar el sabor de las llamas. No, no pensó en el bonzo griego, ni en el tunecino que logró enervar la indignación de todo el Magreb, iniciando la revolución primaveral árabe. Tampoco pensó en las imágenes en blanco y negro de aquella revolución de Ghandi, ni en las bombas de nafta que cayeron sobre Vietnam. No, él no podía pensar. El profundo pozo, sólo lleno de hambre, de su estómago, se lo impedía. Y no tenía más a mano que una botella de gasolina y un mechero. ¿Acaso las llamas se podrían comer? ¿Qué podría perder por intentarlo? ¿Su vida? Su vida ya no valía nada, pensó. Y presionó la rueda del mechero y estalló la chispa y las llamas comenzaron a devorar su piel.

Bonzo de Ribarroja (Valencia)

   Ya tenemos nuestro bonzo. Bueno, la verdad es que, en realidad, es nuestro segundo bonzo. Si no recuerdo mal tuvimos el primero en los primeros meses de 2012, en un pueblo de Valencia. ¿Las causas? Pues las mismas, ¿cuáles van a ser? La miseria económica y, por consiguiente, la moral. En fin, de aquel bonzo ya nos olvidamos, como se olvida todo en esta vorágine continua de nueva actualidad (ya saben, el “se jodan” de la Fabra y tonterías por el estilo). Pero ahora viene este malagueño, parado, casado y con hijos, a recordarnos que, entre los excluidos, la cosa ya está que arde, mientras se quiebran los cimientos de nuestra civilizada sociedad. Y ayer, pasadas las seis de la tarde, y en el centro de la capital malagueña, se roció el cuerpo de gasolina y prendió fuego al mechero. “No puedo más, no me queda ni para comer”, dicen los testigos que gritaba segundos antes de arder como una pira casi funeraria. Como un loco, ciego y sin atisbo de razón, le imagino yo. ¿Cómo sino se puede llegar a tal nivel de desesperación? ¿Cómo un hombre puede llegar a creer que las llamas se comen?

Bonzo griego

   Sin embargo, no deberá angustiarse el gobierno por ello, no fue consumado el asesinato. Los taxistas de una parada cercana se lanzaron, extintor en mano, al hombre de fuego, logrando salvar su vida. Descanse pues tranquilo el señor Rajoy y que sus asesores le informen del estado del suicida, con quemaduras de tercer grado en el 80% de su cuerpo. Después, cuando las heridas no sean tan agresivas a la vista, podrá visitarlo en su habitación del hospital, con la ristra de periodistas chupapollas y los mejores fotógrafos en cola.

Si contáramos a este rumano que se quemó en
Castellón, el bonzo malagueño sería el 3º en España

   Y por la reacción del pueblo que tampoco se preocupe. El pueblo está muy ocupado en sobrevivir y en la dinámica convulsa de esta preocupante actualidad todo se acaba olvidando pronto, muy pronto, demasiado pronto. Ya verán como cuando los periódicos nos hablen del tercer hombre antorcha, nadie se acordará del hombre de fuego de Málaga, como hoy ya nadie se acuerda de aquel bonzo primero, de Ribarroja (Valencia). Pero aún aceptando está realidad como algo ineludible, hoy me atreveré a pedirle un favor, amigo lector. Imagínese que usted pasaba ayer por la céntrica calle en la tuvo lugar el suceso, que usted estaba allí a esa misma hora, que pudo ver a ese hombre desesperado levantar el brazo sobre su cabeza y verter la gasolina sobre su cuerpo, que oyó el chispazo del mechero y le deslumbró el destelló metálico del liquido inflamable justo en el instante en el que se incendiaba, que pudo oír los terribles gritos de dolor, los gritos inhumanos de la desesperación más absoluta que puede llegar a soportar un Ser humano y que, poco después, cuando la espuma de los extintores logró apagarlo todo, pudo oler, con nitidez, el cercano aroma de la carne quemada de aquel hombre y, ahora, cierre los ojos y respóndame: ¿cuántos más necesitaremos para reaccionar?

miércoles, 2 de enero de 2013

FELIZ SUPERVIVENCIA

   “Feliz año a todos mis amigos. Os deseo paz, amor y supervivencia para el 2013, que no es poco, con tanta incertidumbre sobre el futuro”. Está fue la breve frase que colgué en mi muro de facebook como felicitación y, sorprendentemente, recibí esta respuesta: “Este mensaje tuyo destila violencia, sabes? La palabra supervivencia... es muy, muy violenta. Contrólate en tus deseos, por favor. --Sí, vengo a decirte esto a tu muro, porque es lo que yo pienso que dices. Y me aventuro a decir que esto es una apología de la violencia porque así lo percibo aún sin conocerte de res. Salud y buen 2013”. Me quedé perplejo. Un día antes debatí en su muro sobre la cuestión del uso de la violencia, como defensa legítima del pueblo frente a la cruel represión que sufre por parte de nuestro gobierno. Las multas por asistir a manifestaciones, las detenciones arbitrarias, los ojos que se pierden por bolas lanzadas por antidisturbios, el no derecho a defensa si eres pobre, el abandono de los dependientes, la no atención médica si eres inmigrante, la ley hipotecaria que fomenta el suicidio, pagar la deuda antes que saciar el hambre, etc… Y aún así, yo seguí declinando el uso de la violencia bajo circunstancia alguna, argumentando que, de ese modo, sólo acabaríamos cambiando a unos asesinos que gobiernan por otros asesinos que nos gobernarían. ¡Qué más da el lado ideológico en el que anden!, si ambos asesinos son. Y si tengo algo claro es que sólo lograremos evolucionar si lo hacemos a través de una revolución cultural, de valores humanistas, basados en la igualdad, la libertad, el culto a la vida y al conocimiento, la recuperación de unos valores morales consensuados entre todos y que dote a cada persona de un valor definido en cuanto a lo que es y no en cuanto a lo que posee y la hermandad universal en el concepto de justicia. De modo que no, bajo ninguna circunstancia admito el uso de la violencia. Aquí no se trata de vencer, se trata de convencer. Se trata de comprender qué sólo tenemos una salida posible: si conseguimos unir al equipo saldremos adelante, pero si nos dispersamos, cada uno a lo nuestro, a buscar tajada algunos, otros en pos de la fama, ciegos de vanidad, otros pensándose que esto es un juego de la play y están locos por darle al botoncito y disparar y otros, la mayoría, que no se enteran de nada y son manejados como marionetas por las manos de los capos de los bandos, los que manejan el cotarro, los que tienen el dinero, los que diseñan nuestras vidas.
   Violencia, decía mi amiga que, al parecer, ha decidido dejar de serlo tras colgarme su mensaje. Violencia, que yo estoy haciendo apología de la violencia al usar el término supervivencia en mi felicitación de “Año nuevo”. Lo distintas que pueden ser para dos personas la percepción que nos transmite la misma palabra. Escribí supervivencia a conciencia y lo hice pensando en mi gran amigo Eduardo, fallecido de un infarto al corazón hace poco más de una semana. Teniendo en cuenta que yo sufrí otro infarto hace unos años, que afortunadamente superé, y la constante amenaza de que se vuelva a repetir, entenderéis a qué me refería cuando decidí usar el término supervivencia. Desde luego, en absoluto tiene nada que ver con el concepto de la violencia. En realidad, para mi se trataba de un canto a la vida. Para mí, el fin de año significa haber logrado vivir un año más, conseguir la meta ansiada. Ahora comienza un año nuevo y, por tanto, comienza un nuevo reto, el de burlar a la muerte por otro año más. Mi amigo Eduardo no lo consiguió en 2012, pero nosotros lo lograremos un año más, volveremos a comernos las uvas un año más, ¿verdad? Y si, en el transcurso del tiempo en el que logremos burlar a la muerte, somos capaces de ponernos de acuerdo, pues genial, algún día se podrá llevar a cabo también la revolución deseada. Pero si encima vamos incitando con batallitas al espectro mortal que nos acecha, entonces sí llevarán razón esos apocalípticos que tanto hablan del fin del mundo. Mientras tanto, el agujero abismal en el que iremos cayendo, poco a poco, se hará cada vez más grande y será imposible frenar su avance. Yo, por mi parte, expresaré mi firme deseo de que este 2013 sea el año en el que logremos unir al equipo y, entre todos, consigamos revertir el abismo, a la vez  que burlamos a la Parca. Comprendo la ansiedad juvenil, su prisa por cambiar las cosas, para ellos los días son efímeros y nunca cambia nada, pero para mí un minuto es, afortunadamente, una eternidad en la que disfrutar del maravilloso milagro que es la vida y en ese minuto puede ocurrir de todo y cambiarse todo. Con el paso del tiempo lo comprenderán, seguro. Comprenderán que nuestro mejor regalo fue la esencia misma de la existencia y todo lo demás será, exclusivamente, fruto de nosotros mismos. Y no olvidemos, por favor, que el mejor de nuestros frutos posibles es la semilla del amor.