miércoles, 29 de mayo de 2013

EL ÁNGEL DE LA MUERTE ESPAÑOL

 
 
Ayer me invitó a cenar mi amigo Ernesto, el psicólogo. Él trabaja en el servicio de psiquiatría de mi ciudad y alucina cada día con el historial de sus pacientes. Por eso, por su dilatada experiencia, le propuse hablar del ángel de la muerte español. Ya saben, Joan Vila Dilmé, el celador y  asesino confeso de 3 ancianas (también se le acusa de otros 5 asesinatos de ancianos sin confesar) en la residencia “La caridad” de Olot. Imagino que dar más datos sobre el tema sería obvio, pues el caso es de actualidad en todos los periódicos y telediarios, ya que se le está juzgando en estos días. De modo que me centraré en las conclusiones a las que llegamos mi amigo y yo, siempre teniendo en cuenta que hablamos sobre informaciones externas, sin conocimiento in situ de la realidad y que no pretendíamos en ningún caso hacer un juicio social, sino más bien desentrañar el proceso mental que llevó al asesino a cometer tan abyectos crímenes.


   Según Ernesto, los ángeles de la muerte no suelen ser locos en el sentido coloquial de la palabra, sino más bien perversos. Son personas que un momento temprano de su vida han sufrido un trauma afectivo de irreparables consecuencias, me dijo. Y entonces, recordé haber leído en algún periódico que el asesino estuvo muchos años cuidando de su padre enfermo e inmóvil. Imaginad a un hombre que ya desde su juventud se ve condenado a la exclusión social, debido a que las atenciones hacia su padre le impiden relacionarse. Imaginen que eso ocurre durante muchos años, más de una década. Imaginen la sensación de penumbra, cárcel y abandono inundándote el pecho. Y, de repente, me dijo Ernesto, llega el momento de la agonía, en el que padre e hijo han sido trasladados al hospital y el equipo médico inicia el protocolo de muerte, dejando en manos de su hijo la decisión de poner fin a los sufrimientos de su padre. ¿Entienden ahora porque Joan Vila dice en su declaración que tras la muerte de los ancianos se sentía eufórico, pleno de energía, como un Dios liberado? Lo extraño y terrible de todo esto es que el largo y doloroso proceso emocional que experimentó junto a su padre le sirvió de experiencia a la hora de ser contratado en la residencia geriátrica. Sin saberlo, sus jefes le estaban facilitando la posibilidad de repetir la voluptuosidad placentera que sintió el día que decidió acabar con la vida de su padre. El zorro ya estaba en el gallinero y era el propio sistema quién le complacía con el mejor disfraz. Luego, durante muchos años, más de una década, se mimetizó actuando como siempre lo había hecho con su padre, derramando amor hacia los ancianos, pero viéndoles culpables de su eterna soledad. Y la muerte de cada uno de ellos era para él una efímera liberación, para él y para el anciano, ya libre de dolor y sufrimiento, según su mente perversa.
   Los ángeles de la muerte están estudiados desde la aparición de los doctores nazis (me dijo los nombres, pero disculpen, ahora no los recuerdo) que decidieron acabar con la vida de medio millón de esquizofrénicos en Alemania, siguió comentando Ernesto. Y son Perversos, saben perfectamente lo que hacen y qué está bien y qué está mal, pero frente a ese protocolo de muerte tan difícil de delimitar en científicos y legisladores, ellos se arrogan la potestad de la decisión inequívoca, irrebatible. Ellos son el Dios que decide y que está por encima de toda regla o ley moral o social. Se trata, en definitiva, de un error en el cerebro emocional y no de una enfermedad mental. Lo más asombroso es que se trata de una disfunción del cerebro emocional que se puede curar, aunque aún no sabemos cómo. Tenemos el caso de un asesino en serie estadounidense que mató a 22 chicas y fue detenido, gracias a una prueba de ADN que se hizo el homicida 10 años después de haber asesinado a su última víctima. Cuando, en el interrogatorio, le preguntó la policía que porqué había dejado de matar sólo supo contestar: No lo sé. Lo mismo que un día se abrió la espita en su cerebro que le exigía asesinar, otro día cualquiera se volvió a cerrar, impidiéndole seguir asesinando. Así es de extraña la mente. No hay mayor enigma para el ser humano que su propio cerebro, me comentó Ernesto, cuando ya degustábamos el postre.

martes, 28 de mayo de 2013

LA CODICIA DEL POLICÍA

 
 
Les pido excusas de antemano porque sé que ofenderé a algunos, pero mi conciencia me impele a expresar lo que siento. Hoy quiero reflexionar sobre el incidente de Paterna, en el que un policía local estafado por su amigo, el exdirector de la oficina de Bancaja que le convenció para invertir 350.000 euros en Preferentes, le asestó cuatro puñaladas en la casa del agredido y delante de su esposa. La codicia es un veneno letal, también en las víctimas del latrocinio que se ejerce sobre la indefensa población. El policía tiene 38 años. ¿Conocen ustedes a muchos trabajadores con 38 años que tengan guardados en el banco 350.000 euros? Yo prácticamente a ninguno. Claro que imagino que la estafa se llevaría a cabo en época de bonanza económica y, entonces, hablar de millones era como hablar de fútbol. Era algo cotidiano y todos queríamos más. El caso es que ya me extraña bastante la cantidad que dicho policía invirtió en Preferentes, por lo inusual, a no ser que le cayera una herencia desde el cielo. Es de suponer que una persona que goza de tanto capital no tendría cargas adicionales, como las hipotecas impagables que sí tienen otros y a los que se les extorsiona muchas veces con el desahucio desde la misma oficina que los estafó con las preferentes, que ya es el colmo de las injusticias. Además tampoco hablamos de alguien que, al igual que muchos, perdieron su trabajo y engrosaron en el creciente batallón de la miseria. Este policía estaba de baja por depresión, pero seguía cobrando su paga mensualmente y ya saben que en muchos pueblos el estipendio de un policía local supera con creces a la del cualquier policía nacional. Entonces, ¿cuál era el problema de este hombre?, ¿acaso no poder seguir el ritmo de vida acostumbrado?

 
 
Espero que me entiendan y no cometan el error de pensar que estoy justificando el fraude de los bancos. Nada más lejos de mi intención. Los banqueros, con la anuencia y el silencio del Banco de España, los legisladores, los políticos y los jueces de este país, han cometido el mayor fraude conocido en España sobre su vulnerable población de ciudadanos corrientes y es imperativo hacer justicia: los banqueros deberían ir a la cárcel por mucho tiempo, después de obligarlos al resarcimiento económico y moral de las víctimas. Pero, teniendo en cuenta el panorama económico de nuestro país, en el que cada día hay más pobres extremos, mientras que los ricos lo son cada día más, y que la carencia de recursos está llevando a este gobierno a la desatención y abandono de los más frágiles (ancianos que sobreviven con 500 o 600 euros y a los que se les piensa recortar aún más la pensión, dependientes pudriéndose en su inmóvil soledad, enfermos condenados a una lenta muerte porque ya no pueden pagar sus medicamentos, parados con cargas familiares y sin ayuda alguna a los que se les desahucia sin compasión, etc…), no puedo entender que aún haya algunos que en vez de alegrarse de su estabilidad asegurada (a pesar de la pérdida de 350.000 euros), se ciegan por la codicia hasta tal punto de acabar con la vida de otro ser humano. Sí, ser humano, por muy hijo de puta que fuere, que en este caso está claro que lo era, disfrutando de su ostentosa prejubilación y sin desazones de conciencia tras haber destrozado la vida de tantos a los que en su día llamó, maquiavélicamente, sus amigos.

   Yo sobrevivo con 600 euros y vivo bien, sin lujos, pero sin básicas privaciones. No necesito más, incluso me llega para ir de tapas con mi mujer un par de veces al mes. Claro que me gustaría vivir mejor, como a todos, pero soy consciente por los problemas que pasa este país y de cómo se extiende la pobreza extrema por sus cuatro costados. Pienso en los padres que tienen que levantarse cada día sin saber si podrán ponerle un plato de comida a sus hijos, en los jubilados que tienen acogidos en sus casas a las familias de sus hijos desahuciados, en tantos y tantos que duermen cada día sobre los adoquines de las calles, en los que rebuscan alimentos en los contenedores de basura y, entonces, comprendo que, en cierto modo, soy afortunado y se me pasa la rabia y me calmo y comprendo el valor inconmensurable que tiene cada vida. ¿Cómo es posible que un policía local en activo, con un sueldo que suele rondar los 2.000 euros, acabe queriendo matar a su estafador por 350.000 euros, destrozando así su vida y la de su familia? ¿Por desesperación quizás, como ayer dijeron los telediarios? No, seamos coherentes y aceptemos la verdad, intentó matarle por avaricia, la misma que llevó al banquero a cometer tantas estafas. La codicia es un veneno letal, también en las víctimas del latrocinio y le otorga más valor al dinero que al milagro que constituye la existencia humana.  No es justo, ni de sentido común, que amparemos la codicia de unos frente al rechazo de la de otros. La codicia es siempre la misma, esté en el lado que esté y produce el mismo daño general a la sociedad. Aunque lo más increíble es que este gobierno no tenga intención alguna de combatirla, lo que les convertirá inexorablemente en la mano ejecutora de los múltiples asesinatos que se llevarán a cabo en el futuro. Si no hacen nada para erradicar la codicia, ellos serán los inductores de la locura y el salvajismo. Ellos serán, si es que no lo son ya, los verdaderos asesinos de nuestro tiempo. Y ahí los tienen, tan orgullosos de su posición. ¿Acaso no lo harán también movidos por la codicia?

domingo, 26 de mayo de 2013

LA DESLEALTAD DE AZNAR

   A pesar de la fatídica entrevista de Aznar el miércoles, la frase más odiosa que he escuchado esta semana la ha dicho un periodista de El País, del cuál no recuerdo el nombre, refiriéndose a la intervención televisiva del expresidente. Este afirmaba categóricamente que en política nada se castiga más que la deslealtad. Lo del colgado que se cree el elegido de Dios para encauzar el rumbo de la Patria española no tiene nombre y forma parte del esperpéntico espectáculo de la podrida casta política de este país, pero lo del periodista ¿progresista? es inaudito. Un periodista debe diseccionar la verdad, indagar en las causas que holografían el presente y escrutar, objetivamente, los posibles devenires del futuro ¿Cómo entonces se puede afirmar con tanta rotundidad, y como una consecuencia corriente y aceptada, que el peor pecado de un político es la deslealtad?
 
 
Para empezar debemos preguntarnos a quién debe lealtad el político: ¿a sus amigos?, ¿a sus compañeros de partido?, ¿a su inmediato superior?, ¿a su presidente?, ¿a sus electores?, ¿a las grandes corporaciones que lo contratarán cuando finalice su aventura política?, ¿o a las normas y leyes democráticas que rigen nuestra constitución? Porque ellos sí que lo tienen claro, se deben lealtad a ellos mismos y al reducido grupo de colegas afines en vicios y ambiciones, Así hemos llegado hasta donde hemos llegado. Con casi más asesores en las instituciones públicas que funcionarios. Si el funcionario que les tocaba era afín al partido saliente se le relegaba a una esquina del edificio y una mesa vacía de trabajo y, en su lugar, se colocaba a dedo a una persona de absoluta confianza, que lo callara todo, que supiera guardar secretos a cambio de regalos. O, mejor, que fuese lo suficiente mediocre para no enterarse de nada y cumpliese fiel toda orden explícita. De este modo, por culpa de la malentendida LEALTAD, ahora tenemos políticos mediocres que nos mienten o nunca nos dicen la verdad, porque siguen siendo fieles a su único valor moral: si tú no sacas mis mierdas, yo no ventilaré las tuyas. Sí se fijan, igual que los mafiosos, aunque ellos sí gozan de prestigio. ¿O se piensan que al Sr. Bárcenas o al Correa le impiden la entrada en los restaurantes de lujo?

   Toda persona, pero especialmente los políticos, deben regirse por las normas y leyes que rigen nuestra constitución democrática y ser fiel, por encima de todas las cosas, al orden constitucional. Las reglas del juego han de ser las mismas para todos si aspiramos a una convivencia en paz y harmonía. La época codiciosa del "yo" ha de acabar y dar paso a una nueva época, la del "nosotros" universal. Los corpúsculos sociales deberían abandonar la malentendida idea de la lealtad que nos han hecho mamar durante tanto tiempo e integrarse en la defensa de la democracia y de la justicia. La lealtad al colega, al jefe que te paga, al mafioso que te compra, etc, está pudriendo nuestra democracia y ni siquiera lo percibimos. Desde luego, el periodista de El País dio en la clave. Lo penoso es que, en su comentario, nos tratase de inculcar la honorabilidad de la puñetera lealtad (en su desvirtuado concepto actual) en la política.

jueves, 23 de mayo de 2013

¿SOLUCIONES?

   No entiendo tanta queja, ¡por Dios! ¿Aún no se han enterado de que ya han hallado las soluciones a nuestros graves problemas? Contra la hambruna abogan por la consumición de insectos, que ya veo en el inmediato futuro las rotondas de nuestras carreteras como cotos privados de caza, en los que se internen durante la noche los furtivos. ¿Cotizaran en bolsa los saltamontes? ¿A cuánto se venderá el kilo de grillo? Como si fuéramos tontos. ¿Acaso la explosión productiva detuvo alguna la vez la especulación y el acaparamiento? Contra los paraísos fiscales una ley de transparencia confeccionada a medida por sastres interesados, los políticos manejados por la codicia que le posibilitan las grandes corporaciones. Cuando nos dicen que frente al gobierno argentino defienden los intereses industriales y comerciales de España nos mienten, defienden los intereses de Repsol, la empresa que quizá los tenga en cuenta para su consejo, como asesores, cuando abandonen la política. Y como Repsol podría haber dicho Endesa, Iberdrola, Telefónica y tantas otras, todas de capital privado. Contra los jueces valientes y honrados todo el peso de la ley, la que ellos interpretan, y con la que coaccionan. Contra el Bárcenas, acuerdos en la trastienda y con matones que cubran la espalda a los padrinos. Contra la muerte, palabras de falsa aflicción. Contra el paro, rezos a la Virgen del Rocío y a San Pedro Claver, patrón de los esclavos. Contra el libertinaje educacional, Patria y Dios por cojones, ya apostólico y romano, por supuesto. Y contra la ineptitud flagrante de este gobierno la esplendorosa vuelta del Salvador, el gran mesiánico, el que esta convencido de ser el mesías contemporáneo del pueblo hispano, Don José María Aznar, ese tipejo que sólo usa la sombra del bigote y que cuando se mira en el espejo ve a su admirado dictador Franco, el elegido por Dios, igual que él. ¡Estamos apañados!, como dicen en mi tierra.
   De mi tierra parte la única llama de esperanza hoy. Esta mañana se ha ejecutado en Huelva la primera expropiación forzosa, por parte de la Junta de Andalucía, de una vivienda al banco propietario, que iba, a su vez, a ejecutar el alzamiento de sus inquilinos por impago hipotecario. De esta manera la Junta paraliza durante tres años dicho alzamiento y evita el riesgo de exclusión social y desamparo al que iba a exponerse a la familia que ocupaba el piso. Pagarán ahora un alquiler social y, según la nueva ley de la Junta, el banco podrá ser multado por intentar el alzamiento con una multa de hasta 9.000 euros. A pesar de tanta locura y tanto desatino, de tanta ineptitud y de tanta codicia. A pesar de todo la llama de la esperanza brota de nuevo en una esquina olvidada de este país en penumbra. Hagamos que esa llama se extienda. Es posible.

lunes, 20 de mayo de 2013

Me acaba de llegar, enviado por mi amigo Santiago, este anónimo por email. No tiene desperdicio y tal como llegó lo publico en este blog, sin tocar una coma y con el único añadido de las fotos. Juzguen ustedes: 

¡¡¡YA ES PRIMAVERA EN EL CORTE INGLÉS!!!
¡¡¡Ya es primavera en el Corte Inglés!!! 
LO QUE SE AVECINA, VECINA…… 
Cuando uno creía agotada su capacidad de sorpresa viene ANGED, Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución y nos la pone fresca. 
ANGED, que integra a grupos como El Corte Inglés, Ikea, Cortefiel, C&A, Carrefour, Mercadona, Alcampo y Leroy Merlin, entre otros, quiere: Eliminar una paga extra, congelar primero y hacer desaparecer después el concepto de antigüedad, el incremento de la jornada laboral al pasar de las actuales 1.770 horas anuales a 1.826,27 horas, eliminar el pago de complementos de domingos y festivos, reducir el salario hasta un 20 % y no tener trabas sindicales para abrir sus establecimientos los 365 días de año, incluyendo, sin retribución extra, Navidad y Fin de Año. 
Es decir que los ínclitos Amancio Ortega, Isidoro Álvarez, Roig y demás "lumbreras" de este estercolero al que llamamos "país" quieren andar, a marchas aceleradas, el camino de regreso a la esclavitud, jaleados por esos señores que ponen la mano para llevarse un sobre lleno de negros billetes cada mes. 
¿En qué considera la familia, la dignidad o la humanidad de sus obreros o empleados para hacer este ejercicio de sadismo? 
El péndulo social ha girado de forma que el chantaje por el puesto de trabajo es irresistible. Esta tortura, tiene como voceros esa ministra “rara” que aparece en las pantallas rezándole a la Virgen del Rocío o esos ministros económicos impresentables que van otorgando rebajas y amnistías a defraudadores y corruptos. 
Es el más cruel, contumaz y agresivo terrorismo que hemos padecido en el planeta. El sobresalto es diario y sin teatralidad alguna, buscan nuestros huesos, mondos y lirondos.
Pero no desespero, creo que el péndulo oscilará en un futuro, más temprano que tarde, y en ese momento me gustaría verle la cara - y el pescuezo- al multimillonario Ortega, a Álvarez o a Roig y decir que "Ya es primavera en el Corte Inglés". 
A nadie le pareció mal que se quitaran pagas a funcionarios y que se les bajara el sueldo porque, total, se lo merecían. Lo que no fueron capaces de pensar era que con eso se levantaba oficialmente la veda y que a continuación iban ellos. 
Otros que se creían que a ellos no les iba a tocar. 
Ni quito ni pongo. Sólo reenvío.

miércoles, 15 de mayo de 2013

¡VIVA LA BLANCA PALOMA!

 
 
Mi perro acojonado y tembloroso entre mis piernas. Para él, el sonido de los cohetes que estallan en el exterior ha de significar el comienzo de una guerra. Él no entiende las extrañas festividades de los humanos. Abajo, en la calle, cagan los caballos, hartos de soportar el peso de tanto señorito andaluz. El “Sinpecado” baila al ritmo de la flauta y el tamboril. La hermandad de emigrantes de Huelva ya camina hacia la aldea. ¿Qué le pedirán este año a La Pastora? ¿Le reprochará alguno que no atendiese el ruego de nuestra flamante ministra de empleo? ¿Acaso irá ella también a visitarla, de tapadillo, para que nadie la moleste cuando baile sevillanas o deguste el jamón y el rebujito? Mi perro tiembla y, a veces, creo que es más consciente que los humanos. Él imagina el inicio de una guerra y se esconde entre mis piernas. Afuera, la gente canta, sí, y suenan palmas por doquier. Pero faltan muchos, demasiados, faltan todos los que hacen cola en los comedores públicos, los del extrarradio que ya apenas pueden pagarse el autobús, los que buscan alimentos en contenedores de basura, los que perdieron su trabajo y están tristes y tan asustados como Bebo, mi perro, los que en estos momentos soportan el dolor de la enfermedad sin que los puedan atender o procurarse el medicamento que les calme. Faltan tantos, son ya tantos los apartados del “sistema”. ¿Dirá acaso nuestra ministra onubense del PP que todos esos romeros, rodeados de flores coloridas y otras innaturales parafernalias, no son la mayoría, que la mayoría silenciosa que hoy no ha salido a la calle es la que verdaderamente cuenta? ¿O es que todo depende de quién comande la manifestación?, ¿la sotana o un pantalón zurcido y desgastado? Sí, creo que hoy Bebo es más lúcido que la mayoría de los humanos que gritan en mi calle.


   Pero lo que más me entristece es la sonrisa inocente de los niños. Algunos ven un caballo por primera vez y saltan de excitación cuando una yegua se acerca. Muchos van vestidos con trajes de flamenco o de gitana y siente que son, en realidad, el centro de una fiesta de disfraces. Quizá lleven razón y todo esto en el fondo no sea más que eso. El banquero estafador volverá a serlo en cuanto la fiesta se acabe y negará mañana la dación en pago al padre de la niña que lo saluda ahora desde el suelo. Y el padre de la niña, cuando vuelva a casa, llorará impotente y a solas en el dormitorio, recordando cómo el caballo sobre el que montaba el banquero que le va a destrozar la vida logró sacarle una sonrisa a su hija. Un rayo de luz esa sonrisa dentro del drama hipócrita que es la sociedad, pensarán algunos. Pero ¿es qué no hay formas más humanas de conseguir la sonrisa de un niño?, porque, tras el equino, se muestra toda la simbología y la ostentación del poder que nos somete, ese “es más el que más tiene”.  ¿Por qué, entonces, adoctrinamos a los niños en este folclórico y litúrgico esperpento?, ¿por qué les obligamos a participar en este circo de falsedades y apariencias?, ¿por qué les incitamos a la inconsciencia?
   Ya ha pasado toda esa absurda fanfarria y los cohetes han dejado de sonar. Bebo está algo más tranquilo y con su pata me agradece la nula protección que he podido darle. Para él la guerra se ha alejado y vuelve a tener ganas de salir al balcón. La comitiva ya camina hacia la aldea sin poder levantar esta vez el polvo del camino, debido a la fugaz lluvia con la que hoy ha amanecido el día. Allí, en la aldea de El Rocío, si todo va como el año pasado, se congregarán hasta seis millones de personas, tanto o más como parados tenemos en nuestro país. ¿Se acordará alguno de las exóticas palabras de la ministra Fátima Bañez cuando dijo en Almonte: “Yo confío en la inmensa generosidad de nuestra Virgen, la Blanca Paloma, y sé que ella procurará trabajo a todos y cada uno de los españoles”? Quizá se refería a aquellos que este año han tenido la suerte de guardarles sus caballos o de cocinarles el famoso caldo de puchero con el que los señoritos andaluces se recuperarán de la diaria resaca. Igual hasta resulta que la ministra le piensa otorgar a la Virgen la medalla del Estado como premio a su labor emprendedora. Ya nada me extrañaría en este circo.  Mañana le tocará el turno a la hermandad de Huelva y yo seguiré encerrado en casa, disfrutando de la pavorosa lucidez de Bebo, tiritando entre mis piernas. Y no será otra guerra la que anuncien los cohetes, tan sólo será una batalla más, y también perdida, como todas.

lunes, 13 de mayo de 2013

CÓMO RESUCITAR A UN MUERTO (EL 15M)

   Pasado mañana se cumplirán dos años del nacimiento de un milagro en nuestro país, aquel que llenó las plazas de indignación, transformándolas en unidad sin grietas, solidaridad y esperanza en un futuro que se antojaba sombrío. Hoy ese futuro se ha hecho realidad con más de seis millones de parados, centenares de suicidios por la situación de desesperación económica y los injustos desahucios, la pobreza sistemática de las familias, el desmantelamiento de la sanidad, la justicia y la educación públicas y de las políticas de la dependencia, el deterioro total de nuestras instituciones, el riesgo de quiebra en nuestro sistema de pensiones, la absoluta desprotección laboral, etc. Y todo esto mientras se rescata a los bancos, las empresas del ibex35 aumentan sus inversiones en paraísos fiscales, se abren cada vez más tiendas de lujo, como la de Ferrari en Madrid, los grandes consorcios empresariales, como las SICAV, siguen abonando a Hacienda un irrisorio 1% de sus inmensos beneficios y los juzgados se hacinan de políticos, banqueros e, incluso, miembros de la casa real imputados. No sólo existen razones para el resurgir del movimiento 15M, siempre las hubo para que nunca dejara de existir. Entonces ¿por qué le dejamos morir y cuáles fueron las causas?
   Como ya comenté en otros artículos relacionados con el tema, el 15M, como movimiento unificado, ya no existe. La escisión de DRY, las disensiones,  provocaciones y las acciones violentas de grupos anarquistas, los intereses particulares de otros grupos antidemocráticos, etc, lo minaron de explosivos. Y ahora sólo queda una lucha soterrada por la consecución de nuevos clientes o afiliados entre diversos intereses partidistas. Sólo nos quedan algunas islas vírgenes, como la PAH o los yayoflautas y a las que se insulta, faltándoles al respeto, como ocurrió el sábado pasado en el debate televisivo nocturno de La Sexta, en el que el líder del sindicato de estudiantes llegó a afirmar sin pudor que nada hubiera conseguido la PAH sin la fuerza del 15M, cuando la PAH surgió con anterioridad al 15M y, hoy en día, sigue manteniendo el apoyo intacto de los ciudadanos, mientras el 15M casi lo ha perdido por completo. Lo que queda hoy del aquel movimiento se parece más a un campo lleno de vallas publicitarias que a un movimiento solidario y unido, como lo fue antaño, allá por sus inicios. Las derechas se ríen de la efectividad del movimiento y las izquierdas, en vez de relanzarlo, se están repartiendo el pastel de la masa social indignada, sin importarles la disgregación y su consiguiente volatilización, en una lucha competitiva y sin piedad, con tal de conseguir un mayor número de votos en las próximas elecciones, lo que les dará mayor poder y dinero. La palabra nosotros está desapareciendo de las pocas asambleas que quedan en pie y cada vez es más acusada la imposición del “yo” o, al menos, de varios nosotros aún más pequeños y que ostentan orgullosos sus simbologías, sus banderas y sus diferencias ideológicas. Sólo hay una cosa en la que todos coinciden: la culpa de todo siempre la tiene el otro. En este país nadie asume su cuota de culpa. Las distintas mareas coloreadas se acercan al dique de contención pero sin la fuerza necesaria que si les daría el avance unificado y sin diferenciaciones. Las reivindicaciones cada vez son más, llegando a ser algunas ciertamente exóticas y resaltando las diferencias particulares entre los grupos. No existe unidad verdadera, por mucho que nos empeñemos en publicitarla, engañándonos a nosotros mismos. Una cosa es lo que desearíamos y otra muy distinta la palpable realidad. Entonces, ¿cómo resucitar el cadáver del 15M?
   A mi modo de ver, y en primer lugar, se debería buscar la unión de todos, pero con la clarísima excepción de los grupos antidemocráticos, ya sean de derecha o de izquierda. Anarquistas, fascistas y demás grupos antidemocráticos deben ser expulsados del 15M sin dilación. No se puede mantener el lema “Democracia Real Ya” manteniendo en su estructura a grupos que luchan, con violencia o no, a favor de la ruptura del sistema democrático. En segundo lugar deberíamos comenzar a condenar el uso de la violencia por parte de algunos que dicen pertenecer al movimiento y esa condena se ha de ejercer con el mismo rigor con el que condenamos la violencia policial. Ya esta bien de excusas, como también hizo el líder estudiantil en el programa de La Sexta, al decir que los violentos no son insurrectos del movimiento, sino policías infiltrados con la intención de romper la protesta pacífica de las manifestaciones, porque eso no es verdad o, al menos, no lo es en todos los casos. Y, por último, deberíamos volver a los inicios, con un programa de mínimos que sea apoyado por la gran generalidad de los ciudadanos y que sea defendido por todos sin disensiones internas, sin mareas coloreadas, sin banderitas diferenciadoras, sin luchas ideológicas y sin ínfulas de heroicidad o mesianismo por parte de algunos. Pero todo esto se me antoja imposible pues, ya ven, la próxima manifestación presentará aún más reivindicaciones (lógicas, pero inútiles en la búsqueda de unidad), tendrá más colorido que nunca y, posiblemente y desafortunadamente, claro está, volveremos a ver imágenes de tipos destrozando cajeros, escaparates y mobiliario urbano. Ojalá me equivoque, pero lo dudo. Es evidente que debemos volver a salir a la calle para mostrar con fuerza pacífica nuestra lógica indignación, pero debería salir aquel 15M inicial que ya no existe y no el corral de zorros y gallinas en el que nos hemos convertido con el tiempo, porque así tan sólo conseguiremos dos cosas: que la ciudadanía se aleje cada vez más del 15M y, con el tiempo, matarnos entre nosotros sin habernos dado nunca la oportunidad de entendernos.

domingo, 12 de mayo de 2013

CERTÁMENES LITERARIOS

 
 
Hoy les quiero explicar cómo funcionan la mayoría de los premios literarios de este país, sin importar la región, ni el color del gobierno bajo el que se auspicia, y siendo algo enquistado en el sistema desde hace ya muchas décadas. Todo comienza con la convocatoria del mismo por parte de algún organismo público (ayuntamiento, diputación provincial, fundación, etc) o alguna entidad (banco, caja de ahorros, etc) y cuyos importes económicos destinados salen finalmente del erario público, ya sea directamente o a través de las excepciones fiscales que se otorgan a estos últimos por el supuesto de fomento a la cultura. Para entendernos mejor pongamos el ejemplo de una diputación provincial (DPX) y de un montante económico redondo (20.000 euros). Bien, los funcionarios y políticos de DPX, como todos los funcionarios y políticos, buscarán lo mismo: la mayor rentabilidad con el mínimo esfuerzo. En el caso de los funcionarios lo que buscarán con ahínco será la merma de trabajo y, en el caso de los políticos, la rentabilidad política, es decir, titulares en la prensa, prestigio, etc. Se dan cuenta de que la distribución del libro premiado  desde la misma DPX sería inexistente y, en vez de ponerse en contacto con alguna distribuidora para que se encargue del tema, como sería lo lógico, lo que hacen es cerrar el trato con alguna editorial importante a nivel nacional y estipulan el negocio de la edición con un precio acordado, encargándose la editorial de la distribución y, de paso, uniendo el prestigio de la misma al del premio en ciernes. Por su parte, la editorial impone que dos miembros de la misma pertenezcan cada año al jurado o, al menos, su voto se tenga en cuenta a la hora de escoger a los premiados, aunque, a nivel de prensa y público, dichos miembros no figuren como parte del jurado. Aquí es donde la espita de la putrefacción se abre.

  
La editorial, normalmente, tiene a algunos autores a los que desea publicar en la recámara, a la espera de poder publicarles sin coste alguno. ¿Por qué van a correr con los gastos de la edición de su autor si, consiguiendo que sea el premiado del certamen literario de DPX, será ésta la que abone los gastos o, incluso a veces, pague el doble o el triple del gasto necesario? Los otros miembros del jurado suelen ser volubles y, con la promesa o la ensoñación de una futura publicación en la editorial si fueren sumisos, se les compra o se dejan comprar con facilidad. ¡Todo sea por el bien de la cultura!, claro está. Luego, una vez el premiado ha ganado su galardón se le obliga a firmar un contrato en el que renuncia a todos los derechos sobre su obra durante varios años (esto figura normalmente en las bases del certamen). El escritor ha de conformarse con el montante económico que le queda finalmente, una vez descontado el 18% que habrá de abonar a Hacienda y el 15% de lo que quede al agente editorial, en caso de que lo tuviere y que es lo más normal en estos casos. Total, que al autor finalmente le queda sólo 13.940 euros de la totalidad del premio, un suculento montante para un regalo preconcedido de antemano y que, posiblemente, nunca mereció, mientras que la editorial ha hecho el negocio del siglo, editando un libro sin costo alguno y sin derechos de autor y cuya venta producirá beneficios netos, a excepción del coste de distribución, siendo todo, coste y beneficios, abonados y producidos desde la inversión con dinero público, es decir, el que usted, yo y todos los demás pagamos en impuestos. El negocio editorial es redondo; el autor no pone objeciones a la pasta pública regalada y no le importa pisotear su propia dignidad como escritor renunciando a los derechos de la obra porque sabe que, si accede, le vendrán más premios económicos inmerecidos en el futuro y más prestigio que le otorga la editorial en la que edita; los funcionarios de DPX no se cargan de trabajo, sólo reparten entre los miembros del jurado los ejemplares recibidos y poco más; y los políticos tienen sus titulares en prensa y su falso prestigio cuando son fotografiados junto al autor (normalmente de prestigio reconocido también). Todos contentos y orgullosos, mientras en asuntos sociales se niega la ayuda a los verdaderamente necesitados. Esta es la esperpéntica fiesta de la cultura en España, la normalidad extendida entre el chabacano negocio de la intelectualidad. Premio más premio más premio de la geografía española: millones de euros de pasta pública para una élite de privilegiados estafadores. Porque si comprueban las listas de premiados de los distintos certámenes literarios verán que suelen ser los mismos (ahora tú aquí y yo allí, y mañana los mismos pero al revés). Las instituciones públicas de la cultura, por dejación de sus funciones o por pura negligencia, han renunciado a sus deber de servicio público y han entregado, en estos casos, todo el poder y manejo a las editoriales importantes del país.

   Una vez explicado todo esto desearía que se pusieran en el lugar del joven escritor que se presenta una y otra vez a estos certámenes, con costes insufribles, pues presentarte a un premio de novela te puede salir por más de 200 euros y, a pesar de su indiscutible calidad literaria, jamás es tenido en cuenta, de tal modo que ni tan siquiera llega a ser leído en algunas ocasiones. Pónganse en el lugar de los cientos y cientos de autores que se presentan a dicho premio, sin tener la más mínima posibilidad. Piensen en los centenares de miles de euros en papel, en tinta y en costes de envío tirados a la basura en cada certamen. Piensen… y respóndanme si esto no es una flagrante injusticia contra la que el pueblo también debiera alzar la voz, porque yo sí tengo claro que esto sigue siendo así desde hace décadas por culpa de nuestro silencio absoluto. Y si nosotros, los autores, preferimos seguir callando y esperando nuestro turno de efímero cartel en el circo editorial español, es que ya no nos queda ni una pizca de dignidad, ni de integridad alguna.    

jueves, 9 de mayo de 2013

EXCÚSENME

   Cuando cree este blog tenía dos cosas muy claras: no pretender hacer en él literatura, pues la mayoría de artículos serían de opinión política y social, además de ser escritos y colgados sobre la marcha y sin corregir apenas; y no hablar en él sobre mi vida (¿a quién le iba a importar la puñetera vida de un viejo?). Hoy voy a romper la segunda regla, pero será una excepción. Lo prometo.
   Ayer me llevé una sorpresa inesperada. Sinceramente, yo pensaba que mi blog no era interesante para los grandes adalides de la cultura, y mucho menos para la élite cultureta de mi ciudad. Lo cual me parece bien, pues nunca fue mi intencionalidad llegar a ellos. Pero, al parecer, estaba equivocado y resulta que sí están extrañamente interesados y sí me siguen, auspiciados quizás por la curiosidad de ver palabras de crítica feroz hacia ellos, palabras a las que parecen temer más de lo que yo nunca pude imaginar. De modo que, sin yo buscarlos, me están saliendo más enemigos de la cuenta. Tiene guasa, ahora que con mi dolencia cardíaca no aguantaría ni un asalto a una mosca. La sorpresa fue el siguiente comentario…

“Me das asco Francis. Francamente, me das asco. Tú eres el que vas a levantar una nueva sociedad, tú? Mientes cuando dices que yo he ganado todos los premios prenosequé y lo sabes tan bien que me das pena. Pena porque no puedes sufrir que alguien, con su esfuerzo, con su trabajo y con su honestidad sea capaz de ganar un premio y de dignificar tu profesión, esa que tú tanto desprecias. Te he oído hablar mal de todos los compañeros sin excepción y he visto arrodilarte ante esos que tanto despreciabas. Lamiéndoles el culo. Me dio asco verlo y te lo referí en más de una ocasión. Así eres tú. Eres un envidioso abyecto, un maleducado sin remedio, un ignorante y un puto desagradecido. Sí, Francis, un ignorante y, además, escribes como el culo. No sólo eres insufrible como persona, lo eres también como poeta. Para mí es un alivio no verte, no tener que sufrir tus puyas hacia los demás. Siempre traté de ayudarte, honestamente, pero tú muerdes la mano que te ayuda. Eres así de ciego, así de ingrato, así de injusto, así de hijodeputa. Porque, Francis, sí, lo siento, eres un hijodeputa. Yo no estaba en Huelva el otro día para dirimir ningún premio, no formé parte del jurado, yo estaba para hablar bien de un amigo, Rafael Vargas, porque yo sí hablo bien de mis amigos, porque yo tengo amigos, porque me los he ganado. Pero así son todos tus infundios. Tú sólo tienes dos amigos, el alcohol y el resentemiento. A mí me tienes ojeriza simplemente porque gano premios (por cierto, ayer recogí uno), porque llevo una vida sosegada y no necesito el alcohol para vivir, porque nunca he ganado un premio que no mereciera (puedes decir tú lo mismo?). Yo sé, Francis, cómo conseguiste tu pensión y nunca lo he referido a nadie. Descuida, no lo haré. Tú sí que vives del erario público, tú sí que vives pensionado, tú sí que vives de mi esfuerzo y del de todos. Lo que yo gano lo lucho y lo trabajo. No quisiera vivir en una sociedad con gente tan abyecta como tú. Me suicidaría ahora mismo si fuera un escritor tan malo y tan acabado como lo eres tú. Acabo: de dignidad mejor no hables, Vale? Me tiraría riendo hasta mañana. Vete al carajo. Olvídame”
                                                                                              publicado en la entrada que colgué en este blog con el título EL PRECIO DE LA DIGNIDAD, hace poco más de una semana. Obvia decir que quién lo colgó era el interpelado en mi artículo y que, si lo volvéis a leer, entenderéis por qué. También obvia decir que de todo lo que me acusa en ese texto es falso, aparte de dos cosas: soy un mal escritor y no me produce escozor admitirlo y antes bebía quizás demasiado, antes, claro, porque desde que la salud me lo impide no lo hago y bien que me molesta, pues al igual que la marihuana, para mí constituyen dos de los grandes placeres de la vida. En cuanto a lo demás: injurias e ignominias que es como suele desenvolverse en la vida este tipejo. Sólo una aclaración más que creo necesaria: es cierto que este señor no formaba parte de jurado oficial del premio de la crítica andaluza y acepto mi error de apreciación, pero también es cierto que él forma parte de la asociación de críticos andaluces, cuya función, entre otras, es la de aportar tres libros para optar a dicho premio y que el nivel de influencia que dichos miembros tienen sobre los monigotes que ponen como jurado es absoluto. Mi contestación fue privada, por email y en ella entenderéis porqué decidí borrar el nombre del individuo en cuestión y su comentario, al que nada temo.

“1º- Gracias por participar en mi blog
2º- He  borrado tu comentario por una única razón, yo jamás, ni antes, ni ahora desvelé el nombre del interpelado en mi artículo, por respeto a la que fue una amistad querida. (Créeme, es así, aunque otros te hayan dicho lo contrario). Y no voy a dejar que tú lo hagas ahora.
3º- La amenazas sobre cómo obtuve mi pensión me las paso por los cojones, la obtuve porque sufrí un infarto y sólo me funciona un 49% del corazón, según los distintos partes médicos y todos los tribunales médicos por los que tuve que pasar. Tengo los documentos que lo prueban en mi poder. Tomo 16 pastillas diarias para sobrevivir y no puedo caminar más de 500 metros sin tener que pararme a descansar. Con tus amenazas e injurias demuestras la bajeza de tu catadura moral. Cómo siempre, no tengo ni puñetera idea a que te refieres. Ten cuidado con lo que te dicen por ahí, porque pueden estar muy equivocados.
4º- Jamás tuve envidia de nadie, ni antes ni ahora y jamás le lamí el culo a nadie (otra ignominia más por tu parte) y por eso estoy donde estoy, aunque muy orgulloso de ello, y tú estás donde estás.
5º- Nunca dije que no merecieras premios, es más, sigo diciendo que tienes la calidad necesaria para ello, lo que me apena y me decepciona es saber CÓMO los ganas.
6º- Yo nunca te falté el respeto y no lo voy a hacer ahora. No te llamaré lo que tú si me has llamado a mí. Yo no te odio, a pesar de todo, ni me das asco. Cuando pienso en ti únicamente siento pena y decepción. Además, comprendo que tus palabras son producto de la mirada ante el espejo por una verdad incómoda.
7º- Agradezco tu sinceridad sobre lo que opinas de mí como escritor y poeta. Ya era hora que lo hicieras, aunque a la misma vez, ello me corrobore aún más mi desazón por haber caminado tantos años junto a una persona que no hacía otra cosa que mentirme.
8º(y último)- Infórmate mejor. Ya no bebo apenas, no salgo apenas, porque la mala salud me lo impide. Y, créeme, sigo teniendo muchos amigos, incluso más y mejores que los que tuve”

   En fin, EXCÚSENME, perdonad la extensión, sé que ha debido ser un suplicio para algunos leer toda esta mierda pero, ante las acusaciones de ser un cobarde por haber borrado el comentario, he decidido hacer público el mismo y mi respuesta y sin datos que identifiquen al acusador pues, aunque a algunos les cueste creer, no tengo intencionalidad alguna de dañar a nadie, tan sólo pretendí en aquel artículo denunciar el funcionamiento del podrido mundo literario en mi país. Porque formé parte de él y lo conozco bien lo aborrezco. En tiempos como estos recuperar la dignidad perdida es necesario, la resistencia moral ante las tentaciones deshonestas también. Todos hemos tenido en nuestras vidas tormentas y días claros de sol, sombras y luces contrapuestas, nadie es perfecto y nadie lo es durante todo el tiempo, somos humanos y el error forma parte de nuestra vida cotidiana, pero nuestra mayor virtud es la del arrepentimiento de nuestras acciones indignas. Sólo aquellos que se arrepienten con humildad de sus espurias acciones y retomen la senda de la dignidad moral frente a aquellos que deciden seguir hurgando en intereses individuales y oscuros, podrán morir en la paz y el sosiego de ser una persona íntegra. Si algo bueno tiene el hecho de haber renunciado a todo, es que te otorga una libertad que jamás tuviste. Le pierdes el temor a todo. Si nada tienes que perder desaparece el miedo. Como digo en la frase final de EL PRECIO DE LA DIGNIDAD, “Mi blog y la mirada de amor de mi mujer me bastan”. No aspiro a nada más y, por supuesto, no estoy en venta. No pierda el tiempo, señor interpelado, ni me vendo, ni le temo.  Por lo demás, comprenda usted que la historia no está como para que los demás tengan que soportar los cuentos soporiferos de dos viejos, uno que trata de mantenerse digno y sin aspiraciones y otro que se vende por cualquier migaja. Nunca volverá a aparecer usted en mi blog, ni tan siquiera así, innombrado. Hay millones de cosas más interesantes sobre las que hablar. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

HACIENDA PREVARICADORA
                           
 
 
Hoy estoy muy cabreado, excesivamente cabreado. De modo que entiéndanme si me excedo demasiado en mi léxico. Acabo de llegar a casa desde la oficina de Hacienda en mi ciudad y si a alguno de ustedes le hubiera ocurrido lo que a mi, sentirían idéntico desasosiego y la misma mala leche. Les explico: resulta que hace como un año más o menos me sancionaron con una multa injusta al ir de copiloto en un vehículo y desabrocharme el cinturón de seguridad para despojarme de la cazadora, hacía calor y la operación tan sólo duró unos segundos hasta que nuevamente me puse el cinturón, pero la mala suerte hizo que un agente de la guardia civil me viera hacerlo desde su moto. El caso es que me sancionaron y el mes pasado me llegó desde Hacienda una orden de embargo a mi cuenta del banco por un importe de 480 euros. En ningún momento pensé en recurrir lo injusto de la multa, pero lo que sí me extrañó fue la orden de embargo y el consecuente bloqueo de una cuenta cuyo único ingreso mensual es el pago de mi pensión por enfermedad cardíaca grave, por un importe inferior al del salario mínimo interprofesional, es decir, inferior a 649 euros, porque la ley deja muy claro que, según el artículo 607.1 de la ley de enjuiciamiento civil y el artículo 82 de la ley de recaudamiento por la que se rige la propia Hacienda, lo prohíben. Cometieron un acto ilegal y así lo hice saber en la oficina de Hacienda de mi ciudad, a través del recurso que les presenté. Y en cuestión de una semana me desbloquearon la cuenta, devolviéndome el importe embargado. Hasta ahí todo muy bien, sin queja alguna por mi parte. La sorpresa llegó ayer, al ir a sacar dinero de mi cuenta y responderme el cajero que mi cuenta estaba nuevamente bloqueada por Hacienda y por el mismo concepto.

   Hoy he estado de nuevo en Hacienda, hablando con el jefe de la sección de recaudación, y le he dejado muy claro que ellos, desde el 11 del mes pasado, fecha en la que les entregué el recurso del que os he hablado, tienen plena constancia de que en mi cuenta únicamente se ingresa mi pensión que, como ya les dije, es inferior al salario mínimo interprofesional y que si, a pesar de ello, insisten en la ejecutoria del embargo están cometiendo un delito que se llama prevaricación. Sí, el mismo que han cometido personajes oscuros de nuestra política y contra los que no actúan, tal y como debieran, ni Hacienda, ni los jueces de este país. ¿Por qué se persigue a los ciudadanos de a pie con tal escarnio e insistencia y nada se hace contra esos delincuentes? Entiéndalo, esto ha sido un problema informático, la máquina ha debido emitir la orden por su cuenta, me vuelve a traer la misma documentación del mes pasado y me presenta otra vez el recurso y se lo arreglo, igual que la vez anterior, me dijo, mirándome a los ojos y en plan conciliador, el señor jefe de recaudación. Y yo le contesté que sí, que lo volvería a hacer, pero que, mientras tanto, nos fuera preparando un plato de comida a mí  y a mi mujer en su casa, que iríamos a comer cada día porque cómo usted entenderá con un sueldo de 622 euros al mes y la cuenta bloqueada no tengo más remedio que depender de su buena voluntad y generosidad, le dije. No se preocupe, si me trae los documentos mañana mismo, sobre la marcha, le levanto el bloqueo, me contestó, ya más inquieto que conciliador.
 
 
La verdad es que no puedo entender a este país. Se persigue sin tregua a los pobres y a los delincuentes millonarios, aún cuando estén imputados en un proceso judicial, se le otorga todo tipo de privilegios, tales como permitirles salir de España para ir a esquiar en estaciones de lujo. ¿Qué quieren, acabar con los pobres y los enfermos? ¿Con todos aquellos que no pueden, por falta recursos, valerse por sí mismos? ¿De qué coño va realmente esta historia? ¿Acaso se trata de un genocidio encubierto para ahorrarle gastos al Estado y cumplir el objetivo de déficit exigido por Bruselas? Porque no pueden ni imaginarse el dolor que tengo ahora instalado en el pecho por el sofoco producido y mi dolencia cardíaca. Sé que yo no soy el primero al que se lo hacen, conozco a tres amigos con similar situación a la mía y a los que también les estuvo jodiendo Hacienda con idénticas excusas. Tres amigos que, como yo, hemos tenido la suerte de arreglar la situación gracias a los conocimientos adquiridos y nuestra preparación intelectual, pero ¿cuántos habrá en la misma situación, sin la mínima preparación, ni los conocimientos requeridos?, ¿a cuántos de ellos estará ahora mismo jodiéndoles la vida Hacienda?, esa Hacienda en la que confiamos la persecución de los delincuentes y sus delitos cometidos y, en cambio, comete, una y otra vez, el delito de prevaricación sin pudor alguno contra personas vulnerables e indefensas por su absoluta carencia de recursos. ¿En quién podemos confiar cuando es la propia Hacienda la delincuente e, impunemente, se enorgullece de su fría inhumanidad? ¿Estará el señor Montoro orgulloso de ello?

martes, 7 de mayo de 2013

¡VAYA MIERDA DE PAÍS!

 
Tú no eres…una ladrona, tu no eres…una ladrona”, le gritaron hace un par de días, durante su último concierto, miles de fans a la Pantoja. Podríamos pensar que es un hecho aislado de retraso mental en un grupo de españoles, gente ciega de mitomanía que está dispuesta a morir por su idolatrada, aunque ésta pretenda robarles y masacrarles, pero no, no es un caso aislado, ese grupo es un ejemplo claro de lo que es el conjunto de la retrasada ciudadanía española. Tenemos incrustada en la sangre la cultura del pícaro desde tiempos ancestrales y premiamos al “listo” que va por la vida jodiendo a los demás. “Ella no es culpable de nada, tan sólo de enamorarse”, decía una fiel seguidora. Como si el amor (interesado o no) le perdonase haber desfalcado, junto a su esperpéntico novio, las arcas del pueblo de Marbella. Vamos, que todos sus últimos inmuebles adquiridos los pagó con billetes de amor. Pues sí que tiene que ser raro, para algunos, eso del amor, porque adorar a la hipócrita llorona tiene un pase, pero ¿quién es el gilipollas que le sigue votando al Fabra por amor? Manda cojones, como diría el gran extorsionador de los jueces. ¡Vaya mierda de País!

 
 
Somos idiotas, retrasados mentales. Nos roban en las narices, ostentan del producto de su codicia sin pudor, arruinan nuestras instituciones y, de paso, nuestra economía familiar, nos llevan a la ruina social y, en muchos casos, a la moral y les seguimos amando. Perdonando a la choriza cantante y votando, una y otra vez, a los abyectos delincuentes que nos gobiernan y roban desde nuestras propias instituciones.  ¿Y después nos quejamos de lo que nos pasa y echamos la culpa de todo a los alemanes? Si nuestro país fuera Alemania, la mayoría de nuestros políticos estarían en la cárcel. Deberíamos aprender de ellos, en vez de criticarlos. Ellos eran un país en ruina –literalmente- hace poco más de 50 años y a nosotros nos han bastado 35 para derruir con nuestras propias manos (y votos) el paraíso democrático. Ellos, en poco más de medio siglo han alcanzado un nivel cultural más que aceptable y, nosotros, a pesar de esa “maravillosa” educación que defendemos, somos cada vez más los pseudoanalfabetos, llegando en muchos casos a la universidad sin saber escribir o expresarse correctamente y sin saber siquiera pensar. ¿Qué futuro podemos esperar de una mayoría de burros sin bozal? Seguirán votando ciegos a quién les vendan en pantalla, aunque nos muestre su Ferrari comprado con la tarjeta del banco suizo donde guarda los millones de euros robados al erario público. Es más, posiblemente, la chulería del Ferrari, unida a su altanería de chorizo impune, le otorgará más votos de tanto imbécil. ¡Vaya mierda de país!

 
 
No sé cuándo se arreglará esto, no sé siquiera si seremos capaces de arreglarlo, pero si ocurre el milagro y los conseguimos sin sangre, deberíamos aprender de la experiencia y no cegarnos nuevamente con el crecimiento de la economía. Pienso que nuestra prioridad debiera ser la de culturizar al pueblo, de modo que éste llegue a ser capaz de pensar por sí mismo. Deberíamos olvidarnos de una puñetera vez de luchas en pro de la evangelización ideológica, de la ciega fe dogmática del partido que ostenta el turno del gobierno, de los decretos por cojones, y comenzar, seriamente, a educar al pueblo en el pensamiento libre, en el ejercicio democrático y en la acumulación de los indispensables conocimientos que necesitamos para poder desarrollar una mente lógica y llena de sentido común. Porque este país y su ciudadanía, así, cómo están, no es más que una inmensa cagada que apesta y avergüenza al mundo. Mientras el nivel cultural de este país siga naufragado en el barro y los excrementos no tendremos solución, seguiremos teniendo políticos corruptos, incluso condenados, gobernando en nuestras instituciones, seguiremos votándoles fanáticamente por amor (interesado o no). Chorizos y folclore, que no es un tópico, es nuestra puta realidad. ¡Vaya mierda de país!  

sábado, 4 de mayo de 2013

NO TIENEN LÍMITE

  ¿Por qué no hacen leyes que les permitan fusilarnos? Total, el resultado final sería el mismo en la buscada intencionalidad de los verdugos, pero al menos acortarían la lenta agonía de las víctimas. Y si no fuera por la presión internacional, posiblemente, lo harían, aunque evitaran mancharse las manos con nuestra nefanda sangre. Serían otros, los que se venden, los que apretasen el gatillo. Los viejos y los dependientes estorbamos y, además, tenemos la virtud de morirnos en silencio, lo que indudablemente les encanta. Por mucho que nos duela la enfermedad ante la obligada ausencia de los medicamentos, seguimos sin quejarnos. Habrá que escoger entre calmar el dolor o alimentarse, entre morir de frio por la imposibilidad de calefacción o dejar que la enfermedad te muela a palos cada día. ¿Nos vamos a resignar a pudrirnos lentamente frente al espejo? Porque está claro que ellos no tienen límite, pero nosotros sí lo tenemos, el nuestro y el de ellos.

    El actual sistema de pensiones es insostenible, nos dicen, mientras callan que el 97% del fondo de pensiones lo han invertido en deuda española. Sí, en parte, la bajada de la prima de riesgo se ha conseguido gracias al sacrificio de los viejos. Para nuestros políticos es más escandalosa la subida de ese puñetero índice que el abandono y la consecuente muerte de los que no pueden valerse por sí mismos. Si hay que recortar asesinan a los viejos impertinentes y, de ese modo, se consigue la pasta para los colegas nombrados asesores. Porque en eso de sus ostentosas remuneraciones, dietas, gastos varios de representación y demás privilegios de la casta política NO SE METE LA TIJERA.

   Enterémonos de una vez: el déficit somos nosotros, los pensionistas, jubilados y dependientes de este país y ya ha comenzado el exterminio. Enterémonos de una vez: les estorbamos en su planes de codicia y su estrategia es la de aniquilarnos. Enterémonos de una vez: a nadie le importamos. Ellos saben que las sillas de ruedas no se mueven si nadie las empuja y los otros, aunque también jodidos, van a lo suyo, sus enfrentamientos ideológicos, su camisetita de colorines, sus mareas sin salitre, su costumbre de pedir y pedir, y exigir y exigir, tan sólo para ellos. Esté viernes comenzó la extinción y a nadie parece importarle. El que no pueda moverse que no se mueva, el que no pueda alimentarse que no se alimente y el que no pueda vivir que no viva. ¡Qué se mueran todos los viejos y todos los inútiles dependientes!, gritan con una sola voz todos los patriotas. ¿Se lo vamos a permitir?   

viernes, 3 de mayo de 2013

EL PRECIO DE LA DIGNIDAD

 
 
Ayer, en la presentación de una nueva antología de autores, esta vez unidos por el concepto de la Tierra, volví a ver al autor más laureado de la provincia. Sí, ya saben, ese que se lleva la mayoría de los premios (pre)otorgados (como ocurrió con aquel de novela, cuyo montante era de 30.000 euros y al que él ni tan siquiera se presentó). Han pasado los años y él ya se ha alzado en el escalafón y, al parecer, ahora le toca devolver los favores. En los últimos años verás que constituye parte de todos los jurados y cómo son ahora sus amigos y compañeros de viaje pucheril los que suelen llevarse los galardones. Pero no, no seáis tan poco imaginativos. Sigue sin llevar chaqueta, sin cortarse su barba y su melena de aspecto revolucionario y, además, sigue levantando el puño izquierdo y manteniendo su falso discurso progresista. ¡Qué asco me dan estos tipos! Son aún más vomitivos que los fachas hipócritas que nos gobiernan.


   Parece ser que está en la ciudad porque forma parte del jurado del premio de la crítica andaluza. Llegó anoche, pues tiene hotel pagado por la Junta de Andalucía, a pesar de vivir a escasos kilómetros de la ciudad, en un pueblo que no merece tan barato ciudadano. Y ayer, ya confabulaba a solas, apartado en un rincón aislado del bar, con otra compañera de poesías y lamidas de culo a los señores políticos de la cultura, los que manejan la pasta. Porque, aunque nos parezca inconcebible, en este país no hay dinero para los viejos y discapacitados que mueren solos en el abandono, ni para los enfermos crónicos (en el hospital de mi ciudad en el que se atiende a los ciudadanos de los pueblos adyacentes han cerrado el departamento de cardiología), pero si lo hay aún para los canapés elitistas de la cultura, los cachés inflados de los faranduleros de las letras, y los montantes económicos de los premios que se reparten entre ellos y sus colegas más fieles, los que callan y tragan pollas o lo que haga falta por tal de estar en el cartel.
  
 
Algunos pensaréis que esta vez me estoy pasando un huevo, que ya está mal esto de la cultura como para que yo encima ande metiendo mis narices en tan escasa sopa. Pero, señores lectores, créanme cuando les digo que sé muy bien de lo que hablo, a pesar del dolor que me produce, personalmente, esta verdad tan incómoda. Al muchacho en cuestión, en realidad ya bastante madurito, lo conocí muy bien, pues fuimos íntimos amigos durante un tiempo en el que, sin yo saberlo, ya ejercía de Maquiavelo, mientras yo lo admiraba como escritor, pues nunca estuvo falto de calidad literaria, lo que aún me produce mayor desazón en la actualidad. Fue él mismo quien me confesó en su día que había ganado el U. de novela sin haberse presentado y, a partir de ahí, se rompió nuestra relación. Él y sus otros amigos de interés monetario me excluyeron cuando decidí hacer público lo que sabía. Miren, yo puedo entender la necesidad, los muchos años trabajando en solitario frente al ordenador sin que nadie te reconozca nada, durante años hurgando en la manera de salir a la superficie, mientras tus hijos se hacen mayores y los gastos aumentan: la universidad de los hijos, la conveniencia de un vehículo para desplazarte aquí o allá en tus lecturas públicas y remuneradas, las facturas que se han de pagar, etc. Pero es que siempre ocurre igual, cuando ya tienes eso no te basta y ahora, de repente, aspiras a poder viajar para documentarte, a estar en la élite burguesa de las letras provincianas, a vender millones de novelas, aunque para ello tengas que escribir al dictado de tu editorial, a llenar tu cuenta corriente y la de tu agente sin tener que preguntar dónde y cómo se cocinó el negocio. Yo admiraba al escritor puro de antes, al que aún tenía dignidad, y no al mercader de ignominias silenciadas que veo ahora cuando le miro. ¿Cuánto vale la dignidad de un ser humano? La de ciertos intelectuales muy poco al parecer. ¿Y así vamos a salvar el mundo? Porque con eso soñaba en sus principios el muchacho, cuando ambos éramos unos jóvenes ilusos. Y ahora ya ven cómo cambia la historia. Él, un paje de la mercadería literaria y yo el príncipe del escepticismo. No sé, llámenme tonto si quieren, pero yo prefiero mantener intacta mi dignidad frente a los ojos de la mujer que amo. Mi blog y su mirada de amor me bastan.