martes, 30 de abril de 2013

EL TIEMPO DE LOS SOLDADOS

  
Se acercan peores tiempos. Estamos entrando en el tiempo de los soldados. Aunque algunos ya ejercen como tales. Los periodistas de los grandes medios, pretorianos de la palabra, cumpliendo fielmente las órdenes de sus mandatarios, manipulando la información, para engañar a los vasallos. Políticos sin libertad de pensamiento, constreñidos por la estrategia de sus partidos, obligados a tragar carros y carretas por la codicia de sus superiores. Sindicatos vendidos, patronal que compra. Es verdad que alguno ha tenido la dignidad de abandonar, pero han sido tan escasos los ejemplos e, inmediatamente, despojados de toda voz pública, que ni siquiera pensamos en ellos. Los comandantes, diseñando el programa de nuestras vidas desde sus despachos mercantiles, con sus asesores bien pagados por la corte, ejerciendo sibilina diplomacia en los gobiernos. Ellos son los mercenarios que velan por la inmensa fortuna de los mercaderes, los grandes generales del sistema. La policía siempre fiel al amo, a reaccionar presto ante su voz de mando, sin preguntarse jamás si existe un límite. Despojados de su capacidad de discernir entre el mal y ese bien legal que, a veces, obra tan injustamente que llega a torturar a niños o a asesinar, indirectamente, a sus padres. Pronto se hará directamente y encontrarán justificaciones para ello. Pronto, en el otro bando, el de a pie de calle, llegará también el tiempo de los soldados.

   Ya se comienza a atisbar en el horizonte el avance de los reclutas. De los dos extremos del odio cuelgan ya ejércitos que aumentan su peso cada día con la intención de doblegar la balanza. En realidad luchan por lo mismo, el caos, pero ciegos de fanatismo como están se acabarán matando entre ellos, muriendo muchos inocentes tan sólo por estar en medio. Ya tuvimos un amago en la bombita de La Almudena, pero pronto serán más serios los intentos. Esto ya no se sostiene y la desesperación de muchos les está llevando a la locura. Entre éstos y los mesiánicos que sueñan con los héroes de la Marvel o los héroes malditos del anarquismo libertario de hace más de un siglo, las bombas comenzarán a eclosionar por todas partes. Renacerán el GRAPO, la triple A, los guerrilleros de Cristo Rey, las brigadas libertarias, aunque lo harán con otros nombres. Y, entonces, la vida tendrá mucho menos valor. Como todo en época de recesión se devaluará y la vida del enemigo costará menos que una bala.
   Nuestros hijos repetirán el dilema de sus abuelos: exilio o elección de un bando. Verán morir a sus padres, a sus hermanos, al que tenga la mala suerte de tocarle. Y los verán también matar, a cualquiera, al que le toque, porqué no habrá más remedio, serás tu o él, porque lo ordenan los grandes generales. Y nadie verá la perversión del plan diseñado. Seremos cíclopes tuertos del único ojo, luchando a ciegas, sin saber que nunca verás la victoria, pues esta te fue negada desde el principio. Los dos bandos son, en realidad, ejércitos comandados por los mismos. Y lucharán sus mentes manipuladas y sus manos, prestas a ensangrentarse, a las órdenes de los mismos: los que ya tienen todo el pastel y no quieren repartirlo. La solución a esta crisis es una drástica reducción de la población y ya está diseñado el plan. En la televisión, en los periódicos, en las redes sociales, en el congreso, en las instituciones públicas, incluso en la calle, ya podéis observar a los soldados. Se están preparando, aunque todavía no lo sepan. Ya levantan el dedo y señalan a sus víctimas, ya amenazan abiertamente sin temor a represalias, ya conspiran para el estallido del futuro. Ya es tiempo de soldados, caminando en grupos hacia el tiempo de los asesinos.  

sábado, 27 de abril de 2013

EL GRAN ESPERPENTO ESPAÑOL

   El ministro de economía tocando pitos y soplando flautas. Si no vamos a subir el iva, ni el irpf, es que subiremos otros impuestos, yo qué sé, tendremos que mirarlo, ¿no? Eso sí, tendremos que adecuar a estos tiempos de crisis el sistema de pensiones… Al menos nosotros metimos el del honor, comentan mientras tanto los madridistas… En las redes bullen las protestas y las reivindicaciones. Fotografías de majaras lanzando adoquines, contra la policía, contra un cristal, contra un cajero, contra una vieja que pasaba por allí. ¡Qué más da! Lo que importa es la revolución, sangrienta, por supuesto. “Putos cobardes, ayer (por el 25A) demostrasteis lo cobardes que sois, os quedasteis en casa porque estáis acojonados, escogéis morir de hambre antes que luchar por la libertad, os merecéis ser esclavizados, sois unos mierdas, PUTOS COBARDES”, se expresaba en facebook un angelito libertario, uno de esos que fueron a la manifestación portando garrafas de gasolina, uno de esos que clama por nuestra libertad, por los derechos de hombres y mujeres (uno de esos fue detenido porque estaba en busca y captura por una condena de violencia de género). Uno de esos para los que, ayer también, C., la funcionaria progre y moderna, pedía: “Solidaridad con los compañeros detenidos. Firmemos por su liberación. Luchemos por su liberación inmediata” ¿Alguién piensa antes lo que escribe? ¡Qué daño hacen estos pseumodernos desde su poltrona del bienestar funcionarial! Su buen sueldo, algo recortado, eso sí, por estar la tira de horas navegando en el facebook, y encima se queja y me pide que defienda a un individuo que va a una manifestación pacífica cargado de petardos y gasolina. ¡Qué chachi la funcionaria enrollada! ¡Qué pastiche de revolucionaria kinki! Para ella, llevar gasolina es como llevar un ramo de flores, ve la misma intención. La policía a lo suyo, a repartir leña y a cubrirles las espaldas a los sinvergüenzas de guante blanco. Normal, como ha sido siempre, estos no cambian nunca, siempre se venden al mejor postor. Y si se escapa una hostia de más, pues se escapa y ya está, y si muere alguien, pues que no se hubiese manifestado. Saben muy bien que su rubia se lo perdona todo.
 
 
Mientras tanto, en las portadas de los periódicos, la voz plañidera de los bancos. El Banco Santander ha obtenido en el primer trimestre de 2013 un 26% menos de beneficios que en el mismo periodo del año anterior. Titular de la poderosa prensa. Como si los bancos también fuesen azotados por la tormenta de la ruina. La misma que está desangrando a millones de personas en nuestro país. Invierte en nuestras acciones y compartiremos tu hambre. Y luego, en letras pequeñas, te dicen que el banco ha ganado más de 1600 millones de euros en tres meses, sobre todo en España. Si, sí, en plena crisis, las empresas cierran por falta de crédito y ellos lloran por lo poco que ganan. Se ve que eso no será nada para sus jefes (¿qué periódico no pertenece a algún grupo financiero?), que no se conforman, tan bien acostumbrados como estaban en épocas de pelotazo. Esos siempre quieren más, viven en su mundo de Barbys y Dimas, no se enteran de nada, cierran los ojos para no ver, les es imposible, de tan lejos, escuchar los gritos de desesperación, tienen el gusto atrofiado por la perversión de los deseos y un nulo olfato que les impide percibir el acre aroma de la sangre. La mentira trata de ocultarlo todo y todo se cubre de apariencias. En la primera cadena nos venden el éxito. La bolsa remonta, baja la prima de riesgo, el motor de la economía vuelve a funcionar. Y nos hablan del beneficio del BS como si lo fuese de todos. España vuela con alas del PP. También hay otros índices históricos, de esos que producen pavor, como el del paro, con más de 6.200.000, pero para ellos no es más que un dato anecdótico.  Ellos también quieren más, siempre quieren más, y también viven en el mundo de los sinsentidos. Estos van más de divos, son muchas horas diarias interpretando el papel conveniente, tanta horas que ya se piensan el personaje, se creen que son, en realidad, ese otro que interpretan, y se autoengañan, sin poder advertir siquiera tan nefasta interpretación. Muñecos zarandeados con buena remuneración. Vanidosos pedantes y codiciosos al frente de un gran país. Periodistas, políticos, banqueros, grandes empresarios, en la cima del país del esperpento.
   Luego están los que gritan, gritan tanto que a nadie pueden escuchar. Dicen lo que oyeron alguna vez, o creyeron oír. Mezclan churras con merinas, el tocino con la velocidad, las flores con bidones de gasolina, las ideologías con el sexo y la apostasía. Rechazan la ataraxia y muestran sus impulsos viscerales. Niegan el mesianismo, pero la vanidad refulge en sus ojos. Se imaginan héroes, pero no son más que prescindibles extras. Se sienten importantes cuando los entrevistan, o presentan su libro, o maldicen, sin pudor, a los que lo logran en su lugar, aunque sean del bando afín. No habrá paz para los malvados, dirán la mayoría, tumbados en la cama, mirando el techo de su habitación. El esperpento rueda, el fútbol vuelve cada semana, los escándalos chirrían, algunos expían sus culpas, otros siguen culpando a los inocentes, otros aprovechan el momento e intentan sacar tajada, aunque ya poco queda. ¿Cómo lo vamos a repartir?... ¿Bajarán las pensiones a los viejos?... La bomba aún no ha estallado gracias a ellos... Son cientos de miles las familias que subsisten gracias a su generosidad.... Pero la función ha de seguir... Cada uno interpretando su papel…Tic, tac… Tic, tac…  Y, entre horas, el Rey, la Pantoja y Ortega Cano… Tic, tac... Tic, tac...

viernes, 26 de abril de 2013

UN POEMA DE A. MIGUEL MEJÍA

     antes de que termine mi voz quiero decir
cómo hay un aire insomne que silba mientras mueve
las hojas, cómo gime
un gato adolescente a medianoche
o cómo se suceden sin pausa las sirenas
queriendo inútimente seducirnos

     y quiero tararear el pálido reflejo
de luna naufragada que en estas tristes noches
encuentras en tu copa
y cómo se sumergen ciertos ojos
cansados de buscar, rendidos ya de tanto
andar soñando a ciegas otra vida

     antes de que se apague mi débil voz, quisiera
que en este tono lento, sin prisa, adormecido
quedase entretejida
la historia de mis cuerpos derrotados
de noches destrozadas y cierto amanecer
acaso muy cercano a ser feliz

     y quiero pronunciar en un largo suspiro
algunas de esas músicas tan suaves como abrazos
o pieles en que a veces
(después de haber dejado tantas cosas
dormidas, apartadas, después de haber huido)
uno se reconoce o atormenta

     antes de que mi voz se agote he de brindar
chocando mis palabras igual que vasos llenos
por todos, sobre todo
por tí, que puntualmente siempre faltas
y tienes en tus rasgos la letra que preciso
para ir imaginándote en silencio

     y brindar por la voz que ahora se despide
callada, sin alzarse, y por esas otras voces
perdidas ya en el aire
que tal vez ahora mismo o desde siempre
estamos respirando, y que tal vez alimentan
la nueva voz que brota como un llanto

     antes de que termine mi voz quiero haber dicho
también, tras acercar los labios a tu cuello
algunas frases dulces
dejarlas como heridas que regresan
y se hacen más profundas, abriendo y descubriendo
el miedo aquel que acaso has olvidado

De su libro "Volver" Ed. Algaida. 2004

miércoles, 24 de abril de 2013

LAS VOCES DE LOS NIÑOS

   Oigo las voces de los niños desde mi ventana. Gritan su asombro hacia la jaula. Ellos aún son libres y vuelan felices en la belleza de la flor inmaculada. Nosotros ya ni recordamos, caminamos cabizbajos con muñones en la espalda. Nos olvidamos de volar y las alas cayeron como hojas de triste otoño en plena primavera. Tampoco logramos ver los barrotes que nos encierran. Están soldados a nuestro esqueleto, como el parásito a su víctima. Nuestros ojos sólo pueden ver el exterior, la fronda de muertos vivientes con los que hablamos cada día. La chica guapa que nos da el telediario, la llamada telefónica de un igual, la visita inesperada de otro que trata de huir… Con el paso de los años, las decepciones y fracasos nos entierran, no entierran poco a poco, difuminando nuestro ser aventurero, hasta asesinarlo, dejándolo en el mismo rincón olvidado en el desechamos nuestras alas. Tratamos de levitar mientras tanto, con la euforia del éxito algunos, otros con el retorcido placer de la autodestrucción, los más drogándose a ratos, con la televisión, con el mantenimiento de las apariencias, con el sexo furtivo, con algún hobby inconfesable, con alcohol y cocaína el que se lo pueda permitir, con cualquier cosa que te haga no pensar en qué coño has hecho con tu vida. Sin embargo, yo hoy sí pienso en ello, gracias a las voces de los niños que oigo desde mi ventana.
 
Oigo las voces de los niños desde mi ventana y les veo jugar en el recreo. Veo sus abrazos de amistad, sus incruentas peleas y su facilidad para perdonar. Veo como un simple balón les vuelve locos y disfrutan formando equipos a los que los enemigos no les duran más de un rato. Veo que todos buscan algo misterioso y que ninguno se aburre de encontrar. Que aún las sonrisas de sus rostros tienen trazos puros y no el esbozo hipócrita que sella nuestra boca. Veo el vuelo tibio de sus miradas, el fresco manantial de su alegría, el nacimiento de múltiples universos futuros en cada gesto, en cada voz… Y oigo mi propia voz cuando era niño y como mi padre la callaba. Oigo mi propio vuelo mutilado, mientras esas otras voces llegan a mi ventana.

  Sí, aún oigo las voces de los niños desde mi ventana. Pero ya se apagan, decrece su rumor. Vuelven a las aulas. Los profesores los han vuelto a llamar. Han de proseguir con su educación. Les veo caminar en fila india, aunque algunos se rebelan y les llaman la atención. Entran en el edificio y el murmullo se extingue del todo. En el interior de ese edificio les enseñaremos su proceder en la vida: nuestro modelo ejemplar. Ellos, en cambio, verán la jaula incrustada al profesor y los muñones ariscos y punzantes de su espalda. Y ya no gritarán de asombro. Les caerán los párpados con toda la pesadez de la tristeza. Intuyen que ese será, posiblemente, su futuro. Ya comienzan a perder plumas de sus alas.

martes, 23 de abril de 2013

EL DÍA MUNDIAL DEL MERCANTILISMO LITERARIO

   Hoy, día mundial del libro, me apetece hablaros de ese submundo oscuro que late en las entrañas del esplendoroso ámbito literario español. La escritora Elvira Navarro, de la que os recomiendo fervientemente su lectura, se expresaba ayer en su página de facebook: Va a llegar un momento en que un movimiento literario dure lo que un estado de Facebook, lo que da para pensar que la nueva temporalidad es bien generosa. Digamos que ella, que sin duda es mejor escritora que yo, sabe clavar la pulla sin jamás abandonar las buenas formas. Ella lo confiesa, escribe para gente inteligente, la del ámbito literario, escritores con prestigio, editores y periodistas culturales y no es cuestión morder la mano que te alimenta. Sin embargo, es de las pocas que, con su indiscutible sabiduría, se atreve a marcar las llagas que estigmatizan al mundo de la cultura. Yo no, yo seré más procaz en mi lenguaje, pues mi soliloquio no va dirigido a los señores de la élite, sino a vosotros, lectores espontáneos sin exigencias mitómanas.
   Ya hace muchos años, décadas posiblemente, que los movimientos literarios dejaron de existir. No os hablo del dadaísmo, el surrealismo, el futurismo, etc, de principios del siglo XX, que si surgieron de la confluencia temporal de un grupo de escritores con inquietudes similares. Tampoco hablo de los movimientos realistas de la posguerra, tan cercanos a la literatura de los escombros que surgió en Alemania tras la derrota en la gran batalla mundial. Pero, a partir de la eclosión democrática todo cambia en nuestro país. Durante algunos años, la puja entre grupos de escritores y los editores no deriva en un claro vencedor y asoman aún algunos movimientos puros, sin la exigencia del negocio. De este modo aflora la nueva cultura de La Movida, los venecianistas, y poco más, porque a partir de la fórmula literaria de la experiencia, los movimientos literarios ya no parten como una idea espontánea de un grupo de autores afines; ya es la editorial la que da cuerpo al movimiento, tratando de reunir en su nómina de autores a los que ellos creen más adecuados para, posteriormente, catalogarlos como parte de dicho movimiento. En ese momento nace el negocio editorial a gran escala. Tampoco es nada nuevo, se sigue el mismo camino que en la música. Autores efímeros y la recreación enmascarada de fórmulas rentables. Fórmulas que se repiten una y otra vez, únicamente cambiando el nombre al movimiento y a los autores. Aquello que se presenta como novedad produce mayores beneficios a la industria. Interesa el negocio, no las letras. Y cuánto más efímero sea el autor, más barato saldrá contratarlo. ¿Qué autor, en este país, puede vivir hoy de sus libros? Casi ninguno. Si no fuera por los premios, muchos predestinados a sus propios autores por las editoriales que dominan en la “pública” cultura, las conferencias y presentaciones de libros en los que la connivencia entre políticos y editoriales resulta más que escandalosa por los montantes económicos en los que se mueven, los artículos en periódicos del mismo grupo editorial, etc, de qué iban a vivir.
   Los autores aceptaron sumisos las reglas del juego, comieron de la mano de sus amos por vanidad y por codicia y ahora que todo se cae, que apenas se logran vender libros, que en las administraciones no hay suficiente dinero para contratar conferencias a todos, que los periódicos tramitan EREs, ahora van y se nos quejan con toda una ristra de frases plañideras. Ahora se matan entre ellos unos a otros por un plato de lentejas, se traicionan por situarse con más posibilidades para que le concedan algunos de los pocos premios que van quedando. Ahora están más dispuestos que nunca a vender su alma a cambio de que nadie les reemplace. ¡Cuánto patetismo, por Dios! ¿Por qué en España no existe, y quién sabe si algún día existirá, un autor como Houellbecq, en Francia? Un autor con la capacidad de generar la duda en todo. ¿Por qué en este puñetero país todo, absolutamente todo, ha sido tan políticamente correcto durante las últimas décadas? Disfrazado de provocación en algunos casos, eso sí, sobre todo en tiempos y lugares de gobiernos socialistas, pero vacío de contenido contestatario verdadero. Los escritores hemos sido durante décadas los lameculos del poder político, sus esperpénticos bufones. Salvo maravillosas excepciones como Sampedro, los demás han bailado al son de la chabacanería política y económica de este país. ¿A que viene, entonces, tanta queja? Se recoge lo que se siembra, señores, y es increíble que traten de negar lo que es tan evidente.
 
 
Hoy, día mundial del libro, reniego del mercantilismo literario y tengo el placer inmenso de decirles a los señores de las grandes editoriales que la literatura nunca morirá, aunque sigan empeñados en asesinarla. La literatura aún late en muchos cajones olvidados de nuestro país, en los libros invisibles de pequeñísimas editoriales en las que locos idealistas hacen una labor encomiable y necesaria, en blogs apenas visitados, en frases luminosas que aparecen y desaparecen en las redes sociales, en los corazones palpitantes de los que buscan respuestas a sabiendas de que no existen. Las más negras palabras vivirán, mientras se apaga la luz de los focos hiperiluminados. Y esta frase en negrita si va dirigida a ustedes, los inteligentes, los señores del ámbito literario. No dudaré de su capacidad para entenderla.

domingo, 21 de abril de 2013

DESCONEXIÓN NECESARIA

  Ya he vuelto. He estado desconectado unos días. Me fui a la playa con mi mujer y mi perro y me he dedicado a observar la espuma del mar, los primeros vencejos al atardecer, las risas de los niños en la arena, la lluvia de estrellas que titilan sobre la negritud del horizonte, mi perro, loco de felicidad, jugando con las olas... Las cosas cotidianas que transpiran libertad y serenidad en plenitud... Sin rejas, sin ventanas, sin pantallas que te aíslan y olvidas que la alegría existe más allá de tu obligado encierro... y palpita... y late… sin cesar… en sístoles y diástoles de vida imperativa. No, no tengo casa en la playa y de dinero íbamos muy cortos. Lo único que llevábamos eran unas ansías infinitas de volar. Y lo hemos conseguido. No nos son necesarios esos medios que creemos imprescindibles, creedme. Sin coche, sin caprichos esclavizadores, sólo un techo prestado y un horno para cocinar. Lo único que necesitamos es que nunca se nos mueran las ganas de vivir y que el amor siga fluyendo incontinente entre nosotros. Lo demás, qué importa.
   Nos pasamos los días, las horas infinitas de todos los días, malhumorados, marcando con nuestra rabia todo cuanto nos rodea: la familia, los vecinos, las decrecientes visitas, las pantallas que nos cuentan el mundo cada una a su manera, los abstractos amigos de las redes sociales… Y razones tenemos de sobra para ello: el infierno se adentra en nuestras vidas poco a poco, a golpe de decreto, a nuevo visionado de telediario, a cada navegación por internet… Unos ya no pueden más y en sus pupilas comienzan a gestarse llamas. Otros resistimos como podemos y procuramos mantener la calma. Aún podemos dormir. Al menos, suficientes horas. Los más, asisten perplejos al hundimiento del Titanic, acopiando preocupaciones y justificado temor en sus entrañas, mientras guardan a buen recaudo sus ahorros. El caso es que, unos por desesperación y otros por codiciar el bienestar capitalista, nos hemos olvidado de observar el vuelo maravilloso de la vida, el estallido de vida que florece, en un parto multicolor, más allá de nuestras ventanas. La primavera destila aromas nuevos cada día, un manantial de belleza surge del estiércol en un instante, la vida se renueva en todos los lugares como una aureola esplendorosa de luz y de esperanza, el asombro y el milagro explosionan constantemente, ajenos a nuestras miradas. Es tal la fuerza de la vida que a pesar de todas las guerras, de todas la debacles humanas de la historia, de toda la rabia y de tanta muerte, aquí estamos. Y seguimos viniendo al mundo como seres frágiles y vulnerables, sin corazas, pero aquí seguimos estando.
  
Claro que nos hemos de preocupar en construir una sociedad mejor, más justa, una civilización donde el sentido común de la comunidad se imponga a la codicia de los individuos, pero no nos olvidemos de lo fundamental: vinimos a la vida para disfrutar del maravilloso milagro de la existencia. Ese milagro que durante siglos percibió el hombre primitivo al observar el asombroso espectáculo de la naturaleza, de la vida en plenitud. Es necesario, de vez en cuando, desconectar y emular a ese hombre primitivo para volver a recuperar el amor a la vida, porque sólo a través de ese amor compartido podremos construir una civilización mejor y más feliz. Ya lo dijo Virgilio en las Geórgicas, cuando comparaba a los hombres con las abejas:
Muchas veces han desgastado también las alas errando por los duros peñascos, y han rendido incluso la vida bajo el fardo; tan grande es su amor por las flores y la gloria de hacer la miel”.
  

sábado, 13 de abril de 2013

LO DESCONOCIDO

   Ayer, durante el almuerzo, mi mujer me hizo el siguiente comentario: Debe ser horrible para un padre sentirse obligado por el hambre a tener que alimentar a su hijo llevándolo a un comedor social. En la pantalla del televisor, las imágenes cotidianas de nuestros telediarios: colas en los bancos de alimentos, la angustia y la profunda tristeza de los desesperados, esa marea de pobres que crecen a ritmo de tsunami en nuestro país. Yo deje de comer, la mire a los ojos y le replique: Sí, debe ser humillante, pero debería ser obligatorio por ley que todos los padres tuviesen que llevar a sus hijos alguna vez a un comedor social. Si desde niño nos mostrasen sin pudor las vergüenzas e injusticias de nuestro mundo, nuestro futuro devenir en la vida no sería tan inconsciente. En el fondo, aún somos como aquellos navegantes de la antigüedad que imaginaban pavorosos demonios bajo las aguas de lo desconocido. Nosotros también inventamos demonios para explicar ese lado oscuro y desconocido de la sociedad. La niña que creció entre Barbys y salones de peluquería verá siempre como monstruos a esos seres extraños que, según su opinión, deciden vivir entre chabolas. No podemos comprender si desconocemos. Ni los de arriba a los de abajo, ni los de abajo a los de arriba. Sí, no estaría mal que los niños pijas tuviesen que pasar alguna semana de sus vacaciones entre los cartones fríos del tenderete de un desahuciado. Posiblemente eso le daría la suficiente experiencia para comprender. ¿Qué por qué les hablo de esto? Enseguida les comento:
 
 
Hace un par de días, caminando con mi amigo Javier, nos encontramos a Rafael, en la plaza más céntrica de mi ciudad. Era algo previsible, lo confieso, pues Rafael vive y duerme allí. Estaba, como siempre, con su cartelería habitual, hecha por el mismo, con cartones y cuerdas, y escritas a bolígrafo. Es su forma de reclamar ayuda, también de protestar. Él se aposta en un rincón, con un pequeño recipiente entre las manos y espera a que alguien se apiade, soltándole algunas monedas. A pocos metros de él suele estar su hijo, pero no estaba ese día. Rafael nos comentó que había ido a una entrevista de trabajo. Una mierda de esas de seguros, pero da igual, lo que sea, con tal de encontrar algo, comentó. Sobre los cartones los lemas escritos tenían su aquel: “No tengo ná, na más que hambre / Me veo obligado a pedí y es humillante / Y si no me ayudas eres un miserable. A Rafaél lo desahuciaron. Desconozco si tiene más familia, pero su hijo sigue junto a él, durmiendo en el mismo banco de la calle. Mientras charlábamos llegó el chiquillo, no tendría más de 20 años. No pude evitar que mis ojos se fijasen en sus ropas sucias e, inmediatamente, pensé en que nadie le daría trabajo con ese aspecto. Mi hijo ya no puede más, decía Rafael, yo con mis rimas me desahogo, pero temo por él, cualquier día se le va la cabeza. Mirad, el otro día, nos aseguró, salió un señor trajeado del comercio que está enfrente y vino a preguntarnos, gritando, que por qué estábamos aquí, que quién nos estaba pagando para hacer esto. Nos amenazó con enviar a la policía municipal para que nos expulsaran de aquí. Les estorbamos. No quieren ver el producto de su codicia. Para ellos no somos más que basura. No sé cómo logré detener a mi chaval. Yo creo que el tío vino a provocarnos...
 
   Comprendéis ahora el por qué de mis disquisiciones anteriores. El hijo de puta que provocó a Rafael y a su hijo no habrá pisado un comedor social en su vida. Una persona que haya pasado por un comedor social no podría tener tanta soberbia frente a un ser humano hambriento. Ya no os hablo de justicia, que también, os hablo de moral, de sencilla humanidad. El problema es que desconocemos y deberíamos estar obligados a conocer. En el roce nace el amor. En el desconocimiento y la ignorancia sólo florecen el odio y el desprecio. Javier y yo nos despedimos de Rafael. Javier tenía que ir a dar su clase a la universidad y yo tenía que arreglar una putada de Hacienda, pero antes de marcharse, me comentó acerca de Rafael: La verdad es que este Rafael es un poco raro, un hombre que conozco y del que me consta que es buena persona le ofreció albergue, a él y a su hijo, en una habitación vacía de su casa y, sin embargo, la rechazó, aduciendo que ese hombre tenía pinta de maricón.

   En fin, ¿cómo combatir el ciclón de ignorancia en el que vivimos?   

miércoles, 10 de abril de 2013

EL MIEDO

   Antes de morir José Luis, el Sam-Pedro verdadero si es que existe el cielo, insistía: “El miedo es contra lo que hay que combatir. Ellos nos vencen por nuestro miedo. Por el miedo nos dominan y dominan el mundo. Es un sentimiento más fuerte y más extendido que el amor y el altruismo y si no logramos deshacernos de él nunca seremos libres”. ¡Qué razón tenía nuestro humanista más sabio! El miedo es lo que nos atenaza. Nos mantiene serviles ante el frío semblante de los verdugos. Vivimos con temor. Temor a perder el trabajo, a no llegar a fin de mes, a no vislumbrar la esperanza, a que nuestras miserias florezcan, como una terrible primavera, en las terrazas de lo público. Tememos el tropiezo, la ausencia de manos que te agarren, la inevitable caída, los eternos segundos de soledad en el espacio abismal, mientras caes, y que el eco solo traiga voces arrogantes de desprecio. Tememos el golpe final, del que sabes que ya será imposible levantarse. Es normal, ¿verdad?, es humano. ¿Cómo deshacerse de él, entonces? ¿Cómo el conejillo vulnerable se atrevería a aventurarse en la selva?
 
 
Sampedro nos estaba hablando de la resistencia, desde la certeza absoluta de no tener nada que perder. Si nuestro miedo nos impide ser libres, aquello que, temporalmente, nos libera de él es, en realidad, nuestras cadenas. De este modo, la aceptación del sueldo mal remunerado por un trabajo que el poder dominante ha creado para ti, es el grillete que te mantiene esclavizado. Te lo pueden quitar cuando ellos quieran, así es con la última reforma laboral, y convertirte en un paria. Lo cierto es que no tenemos nada, nunca tuvimos nada y, por tanto, nada que perder, solo los préstamos que nos encadenan al miedo. No somos conscientes de ello mientras la cosa marcha bien, si tienes dinero en el banco, vehículos, alguna propiedad. Sobre todo, si te puedes permitir caprichos. En ese momento las cadenas se aderezan de innovadores y modernos diseños que enmascaran su verdadera naturaleza. Pero no nos equivoquemos, siguen siendo cadenas, iguales a las del perro que les guarda sus fincas. Empezamos a comprenderlo cuando la desgracia (la pérdida del trabajo, la estafa de algún banco, el agobio de los acreedores, los recaudadores del estado, etc…) cae sobre nosotros. Pero ya es tarde. Entonces comprendes que los rostros afables de antaño, ahora son espaldas frías y cabezas que te miran por encima del hombro. Y, finalmente, asumes que no eres más que un deshecho, algo que es necesario renovar. Que como nada tuviste nunca, nada te permitirán tener, ni siquiera una madriguera donde ocultar tu fragilidad ante el violento huracán del miedo.

   La resistencia debe comenzar por ahí. Hemos de ser conscientes de que nada podemos perder si rechazamos sus cadenas. Eso nos convertiría en seres invulnerables. Hemos dejado de ser rentables para ellos y pretenden olvidarse de nosotros (ya ha volado el 97% del fondo de pensiones). Ahora van en busca de otros esclavos y se han llevado nuestras cadenas. ¡Por fin tenemos la posibilidasd de ser libres!, aunque la depresión y la dependencia nos hagan pensar lo contrario. Si logramos resistir seremos libres para internarnos en la lucha sin prejuicios. Si logramos resistir dejaremos de temer al miedo que, desde pequeños, nos inculcaron en el cerebro. Ese miedo que ellos crearon, a través del diseño de tus deseos superfluos, para convertirte en su esclavo. Ese huracán de miedo que cada día amenaza a más personas. 
  
   Únete a otros, los tantos y tantos que están como tú, y olvídate del miedo. 

sábado, 6 de abril de 2013

SI TUVIÉRAMOS...

   Ayer, viendo “La sexta columna” de La Sexta, pensé en por qué yo no ayudaba más. Todo esto mientras sentía leves dolores en el pecho y algo acojonado, la verdad, temeroso del advenimiento repentino de un nuevo infarto. En la pantalla mostraban a personas que habían decidido transformar su indignación en la acción altruista de ayudar a quienes lo necesitan. Uno, un currito sin trabajo, había montado un banco de alimentos en el barrio, avergonzado de ver a sus vecinos pidiendo. Se levantaba a las 7 de la mañana y se recorría los mercados recaudando sobrantes alimentarios para, luego, repartirlo entre los necesitados. Otro había montado un supermercado por puntos. Otra fue la que, venciendo su humillación, al mostrarse como estafada en público, montó el lío de las preferentes. Fue la primera y decía, Tenemos ancianos de 70 años que ya han recuperado su dinero y siguen viniendo aquí, a defender a los que aún no han cobrado. Otro era el abogado que comenzó a luchar contra los desahucios, también el primer juez que se opuso, tras consultar la ley con los tribunales europeos. Otros dos eran los ancianos que, tras una cena en un restaurante chino, decidieron crear los iaioflautas. Otros eran muchos pensionistas que habían decidido volver conscientemente a las crudas épocas de la posguerra, al hambre fiero y las pulgas rabiosas de la pobreza extrema, alimentando con su exigua paga, la ristra de nietos, hijos, y nueras o yernos. Fue una muestra asombrosa de solidaridad. Un abanico que comienza a abrirse en este país y que exhala la maravillosa fragancia de la esperanza.
   Ya hoy, pudiendo reflexionar serenamente, creo, sin embargo, que la realidad cotidiana de la gran mayoría de ciudadanos de este país no quedó reflejada en la pantalla. Y no es que quiera joder tan magnífico mensaje, pero lo cierto, es que caminamos por el mundo enajenados, ajenos a la realidad que nos rodea, y enfrascados en peleas absurdas, de puñetera ideología, de intereses contrapuestos, de simple odio visceral, de codicia y egoísmos desmedidos, de apariencias falsas y falsedad argumental, de fanatismos y cegueras…, mientras la angustia crece y la necesidad es un pozo que se está hundiendo hacía el abismo. (Hoy he leído en facebook: Leed esto, alegraos: Un grupo de antifascistas arrojan al mar al líder de Amanecer Dorado). Sólo nos importa la pelea, sólo nos interesa la bronca, el morbo, la excitante posibilidad de una victoria, aunque sea efímera y de inútiles consecuencias… ¡Vencer!... ¡Vencer!... ¡Ser un volátil campeón!... Mientras nuestros hermanos se nos mueren, sólos, excluídos, en la penumbra de sus habitaciones o en la fría calzada de la calle a la que fue arrojado sin compasión.
   Sí, esa la verdad. La mayoría somos unos cobardes, que ya tenemos bastante con sobrevivir el mes con nuestros recursos, como para tener que ayudar a los demás. Que vivimos temerosos del correo, del recibo de la luz, del imprevisto que pueda surgir, del qué sé yo… Y nos encerramos, porque la cosa está muy mala y no es plan gastar, y pasamos todo el día, frente al televisor, tragándonos todos los cuentos, ya sean chinos o de princesas o de héroes salvadores, ahora algo más humanos que aquellos de la Marvel. Y no nos creemos todo porque tenemos que creernos lo que nos dicen aquellos que están de nuestro lado, rechazando todo lo demás. Por eso nos inducen al partidismo, a la pertenencia de un grupo, de una clase, a un sector atomizado del conjunto de la sociedad… ¡Diferenciaos!... ¡Diferenciaos!... ¡Que mientras os peléis jamás seréis un temible enemigo!..., dirán los poderosos, los bancos y corporaciones empresariales, los que amamantan a nuestros políticos, periodistas y demás.
 
 
Como veis, he usado todo el tiempo el plural de la primera persona, el nosotros, y lo he hecho porque yo también soy un cobarde. Me justifico diciéndome a mí mismo que mi problema de salud me impide hacer más y que, por eso, trato de aportar mi granito de arena desde este blog, con mis palabras, ya que yo sí tuve la suerte de tener el don de la expresión. Pero lo cierto es que mi intelecto sabe muy bien que esto apenas sirve para nada y que, desde luego, con palabras nunca lograré mitigar la terrible necesidad de un hambriento. Y lo de mi enfermedad, en realidad, no es más que una puñetera excusa, que para morir en mi casa, mejor en la calle, rodeado de amigos. Si tuviera dignidad y cojones para mostrarla estaría en la calle intentando ayudar a los demás, a los que ya no pueden salir adelante sin nuestra ayuda, evitando desahucios, recaudando y repartiendo alimentos, ayudando anímicamente a los hundidos, malogrando suicidios…, como los héroes de barro que salieron en el programa de ayer. Si tuviéramos dignidad y cojones para mostrarla ya hubiéramos acabado con tanta injusticia… Si tuviéramos…

jueves, 4 de abril de 2013

LA PRINCESA Y LA METÁFORA

   La imputación de ayer de la hija de rey, la infanta Cristina, nos viene a demostrar a todos los españoles algo que ya intuíamos. Que en España existen jueces corruptos, como en todos los ámbitos, pero que también los hay honestos y que impregnan de dignidad su profesión. Lo que no es digno ni honesto es el proceder desde las instituciones públicas que se promueve desde las más altas esferas del estado. Todo español, hasta el más necio, sabía que la princesa no era ajena a las estafas de su marido, que campaba a sus anchas por el coso de la pasta pútrida, en plan torero, mostrando el estandarte de la casa real española. No había duda. Si la señora de Torres estaba en el ajo, la princesa también habría de estarlo y correos electrónicos, empresas a su nombre y firmas documentales así lo evidencian. Entonces, ¿por qué el juez Castro nunca se atrevió a imputarla desde el principio? Para mí es de tablón. El juez Castro, siendo un hombre prudente, además de inteligente, sabía perfectamente lo que iba a ocurrir, cómo todas las fieras del poder estatal se le iban a echar encima. Ya ocurrió lo mismo con el juez Garzón cuando quiso destapar los asesinatos del franquismo. De este modo, el juez Castro ha ganado el tiempo suficiente para preparar bien el caso, con la serenidad necesaria y sin dejar ningún resquicio o grieta por el que logren entrar y derribarle el edificio.

El juez Castro

   La fiscalía del estado, ese organismo que, supuestamente, existe para perseguir sin descanso al delincuente, ese organismo que persigue y se ensaña con los parados que no pagan la hipoteca o el que roba en un supermercado para comer, ha alzado los ojos al cielo, escandalizado por la imputación de la princesa y le ha faltado el tiempo para presentar un recurso de apelación, con la intención de anular la imputación, enfrentándose al juez y negando todas las nítidas evidencias. Lo de la casa real lo entiendo, al fin y al cabo se trata de su hija, la del Rey, y no creo que ningún padre de este país pueda echarle eso en cara al monarca. Pero lo del gobierno ya es la hostia de la indignidad. No les ha bastado con poner toda la maquinaría legal del estado en manos del fiscal general del estado y ya veremos si no han empezado ya a actuar desde otros frentes más oscuros. Mientras tanto, la diplomacia, ya comienza sus estrategias de derribo contra el juez, queriendo convencer a la opinión pública con chorradas como la que acaba de expresar el ministro Margallo: La imputación de la princesa no es buena para la implantación de la marca España. Así, como quién no quiere la cosa, nos deja caer el pérfido argumento de que con la princesa imputada no se podrá levantar la economía de nuestro país. ¿Acaso se puede caer más bajo? Estos señores ¿qué se piensan, que todos somos idiotas, unos zopencos gilipollas?
 
 
Lo que afecta a la implantación exterior de España, señor Margallo, es la imagen que ustedes están dando, apoyando a los ladrones de alta escuela, los de millones de euros en cuentas suizas, mientras masacran a su pueblo, negándoles servicios tan básicos como el trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación, la alimentación y la dependencia a los que no pueden valerse por sí mismos. ¿No le da a usted vergüenza de defender a la princesa? ¿No les da a ustedes vergüenza de presionar, de forma tan deleznable, a uno de los pocos jueces honestos que nos queda en este país? ¿Qué buscan ustedes? ¿Quedarse solos? Porque, ¿quién va a querer venir a este país donde el poderoso te roba impunemente y, si te atreves a quejarte por ello, viene el estado y te jode la vida?, ¿quién va a querer hacer negocios con ladrones, si no eres otro ladrón? Gente como el pavo de Eurovegas, como el chino Gao, la stars de las ferias ARCO y el blanqueo del dinero de los ricos, o como el churrero ruso que blanqueaba en la costa española el dinero de la mafia, invirtiendo en las inmobiliarias de sus colegas. Ustedes no pueden sentir vergüenza porque siempre carecieron de ella. Ustedes siempre han gobernado (PP o PSOE) y gobiernan para sí mismos, para su clasista élite política, y los demás les importamos una mierda. Y su concepto de justicia, señores, es abyectamente asqueroso. La justicia es igual para todos, dicen, pero hacen lo imposible para que deje de ser así, si es que alguna vez lo fue. Miles de desahucios diarios y, resulta que, lo único que les preocupa es la imputación de una princesita. Lo tienen bien montado, esa es la verdad. Ahora nos llevaremos semanas con el público enganchado a las pantallas televisivas, donde nos mostrarán peleas dialécticas a todas horas, entre periodistas defensores de tal o cual partido, entre periodistas y juristas, entre periodistas y políticos, etc, en los que se tiraran los trastos, unos defendiendo la puñetera imputación y otros renegando de ella. Y ya nadie hablará de lo otro. Nadie hablará de los niños expulsados de su hogar, del hambre en las familias españolas, del miedo de tantos seres vulnerables y sin amparo, del genocidio encubierto de dependientes y ancianos. Pero créanme si les digo que España no es idiota y se está dando cuenta de todo. Los idiotas son ustedes. Ustedes sí que no se enteran de nada, siguen humillando al pueblo, mientras juegan en el casino de la fortuna, concediéndose exenciones por las pérdidas y guardando sus beneficios a buen recaudo. Mientras, la tormenta cada vez arrecia con más virulencia y el nivel de rabia crece más, y más, a su alrededor. ¿Cuánto tiempo piensan que podrán mantenerse así? Ustedes son los ciegos en este país de tuertos. ¿Acaso no entienden la metáfora? Pues si siguen así la entenderán. Cuando acabe la guerra del ojo por ojo la entenderán. Al llevarse las manos a sus cuencas de órbitas vacías la entenderán. Pero ya será demasiado tarde, desgraciadamente para todos.

miércoles, 3 de abril de 2013

EL PERIODISMO DE LA RUMOROLOGÍA

   Hoy quiero hablar de algo que de sobra sé que va a crear mucha polémica, pero que a mí, personalmente, lleva indignándome dos días. La forma tan deleznable de periodismo que se está haciendo en este país ya es vergonzosa y humillante para su misma profesión. Y la facilidad tan asombrosa con la que el pueblo se deja manipular también lo es. Concretizaré mi argumentación en un caso específico con el que quizás enerve a más de uno, pero os ruego que reflexionéis sosegadamente sobre el tema, antes de que os hierva la sangre. Hablare sobre la muerte en Campillos de un padre, ahorcado, y de su hija, supuestamente y según afirman los medios con rotundidad, a manos de su progenitor. Pues bien, Como todos sabréis ya, se trataba de un individuo que acababa de firmar el divorcio y había sido condenado a seis meses de prisión por amenazas y malos tratos. Hasta ahí todo contrastado y probado. El juez le había concedido, a pesar de ello, un régimen de visitas al padre, otorgándole la custodia de la niña a la madre. De hecho, la niña había pasado las vacaciones de navidad junto a su padre sin que mediara ningún problema o reproche entre los padres, ni malestar alguno en la pequeña. Por eso esta semana santa decidieron, padre e hija, pasarla juntos, con el beneplácito de la madre. El día que la niña tenía que volver a casa de ésta no apareció, la madre denunció la ausencia y la guardia civil halló los cuerpos sin vida en el hogar paterno. Pero lo más extraño es que el cuerpo de la niña no presentaba signos de violencia y la autopsia posterior no ha revelado aún ningún indicio de qué o quién pudo producir la muerte. El cuerpo de la niña se encontró sobre su cama, acostado, impoluto, sin un solo arañazo. Sin embargo, éste hecho no ha significado nada para los periodistas que, enseguida, y posiblemente teniendo en mente noticias tan rentables y jugosas (por morbosas) para la audiencia, han afirmado con rotundidad en sus titulares: OTRO PADRE ASESINA A SU HIJA.
   En este país los periodistas ya no pueden caer más bajos. Ya no se dedican a hacer periodismo, ahora se dedican a la rumorología. Lo que importa es la rentabilidad de la noticia, que está venda muchos ejemplares de periódicos o congregue a millones de espectadores frente a las pantallas, tragándose todas la chorradas inventadas que ellos quieran. Es muy posible, incluso, que al final se encuentre la verdadera razón de la muerte de la niña y las pruebas acaben demostrando el asesinato del padre, pero aún no las han hallado. Entonces, ¿cómo se atreven ya a afirmarlo?, ¿y si resulta luego que la niña murió de muerte natural, por ejemplo, que también podría ser?, ¿acaso darían marcha atrás y pedirían perdón ante la audiencia? No, nunca lo hacen. ¿Recuerdan la noticia en la que aseguraban que una mujer iba a ser desahuciada por su exmarido, dejándola a ella y a sus hijos en la calle y, luego, resultó que era la mujer la que quería quedarse con las dos casas que compartió el matrimonio, dejando al marido en la calle? ¿Recuerdan la vara que dieron en La Sexta con el tema? ¿Se disculparon después por el error? No.
 
 
Lo peor de todo es que el inmenso error de no contrastar la veracidad de las noticias o, como en este caso, inventarlas en base a suposiciones, nos lleva a una deriva ciega y enloquecida posteriormente. Imaginemos por un instante algo que también pudo ocurrir. Imaginemos a ese hombre hundido y al que, extrañamente, todos sus vecinos definían como un buen hombre, entrar en la habitación de su hija y hallarla muerta sin saber porqué. Imaginen su profundo dolor por la pérdida total y definitiva de toda su familia. Imaginen que en el epicentro de su depresión se sienta él culpable de lo ocurrido y comience a pensar en las imágenes televisivas de otros asesinos infantiles, hombres, culpables o no, hostigados por una población con sed de linchamiento. Imaginen que recuerda, de repente, que tiene una cuerda en el cajón de la cocina y que ya no desea otra cosa que acabar con todo, atar la cuerda a la viga de su casa y acabar con todo. También podría haber ocurrido así. Tantas posibilidades hay ahora mismo de que los hechos ocurrieran así, como que las falsas acusaciones de asesinatos al final resulten ciertas. Lo único palpable es que la verdad aún se desconoce. ¿Por qué, entonces, los medios se inventan historias, disfrazándolas de una verdad incuestionable? A las asociaciones feministas les ha faltado el tiempo para, en base al asesinato no contrastado de la niña a manos de su padre, exigir la nulidad del derecho de visitas de cualquier hombre que esté en proceso de divorcio y medie alguna denuncia de su mujer por supuestos malos tratos, alegando que los jueces serán culpables de los asesinatos de los niños mientras no tomen tal decisión. La población está escandalizada y exige venganza y una rápida actuación de los jueces o del ministerio de justicia. Los responsables políticos echan más leña al fuego asegurando como ciertas las acusaciones de asesinato. Y todo sin pruebas fehacientes, en base a suposiciones, a rumores inventados. ¿Imaginan ustedes cuantos padres no asesinos se verán privados de sus hijos por culpa de la rumorología? Porque para mí, mientras la autopsia practicada a la niña de Campillo no demuestre algo concreto, todo lo que existe alrededor de este caso es rumorología?
 
   Y ahora, por favor, olviden que les he hablado de este caso y piensen en cualquier otro, sea del ámbito que sea, sucesos, política, etc, en el que las suposiciones inventadas y la rumorología se impongan sobre la certeza. Seguro que encuentran alguno, porque ya son muchos, demasiados casos, y todos deberíamos sentirnos avergonzados por ello, así como de nuestros indignos periodistas.   

martes, 2 de abril de 2013

DUDAS: EL SANO EJERCICIO DE PENSAR

   A veces me pregunto si sirve de algo mantener este blog. Porque sí tengo una cosa clara: si en lugar de haber escrito las casi 300 entradas que llevó colgadas en él, hubiera invertido ese tiempo en crear una obra de ficción, ya, posiblemente, tendría una novela más terminada. Pero no, enseguida me revelo diciéndome a mí mismo que eso sería un acto terrible de egoísmo en estos tiempos tan necesitados de co-fraternidad. Yo lo estoy pasando mal, al igual que muchos, y otros muchos, aún peor que nosotros. Al menos yo todavía puedo pagar el piso, las facturas de agua, luz e internet, y comer, sobre todo comer, porque ya casi tres millones de españoles apenas se lo pueden permitir. Por ellos, y por nosotros, he de seguir manteniendo vivo este blog. Si estamos empeñados en seguir siendo erizos, necesitando compartir el calor de nuestros cuerpos para permanecer vivos, pero hiriéndonos por la espalda en cuanto nos acercamos el uno al otro, alguien tendrá que ocuparse de arrancar todas las púas. Sé que una pequeña gota no hace un mar, que es de iluso imaginarse un altavoz inmenso que llegara a cada pequeño rincón de este país y, además, soy consciente de que, incluso llegando, tampoco serviría de mucho, pues la púas están enquistadas en nuestra confundida (por el fanatismo ideológico) esencia visceral, soldadas, como un doliente y pesado acero, a nuestros frágiles esqueletos, y también sé que las palabras nada podrán hacer frente a púas alzadas como espadas. Pero ¿qué hacer entonces?
   ¿Qué hacer, entonces, en este mundo tan loco y disparatado? Un mundo en el que se permite, legalmente, que psicólogos infantiles trabajen en corporaciones comerciales para incentivar el deseo superfluo y promover el consumo y la destrucción de la naturaleza (ahora los niños pasan horas frente a las pantallas televisivas e informáticas, sólo conocen la naturaleza a través de las pantallas, ¿cómo se van a preocupar de lo que no conocen?); un mundo en el que los docentes están más pendientes del adoctrinamiento ideológico que de incentivar a los niños a qué piensen e investiguen por sí mismos; un mundo en el que los padres piensan que lo mejor para sus hijos es otorgarles privilegios sin preocuparse por su educación; un mundo en el que los periodistas triunfan cuando derriban al contrario, aunque sea inventando una maquiavélica verdad; un mundo en el que los adultos no pensamos, no nos hacemos preguntas, solo bregamos en la selva financiera, con el machete entre las manos, cortando cuellos si fuera necesario, como si nos estorbara la frondosa podredumbre del camino; un mundo esquivo, huraño, de falsas imágenes, de labios hinchados de botox y ojos colmados de rabia o de soberbia.
   Sí, soy un iluso empedernido, porque de antemano sé que, hoy en día, las palabras sólo llegan a través de un marketing pre-estudiado por las mentes de la conspiración y sus psicólogos bien pagados. Se acuerdan del tipo que se hizo millonario vendiendo colgantes de chupetes de cristal… ¡Compre!..., en todas las pantallas… ¡Compre!..., a todas horas. Y, al final, ese inútil chupete de mierda se convirtió en algo fundamental para millones de ciudadanos de este país. Y el que más chupetes mostraba, colgado de su cuello o muñecas, era el admirado triunfador. Quizás, muchos jóvenes no lo recuerden, porque de eso ya han pasado unos añitos, pero puedo asegurarles que hoy poseen muchas mierdas como aquella, aunque estas no tengan forma de chupete. Entonces sólo fue el comienzo, la llovizna, hoy estamos en pleno diluvio y muy cerca de la definitiva inundación. ¿Qué hacer, entonces? ¿Jugar al mismo juego? No. Rotundamente no. ¿Escribir otra novela? ¿Volver a presentarme a premios? ¿Perder mi tiempo en algo tan inútil? No. Si ya sé que en ese mundo tampoco están dispuestos a la transparencia de la realidad, Allí sólo se valora, como en tantos otros ámbitos, la productividad económica del objeto, el producto final y no las palabras que contiene, la rentabilidad del marketing (hasta los Fabios y los Garzones, exponentes claros del 15M en su momento, entenderán de qué les hablo), pero las ideas, las ideas no importan, porque el propio negocio se encarga de matarlas, convirtiéndolas en efímeras frente al lanzamiento de un nuevo producto financiero. No, yo lo prefiero así, gratis y abierto a todos, recorriendo el espacio virtual que visitamos tantos y tantos que ya no podemos disfrutar en sus fiestas, ni comprarnos un libro porque antes está el comer, esa necesidad tan molesta. No. Seguiré con el blog, y espero no volver a tener dudas, porque no existe nada mejor en estos tiempos que practicar el sano ejercicio de pensar.