sábado, 29 de diciembre de 2012

PÁGUESE SU COTIZACIÓN

   Y ahora quieren que las empleadas de hogar se den de alta ellas mismas en la seguridad social y se paguen sus cuotas. Pero estos señores del PP ¿en qué mundo viven? Imaginan a la señora de avanzada edad, con su marido y sus hijos en el paro, teniendo que sacar tiempo para ir a la oficina de la seguridad social, del mogollón de horas al día que está fregando la mierda ajena y que aún le quede tiempo para hacer la comida en casa, lavar la ropa, tenderla y plancharla, cuidar de la abuela en muchos casos. Imaginan a esas sacrificadas señoras que, hoy por hoy, mantienen la cohesión social en España, gracias a su espíritu inquebrantable de Teresa de Calcuta, adelantando la pasta de su cotización en las oficinas de la seguridad social, confiadas en que sus benevolentes y ocupadísimas señoras de la clase alta les gratifiquen después por ello. A veces creo que nuestros políticos se quedaron en el mundo de Pocoyo, ya que prefiero pensar que adolecen de una memez oceánica, en vez de expresar con claridad lo despreciables e inhumanos que parecen haber nacido. Porque ya no se puede ser más cruel, a menos de que además sean verdaderamente idiotas.
   El objetivo, según dicen, es que afloren más cotizantes. Pues claro. Pero es que el problema fundamental no es ese El problema es la tremenda pérdida de los mismos y la velocidad a la que se pierden gracias, entre otras lindezas legislativa de estos señores, a su flamante reforma laboral y a la cantidad de empresas que han tenido que cerrar debido a los impagos de la administración pública, mandando a todos sus empleados al paro. Y eso, señores del PP, no se arregla ahora presionando a los más débiles, a los buscavidas de chapuzas y a las esclavas del hogar ajeno que trabajan de oscuridad a oscuridad para no cubrir siquiera los gastos del día e intentar dormir reventadas y con todo el peso de su inmensa tristeza. Eso, señores del PP, no lo hacen los políticos éticos, eso lo hacen los verdugos.
   Si quieren que afloren las cotizaciones que se pierden por las empleadas del hogar que ejercen su labor sin cotizar deberían contratar a inspectores de trabajo que visiten las casitas de las señoras pijas, esas que las explotan por cuatro perras y encima se ríen de ustedes en su cara y con absoluto desparpajo. Pero eso no. Eso no están dispuestos ha llevarlo a cabo. Por el gasto que supone, dicen, y que no nos podemos permitir. Pero… ¿acaso no será para no correr el riesgo de que algún puñetero inspector se pase por sus casas y les pillen en bragas?
   Y lo de los sindicatos y la oposición ya es la leche, congratulándose falsamente, y cara a la galería, de lo bien que ha funcionado el nuevo régimen para empleadas del hogar, aprobado hace unos meses, porque ha aumentado un 28%, dicen, las cotizaciones, cuando casi todo el que conoce a “criadas” sabe que casi ninguna de sus “amas” ha cumplido con la ley. ¿Acaso conocen el número real de empleadas de hogar por cuenta ajena existente nuestro país? ¿Existe un censo real? Entonces, ¿de dónde sacan esos números que nos muestran? ¿Es que se piensan que somos gilipollas? Y encima, ahora, quejándose del cachondeíto de los peperos, cuando muchos de ellos también explotarán a sus mucamas. Sean serios, por favor, señores políticos, y dedíquense a gobernar en conciencia y oyendo al pueblo. Dejen de una puñetera vez de representar este esperpento y pónganse el traje de faena, que la cosa ya se está poniendo muy seria y ya son lo suficientemente adultos para seguir dándonos la vara con cuentitos del Pocoyo.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA CENA DEL AÑO DEL ESCEPTICISMO


Una pequeña parte de lo recogido

   Si este año 2012 que se va ha logrado cambiarme en algo ha sido en dos cosas: ahora soy mucho más escéptico que antes, pero también me niego a serlo mucho más que antes y lucho con más fuerza contra ello. Qué parecidas son a veces la percepción de justicia en el otro y la simple expiación de los pecados con la intención de ganarse el perdón. La justicia nada tiene que ver con la caridad, aunque ambas sean convenientes en este estado de crisis económica. Hacia lo que tenemos que caminar es hacia la honestidad y hacia la capacidad empática del dolor ajeno. Yo cada vez creo menos, incluso en los histriónicos que se esfuerzan en mostrarme esa falsa pose de humanista que tanto publicitan. Sin embargo, si no creemos ¿qué nos quedaría? Nada. Por eso debemos seguir creyendo, porque si no existe aquello en lo que creemos, sólo creyendo en ello lograremos hacerlo posible.


Cena de Nochebuena en la plaza de las Monjas, Huelva.

   Muchos tendremos la impresión de haber contribuido a la justicia social, tan sólo por haber ido a gritar a las múltiples manifestaciones contra el gobierno. Estaremos satisfechos con nuestra cuota de sacrificios, pero nunca dispuestos a reducir nuestras exigencias. Otros están en esto porque han visto la luz, ya que en sus casas, grandes desiertos a oscuras, no existe eco que les devuelva la chispa. La de la vida, claro, ¿a cuál creen que me refería? Otros simplemente quieren más luz siempre y su designio es buscar continuamente los focos. Otros, los ingenuos, están viviendo su maravilloso mundo particular de Alicia. Otros, como yo, sólo escriben discursos que apenas interesan a nadie, pero que mantienen limpia su conciencia. Otros, los más miserables, tratan de manipularnos y otros, los algo menos miserables, esos que sí conocen la diferencia entre la justicia y la caridad, tratan de engañarnos intentando sacar pequeñas tajadas, como las monjitas de Granada. ¿Recuerdan? Pero, en realidad, casi nadie hace tanto como podría.


Mis amigas Chío y Kina

   Hacer, lo que se dice hacer, es lo que han hecho mis amigas Chío y Kina en mi ciudad Y como todo lo bueno, supongo que habrá surgido de la confluencia de un corazón más humanista que humano y una idea azarosa, un ¿por qué no? Ellas colgaron en el facebook una convocatoria http://www.facebook.com/events/383214378437740/?ref=3 para una cena de Navidad solidaria en la mayor plaza de la city y en tres días la montaron, recorrieron los comercios de la zona, siendo la recogida de alimentos, juguetes para los niños, mesas y sillas, espacios de cocina cedidos, etc, alucinante. El día 24 cenaron medio centenar de personas a la intemperie, bajo la agradable temperatura del amor compartido, entre todos ellos cinco familias desahuciadas. Los niños sonrieron aquella noche, mientras las luces navideñas de la calle refulgían en sus ojos. Hoy he visto la fotografía de todo lo que ha sobrado de lo mucho que lograron recaudar y, sí, la bondad humana existe. Chío, Kina y sus reducido grupo de colaboradores son la excepción por la que debemos luchar contra el escepticismo, esa ola cruel que aspira a ser tsunami para, definitivamente, derribarnos.   

lunes, 24 de diciembre de 2012

      En memoria de mi amigo Eduardo.


Mi amigo Eduardo, fallecido ayer, 23-12-2012,
a la edad de 50 años, de forma totalmente inesperada.
 
Maldita navidad y maldito tu último viaje.
¿Por qué elegiste tal abismo, Eduardo?
Buscabas la belleza entre escombros
mientras el Cosmos se expandía en tus ojos.
Jamás hubo senda ni trinchera que frenasen
tus pies de Ícaro ni tu espectro aventurero.
Siempre vertiendo bálsamos volátiles
sobre los sueños devastados de los otros.
Tú, el creador de la materia inconsistente,
el forjador de estructuras imposibles,
ahora yaces
con un enjambre de sonidos rotos en tu pecho.
Maldita Navidad y maldita Parca.
el forjador de estructuras imposibles,
ahora yaces
con un enjambre de sonidos rotos en tu pecho.
Maldita navidad y maldita Parca.
Te echaré de menos, Eduardo,
tu barba gris y tus inmensas ganas de vivir,
tus mariposas ciegas, amigo, y el colibrí
que ya jamás volverá a volar en tu mirada.
Tu ausencia será ya siempre
como un timbre de cristal en el silencio.


domingo, 23 de diciembre de 2012

LAS FOTOGRAFÍAS DEL FIN DEL MUNDO

   Ya es día 23. Ya los adivinos del cuento chino y los productores de programas apocalípticos hicieron su agosto, sí, en plena nevada invernal y con los huesos escuálidos de esta crisis. Y es que la capacidad inventiva de los embaucadores se afila, como un áspid certero y venenoso, cuando el esqueleto económico y social se resquebraja. Los Mayas tienen que estar descojonándose, allá en su submundo milenario. Ya los paranoicos más vehementes dispararon sus rifles de asalto en guarderías americanas o acuchillaron también a niños en Pekín, para salvarles, claro, de una debacle tan cruel. Y nadie merece un final tan trágico. Mejor matarlos, ¿no? No sé.  Acaso sea yo el paranoico y, en vez de la chorrada de los Mayas, comience a intuir manos más sombrías tras el telón. Ese club de Roma y sus teorías malthusianas sobre la imperiosa necesidad mundial de reducir la masa demográfica, si es que queremos sobrevivir a nosotros mismos y a la hambruna que provocamos. Ese temor inducido a todas horas a que cambie esta nada injusta que nos tiene atenazados, para que nada cambie, para que nadie piense, para que todos sientan el pavor ante la pérdida irreparable de algo que jamás poseyeron en realidad: su libertad. O quizás todos estos cuentos no sean más que puñetero fraude o negocio y ya está y esto no sea más que cuestión de pasta, que siga soltando el débil y se sigan llenando los bolsillos de los trajes más suntuosos. Ya verán como todo sigue igual y vendrán más fines del mundo anuales y cada vez habrá más sectas que seguirán los mensajes absurdos de su chamán, ya sea cualquier Hitler o cualquier otro suicida colectivo, como el majara de las Guyanas Holandesas. Somos borregos, el ingrediente ideal para sus sabrosas calderetas. Si algo hay en nuestro civilizado mundo con lo que jamás podrá acabar hecatombe alguna es la supina estupidez del Ser humano.
   Pero si algo me ha llamado la atención más que ninguna otra cosa en este recién enterrado fin del mundo, ha sido el mogollón de fotografías festivas colgadas en facebook por los más jóvenes, tras la noche más inquietante del año. Mientras el sol matinal calienta mi cara tras los ventanales de mi habitación, las observo esta mañana del 23, una tras otra, todos esforzándose en mostrar lo condenadamente bien que se lo estuvieron pasando. ¡Qué alegría reflejan sus rostros! ¡Qué felicidad tan arrolladora! Carcajadas esplendorosas dividen sus caras, pícaros guiños envían mensajes cifrados, manos abiertas (las no ocupadas con el cubata) ansiosas del contacto humano de otros cuerpos. Es el fin del mundo, hagamos que en esta noche todo sea posible, parecen decir en su silencio. Y sin embargo, yo que he tenido la suerte de conocer a muchos, sé bien que casi todo es pose, que la mayoría de las veces apenas hablan entre ellos si no es de fútbol o de trapos de marca falsa o registrada. Que, en realidad, esos momentos fotografiados son lagunas en el desierto nocturno del hastío, en las que algún aburrido los llama, cámara en mano, y todos corren a colocarse, con la sonrisa profident perfecta ante el objetivo. Porque ante todo, se acabe el mundo o no, nada sigue siendo más importante que la imagen que puedan ver de ti mañana.

LUCHA POR TU DERECHO A LA FIESTA HASTA EL FIN DEL MUNDO
(Pie de foto original)

  ¡Qué paradójicas fotos del fin del mundo! Tendremos que empezar a confeccionar un álbum de fotos del fin mundo. Que pena que no se me ocurriera antes, hoy sería un buen ensayo en imágenes sobre la estupidez y la ignorancia humana.
    

lunes, 17 de diciembre de 2012

EL ASUSTAVIEJAS

   Alfredo estuvo trabajando durante años como asustaviejas. Ya saben, era uno de esos señores que indagaban entre casas antiguas de planta baja en busca del más suculento solar. Su jefe, un promotor que ahora permanece huido en algún paraíso turístico y fiscal, se portaba muy bien con él y cada vez que lograba adquirir, por cuatro perras, la vivienda de algún viejo asustado le premiaba con un regalo de 500 euros y una loca noche de putas.  Eran tiempos de dádivas maravillosas para Alfredo y su joven novia y, pronto, cambiaron el piso de 50 m2 en un barrio de la periferia en el que vivían por un adosado con jardín en un resort, promoción de su jefe, en un pueblo cercano con playa. Con la hipoteca no tuvo problema, el banquero de su jefe se enrolló y además de facilitarle la compra del chalecito, también incluyó  en la misma un deportivo para él y un 4x4 para su señora. Sí, se casaron, como ella quería. ¿Cómo iba él a imaginarse un panorama como el actual entonces, si ganaba aproximadamente millón y medio de pesetas al mes y tres cuartas partes las cobraba en negro? Además, ¿quién podría resistirse al gratificante placer sentirse rico y poderoso? Nada hay más gratificante que te reconozcan en todos los restaurantes y locales elitistas de la ciudad.
   Pasados los años prodigiosos, estalló la burbuja inmobiliaria y el jefe de Alfredo se largó, dejando marrones en el banco, hacienda, proveedores, empleados y clientes que habían entregado las entradas de unos pisos que jamás serían construidos. La tortilla se dio la vuelta y ahora la demanda era la oferta, todos vendían, nadie compraba. Ya, lo de asustar viejas, no se pagaba. Y, de la noche a la mañana, Alfredo se quedó sin jefe y sin trabajo. No hay problema, en lo mío soy el mejor, se decía, pero pasaron los meses de dolor y decepción al comprobar cómo aquellos que entonces decían admirarlo, mientras él invitaba las copas, ahora lo detestaban sin pudor, como el despreciable ser humano que siempre fue en realidad. Tantos años dedicándose a lo mismo y, ahora, con 43 años ¿de qué iba a trabajar? Su mujer era la encargada de un comercio de explosiva lencería que también se fue apagando y tuvo que cerrar. Y en noviembre de 2010 sonó en el teléfono la primera llamada del banco. Ya era otro director el de su banco, por supuesto, menos proclive a dar y con inmejorable arte para la extorsión, bien aprendida en alguna academia financiera. Ya se sabe que en los bancos los únicos que permanecen en sus puestos son los que están en la cúpula, estos siempre, y pase lo que pase, blindan sus cargos y sus exorbitantes sueldos.
   Alfredo consiguió vender el deportivo para pagar algunos vencimientos de la hipoteca, pero no el 4x4 que estaba a nombre de su mujer y con el que ésta se largó a no sabe dónde. El día en que fue despedida apareció con dos maletas llenas de conjuntos de lencería erótica y le dijo a Alfredo que ella era muy joven para tanto drama y que pensaba que sus firmes y bien puestas carnes serían más jugosas en una nueva comedia y con otro galán de mejor porte y alcurnia. Desde entonces Alfredo no levantó cabeza. No sé si ya le habrán embargado el piso. La última vez que lo vi fue en la cola del supermercado de Cáritas, mirando hacia la residencia de ancianos cercana y tenía algo extraño en los ojos. No sabría decir si era envidia, odio o arrepentimiento. Quizás estuviese pensando en tantos viejos y viejas como asustó a lo largo de su vida, en el dolor inmenso que causó conscientemente, movido únicamente por la ambición y la codicia. De lo que sí debe estar seguro es que la mayoría de aquellos ancianos a los que extorsionó, ahora, con el exiguo pago del hijo de puta de su jefe, viven con el resto de sus días pagados en alguna residencia de esas y, además, el estado les paga al menos una menguante pensión. Y él, en cambio, ha sido abandonado y traicionado como un perro, está de deudas hasta el cuello y a un paso de ser arrojado a la calle, si es que aún no vive a la intemperie. Desde entonces no lo he vuelto a ver, de eso hará ya casi una año, pero hoy me ha parecido oír en algún sitio que el tal Alfredo ha sido...

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(No sé que pensaréis de este o estos personajes. No sé qué emociones, positivas o negativas, habéis sentido al leer este texto sin final. Sólo deciros que la historia no es más que una invención, pero teniendo en cuenta la realidad que nos circunda en esté país de lazarillos y quijotes, bien podría ser la historia real de cualquier vecino. Asustadoras de viejas conocí, de modo que existieron y los otros personajes no se esconden, son como el pan de cada día. Sólo me queda una cuestión que plantearos y esta es la pregunta: ¿Si este personaje fuese real, qué pensáis que estaría haciendo ahora? Espero vuestras respuestas y veamos el nivel empático y la capacidad analítica de cada uno. Tan sólo tenéis que elegir el final de esta historia y exponerlo).

domingo, 16 de diciembre de 2012

LA MUERTE DE LOS SUPERHÉROES INVISIBLES QUE NUNCA SUPIERON VOLAR


   En uno de cada cinco hogares de España subsisten todos sus miembros familiares con la exigua paga de los abuelos y la pensión media en nuestro país apenas supera los 600 euros. Hay casos ya, muchos más de los que podemos imaginar, en los que se hacinan dos familias de hermanos en el viejo y reducido piso de la abuela.  Sé de una familia en la que viven 10 personas, sin ingreso alguno, de la paga abuela, más lo que sacaban por la dependencia de la vieja, ya que ellos mismos se autodesignaron sus cuidadores. Supuestos cuidadores, claro, porque la anciana parecía un esqueleto quebradizo de tan mal alimentada y con sus ojos apagados por la tristeza tan sólo adivinaba sombras escurridizas que la asustaban. Imagino que apenas podía descansar, la pobre, con tanto grito a todas horas en la casa. Yo era entonces (aproximadamente un año) su vecino de abajo y si tuve que huir yo para lograr dormir, imaginen la realidad de esta señora. Seguramente en estos meses la cosa haya ido a peor. Ahora, sin el extra de la dependencia, es muy posible que ya esté dos metros bajo tierra.

Jubilados haciendo cola en un centro asistencial

   Ayer, en un programa de televisión, una mujer contaba cómo después de haberlo perdido todo, trabajo (el suyo y el de su marido), vehículo familiar y casa (embargados por el banco), ahora sobreviven, junto a sus dos hijos, en casa de la suegra y de la pensión de viudedad de 500 euros de ésta. Llevan así casi tres años. Tres años sin comprarse ropa y andando kilómetros diarios para encontrar la oferta alimentaria que les permita ahorrarse cuatro céntimos. Todos, menos la anciana, eran muros infranqueables de contenida resignación. La anciana estaba enferma y apenas podía moverse, pero esbozó una sonrisa y dijo que, teniendo en cuenta la hora a la que iba a terminar la entrevista, era mejor ya cenar un vaso de leche con galletas. ¿Quién sabe si en los tiempos buenos de España, apenas seis años atrás, ésta misma familia estaría disfrutando de la gloria efímera de la fugaz fama televisiva? Y ahora, sin embargo, agachan la mirada frente a la cámara, por temor a que les reconozcan su miseria. ¿Cómo es posible que encima de ser pobres, también nos avergoncemos de ello, como si sufriéramos una justa condena por un delito terrible?
   Ahora les toca el turno a los más pobres y desamparados, a nuestros jubilados y pensionistas. A los que llevan años sufriendo la crisis. ¡Qué les van a contar de crisis a nuestros ancianos, si llevan décadas racionándose en todo! Si llevan toda la vida esforzándose por el país y el conjunto de sus ciudadanos. Primero levantando la España destrozada tras la guerra, soportando la coacción del régimen franquista y el lavado de cerebro de la jerarquía religiosa, sin libertades, sin reconocimientos, levantando la economía de un país en la ruina con su denodado esfuerzo, sin queja, a pesar de los castigos recibidos y la disciplina impuesta. Después rebelándose contra la tiranía franquista y construyendo entre todos la constitución que nos debería amparar, compartiendo ideales democráticos y libertades políticas, creando una justicia social y unos derechos irrenunciables para todo ser humano: el derecho a un trabajo con un sueldo digno, el derecho a la libre expresión y a la justicia, el derecho a la salud y a la felicidad, el derecho a vivir en paz hasta el final natural de su existencia. Muchos de ellos en la actualidad, los que aún se encuentran físicamente bien y no tienen cargas excesivas, colaboran como voluntarios en bancos de alimentos, en comedores sociales, en plataformas sociales o en el activismo reivindicativo, como es el caso de los iaioflautas. Y, sin embargo, ahora les toca el turno de nuestro despecho y arrogancia. Ahora cerramos centros de salud, les bajamos la pensión, les obligamos a pagar por los medicamentos, por el uso de las ambulancias, les subimos el iva, el agua, la luz... Ahora nos sobran porque generan mucho gasto. Porque el gasto que producen en nuestro sistema sanitario es insostenible, su longevidad aumenta y con ello los cuidados hospitalarios, la ocupación desmedida de las camas de nuestros hospitales dispara la factura de nuestro déficit y el consumo sin control de medicamentos por parte de los crónicos ya es inadmisible. Los ancianos deberían ser comprensivos, han de entender que deben morirse antes, que con su empeño absurdo de aferrarse a la vida están agravando la deuda que sus vástagos adquirirán con el gobierno en el futuro, pues serán ellos los que tendrán que afrontar los pagos, nos soltará algún día, algún político deshumanizado, en una glamorosa rueda de prensa. Eso es lo que este gobierno pretende pagarles como premio a nuestros ancianos, mientras ellos calientan entre sus manos las falsas monedas de Judas y se sienten vengadores bíblicos como cualquier mezquino hijo de Abraham.
   Vale que nunca llevaron puestos los calzoncillos por encima del pantalón, que en su época eran más corrientes los burros que el batmóvil, que las catwoman de sus tiempos eran chicas díscolas con padrinos infieles o madames de lupanares depravados, que solo había un hombre de hielo, el que firmaba las sentencias de muerte como gran padre de sus subyugados súbditos, que las telas de araña se tejían para atrapar a los subversivos que pedían libertad y justicia para el pueblo, que los aires de la Marvel quedan muy lejos de nuestra brisa mediterránea y aquí sólo florecían superhéroes desbordantes de patriotismo y evangelización apostólica y romana, como el cuasi falangista Capitán Trueno, pero se pongan como se pongan y argumenten lo que argumenten los señores del PP, nuestros pensionistas han sido superhéroes invisibles de la realidad cotidiana a lo largo de nuestra existencia como país, a pesar de que nunca supieron volar. Aunque muchos insisten todavía y no dejan de intentarlo, como los últimos suicidas de Granada, Navarra y Málaga. Esta es nuestra verdad más palpable y vergonzosa. Estamos traicionando a quienes nos dieron la vida y una clara esperanza en el futuro. Ellos siempre fueron superhéroes silenciosos e invisibles, pero ahora estorban y, por ello, este gobierno ha decidido, fríamente, asesinarles. ¿Se lo vamos a permitir? 

jueves, 13 de diciembre de 2012

HERMOSA LUNA DE INVIERNO

   Luna acaba de cumplir 22 años y su vida debiera ser un arcoíris festivo, un paraíso desbocado por los aromas y el fuego de la carne sinuosa, un horizonte ahíto de elecciones y erotismo, un abanico abierto de posibilidades milagrosas, un porvenir instigador de sueños e ilusiones, pero el telón destructor de la muerte ha ensombrecido sus ojos tiernos. Su hermosura de cristal fino llora por dentro, cuando la soledad la circunda y cuando los mozos, esculpidos de alabastro, la cortejan, rendidos a la sutil sensualidad de algún esbozo de sonrisa. No puede evitarlo, la Venus de Mazagón nada entre olas de tristeza. Su madre ingresó en el psiquiátrico cuando ella cumplió 12 años y su padre no ingresó pero casi, ante la pérdida de su compañera. Con los años mamá regresó a casa, ya separados sus padres, y tuvo que comerse a solas sus múltiples crisis depresivas. Luna creció como un lirio, estabilizando sus raíces en la profunda oscuridad de su lago personal y esplendorosa y brillante bajo los focos del sol, pero frágil, quebradiza, ante el temor de encontrarse cualquier día, de repente, un presente inevitable. Ese día llegó hace unos meses. Mamá no pudo más con el dolor de su existencia y fue a tender la ropa a la terraza, un noveno piso, desde el que le fue imposible volar. Luna estaba de fiesta cuando la avisaron, en una discoteca de Punta Umbría. Era la policía y la reclamaban en Huelva, ciudad en la que madre e hija vivían. Era necesario su reconocimiento del cadáver.
   Ayer la volví a ver, su perra y el mío andan en romance, y la vi más seria, más responsable, pero tan perfecta y bella como siempre. La luz que irradiaba era mágica, pero el fuego acogedor de sus ojos mostraba sólo brasas que pugnaban por volver a convertirse en llama. Ya no  miraba a los ojos con esa especial y maravillosa viveza, ya su sonrisa enloquecedora parecía filosa, a la defensiva, con trozos rotos de cristal amenazante. Me contó que tras la muerte de su madre comenzó a recibir llamadas del banco de su madre. Al parecer ella había heredado todas sus deudas y la obligaban a pagar 36.000 euros de la hipoteca de la casa y otro préstamo concedido por el mismo banco. Me dijo que lo había pasado realmente mal, que llegó a pensar en todo, producto de la desesperación. Con su padre le es difícil convivir por temas que aquí no vienen a cuento y estaba claro que el banco le iba a quitar la casa. Tendría que dejar sus estudios universitarios (que ya es de admiración con la vida que ha llevado la chiquilla) y ponerse a trabajar, pero a trabajar en qué, tal y como está la cosa. Menos mal que le ocurrió un milagro, me dijo, limpiando de papeles de su madre los cajones de su casa, encontró por casualidad un seguro de vida que su madre tenía concertado en secreto con la aseguradora y, gracias a la comprensión de la policía, que certificó la muerte como accidental (el parte policial exponía que su madre había tropezado y caído accidentalmente por la barandilla), ahora iba a cobrar un dinerillo suficiente para cancelar las deudas. Me alegro mucho por ti, le dije, pero me despedí pensando en qué hubiera ocurrido de no encontrar la póliza. ¿La habría cancelado la aseguradora sin avisar ante el primer impago de un recibo? ¿Tendría dicha aseguradora ya conocimiento de la muerte de su madre y estaría esperando con ansiedad dicho impago? ¿Por qué la aseguradora no comunicó a Luna la existencia de dicha póliza?
   En estos meses ha ido muriendo a zancadas la inocencia magnética de Luna y, seguramente, se habrá endurecido su corazón, tanto como el asfalto sobre el que aterrizó su madre. Sin embargo, el azar la ha salvado, por ahora, de un futuro miserable, injusto e inmerecido. Aún me han quedado unos 12.000 euros, me dijo al despedirse, con los que pienso terminar mi carrera en Noruega. ¿A Noruega?, rubita de fuego invernal, le dije bromeando, ten en cuenta que allí no resultarás nada exótica. Ella sonrió coqueta y me dió recuerdos para Ana, mi mujer, suegra y madre de sus dos mejores amigos.
   Luna ha tenido suerte, nuestra hermosa luna de invierno ahora forma parte de ese escasísimo porcentaje de jóvenes que aún tiene una posible elección, a pesar de haber nadado durante su corta existencia entre las aguas de las ilusiones perdidas y la crudeza del invierno. Pero ¿cuántos jóvenes siguen enclaustrados en el frio abandono, sin posibilidades, sin esperanza y con poquísimos sueños que se van muriendo con el tiempo? Yo, como adulto, no puedo evitar sentirme culpable. Y tú, ¿no te sientes avergonzado de este inhóspito y deshumanizado mundo, producto de nuestra maldita generación?  


  

miércoles, 12 de diciembre de 2012

TRABAJADOR RESPONSABLE SE LA CHUPA A SU JEFE



Hablemos hoy de algo de lo que jamás se habla, de un tema realmente tabú, pero que se está gestando y está creciendo en la depauperada sociedad española como un cáncer maligno que la está pudriendo.

BUSCO TRABAJO SERIO chico serio de 41años, busco trabajo serio y estable a cambio de sexo, me gusta chupar. Soy educado, trabajador, responsable, no fumo, no alcool, tengo carnet de conducir categ. B. Anuncio serio, por favor mandame su oferta de trabajo y cuanto pagas. . Edad 41 años”

“Matrimonio por problemas economicos hemos decidido compartir a mi mujer con otro hombre, solamente para hombres solventes o muy solventes que quieran pasar un rato agradable y impresionante con una mujer que ha estado con muy pocos hombres. Mujer guapa, simpatica, fisicamente muy atractiva y que sabe hacer el amor extraordinariamente bien, yo tengo que estar presente, mirando o participando, Edad 25 años

   He querido hacer un experimento sociológico, ver la influencia de la crisis en el sexo de los españoles y viceversa. Para ello he indagado un par de horas por múltiples páginas de contactos y los dos anuncios anteriores, copiados tal cual han sido publicados, son una muestra evidente de por donde va el panorama. Si ya para optar a un trabajo estamos dispuestos a chupársela al jefe, es que nuestra dignidad se ha perdido definitivamente. ¿Hasta qué nivel de desesperación puede llegar una persona, para entonar tan denigrante súplica? Porque uno en el sexo puede hacer lo que quiera, entendiéndose por sexo algo claramente alejado de la violencia y la coacción, y cada uno es libre de escoger su senda en el laberinto. De modo que si a un machote le flipa comérsela a un colega de trabajo, lo lógico y hasta moral sería que lo hiciera por placer, por gusto, y sin acuerdos mercantiles de por medio.  Y encima se esfuerza el muchacho en mostrar lo dócil y responsable que es, currante sumiso y sin vicios. Vamos, un tío serio. Si este es el redil hacia el que vamos para asegurar nuestra subsistencia, mejor que estalle todo esto.

   No podemos permitir que nuestros valores éticos, los que la humanidad ha ido forjando con el paso lento y sacrificado de los siglos, se pierdan por culpa de una tormenta financiera. Que este huracán nos arrebate nuestra dignidad y nuestra concepción del bien común, que arranque de nuestros corazones el amor e instale en nuestros pechos guijarros y piedras, que aniquile nuestras emociones más puras, hasta el punto de subastar entre tíos pudientes a la mujer que amas. Hemos de poner un límite, no somos kilos de carne en venta, dispuestos en lonchas para el mejor postor. Somos seres humanos, seres nacidos del amor y del milagro vital de la existencia.  Si después nuestras fantasías sexuales son: hacer un trío, compartir a tu mujer con otro hombre o al revés, la homosexualidad o la bisexualidad, acostarte con un travesti, etc, y todos los actores están de acuerdo, pues adelante, hacedlo sin pudor y disfrutad de vuestras benditas pasiones. Sois personas libres y autónomas con derecho a tomar sus propias decisiones y nadie tiene derecho a juzgaros. Pero hacedlo con la frente alta y la dignidad intacta, que venderte por dinero te puede alimentar, pero acabará matándote poco a poco, como un parásito tóxico y letal. El sexo es una maravilla, es la rama fundamental del árbol del amor. Es en el roce de dos cuerpos humanos donde surge el manantial de la energía vital que mueve el mundo. Mantengamos el mundo limpio pues, por favor. Se que es complicado para quien ya no halla otra solución y ve como el hambre se sienta con él a la mesa cada día, pero todo tiene un límite si no queremos vivir muriendo.




martes, 11 de diciembre de 2012

¿BUITRES O PARDILLOS?
 
   Comenzó muy jovencito a investigar sobre las triquiñuelas de la corte. En principio a nivel local, en el reino de Navarra. Con 31 años tan sólo ya había sido alcaldable en las listas de UPN y como premio a su fracaso, debido a pactos de la izquierda, se le concedió la consejería de Sanidad y, con el tiempo y las elecciones, un sillón de diputado en las cortes madrileñas. Su perfil era adecuado, licenciado en Medicina y máster en Administración y Dirección de Servicios Sanitarios. Siete años estuvo al frente de dicha cartera. "Es compatible mejorar la gestión de lo público con incorporar nuevas fórmulas colaborando con el sector privado", argumentaba por entonces, mientras entregaba poco a poco la gestión de hospitales a empresas privadas. En aquellos años, en Navarra, gobernaba UPN y PP en pacto de hermanos. Hasta 2008, año en el que nuestro muchacho la lió parda. Votó a favor de los presupuestos presentados por el PP y en contra del mandato de la dirección de su partido, rompiendo la unidad de ambos y erigiéndose en chaquetero estandarte de la refundación del PP navarro. Y lo consiguió.

   En sólo un año, este pájaro disfrazado de gaviota, era nombrado, sin que ningún otro pudiera presentarse, presidente del PPN con el 92% de los votos. Y ocurre lo que llevaba ya mucho tiempo esperando en silencio, Rajoy le llama y le propone encabezar las listas al parlamento navarro, a lo que él se niega aduciendo que su suplencia en Madrid sería por un miembro de UPN. No podemos negar que el muchachito era listo y codicioso y todo le iba como la espuma, a base de vuelos volátiles y etéreos. No obstante, aceptó la orden del presidente y se puso manos a la obra, confeccionó las listas por Navarra, sacando 5 escaños parlamentarios, ejerciendo de portavoz mientras se trabaja bien y a fondo un prestigio en Génova, gracias al fervor que pusieron en él Soraya, la Cospedal y hasta el mismísimo Rajoy. Era un muchacho tan cautivador, con ese porte elegante de revista de El Corte Inglés, que no existía en el partido falda o bigote que se le resistiese. Tan joven y tan comprometido con la causa, firme detractor del aborto y defensor a ultranza del liberalismo económico y la austeridad en los pobres, y tan fiel y constante en sus prácticas religiosas. En Diciembre de 2011, Rajoy le propuso como Secretario del Congreso de los Diputados y comenzó a sonar su nombre en las quinielas, como Ministro de Sanidad, tras el abrumador triunfo del PP en las elecciones generales.


José Antonio Asiáin (Presidente de Caja Navarra)

   Pero ayer se le acabo el chollo. Dar puñaladas traperas por la espalda a quien bien te quiso por escalar un poco más hacia la cima del poder se acaba pagando, si no eres más que un mediocre codicioso que, siendo médico, no sabría diagnosticar ni una simple amigdalitis. El flamante diputado del PP, Santiago Cervera, presentó su dimisión, obligado por su partido, por haber sido acusado de extorsionar y chantajear a José Antonio Asiáin (PSOE), presidente de Caja Navarra (Banca Cívica y Caixabank en posteriores fusiones), amenazándole con hacer público los chanchullos que su despacho de abogados ha tenido con la entidad bancaria que aún preside, si no le entregaba 25.000 euros. Cervera fue detenido “in situ” cuando se disponía a recoger el sobre en el lugar acordado. El “supuesto” chantajista, que también en el pasado fue miembro del consejo de Caja Navarra, y Asiáin eran reconocidos enemigos en la comunidad foral, desde que, en 2009, Cervera acusó al abogado, junto a Enrique Goñi, exdirector general de la caja y Miguel Sanz, expresidente foral, de mal vender la entidad a cambio de suculentas comisiones. El odio entre ambos es recíproco, aunque tratan de disimularlo. Lo raro en esta historia es que no acudieran ambos  a la policía al recibir esos extraños email de los que hablan. El socialista sí lo hizo, pero Cervera guardó el secreto hasta en el círculo más estrecho de su partido y poder conseguir una información así, tan jugosa, sobre las corruptelas del enemigo, te apuntaría todos los tantos ante el gran jefe. ¿Por qué no se lo comunicó a Rajoy, siendo miembro de confianza del presidente?

S. Cervera en su boda, junto a su padrino político.
   Esto huele mal. Huele a carne de buitre desde lejos. A señorito carroñero, de los que entregan el mejor trofeo al jefe, pero mantiene alerta sus garras afiladas, mirando fijamente al cuello, buscando carótide o yugular, donde asestar la dentellada. Esto huele a calle de barrio bajo, a venganza entre miembros de dos bandas irredentas, a miseria moral instalada en los despachos, a instituciones en las que placen excrementos y supura la pus tóxica de la ambición. Nuestros políticos han perdido el juicio y la objetividad. Viven en una sociedad particular, idealizada por ellos, y permanecen sordos y ciegos a la realidad que les rodea y nos devora. Ellos siguen en sus peleítas chabacanas, de mafiosos ridículos sin clase, y en sus venganzas de matones  sin pistola, mientras España se convierte en una ruina griega. Ellos a chulearnos con sus ipod, con sus rolex, con sus mansiones blanqueadas de dinero público, mientras nos recortan la alimentación de nuestros hijos. No sabemos aún si estos dos buitres, “supuesto” extorsionador y extorsionado, han sido víctimas de una jodida broma o no, pero está claro que el ya exdiputado Cervera calla más de lo que cuenta o, en todo caso, por invención está contando más de lo que en realidad ocurrió. Sin embargo, si es cierta la increíble novela que ha contado al juez y existe un tercero en discordia en esta policíaca historia, no puedo evitar declarar mi admiración por él: ¡Joder, con que arte habría engañado a estos dos buitres tan pardillos!



domingo, 9 de diciembre de 2012

LA ORDEN

   La Orden no es ley alguna ni mandato imperativo, no es un edicto al estilo de los mandamientos bíblicos, ni os quiero hablar tampoco de los muchos decretos del gobierno, hostiles contra el pueblo que lo eligió.  No. La Orden es el barrio más grande de mi cuidad, tan grande que se divide en dos, la Alta y la Baja, dependiendo de la altura que ocupe el edificio en la montaña. En la Orden vive gente que lleva toda la vida acostumbrada al esfuerzo. Si vas al supermercado o a la pescadería tienes que bajar y subir, o subir y bajar, enormes cuestas, y eso que allí los eneros se hacen eternos. Tampoco imaginemos por el nombre que en este lugar todo se halla perfectamente colocado sobre una estructura definida y definitiva. Allí los sistemas nacen del vientre del caos, las jerarquías son siempre efímeras y el único método existente es el que cada uno inventa para lograr sobrevivir. 60.000 almas grises conviven allí, sin que el pigmento de sus pieles signifique diferencia. Todos sufren los mismos dramas, el mismo desprecio y las mismas dudas. Aunque algunos, ciegos o cegados, ya ven enemigos entre sus hermanos de existencia cruel.
   Antaño la Orden fue un barrio alegre. Se construyó en los 60 del siglo pasado para albergar a los trabajadores del recién construido polo químico de Huelva, la mayoría serranos del norte, rudos como la encina y el quejigo, pero alegres como un campo de almendros en flor o el calor otoñal de las castañas asadas. Ahora no es más que un barrio de trabajadores, la mayoría sin trabajo, ni ayudas, ni subvenciones, que llevan la tristeza atada a sus zapatos desgastados y la mirada reptando por los suelos, en busca de alguna migaja. Los hay que caminan rodeando los mismos edificios una y otra vez, esperando encontrar alguna colilla en las aceras. Otros ya se hacen el loco para lograr algo de compasión y conseguir un café y un cigarrillo. Otros aprenden idiomas a la fuerza y hasta hacen el amor en otras lenguas. Los negros extasían a las infieles, los magrebíes dan a luz a musulmanes, los parapléjicos miran desde las ventanas de altos edificios sin ascensor y las chicas del este buscan al hombre de sus vidas, aquel al que dar un hijo si a cambio las acogen como una desgracia familiar e inesperada. No existe zoo en mi ciudad en el que la fauna sea tan variada. Ni más formas de supervivencia salvaje dispersa en tan restringido espacio.
   En la Orden cada vez son más numerosas las viviendas sin luz, sin calefacción, sin alimentación, sin agua y sin personas, aunque hayan sido ocupadas y las puertas destrozadas ya carezcan de cerradura, pero en el barrio aumentan los trapicheos de drogas, de objetos robados, de cuerpos en venta, de delincuentes con monos de trabajo, según el gobierno del PP, que cobran sus chapuzas sin emitir facturas y de ese modo logran comer algunos días del mes. La Orden es ya un gueto aún sin alambrar, pero del que ya es imposible salir sin atenerte a las consecuencias. Y, a pesar de ello, jamás he visto un parque infantil con tantos niños. Niños sin derecho a la sanidad y al trabajo futuro, sin derecho a guardería, ni a libros de texto. Niños a los que les espera una existencia adversa y cruel. Niños y jóvenes cuyo futuro será engrosar las filas de alguna de las muchas bandas enemigas que comienzan a despuntar en las asfaltadas calles de la montaña. Niños y jóvenes que nunca vieron a sus ancestros volar y que ahora miran fijos, desde las calles, hacia la barandilla del balcón al que se encaraman sus padres, inflados de desesperación. La Orden es el espejo de nuestra civilización capitalista actual. Es otra caries más de este sistema tan inhumano en el que nos obcecamos en vivir. La  Orden es el fruto de nuestro caos intelectual y emocional y de nuestra desmedida codicia.
   Bien, pues ayer visité la Orden y unos furtivos me invitaron a comer el mejor conejo con arroz que he probado en mi vida, disfruté del cariño afectuoso de las preciosas chicas del este, de la generosidad de algunos musulmanes, de la alegría vital de los negros que huyeron de la muerte africana y de la compañía de los blancos que huyeron de la miseria serrana en la época franquista. Bailé con una chica en silla de ruedas, y me abracé a gente de la que aún desconozco sus nombres. Me reí muchísimo, como hacía ya demasiado tiempo. Repetiré, volveré a venir,  les prometí. Y lo haré muy pronto, aunque para ello tenga que internarme en el maravilloso y enigmático laberinto del caos, porque ellos, todos los habitantes del barrio más dinámico de Huelva, merecen mi respeto y admiración. Muchos de ellos están sobreviviendo, pasando el hambre que nosotros nunca hemos logrado ni imaginar y, aún así, no nos odian todavía. Ya sólo por eso merecen todo nuestro amor.

jueves, 6 de diciembre de 2012

LA NUEVA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MI CASA

   ¡Vaya título rimbombante! Cualquiera diría que voy por el mundo en plan mesiánico. Al menos lo pensarán aquellos que intuyan cierta imposición o jactancia en la frase. Cómo si me hubiera creído alguna vez mejor que otro; peor tampoco. Otros pensarán: otro anarco de esos que creen que la ley es él (y lo mismo el que lo piensa es el mismo antidisturbios que abrazó tal concepto). O ya está, otro grupito de majaras que se creen capaces de redactar una nueva constitución, para acabar jodiéndonos la nuestra. Pero no, la cosa no va por ahí, es mucho más sencillo. Simplemente me apetece contaros la cena que un grupo de amigos improvisamos en mi casa, precisamente cuando las agujas del reloj iniciaban su andadura, segundo a segundo, en la 34º efeméride de nuestra flamante constitución. Por supuesto que fue casual. Ya casi nadie cae en tal fecha. Se le da más importancia al día festivo, sobre todo los pocos que aún poseen nómina y un jefe que les pague, que a aquel consenso ya perdido en la memoria de un país en blanco y negro. Normal, teniendo en cuenta que los momentos de buen rollo y risas compartidas merman en nuestras vidas al mismo ritmo que nos clavan los recortes.
   El caso es que el día 5 de Diciembre me levanté con ganas de volver a ver a los amigos y les llamé, proponiéndoles la cena, con el requisito de que cada uno aportaba algo de bebida y un plato cocinado por él. Tampoco era la primera cena y ya todos conocían la dinámica. Dos pensionados y tres en paro, una diseñadora gráfica, pareja de una de las paradas, a la que comienza a enturbiársele sus preciosos ojos negros, de tantas horas como pasa frente a la pantalla del ordenador, una chica que trabaja sin contrato en la limpieza doméstica (ya lleva diez años así), un psicólogo clínico (mi mejor amigo y sin haber pasado aún por su consulta, a pesar de tantos levantes y ponientes) y una empresaria de la pastelería, antaño exitosa y hoy haciendo filigranas para poder seguir pagando a sus empleados. Una muestra ejemplar de la evolución de la especie hispana, donde cada uno camina descalzo y como puede sobre los puntiagudos guijarros del destino de la piel de toro. Sin embargo, en esa noche no cabía la tristeza ya que comenzamos la reunión prohibiéndola por decreto. Éramos nueve y sobraba la comida, los buenos caldos de nuestras cepas y los licores. Diez euros por barba más o menos, lo que te vale un par de copas en cualquier bar, y la música y el alcohol embaucador (también algún porrito, lo reconozco), prometían una velada perfecta.
   Enseguida nos pusimos a arreglar España, aunque hubo momentos también para el conflicto palestino-israelí. Hablamos de la política neomaltusiana del gobierno español, del genocidio que comienza gestarse entre la capas sociales más vulnerables, víctimas principales de los recortes, de la artera eficiencia eufemística en el lenguaje de los políticos, de la codicia desmedida de los corruptos y de la cuasi prevaricadora justicia estatal, de la amnistía a los ladrones y el castigo a los hambrientos, del avance exponencial de los suicidios y de la bomba de relojería terrible en la que se está convirtiendo la idealizada cohesión social de nuestra nación. Sombras funestas, horizontes que se adentran en la negritud más asfixiante, la decadencia y la agonía frente al espejo, restos de un paraíso derruido y del que huyeron ya todas las ilusiones y un tic-tac que podría avanzar con pasos tartamudos y, sin  embargo, según conversábamos, la risas reivindicaron su espíritu de paloma pacifista, los gestos de complicidad desbordaban empatía, el valor altruista de la igualdad se corporeizaba sobre la mesa y hasta las caricias y los besos se abrazaban en el aire con las miradas. En pocas horas habíamos olvidado nuestros problemas individuales y devorábamos la vital existencia con un ímpetu inaudito. Ya las paredes no podían contener la felicidad y las nuevas ilusiones, desbordadas por ventanas y balcón. Y así, en consenso y desde la convicción más profunda en una humanidad más justa y más equitativa, fuimos reformando algunos capítulos de la Carta Magna. Ya veis, ¡qué ingenuos!, ¿verdad?
   Imagino que os gustaría conocer alguno de los capítulos reformados, pero qué importancia podrían tener en este texto, si como ya os dije ni pretendo ser mesiánico, ni tengo la intención de embaucar a nadie. Lo verdaderamente importante de la cena no fue la reforma llevada a cabo, sino la decisión de un grupo socialmente heterogéneo de reunirse con buen rollito, compartir con todos lo que cada uno cocinó o aportó con su esfuerzo individual, tener la mente abierta, igual que los oídos para escuchar y la lengua para opinar. Las conclusiones a las que llegamos nosotros en la república independiente de mi casa es lo de menos. ¡Qué pueden hacer 9 granos de arena frente a tan inmensa montaña con más de 47 millones de habitantes! Pero si alguna vez en este puñetero país todas las repúblicas independientes de cada casa se unieran con la intención de consensuar un nuevo modelo económico y social, otro gallo nada peleón nos cantaría ante un alba quizás más deslumbrante y soleado de amor humano.

martes, 4 de diciembre de 2012

LA POCILGA LITERARIA

   No he escrito nada durante días. Se me quitaron las ganas. Fue tanto el asco que sentí con el último escritor que he conocido, que he repudiado este oficio durante un tiempo. Sin embargo, las espinas duelen y no hay forma de cortar la sangre sin nuevas suturas de palabras. Nunca hablé de ello en este blog, pero yo fundé y coordiné la tertulia literaria de mi ciudad “La gata literata” y, al principio, todo fue maravilloso: buenos amigos, la sala llena y el interés de escritores nacionales por venir. Vinieron muchos y de diversas generaciones. También artistas de la perfomance y soñadores del otro lado del charco. Recuerdo a Vaz de Soto hablándonos sobre cómo escribir una novela y la audiencia impávida a pesar de haber sobrepasado la una de la mañana de un nuevo viernes. Pero todo en la vida sufre erosión. Poco a poco nos fuimos oxidando y al cabo de tres años aquello parecía más un velatorio que una reunión de bohemios y faranduleros. Tres años después del nacimiento, semana tras semana programando nuevos actos, en junio de este año di por muerta la aventura. Se ve que no es buena costumbre en este país hacer las cosas sin esperar rédito, con el único ánimo de acercar la cultura al pueblo. De modo que, a excepción de los ultravanidosos fracasados que veían siempre en el escenario una nueva y maravillosa oportunidad, los demás fueron buscando esquinas más rentables.
   Pues bien, el día 29 del pasado noviembre yo estaba invitado a realizar una lectura en un bar de mi ciudad, el 1900, conocido por su movida cultural, y un ¿amigo?, de esos de los ultravanidosos que colaboraron en los últimos tiempos de “La gata…”, me comentó que había invitado en su día a todo un prócer literario, el prestigioso poeta y editor e hiperpremiado a nivel nacional e internacional en su faceta de traductor J. L. R. P., y que este le comentó que sólo podía venir el 29 de noviembre, que si no me importaba cederle mi lectura en el 1900, que ya lo había hablado con él y estaba dispuesto a venir desde Sevilla. Convine con el gerente del 1900 y con mi ¿amigo? que leeríamos ambos a la vez, en el mismo acto, participando yo con un único poema al final del acto. Cuál fue mi sorpresa cuando días después recibí un correo anunciando un acto organizado por “La gata literata”  en el 1900. En él, mi ¿amigo? se anunciaba como el nuevo coordinador. Hemos de tener en cuenta que hablamos de una asociación legalizada y en la que este supuesto amigo no figura por ninguna parte. No obstante, tratándose de un solo día, no le di importancia. Pero tener que aguantar al saco de pellejos y frivolidades que era el pedante y engreído escritor ya era demasiado. Y estallé.  
   El tipo es una reinona que sólo sabía hablar en primera persona yo, yo, y siempre yo…. Yo y mis viajes, yo y mis premios, yo y mis libros, cada uno por su lado, el flamenco presumido y patético y la osa vanidosa del circo que sueña con ser La Polar. Los premios no están dados de antemano, me decía y, a la vez, me comentaba que, con total seguridad, este año ganaría el premio nacional de traducción una muy amiga suya que vivía en New York. ¿Estaría él en el jurado? Y luego nos hablaba de sus viajes financiados por los distintos institutos cervantes repartidos por el mundo, de su asistencia a innumerables encuentros internacionales. Financiados también con dinero del pueblo, desde luego, le dije yo y comencé ya a notar cierta incomodidad por su parte. También hablamos de literatura, ¡cómo no! Él defendía la exaltación de la belleza en la palabra y rechazaba lo que denominaba panfleto político o social. Para él la metáfora y la métrica eran la esencia del poema y durante la lectura definió sus propios poemas rimados como muy bonitos varias veces. Fue vomitivo, la verdad. Traté de explicarle, en los escasos momentos en los que lograba hablar, que yo estuve toda la vida currando como agente comercial y que en esa faceta de mi vida ya había tragado suficiente mierda para lograr alimentarme, como para tener que hacer lo mismo en el ámbito literario. Expuse que la literatura era, en cierto modo, la parte de mi vida que me purificaba y no me era posible transgredir mi ideal inmaculado de la cultura literaria, y veía vergonzoso que los demás sí lo hicieran. Él ni caso y a lo suyo, abrir la cola de pavo real decrépito ante la escasa afluencia de público y pavonearse suplicante de nuevos admiradores.
   Terminó el acto y el ínclito se puso a regalar libros suyos, firmados in situ, sin esperar a que yo subiera al estrado para leer mi único poema. Mi ¿amigo? se pavoneaba junto a él, como buen lacayo de rey efímero. Pasaron los minutos y yo los veía desde el escenario, sin que nadie reparara en mí. Comenzó a sonar la música en el bar y decidí largarme a casa. Allí estaría más cómodo, desde luego. Al día siguiente me llamó por teléfono para recriminarme mi actitud. Le pregunté si le había gustado el único poema que debería haber leído aquella noche y que me fue imposible leer. No supo qué contestarme, colgó el teléfono y aún no lo he vuelto a ver. Tampoco espero volver a ver al prócer. ¡Qué le vamos ha hacer!, prefiero un cocido de legumbres al más excelso de los caviares. Pero sobre todo prefiero la verdad y realidad mostrada en la ficción, la sinceridad poética, aunque produzca heridas incurables, antes que la impostada supuesta belleza de un mundo sectorial y podrido, el de las letras, del que tanto falso e hipócrita miserable vive a costa del esfuerzo laboral y del sacrificio del sencillo y humilde pueblo de España.

lunes, 26 de noviembre de 2012

CUIDADO CON LOS ABUELOS, SEÑOR PRESIDENTE

   La cosa comienza a ponerse dura de verdad y no me refiero al inicio de una fiesta sexual y desenfrenada, no, ese estado de euforia ya sólo pueden permitírselo algunos privilegiados. Como digo, la cosa comienza a ponerse muy, pero que muy negra y cruel. No sé si habrá ocurrido allende mis fronteras provincianas, pero aquí, en la provincia desde la que partió Colón en busca del oro americano, el día 25 del mes no se les ha hecho el ingreso de la paga extraordinaria a los pensionistas. Ignoro si el problema ha ocurrido en el resto del territorio andaluz y español, pero si así ha sido, que se vaya preparando este gobierno, porque ni imagina el caos social que se le puede venir encima. He llamado al CAISS (organismo andaluz que se encarga del tema) para preguntar y quejarme por ello. Al principio las líneas estaban colapsadas, lo cual me llevaba a presagiar lo peor, pero finalmente me han atendido y, sin cuestionarse el motivo de mi llamada, me ha dicho una chica que todo es un error bancario, que ellos sí han ingresado los importes en el banco, pero que éste no hará efectivos los pagos en la cuentas de los usuarios hasta el 30 o 31 del mes. Lo cual me lleva a dos conclusiones evidentes, si es que el problema resulta ser nacional.
   La primera es que el problema de caja del Estado es aún peor del que nos dicen y siguen manteniendo administraciones y cargos duplicados, privilegios inmorales autoconcedidos, asesores superfluos, amiguetes contratados, sueldos exorbitantes, etc… y la cara más dura que el cemento armado. Está claro que pedirán el rescate antes de que finalice el año, necesitan más dinero que arramplar, aunque el pobre pueblo se ahogue en el lodo miserable de la pobreza y la inanición. La segunda conclusión a la que llego es que los bancos tienen bien agarrados a los políticos por los huevos. El estado hace todas su transacciones a través de ellos y si les da por cortar el grifo de ingreso en las nóminas aquí se arma la de Dios, el  Castigador, claro está. Cómo para que el poder legislativo se ponga chulito y les pretenda derogar la rentabilísima ley hipotecaria, que esas chorradas bruselescas de ilegalidad ellos se las pasan por el forro de sus cojones. Que nos los toquen, que nos los toquen, que se va a enterar el pueblito español de lo que puede llegar a costarles una barra de pan, dirán los muy hijos de puta.
   Sea como fuere y culpa de quien la tenga, ambos se equivocan si piensan que esto sólo va a afectar al número de jubilados y pensionistas del país. Ya son casi seis millones de parados en España y muchos de ellos sobreviven gracias al sacrificio de sus mayores, muchos dispuestos ha pasar necesidades verdaderas antes de ver con hambre a sus hijos. Dos millones de niños españoles viven por debajo del umbral de la pobreza y si aún sobreviven es gracias a la gratitud de sus abuelos. Cientos de miles de desahuciados viven y comen en los hogares de sus ancianos. Otro tanto ocurre con los dependientes, con los autónomos arruinados, con mujeres trabajadoras a las que jamás se les hizo contrato alguno, con los jóvenes, albañiles o licenciados, que llevan años sin encontrar trabajo… y así suma y sigue y el resultado final es abrumador, inquietante, el claro antecedente, como una semilla a punto de brotar, de una revolución social de catastróficas dimensiones. Ellos sabrán qué es lo que buscan, aunque yo creo que esos señores no viven en nuestro mundo, el mundo real de la herida abierta y la dentellada. Ellos se deben de creer elegidos, intocables, indestructibles, pero cuando el pueblo decida bajarlos del pedestal y mostrarles la realidad de frente ya será tarde para ellos, ya serán sólo pedazos muertos de un cuerpo humano despedazado.
   A los jubilados y pensionistas de España ya no nos queda nada, ni siquiera la esperanza de ver cómo nuestra estirpe crece sana y feliz. Desde hace algunos años tan sólo adivinamos sombras funestas en los ojos de nuestros hijos, cada día nos vemos obligados a sobrellevar penas y angustias demasiado pesadas para nuestros frágiles cuerpos. Nada hay más terrible que un nieto proclame su hambre y no tengas nada que darle de comer. El corazón ya se nos ha endurecido tanto… Pero, a pesar de nuestras carencias físicas, los jubilados y pensionistas españoles aún mantenemos intactos nuestro pundonor y dignidad, nuestra integridad ética por ser hombres y mujeres que lucharon por la libertad y los derechos humanos, por la constitución que ahora vosotros pervertís, por la democracia que ahora vosotros manipuláis, por una clase política honesta y preocupada por el bienestar de sus ciudadanos y no por la sarta de ladrones codiciosos y engreídos en la que os habéis convertido. A los jubilados de España, señores políticos, comenzáis a darles asco, asco de verdad, y, teniendo en cuenta lo poco que deben arriesgar si ya no les queda nada, es muy posible que ahora sí, por fin, decidan echarse a la calle. Y ¿quién los moverá entonces, señor Rajoy? o ¿acaso tendrá usted el valor de azuzarle sus antidisturbios, con sus porras y su rabia?
   ¡Despierte, señor presidente del gobierno! ¿Qué cree usted que ocurrirá cuando ordene a un nieto aporrear a su abuela?