sábado, 4 de mayo de 2013

NO TIENEN LÍMITE

  ¿Por qué no hacen leyes que les permitan fusilarnos? Total, el resultado final sería el mismo en la buscada intencionalidad de los verdugos, pero al menos acortarían la lenta agonía de las víctimas. Y si no fuera por la presión internacional, posiblemente, lo harían, aunque evitaran mancharse las manos con nuestra nefanda sangre. Serían otros, los que se venden, los que apretasen el gatillo. Los viejos y los dependientes estorbamos y, además, tenemos la virtud de morirnos en silencio, lo que indudablemente les encanta. Por mucho que nos duela la enfermedad ante la obligada ausencia de los medicamentos, seguimos sin quejarnos. Habrá que escoger entre calmar el dolor o alimentarse, entre morir de frio por la imposibilidad de calefacción o dejar que la enfermedad te muela a palos cada día. ¿Nos vamos a resignar a pudrirnos lentamente frente al espejo? Porque está claro que ellos no tienen límite, pero nosotros sí lo tenemos, el nuestro y el de ellos.

    El actual sistema de pensiones es insostenible, nos dicen, mientras callan que el 97% del fondo de pensiones lo han invertido en deuda española. Sí, en parte, la bajada de la prima de riesgo se ha conseguido gracias al sacrificio de los viejos. Para nuestros políticos es más escandalosa la subida de ese puñetero índice que el abandono y la consecuente muerte de los que no pueden valerse por sí mismos. Si hay que recortar asesinan a los viejos impertinentes y, de ese modo, se consigue la pasta para los colegas nombrados asesores. Porque en eso de sus ostentosas remuneraciones, dietas, gastos varios de representación y demás privilegios de la casta política NO SE METE LA TIJERA.

   Enterémonos de una vez: el déficit somos nosotros, los pensionistas, jubilados y dependientes de este país y ya ha comenzado el exterminio. Enterémonos de una vez: les estorbamos en su planes de codicia y su estrategia es la de aniquilarnos. Enterémonos de una vez: a nadie le importamos. Ellos saben que las sillas de ruedas no se mueven si nadie las empuja y los otros, aunque también jodidos, van a lo suyo, sus enfrentamientos ideológicos, su camisetita de colorines, sus mareas sin salitre, su costumbre de pedir y pedir, y exigir y exigir, tan sólo para ellos. Esté viernes comenzó la extinción y a nadie parece importarle. El que no pueda moverse que no se mueva, el que no pueda alimentarse que no se alimente y el que no pueda vivir que no viva. ¡Qué se mueran todos los viejos y todos los inútiles dependientes!, gritan con una sola voz todos los patriotas. ¿Se lo vamos a permitir?   

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