domingo, 27 de enero de 2013

CIRCUNSTANCIAS Y EVOLUCIÓN

   ¿Son las circunstancias las que modelan a las personas? Yo estoy convencido de que es así, aunque, en muchos casos, se nieguen mentalmente a asumir la realidad de la pérdida. Normalmente, en estos casos, confluye la ausencia de responsabilidad a lo largo del pasado con la negación de la realidad presente. Y permanecen enganchados a su ideal modelo de vida, pero encerrados en la cruel realidad de la inexorable caída. ¿Cuántos disfrutaron de escaqueos laborales como niños en pellas escolares? ¿Cuántos, ante un simple resfriado, pedían la baja, alargando su fin de semana? ¿Cuántos esgrimían orgullosos esa frase tan nociva de “No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana”? Esos mismos que nómina en mano y, empeñándose hasta los ojos, adquirían BMWs, Todoterrenos y viviendas que pagarían en 40 años. Algunos llegaban a financiar viajes y hasta juergas en el Rocío. ¡No pasaba nada! ¡Vivían en El Dorado, donde todos los deseos eran realizables! Pero todo cayó, se rompió la frágil estructura de nuestras mentiras y comenzó a emborronarse la imagen de nuestro rostro reflejada en el espejo de los sueños.
   Algunos, unos pocos como yo, tuvimos suerte. Trabajábamos duro y cumplimos siempre con los objetivos de la empresa, a pesar de que nunca se nos pagara por ello lo suficiente, o se nos remunerara más con promesas que con dinero. Además, tuve suerte porque la ambición nunca llegó a dominarme y jamás me compré un piso, ni un automóvil, ni siquiera una bicicleta deportiva. Eso sí, viví intensamente cuanto pude. Pero siempre la realidad se impone y las promesas quedaron en un siroco falso que se llevó la fecundidad del agua hacia otra parte, dejándonos abandonados en el centro del desierto y las promesas se quedaron en la mierda de futuro que ahora es nuestro presente.
   ¿Qué por qué escribo hoy sobre esto? No lo sé. Acaso sea debido al mensaje enviado por una antigua compañera de trabajo, en la que me cuenta su dramática situación, con dos niñas, el marido y ella en el paro y a punto de ser desahuciada, sin condonación de una deuda de 100.000 euros por parte del BBVA. Yo siento mucho su situación y todo el estado, gobernantes y ciudadanos, debemos hacer algo para evitar tales casos. Es increíble que en este país los bancos acumulen pisos vacíos, mientras echan a familias enteras a la calle. Es increíble e inhumano. Y, espero que con la ayuda de la PAH y de muchos ciudadanos logren solventar de forma positiva tan crítica situación. Pero me ha llamado la atención la ironía soterrada del mensaje, en el que me habla de su sorpresa por mi faceta humanitaria, ya que según ella me recordaba bastante autoritario en el trabajo. Y es posible que en aquella época mi excesiva responsabilidad como director comercial de la empresa me llevara a exigir, muchas veces, que el trabajo se desarrollara bien. De mis ventas dependía la viabilidad de la empresa y veía cómo ésta se hundía irremisiblemente, a pesar de mi gran volumen de ventas, porque muchos, y el primero el jefe, no cumplían con su función. En el caso de dicha chica llegué a perder un contrato de más de medio millón de euros, porque tardó dos semanas en mandárselo al cliente para la firma, digo enviárselo por correo postal, el contrato ya había sido redactado por mi departamento. Recuerdo que en los 6 años que estuve en la empresa, al menos 2 ella, la recepcionista, estuvo de baja. Recuerdo el pedazo de carro de su marido, hijo de empresario si no recuerdo mal. Recuerdo que se casó feliz y que se compró la casa de sus sueños.
   Recuerdo tantas cosas, ahora que ya casi nada quiero recordar, que pienso que lo mejor es ser un buen reconocedor de las circunstancias que nos rodean en el presente. Creo que eso es bueno si no quieres empeñar tu futuro y convertirte en esclavo de los banqueros traficantes de vidas humanas. Creo que todos tenemos derecho a equivocarnos, pero no a vivir en el autoengaño continuamente, porque eso implica cargar sobre los demás la parte de responsabilidad que te niegas a asumir. Creo que ser humanitario es cargar con tu parte de responsabilidad, tener la humildad de reconocer tus errores y ayudar a los demás en lo posible. No sólo vale la exigencia de tus derechos. Es conveniente también, desde luego, pero no es lo único. Todos hemos de evolucionar. ¿De qué me sirvió a mi tanta lucha en aquella empresa? De nada, nunca me llegaron a pagar lo prometido y tanto estrés me abocó al infarto de miocardio y, ahora, ya no sé qué es vivir un solo día sin miedo a la muerte. Puede que antes estuviese equivocado y fuese más autoritario de lo normal (espero que no fuera así porque, sinceramente, no recuerdo tal actitud en mí, más allá del ejercicio de mi responsabilidad laboral) pero lo que sí tengo claro es que todos deberíamos evolucionar en función de la aceptación de la realidad que nos circunda. Yo no miento y no tengo ni idea de qué son 100.000 euros juntos porque jamás los he tenido, ni como valor de una propiedad a mi nombre, ni como reflejo de una cuenta bancaria, aunque fuera en números rojos. Tampoco me hizo mucha ilusión el hecho de tenerlos alguna vez, siempre me bastó con tener mis necesidades cubiertas y si me sobraba algo lo gastaba enseguida, moviendo el poco dinero del que disponía para que cambiara de manos y eso que llamamos economía local fluyera. No obstante, antigua compañera Inma, te deseo lo mejor para ti, tu marido y tus hijos. Ojalá te condonen la deuda el BBVA y se atraganten los miserables banqueros que os acosan. Ojalá puedas encontrar un alquiler social para tu familia. Ojala esta terrible situación que vive nuestro país mejore y ambos, tu marido y tú, encontréis trabajo y podáis vivir dignamente. Ojala todos los hijos puedan llegar a tener, como mínimo, las mismas oportunidades que llegamos a tener nosotros en el pasado. Sé que estás en buenas manos en la PAH de nuestra ciudad. Te deseo suerte. Todos hemos cometidos errores en el pasado, pero todos estamos evolucionando poco a poco y todos tenemos derecho a la esperanza de una vida digna.

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