domingo, 29 de julio de 2012


NOMBRES

   Carl Marx dormía inquieto en su cama. Soñaba que un ente superior despojaba a los humanos de sus nombres y apellidos y depositaba estos en un cuenco de cristal. Luego agitaba su interior y repartía al azar nombres y apellidos. El sorteo lo nombró Adolf y apellidó Hitler. Al día siguiente se sintió extraño. Como todos los días, saludó a su vecino judío al salir de casa y no pudo odiarlo.

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