jueves, 5 de julio de 2012


LOS CRÍMENES DE ALEMANIA

De todas las noticias que escuché o leí ayer, la que más llamó mi atención fue la ocurrida en la ciudad alemana de Karlsruhe. Un señor de clase media, con prestigio, cazador con licencia (un deporte nada barato) y de carácter violento, vivía con su novia en el próspero distrito de Nordstadt, una zona de clase media sin problemas de exclusión social. Ambos estaban en paro y no pudieron seguir afrontando el pago de la hipoteca. La casa fue puesta a la venta en subasta pública y el nuevo propietario, junto a un agente judicial, un cerrajero y un asistente social, se personaron en la vivienda con el objeto de reclamar la propiedad. El desahuciado no tuvo duda alguna, los invitó a pasar, les apuntó con una escopeta, dijo al asistente social que se marchara y disparó contra todos los presente, incluyendo a su novia y él mismo. Hoy los cinco cadáveres reposan en la morgue de Karlsruhe.

Esto ha ocurrido en la floreciente Alemania, esa nación que desde el gobierno se nos presenta como ejemplo al que imitar. Y la verdad es que no es ni mucho menos el paraíso que nos quieren vender. Alemania entró en recesión el primer trimestre de este año, es decir, que ya no está en índices de crecimiento. Si no tienen los niveles de paro de otros pueblos europeos es porque han repartido jornadas laborales y rebajado tanto los sueldos que muchos no garantizan la supervivencia. Los famosos minijobs, con salarios inferiores a 400 euros. La política de ajuste sin crecimiento que se está implementando en Europa no es más que un anunciado suicidio. Conforme bajan los salarios, bajan los ingresos del Estado, los bancos aumentan su morosidad, se retrae el crédito y el consumo y la pobreza cruza el umbral de nuestras casas. En Alemania dicen estar conmocionados. Si tuvieran 186 desahucios diarios como en España estarían cagados. ¿Y después dicen que los españoles somos pasionales, vehementes, poco racionales? Aquí alguno se ha ahorcado, pero no se llevado a nadie por delante. Eso sí, aquí la policía acompaña al agente judicial y al nuevo propietario  y en cuanto se personan suelen dejarte en shock, con la porra o de otra forma. El caso es que no le dé tiempo al desahuciado ni a pensar, no sea que tanta publicidad bienaventurada sobre Alemania le vaya a influir negativamente y tome al señor del Karlsruhe como el verdadero ejemplo a imitar. 

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