martes, 19 de junio de 2012


LO FUNDAMENTAL: LA HONESTIDAD

Se pueden tener buenas ideas y además es posible hallar en España a un grupo de personas lo suficientemente cualificadas y capaces de gestionar con eficacia las ideas, desarrollarlas y sacarnos de la encrucijada económica en la que nuestro país se encuentra. Pero esto sólo lo conseguiremos desde el consenso pacífico y el respeto mutuo. No creo posible que en España pueda surgir una solución al estilo islandés, porque ellos son sólo 300.000 habitantes, frente a los casi 49 millones de habitantes que tiene España y coordinar a todos en acciones conjuntas se me antoja complicadísimo. Pero sí podemos escoger  otro camino del que sí tenemos un ejemplo. El camino que Correa llevó a cabo en Ecuador. Crear un partido ciudadano que convenza a la mayoría de los ciudadanos españoles, para que le den su apoyo mayoritario en las urnas y se rompa de una vez esta deriva suicida, a la que nos está llevando el absurdo bipartidismo PP-PSOE. Y después, como hizo Correa en Ecuador, cambiar las leyes para derrocar el sistema actual y crear otro nuevo sistema democrático más justo, igualitario y honesto, en el que la ciudadanía pueda participar directamente en las decisiones políticas del país. Claro que para eso no sólo es necesario que sus miembros sean inteligentes, valerosos, eficaces en su gestión, buenos comunicadores y trabajadores incansables, sin exigir nada a cambio. Lo esencial, lo fundamental, es que sean honestos, justos y capaces de comprender sus propias limitaciones. No podemos querer dominarlo todo, creernos que somos expertos economistas, por ejemplo, si nuestra faceta es la comunicación literaria o los conocimientos jurídicos o informáticos. No, no podemos creernos dioses capaces de controlarlo todo. A veces la vanidad y la soberbia nos ciegan y podemos llegar a creer que el discípulo que acaba de llegar a clase sabe más que el maestro y eso es un gran error. De esa manera, difícilmente podemos desarrollarnos, ni crecer intelectualmente, ni mucho menos basarnos en el sentido común (evidentemente inexistente) para proceder de forma correcta y justa. 

Por otro lado, está claro de que si actuáramos así nuestro concepto de la justicia estaría pervertido, pues sin darnos cuenta miraríamos la justicia siempre desde la mirilla que nos conviene y ya esa premisa es una injusticia en sí misma. Por último, la honestidad es fundamental, sin ella no puede existir proyecto alguno de convivencia ética. No sólo hemos de expresarnos según lo que, ciertamente, pensamos, hemos de actuar en consecuencia a lo que expresamos. Hemos de ser absolutamente ejemplares y si aceptamos el compromiso del servicio público y comunitario, hemos de ser claros y concisos, sin guardar nada en el cajón de la intimidad personal o de los secretos sectorialmente compartidos. Por eso os exijo honestidad a todos, de palabra y de hecho, tal y como yo me la exijo a mí mismo. Porque es la única forma de que, por fin, podamos cambiar el sistema por otro más ecuánime, justo, y digno de nuestra existencia como seres humanos. Estoy seguro de que la inmensa mayoría de los españoles somos honestos, pero creo que no está mal, de vez en cuando, deciros palabras como éstas. Por si alguna vez, alguno puede verse tentado a olvidarse de conceptos tan fundamentales y de los que tan necesitado está el ámbito de la política en nuestro país. No podemos cometer los mismos errores que ya, en el pasado, cometieron otros y que también, estoy seguro, comenzaron su andadura con los mismos buenos propósitos. que se equivocan en su proceder y ocultan ciertos desatinos o meteduras de pata o inquietudes grises a las que, secretamente, deseen aspirar. Hacer eso sería injusto con todos los demás, los compañeros que juntos luchamos por la consecución del proyecto y también aquellas personas por las que luchamos, aunque aún no las conozcamos, ni se hayan implicado en nuestros objetivos. Por tanto, no creo que exista eximente alguno que pueda justificar la omisión de ciertas actitudes, llegado el caso de que algunos de nosotros las cometiera. Denunciar toda actuación deshonesta dentro del grupo, aunque está haya sido cometida por tu mejor amigo, es una prueba fiel de honestidad al propio partido, a sus posibles electores y a los ciudadanos en general. Esto nunca se nos debe olvidar.

que se equivocan en su proceder y ocultan ciertos desatinos o meteduras de pata o inquietudes grises a las que, secretamente, deseen aspirar. Hacer eso sería injusto con todos los demás, los compañeros que juntos luchamos por la consecución del proyecto y también aquellas personas por las que luchamos, aunque aún no las conozcamos, ni se hayan implicado en nuestros objetivos. Por tanto, no creo que exista eximente alguno que pueda justificar la omisión de ciertas actitudes, llegado el caso de que algunos de nosotros las cometiera. Denunciar toda actuación deshonesta dentro del grupo, aunque está haya sido cometida por tu mejor amigo, es una prueba fiel de honestidad al propio partido, a sus posibles electores y a los ciudadanos en general. Esto nunca se nos debe olvidar.

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