jueves, 28 de junio de 2012


HOY TODO ES FIESTA

Hoy todo es fiesta. Hoy escribo, mientras disfruto de los acordes jazzísticos de Boney James. Hoy nada puede salir  mal. Después de la tanda de penaltis al borde del abismo, la mano de Iker y la bota de Cesc emocionaron a toda España. Y nos olvidamos del medicamento que ya no podremos tomar cuando tengamos un dolor de muelas, ni del que careceremos cuando a nuestro hijo le dé un ataque de asma. El milagro surgió anoche, en Donestk, allá por tierras ucranianas, tan lejanas. Y es que, últimamente, son tan efímeros los momentos de alegría, que nos aferramos a un clavo ardiendo con tal de olvidar el sufrimiento. Lo malo es que el sufrimiento no se mitiga, se adormece el cerebro con ilusiones vanas que, en realidad, nada influyen en nuestras vidas cotidianas. ¿Cómo podemos ser tan memos?

Pero, ¡qué más da hoy los problemas!, cuando nos sentimos victoriosos, con la vitola de campeones casi coronando nuestras cabezas. Ensoñaciones estúpidas que, en un albur, se transformará mañana en caída de bruces sobre la realidad. La mirada de nuestro hijo asmático que se asfixia, que no puede respirar. Y, atropelladamente, lo llevaremos como podamos a un servicio de urgencias, absolutamente abarrotado de personas que tienen el mismo problema que tú. El gasto que pretende ahorrar el gobierno con el medicamentazo se lo va a gastar en una peor atención sanitaria. Es de cajón. Estos son subnormales, con perdón para los discapacitados psíquicos. Pero es que no se puede ser más necio e inhumano.  

Mientras tanto los líderes europeos se van de paripé a Bruselas. 29 reuniones fallidas ya y nos dicen que ésta será la vencida. ¿Tenemos que creerles? Si ya la Merkel ha dicho que para que abra el grifo el BCE tendrá que ser por encima de su cadáver. Ya verán. El lunes nos enseñarán un borrador sobre cómo van a invertir y de dónde van a sacar el dinero de los 130 millones de euros que se van a destinar a la inversión productiva, sin especificar demasiado y lo más ambiguo posible, y nada más. De unión política, social y solidaria de Europa, nada de nada. Algo que no les lleve demasiado tiempo, que para mí, en el fondo, han quedado para ver el fútbol. Sí, el fútbol, esa fiesta que a los españoles nos tiene tan emocionados ¿Nos durará la fiesta hasta el lunes?

Porque ahora lo que importa es que el sueño nos dure. Esta alegría que, aunque ficticia, lo sé, nos da esta sensación de ser indestructibles, como rígidas atalayas ante el panorama de mediocridad europea. Seremos pobres en dinero, pero no renunciamos a los sueños desbordados en el río de la vida. Quijotes descafeinados en eso de la ética y el honor. Estamos tan necesitados de esperanzas, de sueños e ilusiones, que rogamos al Dios Del Bosque una buena alineación y estaríamos dispuestos a sacrificar el pan de nuestros hijos para pagar la fabulosa prima (sin riesgo) de nuestros futbolistas, con tal de que Iker levante la copa en nuestro nombre y nos sintamos, de ese modo, un pueblo unido en la victoria. ¡Seremos estúpidos! ¡Seremos gilipollas!


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