domingo, 3 de junio de 2012


ABANDONADOS

   A la Sra. Emilia la invitaron al magazine matinal. Iba a ser entrevistada por la famosa presentadora del momento. El estudio estaba pintado de verde, de verde ecologismo, diseñado a juego con la indumentaria campestre que lucía la guapa presentadora. La Sra. Emilia mostraba a cámara a su perrito Fufú, con el orgullo de una madre correspondida. El tema versaba sobre los derechos de su pequeña criatura. Relató cómo encontró a Fufú abandonado, en la calle, desaliñado y desnutrido, y no pudo resistirse ante su carita tierna de bebé y se lo llevó a casa. La Sra. Emilia sabía que los animales tenían sus derechos y que abandonarlos al peligro de las calles era una brutal crueldad. Lo que desconocía la Sra. Emilia era que, en aquel mismo momemto, Jesús, el indigente, estaba sentado sobre unos cartones fríos en la puerta de los grandes almacenes aledaños a los estudios en los que ella era entrevistada. Jesús miraba hacía el interior del comercio, con la mirada fija en la pantalla plana del televisor de plasma que había en el escaparate y podía oír con nitidez la palabras de la Sra. Emilia. 

Una hora más tarde la Sra Emilia salía de los estudios de televisión y se encaminaba hacía la parada de taxi más cercana. Y, en el trayecto, se cruzó con Jesús, coincidiendo sus miradas. A Jesús le brotaron unas lágrimas repentinas y el nudo que se le hizo en la garganta le impidió pronunciar palabra. Tan sólo alcanzó a expresarse con dos escuetos ladridos, que contenían una esperanza infinita.


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