LA SEDUCCIÓN DE LAS
PALABRAS
Debemos tener cuidado y reflexionar
sobre cada palabra que utilicen los políticos. Ellos usan el lenguaje para
manipularnos y, a través de los medios de comunicación, moldear voluntades.
Algunas veces, cuando se ven acorralados por la curiosidad pública, usan
términos ambiguos o peroratas con mucha paja y un gran vacío en su interior.
Pero la mayoría de las veces buscan acepciones que acaben convenciéndonos de lo
irreal. En los últimos años de bonanza económica pusieron de moda la palabra
“Sostenible”. Basándose en “Sostenible”, en un pueblo de mi provincia, en
Matalascañas, los chalets de lujo, lindan ya con la reserva natural de Doñana e
invaden prácticamente las marismas de El Rocío. En todo el mundo, pero sobre
todo en España, se han hecho barbaridades ecológicas apoyándose en la palabra
“Sostenible”, cuando era evidentísimo que nada se sostenía en realidad. El
mundo se derrumbaba mientras lo percibíamos, sí, pero el 95% de la gente nada
hacía, sometida cómo estaba, a la idea de que todo era “Sostenible”. Pero los
tiempos de bonanza ya acabaron y cada vez un mayor número de personas descubre
la mentira y expresa la realidad de que nada se sostiene y que, como la lógica
impone, toda causa conlleva consecuencia y de nuestro despilfarro,
inconsciencia y falta de moralidad nos llega ahora este paulatino hundimiento.
Lo más preocupante es que ya barajan
nuevos conceptos para darle más vueltas a la tuerca. Ahora el término elegido
es “Competitividad”. Si hasta han rebautizado un ministerio, el de economía,
que pasa a llamarse: Ministerio de Economía y COMPETITIVIDAD. Ahora quieren
convencernos de que para aspirar al éxito económico y social hemos de ser
competitivos, luchar entre nosotros y, de paso, destrozan la unidad del pueblo.
Nos dicen que para mejorar hemos de joderle la vida a otro y… ¿les creemos?
Con el cuento de que con la
competitividad de las empresas tendremos precios más económicos, privatizan
bienes públicos, llenando sus alforjas de camino. Nos presentan modelos
competitivos del deporte que nos hablan de sacrificio en el trabajo y nosotros,
tontos, aplaudimos mientras se nos cae la baba ante el televisor, viendo otro
gol. Nos quieren convencer de que la verdadera dignidad está en quién se
sacrifica por la familia, por la empresa y por sus jefes, mientras ellos,
sentados al borde de su piscina, compran por teléfono acciones en la bolsa o
especulan con la plusvalía de un terreno recientemente catalogado como
urbanizable.
Lo que ellos no saben, mejor dicho, no
pueden saber porque sus glamorosas vidas les impiden reconocerlo, es que a
nadie se le puede engañar eternamente. Que las personas aprendemos con el
tiempo de nuestros errores y llega un tiempo en el que las palabras reclaman su
significado real y entonces las verdades se imponen. Y llegado ese tiempo
aquellos que nos mintieron tendrán que soportar las consecuencias de sus actos,
tendrán que pagar por sus mentiras y amoralidad delictiva. Creo que ese tiempo
está llegando ya. Es inminente. Pero aún así, debemos tener cuidado y
reflexionar mucho sobre cada palabra que utilicen los políticos, los actuales y
los futuros.
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