ESPAÑA VA VIENTO EN
POMPA
España va, como bien
dice un amigo, viento en pompa. Sí, España va tan bien que se inauguran
aeropuertos sin tráfico aéreo, pero con esculturas mayestáticas en honor a
presidentes regionales, y servicios hospitalarios sin dotación ni personal
médico. España va tan bien, tan viento en pompa, que nuestro rey se sacrifica
para que en los programas del chismorreo, señores tan petardos como Jaime
Peñafiel no se queden sin sustento. España va tan viento en pompa, que los
políticos que muestran sus desnudos traseros a la viril Merkel y a los mercados,
aumentan sin pudor y sin vergüenza. ¡Qué lejos estamos del copago sanitario,
del copago en las autopistas y de la privatización de la seguridad social! Nada
que ver con países tan míseros como Portugal o Grecia. Aquí celebramos nuestra
bonanza regulando la fiscalidad, por mucho que se empeñen los traidores al país
en llamarlo amnistía fiscal. Nada de amnistía fiscal, regularización, para que
los desgraciaditos y bonachones de los especuladores dispongan de efectivo y así
puedan jugárselo en los casinos de la New Vegas y gastárselo en putas baratas y
en cocaína, como el bendito de los ERES. España va tan viento en pompa, que
hemos decidido ayudar a empresas tan deficitarias como la armamentística y los
bancos mercantiles. Hemos decidido subir la tasas universitarias porque ya nos
sobran ingenieros y arquitectos y los mandamos a Alemania, pobrecitos, para
ayudarles a reflotar su industria y su precaria I+D, toditas tan abatidas
ellas. Aquí lo que necesitamos son basureros que se escaqueen y no se afanen en
la pulcritud institucional. Y parados, sobre todo parados, de ahí la nueva
reforma fiscal, sí, porque hemos de ser solidarios y compartir, entre todos, el
ocio eterno y la agradable sensación de los desahucios. España va tan bien, tan
viento en pompa, que en vez de erradicar las duplicidades institucionales, las
fomentamos y, si nos dejan, las convertimos en triplicidades, que es necesario
aumentar los despachos siempre solitarios de los tropecientos mil nuevos
asesores y de los tropecientos mil cargos designados a dedo por el gobierno
(este o el que venga, da igual). España va tan viento en pompa que los jueces
engrosan sus cuentas diciendo que las preferentes son legales y, de paso, le
hacen un favor al pueblo, tan necesitado de compartir su sufrimiento. España va
tan bien, tan viento en pompa, que ya hemos dejado de construir, hemos decidido
que ya hemos llegado a la altura suficiente, esa de la que se puedan lanzar,
con seguridad mortal, los miles de suicidas que aumentan a diario.
Sí, señores, no nos
engañemos, España, tal y como decía el presidente Aznar en sus tiempos, va muy
bien, viento en pompa. Colaboremos también a engrandecer el país. Salgamos a la
calle todos y, en vez de protestar, que eso da mala imagen al ser cosa de
terrorista, bajémonos los pantalones y
mostremos nuestras nalgas desnudas. Dejemos que el mástil del
crecimiento económico diseñado por el actual gobierno insufle sus velas al
viento y gritemos al unísono con inmenso placer: “ESPAÑA VA VIENTO EN POMPA”.
¿Qué pensarás entonces,
que todo ha sido una pesadilla?
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