A ESTE PASO…
A este paso no tardará en llegar el día en el que los
supermercados estén repletos de alimentos y no queden clientes que puedan
comprarlos. Y, mientras, la venta de coches de lujo sube como la espuma. Este
sistema está podrido y desquiciado, pero seguimos adorando al Dios Don Dinero
por encima de todas las cosas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así? ¿Hasta que
veamos a nuestros hijos morir de hambre?
Una de las cosas que más me maravilló de 15M fue ver a gente
dispuesta a trabajar durante horas sin haber preguntado primero cuánto iba a
cobrar por ello. Recuerdo que le dije esto a Rafael, un compañero de asamblea,
el día que fuimos a dar una conferencia en la universidad de La Rábida, en
Huelva. Sólo recordaba algo parecido en los años de la transición. Pero esto
era aún más increíble. En los últimos 30 años la consciencia del ciudadano
español ha sido sutilmente moldeada en la cultura de la competitividad y la
depredación. Sólo se llegaba a ser alguien cuando lograbas posesiones y
capital, si no era así, no eras más que un fracasado, repudiado por las élites
laureadas. El éxito consistía en hundir a competidores y enemigos y conseguir
el mayor número de hipócritas aduladores. Mucha culpa de todo esto la han
tenido los bancos con sus pastelitos dulces impregnados de veneno. También los
medios de comunicación y su gran rueda publicitaria. El propio sistema
educativo, con su competitivo meritaje. Hasta las mismas familias, que admiran
a sus hijos por su éxito más que por ser buenas personas (bueno no, tonto es lo
que tú eres, me decía mi madre).
Acabo de leer en la prensa que, de aquí a 2015, en España,
500.000 familias perderán sus viviendas, embargadas por los bancos. Eso
significa que 1.500.000 de personas más tendrán que vivir en la calle. Si
sumamos los ya existentes estaremos hablando de casi el 5% de la población
española. Y si a estos sumamos el número de parados y de pensionistas que
sobreviven con una mísera pensión, pronto podremos decir que el 15 o 20% de la población
española tendrá una situación de ruina permanente en sus vidas. Esto provocará
sin duda dramas lacerantes, algunos posiblemente cercenen su vida y quién sabe
si llevándose o no a alguien por delante. Sin embargo, aparentemente, no está
ocurriendo nada. Los bancos siguen insuflando dinero en las cuentas de sus
ejecutivos. La bolsa, como siempre, sigue siendo el centro de atención. En los almacenes de trigo apenas entra la
luz, porque la puerta se abre muy de tarde en tarde y así sacar el más alto y
rentable de los precios. En las oficinas de patentes los listos se mueven
rápido con la intención de patentar el aire o el sol o el mar…, ¿quién sabe?
Los valores democráticos y la justicia se corrompen a pasos gigantescos por
más, por mucho más, de 30 monedas. Y los que aún respiran se aferran a lo poco
que tienen, temiendo perderlo mañana.
¿Por qué seguimos soñando con el puñetero Ferrari?, si tan sólo
se lo pueden permitir ellos, los que nos están jodiendo la vida. ¿Por qué
nuestro pedestal sigue siendo el Ferrari o el chalet o la puñetera acumulación
de dinero?, si para ser felices no necesitamos, en realidad, nada de eso. Si
para ser felices nos basta con estar rodeados de amor y tener nuestras
necesidades cubiertas. ¿Por qué seguimos queriendo mantener un sistema que nos
asfixia? ¿Cuándo va a llegar el momento
en el que despertemos y nos demos cuenta de que esto nunca funcionó en
realidad?, que lo único que hemos estado haciendo en el último siglo ha sido
solidificar y legalizar la injusticia, la ambición y la codicia. Que nos iría
mejor si dejásemos de ser competitivos e
impulsáramos la colaboración altruista entre todos y que si todos decidiéramos
trabajar en el bien común, sin preguntar primero cuánto voy a cobrar por ello,
quizá lográsemos encontrar una solución, inventar un modelo nuevo, hasta ahora
desconocido, y que nos abriera las puertas de un renacimiento de la humanidad.
¿Para qué queremos tantos supermercados, si no podremos comprar
los alimentos?
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