DE AMBICIOSOS A ASESINOS
Muchos de ellos nacieron en familias que, por su elevada
posición en el estrato social, le exigían estar a la altura. Fueron educados en
el fervor católico y su idolatrismo al dinero. Ya desde pequeños le indujeron
la conciencia de seres superiores, por gracia de Dios, por cuna y tradición de
sangre, porque se lo pueden costear. De modo que la ambición, el ansia de
poder, es algo inherente a ellos desde que tuvieron conciencia. En el ámbito
político nacional, estos señores suelen estar en el PP, aunque también los hay
en otros partidos, ocultos bajo una máscara progresista. Pero en el PP, todos
están uniformados con el traje de la ambición por el poder.
Por eso la debacle electoral de marzo de 2003, tras los
atentados de Atocha, les dolió en el alma, si es que la tienen, y no supieron
nunca asumir aquella derrota democrática con gallardía, por mucho que algunos
hasta introduzcan tal acepción en su apellido. Estuvieron durante ocho años
inventando conspiraciones, películas de espías traidores y hasta persecución
policial y judicial, cuando la realidad, estaba patente en los casos Gurtel,
Palma Arena y tantos otros que, junto a los escándalos del PSOE (los ERES, Mercasevilla,
etc…) han mancillado la ética política y destrozado la credibilidad en la honestidad de las instituciones españolas. Tanto unos como otros metiendo la mano en la caja pública, en sus
distintos gobiernos locales, provinciales, regionales y nacionales y la
economía global de este país y del 99% de los españoles se acercaba más a la
bancarrota.
Y ahora que, gracias a la negligencia e ineptitud flagrante
del anterior gobierno, han recuperado las riendas del poder no están dispuestos
a perderlo de nuevo, hagan lo que se tenga que hacer (o como le gusta tanto
decir a Rajoy: “Haremos lo que debemos hacer”) y caiga quien caiga. Ellos saben
que estamos muy cerca del no retorno. Saben que ganaron las elecciones
prometiendo en su programa ciertas cosas que no solo no han cumplido, sino que
han hecho justo lo contrario. Nos hablan de necesaria austeridad, pero aumentan
sus coches oficiales y se suben los sueldos y las dietas, mientras a nosotros
nos aprietan con el cinturón de su reforma laboral. Nos hablan de una mayor
presión fiscal frente a las economías sumergidas, mientras otorgan una amnistía
fiscal a sus coleguitas, los defraudadores de las grandes empresas. Nos hablan
de incentivar la economía, mientras se conceden préstamos de decenas de
millones de euros a los bancos y empresas financieras. Nos hablan de restringir
las subvenciones a los sindicatos, mientras se le conceden grandes cantidades a
la patronal y hasta se le da una indemnización multimillonaria a una empresa
armamentística porque el anterior gobierno la obligo a destruir sus bombas de
racimo. Nos dicen que su mayor interés es crear puestos de trabajo, pero en el
primer año de su gobierno tendremos 600.000 parados más. Pero ellos seguirán
con sus viajes en 1ª clase, sus hoteles de más de mil euros la noche, sus 600
euros mensuales para taxis, su cotización a hacienda de sólo un 4,5%, su
derecho de jubilación a los 11 años cotizados y demás privilegios inmorales. Su
estirpe no merece menos, pensarán. “Somos los salvadores del país”, dirán, absolutamente convencidos de sus mentirosas palabras.
Pero ellos no son tontos, aunque demasiadas veces parezcan
que lo son y que de nada se enteran. Ellos conocen perfectamente cuál es la
situación. Saben que pronto España se verá obligada a pedir un rescate a la UE.
Ni los más optimistas creen en la veracidad presupuestaria para 2012 presentada
por el ministro Montoro. Saben que el control del gasto será difícil de
cumplir, pero que aún más difícil será llegar a los ingresos previstos. Saben
que eso hará caer aún más los mercados y que la prima de riesgo subirá a
límites inconcebibles y será necesario el rescate. Y ellos, con su veneración
clasista no querrán renunciar a su compadreo con los señores que dominan el
mundo, ellos se sienten prestigiosos así, ¡qué le vamos a hacer! Saben que las
consecuencias de las medidas impuestas por Bruselas encenderán la mecha de la
revuelta social en España, el pueblo que los ha elegido y que les pedirá un
cambio de rumbo radical en su política. Lo saben, como saben que negar la
voluntad del pueblo que los ha elegido los convertirá irremisiblemente en traidores.
Pero no les importa, de tal catadura moral estuvieron hechos siempre, no hay
más que recordar las manifestaciones del por entonces ministro Acebes tras los
atentados de Atocha, y ahora no van a ser menos.
Ya están preparando una nueva ley que cercene los derechos
de los ciudadanos democráticos de reunión y manifestación. Ya se están ocupando
sino de coartar el derecho de expresión, si de manipularlo a su antojo a través
de su poder en los grupos mediáticos. Ya están preparando una nueva ley que
equiparará a las personas que protestan en una manifestación con los
terroristas de ETA. Ya han dado las órdenes pertinentes, a través de los
distintos subdelegados de gobierno, de preparar adecuadamente a las fuerzas de
seguridad, autonómicas y estatales, y se están gastando ingentes cantidades de
euros en material y armamento antidisturbios. Entre los que están los gases
lacrimógenos, sin usar desde hace más de una década y prohibidos por la UE, al
igual que las pelotas de goma, una de las cuales asesinó, hace unos meses, a Iñigo Cabacas en Bilbao y otra dejó tuerto a un chico italiano en
Barcelona el día de la huelga del 29 marzo.
Bien, ya han pasado la línea. De ambiciosos ya han pasado a
ser asesinos. Sí, tras la palabras del consejero de interior, Rodolfo Ares ,y
las declaraciones del señor Puig en Barcelona se desprende con claridad que no
piensan cambiar de estrategia, muy al contrario, en cuanto tengan la más mínima
oportunidad reprenderán más al pueblo.
La pregunta fundamental es: ¿Cómo ha de actuar el pueblo frente a las
ansias asesinas de estos gobernantes para con el que debiera ser su pueblo
soberano? Comprendo vuestra rabia, yo sentí vergüenza y me sentía asqueado
cuando, en el telediario, la vendida de Pepa Bueno, nos decía que la ertzaintza
había acudido tras la llamada de auxilio de un ciudadano que decía que en aquel
lugar había alguien semiinconsciente. Era todo mentira, asquerosa y burda
manipulación ordenada por nuestros indignos gobernantes para cubrir únicamente
sus intereses profesionales (si es que a lo que hacen se le puede llamar profesión). ¡Qué asco, por Dios! ¿Cómo pueden llegar a
ser tan rastreros, tan abyectos y miserables?
Yo también siento la misma rabia que vosotros y a mí también me entran
ganas de salir a la calle y cometer una locura. Pero no, ese no es el camino,
la violencia engendra sólo más violencia, odio, venganza y más muertes. Los
asesinos son ellos, no nosotros. Y su grandeza de poder les hace creerse
inmunes, con licencia incluso para matar. Lo que son incapaces de ver es que
todo el mundo les está ya observando (el otro día se sorprendió la flamante
vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al ver en la rueda de prensa a una
televisión holandesa, ni siquiera han entendido que estamos al borde de la
quiebra y eso suscita interés y preocupación en Europa). Que en los tribunales
internacionales y en el alto comisionado por los derechos humanos de la ONU, se
nota ya la preocupación por la deriva antidemocrática en la que está entrando
España y que es dirigida y auspiciada desde el propio estado español. Ahí es
donde debemos presentar nuestras demandas y nuestras denuncias, pero además
debemos seguir saliendo a las calles, que cada vez seamos más, pero siempre en
protesta pacífica. Sé que caeremos algunos más en el camino, víctimas de las
órdenes represoras de nuestros gobernantes actuales, pero debemos mantener la
calma y nunca alzar nuestro brazo en apoyo a la violencia.
Nosotros somos
dignos de ser seres humanos, ellos no, ellos son ambiciosos, codiciosos y
asesinos. Y no tengáis ninguna duda de que les venceremos algún día. La
justicia y la verdad, con el tiempo, siempre prevalecen. La verdad no puede
ocultarse eternamente. Y la tragedia y el sufrimiento producido por sus
crímenes saldrán algún día a la luz pública. Y serán juzgados y condenados por
ellos. Nosotros somos los que tenemos la justicia y la dignidad al alcance de
nuestra mano, tan sólo depende de nuestra voluntad y compromiso para estirar
los brazos y hacer todo lo posible por alcanzarlas.
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