CIVILIZACIÓN
Aquél loro notó
que algo había caído cerca y se lo guardó inmediatamente debajo del ala. Luego
cayó algo más e hizo lo mismo, y así una y otra vez hasta acapararlo todo
debajo de su ala. Ningún otro loro se preocupó demasiado por ello entretenidos
como estaban volando de rama en rama. El loro miraba al cielo y los veía volar.
Él no podía intentarlo, si abatía las alas se le caería lo que guardaba.
Entonces decidió entregar un poquito de lo acaparado, solo un poquito, a los
pocos loros que amaban tanto la verborrea como la codicia a cambió de promulgar
una ley que prohibiera el vuelo. Ahora los loros caminan mirando el suelo,
rebuscan en la inmundicia del suelo algún pequeño tesoro inexistente y ya ni
recuerdan eso de volar.
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