EL DESEO vs LA ÉTICA
Desde que a finales de los años 20 del siglo pasado, Edward
Bernays, sobrino de Freud, se instaló en la suite del ático del hotel
Sherry-Netherland, de New York, convocó a las grandes corporaciones de
entonces, esas que aún siguen programando nuestros deseos infértiles e
irracionales, y aplicó las técnicas del psicoanálisis de su tío en las masas,
convirtiéndonos en seres consumidores no ya de productos básicos, sino de
productos sin ninguna funcionalidad para nuestra subsistencia, manipulando el
concepto de la felicidad de los humanos en base a sus deseos más perversos por
consumir y poseer no ya productos útiles, sino la extensión psicológica de lo
proyectado maquiavélicamente sobre productos superfluos en los que el ser
humano veía, como un espejismo aparente, pero más real que la realidad misma e
insuficiente ya para crear en el consumidor una imagen de poder y éxito social,
sexual, y económico irreal, la esencia democrática comenzó a resquebrajarse.
Podemos desear la luna, pero nadie en su sano juicio, podrá
creerse poseedor de la luna. Sin embargo no dudéis de que si hoy en día, una
corporación todopoderosa la pusiera en venta por parcelas, sobrarían
compradores. Compradores que se creerían dueños de ella, aunque nunca llegarán
a pisarla, con mostrar el título de propiedad ya se darían por satisfechos y
felices. Así de estúpido es el ser humano.
Hoy, casi noventa años después, podemos ver la evidencia en
nosotros y en nuestros propios hijos y nietos. Decidme: ¿qué utilidad tiene un
Ferrari? No más que un pequeño utilitario, ambos te llevan adonde quieras, sin
importar la distancia que tengas que recorrer. Pero casi todos, si pudieran
costeárselo, lo comprarían, porque en nuestra mente manipulada pensamos que nos
otorgará mayor éxito social, sexual y económico y en realidad un gilipollas no
dejaría de ser un gilipollas, sólo que sería un gilipollas con el volante de un
Ferrari entre las manos. Algunos me diréis que sirve para correr más, sí, pero
para qué queremos correr más, es que por eso vamos a estar mejor nutridos o
vamos a conseguir que nos amen más o vamos por ello a ser más dignos. No,
seguiremos siendo tan sólo un estúpido gilipollas, el mismo que siempre fuimos.
Unos de los primeros encargos que le hicieron a Barneys, se
lo hicieron las grandes compañías tabacaleras de América. Y fue conseguir que
las mujeres se aficionaran a la moda masculina de fumar cigarrillos. Entonces contrató
a famosas actrices de la época y aprovechando una manifestación de las
incipientes feministas, reclamando el derecho de las mujeres al voto, les
ordenó vestirse con ropas de hombre y caminar junto a las feministas con
cigarrillos encendidos en los labios. Ahora sabemos que el tabaco mata,
entonces imagino que también, pero eso poco le importaba a Barneys. Lo que él
quería era que las mujeres asociaran la idea de encender un cigarrillo con el
logro feminista de que las mujeres se colocaran socialmente a la misma altura
de los hombres. Y lo consiguió, durante décadas las mujeres pensaron que el
cigarrillo era en realidad la proyección del falo del que ellas carecían entre
las piernas.
Si de verdad queremos cambiar esta democracia aparente e
irreal, tendremos que erradicar de la mente de las masas, la estúpida
irracional de sus deseos superfluos y adquiridos desde la manipulación mental
de la realidad objetiva. Los hombres podremos desear a una mujer, pero no
podemos desear la posesión de la mujer, no puede ser ético pensar en ello
siquiera. La ética debe imponerse por encima de los deseos nocivos de la
propiedad única del individuo, del yo egocéntrico e irracional. La nueva
sociedad y la regeneración de la convivencia democrática deben estar basadas en
el bien común y no en los deseos oscuros y perversos del individuo. Si
realmente queremos vivir en una realidad que nos pueda facilitar la ansiada
felicidad, debemos desprendernos de los deseos irracionales con los que el
mercado impuesto por las grandes multinacionales nos están esclavizando. Si no
nos centramos en este primordial objetivo, nada de lo que hagamos en pos de un
mundo más justo, solidario, digno y éticamente humano, dará resultado jamás.
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