CAMBIEMOS EL MUNDO
Dejémonos de consignas
melancólicas de otros tiempos, no hablemos del Che, ni gritemos a desalambrar,
que otros que gritaron lo mismo hace unos años, ahora nos gobiernan, nos roban y
tratan de manipularnos. No es bueno que nadie diga: yo también hice mi
revolución cuando era joven, tratando así de confundirnos con sus postulados hipócritas.
Esta vez debe ser
diferente, debemos congregarnos en los pueblos para soñar con la construcción
de ideas nuevas, regeneradoras, que erradiquen la codicia del ser humano y buscar
algo aún por realizar. No debemos acceder a mitificar a los grandes adalides de
la política contemporánea o pasada, no deberíamos idolatrar a señores como Bill
Gates porque, en esta sociedad capitalista y liberal, supo aprovechar su
oportunidad para amasar su gran fortuna, o como el señor Bono, el cantante de
U2, porque hace campaña para recaudar fondos para la Unicef, mientras su
inmenso capital está guardado y bien guardado en las cajas de los más
importantes bancos instalados en paraísos fiscales. Debemos luchar para que el
sueño de nuestros hijos no sea conducir un Ferrari o vestir una camiseta Nike,
confeccionada por las manos esclavas de los niños del tercer mundo. Desear que
sus sueños sean conocer el amor antes de morirse y vivir siendo felices,
compartiendo su felicidad con todos.
Es posible cambiar la
sociedad en un mundo mejor, más solidario y honesto, en el que el sufrimiento
no sea más que la añoranza de los viejos corruptos desde la celda de la cárcel
a la que los hayamos confinado. Un mundo en el que nadie carezca de lo mínimo
para sobrevivir porque es imposible construir la felicidad de un ser humano
sobre la muerte de otro. Un mundo quizá no igual para todos, pero sin grandes
desigualdades para nadie. Hemos de entender que no se pueda equiparar el sueldo
del director de un banco con el del cajero, que la productividad no en todos
los casos es igualitaria, pero es que hoy la diferencia entre ambos sueldos es
inmoral, vergonzosa y deshonesta, por muy legal que sea. Los sueldos de todos
han de equipararse al sueldo medio español, poner un tope, por ejemplo, el
sueldo del presidente del gobierno y que a partir de ahí fuese ilegal cobrar
más, tanto en la empresa pública como la privada. Estamos de acuerdo en que con
el sueldo del presidente del gobierno todos podríamos vivir holgadamente. Entonces,
¿para qué alguien quiere más? A esos, a los que quieren más, es a los que hay
que retirar de la sociedad, de esos deberían estar llenos los presidios en el
mundo y no del que roba porque sus hijos llevan tres días sin comer. El famoso
modelo capitalista del "estado de bienestar" debería ocuparse de
nivelar el estado de bienestar de cada uno de los ciudadanos del mundo. Si
fuera así, nadie tendría, en cuanto a economía, porqué aspirar a más, pues
tendría lo justo para sobrevivir. La vida sería algo más sencilla, sin
devoradora competitividad, sin esta locura que nos está llevando a la extinción
de la especie.
Para eso, deberíamos
pensar que estamos aquí, porque si lo logramos, estaremos logrando regenerar el
pensamiento humano y así podremos disfrutar del milagro que es la vida.
Por todo ello os pido,
a cada uno de vosotros y vosotras, que nos movilicemos impulsados por la más
que lógica indignación que ahora tenemos, mostremos nuestro inconformismo y
protestemos en las calles, en las plazas públicas y, llegado el momento, en las
urnas. Son nuestro espacio y es el momento. Movilicémonos, recuperemos el foro
del pueblo. Y como dijo Celaya: Salgamos a la plaza, mostremos nuestros cuerpos
abatidos y, puesto que vivimos, cambiemos el mundo.
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