¡OJALÁ NADIE ACABE MUERTO EN
LA CARRETERA!
¿Quién no ha soñado alguna
vez con tener las manos sobre el volante de un Ferrari, tener la potencia
imposible, los reflejos de un lince, la velocidad de un huracán? Así se
sintieron, de la noche a la mañana, los Zaplanas, Camps y Fabras del PP, en la comunidad valenciana. Y claro, cuando se mira desde arriba, todo se hace banal
y pequeño ante nuestros sueños de ambición. Los campos de naranjas crecieron
hasta la altura de las cinco estrellas del hotel más opulento y los aires de la
Malvasía se tornaron inspiraciones muniquesas, con bólidos veloces sobre la
asfaltada arena de la playa. El espacio aéreo se llenó de aviones imaginarios
que despegaban y aterrizaban en el más moderno de los aeropuertos. Las
mansiones crecían, sin apenas riego, sobre montes y laderas. Partían viajeros,
atletas y descubridores de nuevos mundos desde las alas abiertas de la bahía y,
en su lujosa locura, todos mirábamos, desde abajo, embelesados y agradecidos.
Esa era su visión de un gran futuro, ser los reyes de un pueblo rico y feliz,
conocido en todo el mundo por algo más que los cítricos. Pero para llegar a ser
Rey es necesario abatir a los enemigos, a aquellos que quieren competir por el
trono. Y llegaron las alianzas, los secretos compartidos u ocultados, la
mentira como el mejor de los argumentos, la lealtad en público y las puñaladas
traperas en la intimidad. Además, estaba la tentación del erario público, tan
accesible en Bancaja o en el Banco de Valencia. Y ciegos de soberbia, de
confianza plena en sus soberbias, recalificaron terrenos, especularon con
propiedades comunitarias y municipales, y crearon pueblos, ciudades y hasta
parques temáticos de la nada. Se sentían capaces de los mayores milagros,
convertir un agujero de tierra en la tierra prometida del lujo y de la creación
de riqueza infinita. Y cambiaron sus relojes por rolex de prestigio, sus
viviendas por palacetes, y la basura de sus bolsas por binladens de 500 euros. Eso sí, sólo algunos, los más deshonestos y avezados, condujeron el Ferrari.
Ahora nos damos cuenta de
que el sueño del Ferrari era tan sólo una imagen falsa reflejada en un espejo.
Ahora. Cuando el espejo se ha roto y la imagen ha quedado retraída en el trozo
más grande del crstal. El resto de pedazos sueltos somos los millones que nos
hemos quedado sin nada, únicamente un vacío pleno de incertidumbre. Presagios
tenebrosos para el futuro de unos hijos a los que dijimos que nada era más
grande que conducir ese puñetero Ferrari. Sí, porque fuimos estúpidos,
regocijados por la bonanza y mirando siempre para otro lado, sin escandalizarnos de tanta miseria moral. También fuimos culpables, sí. Nos daban trabajo, sus
limosnas se expandían y pensábamos que mientras todo fuera así ¡qué importaba
si robaban un poquito! Es más, ¿quién no haría lo mismo en su lugar?, nos “afirmábamos”,
tirando a la basura, como si fueran desperdicios, todos los valores éticos
inculcados por nuestros abuelos.
La Comunidad de Valencia acaba de pedir el rescate a un país que necesita el rescate a Europa.
Mientras los señores de los Gurtel, Brugal, Frabra, Camps, Costa, etc.., siguen
con sus corbatas y trajes impecables y su impoluto porte de ladrones elegantes, los enfermos crónicos no podrán tener acceso a los medicamentos, pues las
farmacias estarán vacías. Los farmacéuticos no cobran desde hace meses y la
comunidad no encuentra banco que le financie los créditos necesarios para
afrontar los pagos. Esta será la 1ª comunidad intervenida del país por el
gobierno central, que endurecerá aún más la subsistencia de los más
desfavorecidos. Los radicalismos crecerán, el odio al PP se transformará en
mayor visceralidad contra la centralización estatal. Ya, entre ellos mismos se
temen. Feijoo, en Galicia, ha desconvocado la reunión del PP, prevista para la
semana que viene porque ya no quiere hacerse la foto con Montoro. Aquí todo
Dios quiere huir de la quema. La lucha entre unos y otros y la búsqueda de
culpables necesarios para aliviar la propia culpa será la estrategia más
fomentada entre los políticos de aquí en adelante. Ya no se fían ni de los
propios compañeros de partido. Todo esto derivará en inevitables luchas por el
poder en las comunidades autónomas. Se hablará desde el gobierno de peligro de
desmembramiento nacional y desde las autonomías de injerencias
inconstitucionales. Vienen tiempos convulsos, de violencia a flor de piel, como en los años previos a nuestra guerra civil, como si nada hubiera ocurrido desde entonces. El
gobierno, tras la intervención de la Comunidad Valenciana, intervendrá en
Murcia y Castilla-La Mancha, para luego pretender hacer lo mismo con Cataluña y
Andalucía, rebeldes en las urnas. Los próximos 6 meses serán cruciales para la
sobrevivencia democrática en España. No sólo la economía estará en peligro, lo estará también la propia convivencia democrática, ganada a pulso con sudores y sangre.
Ya veremos qué nos sigue
deparando aquel sueño estúpido de conducir un Ferrari a la velocidad del huracán.
¡Ojalá nadie acabe muerto en la carretera!
También nosotros somos culpables. Nos podrán bajar los sueldos, quitarnos la paga extra, las becas, subvenciones, el estado de bienestar, el trabajo, y hasta la casa; podrán subir el IVA hasta el infinito, pero nunca nos arrebatarán la dignidad y el sentido del humor. Es por lo que claman todos los españoles. Fuimos estúpidos, si. Nos regocijamos en la bonanza, si, hemos estado mirando para otro lado durante mucho tiempo, si, no hemos sentido el mas mínimo rubor por la miseria moral que nos rodeaba, si, y para vergüenza nuestra lo hemos consentido, si. Estos son motivos suficientes para sentirnos culpables, si amigo, también somos culpables. Ellos nos daban trabajo y como tu bien dices esas limosnas se expandían por todo el territorio, estábamos convencidos de que mientras todo fuera así ¡qué importaba si robaban un poquito! Es más, ¿quién no haría lo mismo en su lugar?, nos “afirmábamos”, tirando a la basura, como si fueran desperdicios, todos los valores éticos inculcados por nuestros abuelos, y lo peor es que a nuestros hijos le hemos inculcado esa cultura, ahora el regreso a dichos valores y principios será cuestión de algunas décadas, y dada la situación en la que estamos el tiempo juega en contra nuestra. Completamente de acuerdo contigo Francis.
ResponderEliminar