LA
GALLETA GAY DE OREO
Ayer, todo el mundo dio por
hecho que el debate que reventaría las redes, sería el relativo a la final de
la Eurocopa entre España e Italia, pero no fue así. El debate que petó las
redes, iniciándose en Estados Unidos y expandiéndose desde todo el continente
americano, más allá del Pacífico y el Atlántico, fue el de la presentación de
un anuncio publicitario de la compañía Kraft, la de las galletas Oreo, en el
que mostraban una galleta oreo que, en vez de tener la capa de nata intermedia,
contenía siete capas en el siguiente orden: rojo, naranja, amarillo, verde,
azul y morado. Resultado: la primera galleta gay del mundo. El producto aún no
existe como tal, ni tiene la empresa intención de fabricarlo, no es más que una
fotografía. La fotografía la colocó la empresa en su página facebook como
emblema homosexual, con motivo de la semana del orgullo gay. Pero
inmediatamente generó más de 200.000 “Me gusta” y unos 37.000 comentarios.
Comentarios para todos los gustos, ya podréis suponer, desde el gay agradecido
por el apoyo de la empresa a la causa, hasta el fanático descerebrado que dice
odiar a los invertidos y que prometía no comprar más galletas Oreo (aunque si
me las compra mi hermano me las como, afirmaba el idiota). El caso es que, en
menos de una hora, se abrió una petición de en Change.com y ya son miles las
firmas que reclaman la fabricación y comercialización de las galletas.
¡Cómo saben hacer negocios
estos americanos! Se han sacado de la chistera de la nada un mercado generoso, sin tener siquiera el producto. No creo que fabriquen finalmente la galleta gay,
porque una galleta de siete capas sería imposible de mojar en el café, pero no
descartaría que, de ahora en adelante, nos vayan sacando nuevas galletas Oreo. La
roja para los pasionales y los labios de mujeres fogosas. La naranja para los
primorosos, los promiscuos y los indefinidos. La amarilla para los
conservadores, los hieráticos y los espías. La verde para los amantes del amor
sin barreras, los que guardan en sus ojos manantiales y el frío se refugia en
sus axilas. La azul para los soñadores, los que surcan el mar en los cielos y, allá
donde miren, sólo ven belleza. Y la morada para quienes se someten
voluntariamente a penitencia, los que caminan con el sobrepeso de sus culpas,
los reprimidos
En fin, que la compañía
multinacional Kraft, posiblemente, aumente sus ingresos el año que viene. Está
claro que es un buen ejemplo de cómo con imaginación se puede superar la
crisis. No sé, quizás debiéramos estar más atentos y aprender de ellos. Además,
con esta estrategia se han ganado al sector más progresista de sus
consumidores, aquellos que, precisamente, más critican al mercado en estos
momentos. La jugada les ha salido perfecta, ganaran más dinero y serán alabados
por su supuesto posicionamiento político a favor del colectivo gay. Yo mismo
seré un ser humano que les aplaude. Pero hay algo que sí me gustaría saber,
algo de lo que nadie en la compañía nos ha informado y tampoco nadie ha preguntado
en el extenso debate: ¿Cuál es el sabor de la puñetera galleta? Por qué todos,
fabricantes y consumidores, nos olvidamos que no hablamos de un símbolo en
realidad, hablamos de un alimento. Es decir, de la campaña publicitaria de un
alimento y ¿no importa el sabor? Este mundo se está volviendo cada vez más
surrealista, el ser humano se está idiotizando a pasos gigantescos. Y ya casi
nada de lo que nos queda representa una verdad. Casi todo es un simple sucedáneo.
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* Felicito a todos los gays y lesbianas del mundo por la celebración de la semana de su orgullo. Expandir el amor es lo más importante, no importa cómo, ni con quién.
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