LA EMIGRACIÓN
Hoy se me hace difícil
escribir, el bochorno es insoportable, pero seguro que estará peor aquel que
esté trabajando a pie de carretera, asfaltando la calzada, si es que aún queda
alguna obra en marcha en este puñetero país. De modo que no me quejaré y
cumpliré con la labor autoimpuesta. Ayer estuve tomando una copa con mi amigo Diego. Le conocí en los 90. Él era entonces un chaval con inquietudes
literarias e inmejorables aptitudes para ello y yo coordinaba, junto a otros,
una tertulia literaria en mi ciudad. Con el tiempo sacó su licenciatura en humanidades
y comenzó su andadura por el farragoso lodazal de la búsqueda de empleo. Lo
pasó mal, eran tiempos para especuladores inmobiliarios, ingenieros de la
finanzas, bróker de inversiones o simples comerciales a comisión, pero no para
aspirantes a maestros en la enseñanza pública, para eso no existían demasiadas
oportunidades. Sus padres eran modestos. No les llegaba para pagarle másteres a
su hijo y éste tuvo que optar por largarse al extranjero, viendo su facilidad
con los idiomas. Consiguió adscribirse a un plan de estudios internacional y con una mínima
beca se marchó hacia Alemania. Su primer destino fue Hannover y, desde allí, me
enviaba fotografías de la primera tortilla española que cocinó en el
infiernillo de su reducida habitación alquilada. Fueron años de escritura en
soledad que le valieron algunos premios nacionales. Pero, claro, como no se
movía en los ambientes snobs y pseudoculturetas de ésta España de esperpento,
debido a la imposibilidad geográfica y a que es una persona tímida y sincera, de nada le valió, más que para completar aún más su magnífico e inservible
curriculum. Tres años sobrevivió, escaso de dinero y de relaciones sociales en
esa Alemania, ejemplo hoy de los milagros económicos. Hasta que se le acabó la
beca.
Nicolas Born (1937-1979) |
Volvió a España y el
horizonte nacional comenzaba a declinar. Zapatero aún no reconocía la crisis,
pero sus signos comenzaban a ser evidentes. De modo que, ante tan oscura perspectiva,
solicitó una nueva beca en Alemania. Ya dominaba el alemán perfectamente,
incluso había traducido al español a algunos poetas contemporáneos y clásicos,
desconocidos para el mundo editorial hispano. Nicolas Born es uno de ellos y
éste es uno de sus poemas:
Autorresponsabilidad
Cada uno su propio radiorreceptor
cada uno sus propios grandes almacenes
conservas para el invierno que viene
cada uno su inmortal héroe en el
tráfico
su propio pez en el anzuelo
cada uno su descuidado escándalo
falazmente escurridizo
cada uno su hipócrita asesino
cuando estando en la cola
inevitablemente se le acerca
donde acaba de situarse
elevado hacia la luz
en los orificios del cuerpo
inadvertido el parásito
que en contraprestación rellenan
con bazofia.
Con qué objeto a estas alturas
pequeñeces
como que los niños están
sobrealimentados con falsos datos
como que la Tierra pertenece a Krupp y
al Papa
el cielo a los Starfighters
el mar del Norte a la OTAN.
Agachar la cabeza
otra vez y otra vez cocinar
potaje de habichuelas con tocino.
Cada uno alguna vez se plantea la
pregunta
de si conduce él mismo o se
deja conducir.
La beca para Alemania le fue
denegada y encontrar trabajo por su cuenta le fue imposible. Los Alemanes
preferían contratar a nativos españoles sin titulación porque les salía más
barato (ya comenzaban a aparecer en Alemania los trabajos basura). Insistíó en
otros países y tuvo suerte. Ahora da clases en Polonia, en Gandsk
concretamente, la ciudad del ámbar y del mar congelado en invierno. También ha creado,,junto a sus alumnos, un grupo de teatro en español y ya han obtenido un premio en el festival de Varsovia de teatro amateur. Tres años
llevará el año que viene y se le acabará la beca. Allí le ha ido mejor, ha
encontrado pareja y se ha integrado mejor al nuevo país. Ya también domina el
polaco, junto a otros cinco idiomas. Y ayer, me confesó que se lo está
planteando: buscar trabajo allí y quedarse para no volver. Viviré muy justo, me
decía, pero ya estoy acostumbrado y ya tengo un círculo de amigos y a una novia
que me quiere y se preocupa por mí. Además, el grupo de españoles aumenta cada
año. Echaré de menos a mis padres, a vosotros, mis amigos, las terracitas
veraniegas, el sol y la comida, la gracia de Andalucía, expresaba con tristeza. Pero los jóvenes ¿qué
podemos esperar de nuestro país? España nos expulsa, sobre a todo a
los más preparados, aquí no nos quieren, aquí no tendremos jamás futuro, al
menos fuera sobrevivimos y nos entienden, aseguró.
Seis años lleva fuera de
España y cada vez se acerca más a los 40. ¿Cuántos Diegos han salido de España
desde entonces? ¿Quién levantará este país, si estamos expulsando a los mejores?
Si quedamos los inmigrantes que llegamos en los '90, algunos no nos vamos a volver, elegimos este país para vivir y nos vamos a quedar a pelearla, porque esta es nuestra casa.
ResponderEliminarPatricia, es admirable tu arrojo, pero eso que dices, en general, no es cierto . La mayoría de los inmigrantes están volviendo a su país. Por ejemplo, de los ecuatorianos que vinieron ya ha vuelto casi la mitad, es lógico, su país crece a un ritmo del 8% del pib cada año desde que está Correa al frente, mientras nuestro país se empobrece. Los únicos que se quedan son los que estarían aún peor si se marcharan. Pero, aún así, agradezco tus palabras de ánimo, Patricia.
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