CUESTIÓN DE VIDA
Cada vez tengo más claro que
ya no nos estamos jugando el estado del bienestar, sino la vida. Aunque cada
uno en nuestro fuero interno nos sintamos pequeños dioses, la realidad es fría
y cruel y, en este mundo occidental y capitalista en el que vivimos, el que
tiene el poder es el que tiene el dinero. Y el “que se jodan”, refiriéndose a nosotros, es un grito
cotidiano en aquellos que manejan el poder. Nosotros, mientras tanto, soñamos
con una justicia fingida y una resignación falsamente solidaria. Emitimos
nuestros votos, adocenados por la publicidad (su publicidad), los deseos
efímeros, los juegos de la suerte, los famosos prescindibles, la farsa y la
fanfarria. Promesas que emigran con los pájaros, programas desprogramados a
conciencia, acuerdos con puentes derribados, pactos que vuelan por los aires… e
intereses, intereses particulares, intereses y más intereses..., hasta que
reventó la caja de las deudas.
Es quien tiene el poder
quien nos ha endeudado a conciencia. Durante décadas nos han vendido la nada,
parcelas en la luna, a cambio de todo lo que poseíamos: la dignidad y hasta el
último de nuestros recursos. Ellos tienen urgencia. La Ciencia y la Información,
esas a las que sólo ellos tienen acceso, auguran cambios importantísimos en las
futuras sociedades. Tras el descubrimiento de “la partícula de Dios”, el bosón
de Higgins, se abre la puerta a la posibilidad de crear energía de la nada. Y tras
la constatación de la existencia de células madres en todos los órganos humanos
y la manipulación genética, se comienza a vislumbrar la auteregeneración del
cuerpo humano y, por consiguiente, la meta ansiada de la inmortalidad. Ellos,
los poderosos saben que el crecimiento demográfico mundial es insostenible con su diseño de civilización y
ya, desde organismos internacionales como “El club de Roma”, tratan de
detenerlo aplicando el pensamiento malthusiano. Pero eso no les basta. La
ciencia vuela a la velocidad de la luz y nuestro pensamiento sociológico camina
con los pasos de un caniche. Ya deben de tener diseñado el genocidio, porque
sobramos, sobramos muchos, demasiados.
Ellos saben que nada se
consigue sin sacrificios y piensan que ya que ha de ser así, mejor que el
sacrificio sea ajeno. Saben que toda causa beneficiosa para ellos conlleva
consecuencias nefastas para otros, pero se autosugestionan con la frase preferida
del presidente de Leman Brother´s: “El hombre es un 90% animal y un 10% humano
y es la parte humana la que le crea todos los problemas”. Desde que la
mitocondria unicelular llegó al acuerdo con el oxigeno, dándole el uno a la
otra energía a cambio de permitir que el otro la oxidara, es imposible frenar
el envejecimiento y ellos lo saben. El alto coste económico de la inmortalidad
impedirá el acceso a ella del 99% de la población. ¿Imaginan una sociedad en el
que sólo el 1% de la población tenga acceso a la inmortalidad? Ellos ya llevan
tiempo imaginándola. Se ven artificiales, con tanto retoque estético, con
arrugas de trescientos años estiradas una y otra vez, pero se ven vivos y
sentados en el trono del poder. Se ven los amos de todos nosotros. Pero
díganme: ¿qué guardasespaldas, viéndose acercar la muerte, no traicionaría a su
inmortal jefe?
Menos mal que, teniendo en
cuenta los pocos años que me quedan de vida, no llegaré nunca a ver la terrible
tragedia humanitaria que imagino. Y perdonen este soliloquio agorero. Acaso haya
soñado con algo raro esta noche.
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