ASÍ NOS VA
“En España, uno de los rasgos más
característicos y señalados de nuestra época es la universal hipocresía que
define la cultura dominante. En un sistema basado en la continua declamación de
valores que no se practican, en la exaltación de conductas que no se ejercen, en
la promoción de derechos que se vulneran, en el homenaje a principios en los
que no se cree, en la alabanza a cualidades ausentes del comportamiento social
y político, todo se reduce a la representación de una impostura consentida, una
ficción consensuada. Esta enorme superchería se presenta envuelta en un ropaje
de gestos nobles y palabras grandilocuentes que simulan una inexistente ética y
una ausente moral, pretendiendo una supuesta elevación de espíritu y una
pretendida pureza de intenciones que le son totalmente extrañas y que marcan
con precisión la naturaleza y la extensión de este fraude, todo ello sobre el
fondo de una pasiva aceptación de una sociedad aborregada que pena en
distinguir la exagerada y definitiva distancia que media entre la verdad y la
mentira, entre lo auténtico y lo falso, entre lo sublime y lo rastrero. Así nos
va”.
He leído esto
en un foro y creo que explica muy bien las causas de la degradación moral de la
sociedad española, representada en su máxima acepción por sus dirigentes
políticos. Esos mismos que tanto se empeñan en que debemos ayudar todos para
potenciar la marca España en el mundo, son los que con sus continuados
eufemismos, con su opacidad provocada y con sus mentiras maquilladas, destrozan
la credibilidad de España allá por donde van, con sus estados de cuentas
falseados, con sus noticiones sobre acuerdos internacionales que posteriormente
son desmentidos por los supuestos compañeros del acuerdo, con su modelo de vida
tan contrario al que promueven en sus discursos, falsamente solidarios.
En este país
necesitamos muchas cosas. Un cambio radical del modelo democrático, limpiar
toda la porquería institucional, una mayor implicación del pueblo en la
gobernabilidad del estado, un aire fresco e innovador que transforme la insana
competitividad en plena colaboración sin pretensiones de liderazgos por parte
de ningún colectivo, un cambio hacia una conciencia solidaria sin hipocresía ni
teatro de por medio, una mayor incisión de las concepciones éticas y de
transparencia en la justicia, una adecuación del prestigio y del emérito en
función de sus aportes beneficiosos a la comunidad y erradicar el actual
escalafón, basado en la acumulación de capital, de poder y de amigos
influyentes. Pero, sobre todo, en este país estamos necesitados de honestidad, que el pequeño oasis de honestidad se multiplique y dote de sana vegetación al desierto que lo rodea.
Eso es lo que nos diferencia de otros países del entorno europeo, la honestidad, porque, siendo
verdad que garbanzos negros podemos encontrar en todos los platos, lo que nos
diferencia de otros países es que si en Alemania un ministro plagia una tesis,
es cesado y aquí no; si en Francia un político roba, es cesado y aquí no; si en
Inglaterra un juez prevarica, es cesado y aquí no; si en Islandia un banquero desfalca, es juzgado y condenado a la cárcel y aquí no; si en Holanda un delegado
de seguridad ciudadana se excede en su actitud represora, es cesado y aquí no;
si en Suecia un diputado evade al fisco, es cesado y aquí no. Y así una lista
infinita de casos que han logrado que nadie en el mundo nos crea, ni nos tomen
en serio.
Así nos va.
Interesante e ilustrativo comentario sobre el momento histórico que vivimos, porque no sólo en España ocurren cosas. Y así vamos, sobreviviendo, unos en mejores condiciones que otros, y están los que sobreviven sin nada y uno se pregunta, cómo hacen? simplemente, las privaciones están instaladas en ellos y aceptan, pasivamente, en muchos casos, que así sea.
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