EL RIDÍCULO RAJOY
Acabo de ver de nuevo las
imágenes de Rajoy en el momento en el que anunciaba los recortes últimos en el
parlamento. Y he reconocido las que él cree palabras mágicas tras el anuncio de
recortes a los funcionarios. “Todo esto les será retribuido a los trabajadores
a partir de 2015”. Este hombre es un papanatas que se cree Maquiavelo. Claro,
ha pensado, junto a su caterva de chupópteros y pelotas del gobierno, les
devolvemos lo que le quitemos unos meses antes de las elecciones de 2016 y nos
vuelven a dar su confianza otros 4 años. Este tío no es más tonto porque no
entrena. ¿Qué se piensa? ¿Qué el pueblo español es imbécil y se le puede
engañar eternamente?
Este hombre se engaña a sí
mismo y pretende que le digamos que sus sueños son verdad. Que nos traguemos
sus falacias y que aguantemos, como buenos numerarios del Opus Dei, el cilicio
que nos impone. ¡Ya está bien de mentiras! Comience a decirle a los españoles
la verdad. Ya está bien de señoritas guapas, con sonrisas de oreja a oreja,
anunciando en los telediarios públicos que la subasta de bonos del tesoro ha
sido un éxito, con mayor demanda que oferta, como si hubiéramos hecho el negocio del siglo, cuando, en realidad, estamos entregando el futuro de nuestros hijos y nietos a las manos de los especuladores y esclavistas del mercado. Diga lo que eso significa con
palabras reales, campechanas, que la mayoría de pueblo entienda. Diga que eso
es lo mismo que ir a un banco extranjero para pedir un crédito y que nos lo
están dando a un interés del 7%, mientras ese banco le pide el dinero que nos
presta al BCE, banco financiado con los impuestos de todos los europeos,
españoles también, y éste se lo presta a los bancos mercantiles al 0,75% de interés. Dígale a los
españoles que esa política es un fraude, una estafa legalizada por ustedes, los políticos, que nos está llevando a la ruina y a la imposibilidad futura de
afrontar nuestras deudas con los bancos y dígale que aunque usted esté
reclamando que el BCE le preste directamente a los estados a ese 0,75% de
interés, sólo lo hace con la boca pequeña, porque usted sabe perfectamente que
eso es ilegal, según el artículo 123 del tratado de Lisboa (antiguo art.104 del
tratado de Maastricht), firmado y ratificado por el gobierno español (tanto
socialista como del partido popular). ¿Por qué dijo Mario Draghi que no se le
puede exigir que haga (comprar deuda de los estados) lo que no es de su
competencia? Porque sabe que eso es absolutamente ilegal y le podría acarrear
consecuencias jurídicas.
Al Sr. Rajoy se le olvida
que los políticos tienen la capacidad legislativa y, si una ley no es justa, se
puede cambiar con voluntad política. El problema es que él no tiene voluntad
alguna. Sólo sabe interpretar el papel que le exige su corte palaciega, pero se
cree todas las estupideces que le dicen sus lameculos. Y así nos va, con un
Montoro que acabará enfrentando a las comunidades autonómicas (pudiendo
originar riesgos nacionales parecidos a los anteriores a la guerra civil
española). Con De Guindos que nos acabará arruinando, tal y como arruinó a cada
empresa en la que estuvo. Con una ministra de empleo que confía en la virgen
del Rocío para promover el empleo. Con…., sería interminable la lista.
Lo que debería de hacer
Rajoy es plantarse en Bruselas y reunirse con los estados de la UE que sufren
las mismas consecuencias por la especulación mercantil, que son casi todos, a
excepción de Alemania, Austria, los países escandinavos y quizás Holanda e
Inglaterra por sus citys y lobys de negocio y plantarles cara, a
estos últimos, con la unidad de todos los demás. Decirles que o se cambia la legislación
que favorece a los bancos, por otra que ponga por delante los intereses
ciudadanos, o se rompe la unidad europea y, por consiguiente, el euro. Derogar
ese artículo que impide que el BCE apoye financieramente a los estados, crear
una nueva ley que lo permita y abogar por una unidad europea que ahonde más en
la unificación política, democrática y social. Pero Rajoy no tiene cojones para
eso, porque sabe que perdería la admiración de su corte de lameculos y, en
realidad, eso es lo que más le gusta.
Por favor, Sr. Rajoy, se lo
ruega la inmensa mayoría de los españoles de buen corazón: ¡Deje ya de tomarnos
el pelo! ¿Es que no ve que cada día que pasa en el gobierno resulta usted más
ridículo?
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