EL DILEMA
¡Qué pena! Hemos pasado del
“no nos representan” a los políticos actuales en general y las masivas manifestaciones quincemayistas sin
banderas, al “sólo el PP tiene la culpa” y las inconexas protestas abanderadas y partidistas.
¿Dónde quedó aquel espíritu fresco, ilusionante y renovador de la democracia?
¿Aquellas manos silenciosas que alzaban el vuelo desde el pisado terrazo de las
plazas de España? ¿La semilla de la participación democrática, del
entendimiento y la colaboración altruista? Ahora, cuando la cosa se ha puesto
oscura de verdad, afloran los egoísmos del “que se jodan”, callándonos el
“mientras ande yo caliente…” Pero aún no hemos llegado al fundido en negro. Y
llegaremos. Esto no nos lo va a solucionar otro partido al uso, llámese como se
llame. Los mismos políticos, sean del partido que sean, que han estado cobrando
una pasta desproporcionada y que han gozado de privilegios amorales e
inmerecidos, seguirán queriendo recibir el mismo trozo de pastel eternamente y
nada harán para que merme su magnífico bienestar. Esto va a peor, será aún peor, señores.
Sólo le meten el diente a los débiles y a la clase media que aún sostiene el
sistema de consumo. A los ricos ni los nombran, a no ser para amnistiarlos
fiscalmente. Ahora la patronal quiere enfrentar a los parados con los
inmigrantes, dando a entender que nos quitan el trabajo. Los políticos, como la
flamante viceministra Soraya, ya tramitan el futuro familiar y, ante la debacle,
colocan al cónyuge en grandes
corporaciones privadas. Y encima, el presidente es un mesiánico, gilipollas e
inútil, convencido de ser el elegido por Dios para salvar a la nación. Vamos al
abismo, señores. Todo se fundirá en negro. ¿Qué haremos entonces? ¿Nos mataremos
los unos a los otros?
Todos los días visiono el
facebook y los diversos grupos de los que soy miembro. Y lo que más observo es
dos cosas, la ira contenida de los desesperados y los carroñeros de sangre y las ansias de protagonismo de
los excluidos y de los endiosados. La olla está hirviendo. La radicalización en
el lenguaje, los enfrentamientos ideológicos recurriendo muchas veces a los
insultos, la vejación y hasta a las amenazas, la ignorancia y la soberbia
frente a la vanidad y el egocentrismo. Somos los ingredientes del cocido y
depende de nuestro encuentro y nuestra responsabilidad salvar, no a cada uno de
nosotros, sino al conjunto de toda la ciudadanía. Yo no soy economista, no sé
cómo debe estar la cosa realmente. Pero mi sentido común me dice que ningún
político se hace el harakiri, como se
lo está haciendo Rajoy. Ellos, los políticos, desean aspirar al poder eterno y
está claro que con la que está liando el memo que preside nuestra nación, lo
echaremos en las próximas elecciones. Por tanto, la cosa debe estar realmente
mal.
Hoy he visto una entrevista
en las noticias de La Sexta, a una funcionaria casada con funcionario y madre de dos
hijos. Se quejaba de que ahora tendrían que ajustar su presupuesto familiar,
salir menos los fines de semana y eso y renunciar a algún viaje de asueto. Tras
ella se podía ver un piano en la casa. Finalmente se la vio junto a su hija que
trabajaba en su ordenador particular. Su vivienda se ubicaba en una inmejorable
zona residencial. En la televisión nunca saldrá mi hermano que subsiste, junto
a su mujer y tres hijos con una ayuda familiar de 425 euros al mes. El otro día
le acompañé al supermercado de Cáritas y no he visto a tanta gente junta en mi
vida, no creo que hubiera artículos suficientes para todos. Quiero decir con
esto que es imperativo un cambio de conciencia para posibilitar la convivencia.
Es verdad que hay muchísimo que denunciar, pero ya se nos viene encima y con
urgencia el tiempo de enunciar. Deberíamos crecer en la atención y los servicios
ciudadanos y comunes; en el uso de las energías verdes, castigando económicamente
a los que contaminen; en la mejora de los transportes públicos y en la economía
plural (economía social y solidaria). El urbanismo ha de estar destinado a
humanizar las ciudades y deberíamos fomentar la agricultura y ganadería tradicionales y
biológicas, pero también deberíamos decrecer en la fiebre consumista, la
producción de alimentos industrializados y de objetos no reparables de un solo uso,
acabar con el dominio de los intermediarios (grandes superficies) sobre la
producción y el consumo, minimizar el tráfico de automóviles privados y el transporte
de mercancías por carretera. Ya no debe
ser nuestro objetivo fundamental el desarrollo de los bienes materiales y la
acumulación de propiedades y riqueza. Ya lo importante no debe ser la eficacia
en la rentabilidad y el cálculo aritmético. Hemos de involucionar, atender más
a nuestras necesidades interiores, fomentar la empatía y las aptitudes para
comprender a los demás, sean o no cercanos, hemos de volver al tiempo lento del
propio ritmo interior, sin cronometración absurda o neurótica, Hemos de lograr
la simbiosis entre lo global y lo local, entre lo innovador y lo tradicional,
entre el individuo y la comunidad. Para ello tendremos que exigir a los ricos
un gran esfuerzo, pero tendremos también que aprender a renunciar a los deseos
superfluos, al nocivo concepto de la propiedad y repartir mejor los recursos
entre todos, sin exclusión. Sólo desde esa premisa nuestras esperanzas, en una
democracia real y verdadera y en una justicia justa, se convertirán en realidad. O
luchamos todos juntos y sin banderas o nos acabaremos matando entre nosotros. Ese
es el dilema.
El origen está en nosotros,
decía Heidegger. Deberíamos ser la crisálida que está en proceso de
metamorfosis, esperando transformarse en ese nuevo origen.
Muchas veces me quitó el sueño pensar en el tan nombrado fin del mundo...2012 está siendo un año que me está dando realmente temor.Cada vez que pongo las noticias veo decenas de nuevos dramas,todo esto va a explotar,por algún sitio,es normal que lo haga.El cómo,miedo me da,visto lo visto...
ResponderEliminarAuguro una guerra de clases,qué pobre y rica a la vez me siento ante tanta desigualdad...Las personas están despertando pero,la ira retenida no es buena guía para cambiar el mundo.Todos queremos seguir con nuestra tele de plasma y nuestro internet,con las cañitas de los sábados y ña comidita del domingo...que no nos lo quiten...pero es eso lo que hemos mamado desde pequeños...deberíamos pensar quizá en vivir realmente de forma austera como algún día lo hicieron nuestros padres y abuelos...Pensamos en el futuro de nuestros hijos o en nuestro cómodo presente...reflexionemos,por favor,hay gente que no tiene qué echarse a la boca,eso no es austeridad,es pobreza,la de verdad,y tenemos que luchar por exterminarla de una vez,sólo así sacaremos algo en claro de todo esto.