BASURA
La lectura de aquella noche en la ciudad le dejó el alma vacía. A la
presentación de su nuevo poemario en la biblioteca provincial solo se asomaron
tres señoras de altos vuelos y dos burgueses pedantes a rabiar. Tantos años
enarbolando el estandarte social de la poesía para acabar completando el puzzle
del esperpento más atroz. Si al menos lo leyeran, pero quién lee poesía en este
país de farándula y folclore. Se le agotaba el gas y se preguntaba si merecía
la pena seguir resistiendo con su compromiso a la palabra y su vida de ermitaño
en el perdido pueblo de Fuenteheridos. En ello pensaba, mientras caminaba por
sus calles empedradas, ceñido por la oscuridad de la noche. Sentía la losa
cruel de la ausencia comprimiendo su vacío interior cuando una voz desconocida
le abordó:
-¿Cuándo va a tirar algo nuevo a la basura, señor Moya?
No supo que contestar, ¿quién era aquel ser extraño que bajaba de la
parte trasera del camión?, nunca lo había visto.
-Pero ¿de qué me habla usted?, a la basura solo se tira basura.
-Verá usted señor Moya, es que yo rebusco en su basura y me llevo los
borradores que encuentro para leerlos en casa y hace al menos una semana que no
encuentro nada nuevo.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, ya no había vacío, ni losa,
ni tan siquiera oscura noche.
-Mañana tiraré un borrador de mi próximo libro y, por cierto, ¿dónde
tira usted su basura?, me gustaría conocer su opinión.
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