lunes, 10 de septiembre de 2012

¡ESPAÑA VOLVERÁ A SER GRANDE Y PODEROSA!


   ...nos dicen nuestros gobernantes, y rumiamos entre dientes lo hijos de puta que son porque a quién le importa ya el futuro cuando el presente es tan asfixiante y estrecho. Que no nos llega, que los últimos días del mes los platos son un pozo vacío y tan oscuro como nuestro destino. Y nos cagamos en la madre que los parió porque les vemos henchidos de ostentación, rodeados de parásitos con glamur, y en plan chulitos mientras nos tratan de aprovechados, de no querer trabajar en un país de caciquil solera y nos recortan la pensión, el subsidio y las ayudas. Y nos desahucian y nos abandonan en la enfermedad y nos aniquilan (3.158 suicidios en 2010, siendo ya la primera causa de muerte violenta en España). 

   ¿Y qué podemos hacer? Mientras sólo se consigue recaudar el 2% de lo estimado con la indignante y vergonzosa amnistía fiscal aprobada por el gobierno, muchos de los "ejemplares" inspectores de Hacienda que, meses atrás, nos iluminaron acerca de la dejación de funciones de sus superiores y nos mostraron el correcto camino para conseguir una recaudación más justa y equitativa (¡Cómo es posible que las SICAV sigan cotizando sólo el 1%!), ahora se marchan con el enemigo, mostrando que su ejemplaridad era una pose y que son tan asquerosamente codiciosos como los timadores que ellos mismos perseguían. En el último año 20 de los inspectores que vigilaban las cuentas de algún banco ha sido fichado por éstos con sueldos que llegan a cuadruplicar la nomina estatal. El caso más sonado de un inspector que se pasa al 'otro lado' fue el de José Piñán, jefe del equipo de inspectores del Banco de España en el Santander, que fue fichado por el propio Emilio Botín en 2009, pero en las últimas semanas se han producido cuatro salidas con destino a BBVA, Boston Consulting, KPMG o PriceWaterhouseCoopers.

   Os preguntaréis que a qué carajo viene esto. Diréis que os hablaba de algo más general y el tema de los inspectores de Hacienda es algo puntual, anecdótico y es verdad. Pero es un claro ejemplo de la consciencia hipócrita  y pícara del español. ¿Cómo podemos tener esperanza si no dudamos en convertirnos en mercenarios? ¿Si, en el fondo, a la inmensa mayoría sólo le importa su propio bienestar y defenderá ciegamente a quien mejor le pague por ello? Esa es la verdad dura y cruel con la que un día nos tendremos que enfrentar. Porque está claro que al igual que los inspectores vieron caer a las víctimas (acaso alguno de vosotros sería capaz de afirmar que estos señores desconocían los chanchullos de las preferentes), nosotros también las vemos a nuestro alrededor, rebuscando alimentos en los contenedores de basura, lanzándose desde una sexta planta, durmiendo en los bancos callejeros por culpa de los bancos elegantes de interior o sabiendo que el vecino parapléjico del cuarto lleva cinco años encerrado en su piso debido a la carencia de ascensor. 

   Sí, las cosas cambiarán y con el tiempo, de una u otra manera, iremos mejorando. La política es un camaleón que sabe mimetizarse perfectamente en los cambios de paisaje. Poco a poco habrá trabajo, mal pagado, por supuesto, al principio, pero que lograremos aumentar con el tiempo y nuestro esfuerzo. Luego vendrá otra vez lo mismo, la codicia sobre el escenario, las construcciones verticales como nuevas lanzaderas para los suicidas del futuro, los bancos interiores abriendo sus puertas nuevamente mientras maquinan nuevos engaños, la máscara superficial del lujo sobre cuerpos purulentos de indignidad. Y, sin embargo, nos creeremos felices nuevamente, gracias a la puñetera mierda del dinero, y no nos acordaremos, al igual que los inspectores de Hacienda que han abandonado su "ejemplaridad", de ninguna de nuestras víctimas. Iremos nuevamente a mejores restaurantes, nos volveremos a hipotecar, volveremos a soñar con el coche fantástico y jugaremos en los casinos de Madrid-Las Vegas y los muertos al hoyo, mientras los vivos se reparten el bollo. ¿Para que habrá servido entonces tanta lucha?

   Y ahora quieren destituir a los políticos. Cómo si esto fuera un problema de políticos y cuando toda persona con sentido común sabe que los problemas de la política tan sólo se pueden arreglar con más política. Esto es un problema de falta de honestidad en general, de nula educación en los valores y la dignidad humanas y ya es hora de que todos en nuestro foro interior lo vayamos asumiendo. Necesitamos un cambio en la gestión política y económica en España. Necesitamos mayor conciencia social y empatía con los que sufren. Necesitamos solidaridad cierta entre todos los españoles. Pero por encima de todo necesitamos más honestidad. En todos. En el gobierno que nos miente y nos manipula, en el miserable político que fomenta la construcción de un aeropuerto inservible para captar jugosas comisiones, en el abyecto banquero que roba impunemente a sus clientes, en el juez prevaricador, en el empresario que explota a sus trabajadores, en el chupóptero que lleva toda la vida viviendo de las subvenciones sin merecerlo, en el inspector de hacienda que va por la vida de persona ejemplar y luego vende sus conocimientos al mejor postor, en el quincemayista que ahora clama como diputado en el parlamento junto a compañeros de partido que han gozado durante décadas de inmorales privilegios, en el activista que aprovechando su tirón mediático se dedica a negociar con editoriales libros por encargo.... En todos. Porque sin honestidad no cambiaremos nada. Sólo nos olvidaremos de las víctimas caídas y comenzaremos a labrar nuevos surcos con las lágrimas de las víctimas futuras.   


2 comentarios:

  1. Deberían aprobarla como asignatura escolar...Honestidad y Valores.Eso si que prepararía a las futuras generaciones para tener una vida digna.

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