lunes, 26 de noviembre de 2012

CUIDADO CON LOS ABUELOS, SEÑOR PRESIDENTE

   La cosa comienza a ponerse dura de verdad y no me refiero al inicio de una fiesta sexual y desenfrenada, no, ese estado de euforia ya sólo pueden permitírselo algunos privilegiados. Como digo, la cosa comienza a ponerse muy, pero que muy negra y cruel. No sé si habrá ocurrido allende mis fronteras provincianas, pero aquí, en la provincia desde la que partió Colón en busca del oro americano, el día 25 del mes no se les ha hecho el ingreso de la paga extraordinaria a los pensionistas. Ignoro si el problema ha ocurrido en el resto del territorio andaluz y español, pero si así ha sido, que se vaya preparando este gobierno, porque ni imagina el caos social que se le puede venir encima. He llamado al CAISS (organismo andaluz que se encarga del tema) para preguntar y quejarme por ello. Al principio las líneas estaban colapsadas, lo cual me llevaba a presagiar lo peor, pero finalmente me han atendido y, sin cuestionarse el motivo de mi llamada, me ha dicho una chica que todo es un error bancario, que ellos sí han ingresado los importes en el banco, pero que éste no hará efectivos los pagos en la cuentas de los usuarios hasta el 30 o 31 del mes. Lo cual me lleva a dos conclusiones evidentes, si es que el problema resulta ser nacional.
   La primera es que el problema de caja del Estado es aún peor del que nos dicen y siguen manteniendo administraciones y cargos duplicados, privilegios inmorales autoconcedidos, asesores superfluos, amiguetes contratados, sueldos exorbitantes, etc… y la cara más dura que el cemento armado. Está claro que pedirán el rescate antes de que finalice el año, necesitan más dinero que arramplar, aunque el pobre pueblo se ahogue en el lodo miserable de la pobreza y la inanición. La segunda conclusión a la que llego es que los bancos tienen bien agarrados a los políticos por los huevos. El estado hace todas su transacciones a través de ellos y si les da por cortar el grifo de ingreso en las nóminas aquí se arma la de Dios, el  Castigador, claro está. Cómo para que el poder legislativo se ponga chulito y les pretenda derogar la rentabilísima ley hipotecaria, que esas chorradas bruselescas de ilegalidad ellos se las pasan por el forro de sus cojones. Que nos los toquen, que nos los toquen, que se va a enterar el pueblito español de lo que puede llegar a costarles una barra de pan, dirán los muy hijos de puta.
   Sea como fuere y culpa de quien la tenga, ambos se equivocan si piensan que esto sólo va a afectar al número de jubilados y pensionistas del país. Ya son casi seis millones de parados en España y muchos de ellos sobreviven gracias al sacrificio de sus mayores, muchos dispuestos ha pasar necesidades verdaderas antes de ver con hambre a sus hijos. Dos millones de niños españoles viven por debajo del umbral de la pobreza y si aún sobreviven es gracias a la gratitud de sus abuelos. Cientos de miles de desahuciados viven y comen en los hogares de sus ancianos. Otro tanto ocurre con los dependientes, con los autónomos arruinados, con mujeres trabajadoras a las que jamás se les hizo contrato alguno, con los jóvenes, albañiles o licenciados, que llevan años sin encontrar trabajo… y así suma y sigue y el resultado final es abrumador, inquietante, el claro antecedente, como una semilla a punto de brotar, de una revolución social de catastróficas dimensiones. Ellos sabrán qué es lo que buscan, aunque yo creo que esos señores no viven en nuestro mundo, el mundo real de la herida abierta y la dentellada. Ellos se deben de creer elegidos, intocables, indestructibles, pero cuando el pueblo decida bajarlos del pedestal y mostrarles la realidad de frente ya será tarde para ellos, ya serán sólo pedazos muertos de un cuerpo humano despedazado.
   A los jubilados y pensionistas de España ya no nos queda nada, ni siquiera la esperanza de ver cómo nuestra estirpe crece sana y feliz. Desde hace algunos años tan sólo adivinamos sombras funestas en los ojos de nuestros hijos, cada día nos vemos obligados a sobrellevar penas y angustias demasiado pesadas para nuestros frágiles cuerpos. Nada hay más terrible que un nieto proclame su hambre y no tengas nada que darle de comer. El corazón ya se nos ha endurecido tanto… Pero, a pesar de nuestras carencias físicas, los jubilados y pensionistas españoles aún mantenemos intactos nuestro pundonor y dignidad, nuestra integridad ética por ser hombres y mujeres que lucharon por la libertad y los derechos humanos, por la constitución que ahora vosotros pervertís, por la democracia que ahora vosotros manipuláis, por una clase política honesta y preocupada por el bienestar de sus ciudadanos y no por la sarta de ladrones codiciosos y engreídos en la que os habéis convertido. A los jubilados de España, señores políticos, comenzáis a darles asco, asco de verdad, y, teniendo en cuenta lo poco que deben arriesgar si ya no les queda nada, es muy posible que ahora sí, por fin, decidan echarse a la calle. Y ¿quién los moverá entonces, señor Rajoy? o ¿acaso tendrá usted el valor de azuzarle sus antidisturbios, con sus porras y su rabia?
   ¡Despierte, señor presidente del gobierno! ¿Qué cree usted que ocurrirá cuando ordene a un nieto aporrear a su abuela?

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