lunes, 5 de noviembre de 2012

AYA, LA FLOR MARCHITA DE NADOR
                                 
   Aya tuvo suerte. A pesar de haber nacido en una dictadura que mantenía a su pueblo en la miseria, los sueldos de una madre funcionaria del estado y de un padre maestro e intelectual reconocido, le facilitaron una infancia feliz. Otros niños como ella nacieron marcados con el estigma profundo de la pobreza y vivían entre caños anegados de ratas y pestilencia. Con algunos de ellos compartía aula en la escuela local de Nador, en la que destacaba por sus calificaciones y aptitud de aprendizaje. Su padre, a veces, no podía evitar llorar al verla siempre enferma y evitaba en lo posible el contacto de su hija con otros niños portadores de virus o bacterias, como si le bastara una simple observación ocular para detectar los peligros que acechaban a su dulce princesa. Él quisiera construirle una medina, un palacio de cristal y flor de almendro, que la aísle de todo mal que arrastre el viento, pero por ahora le es imposible y se acomoda en el viejo auto, junto a Aya y su mujer, en su circuito de hospitales en los que no encuentran más que incógnitas.

   Así fue hasta el pasado 2 de octubre, en el hospital de Rabat, en el que, por fin, acertaron con el diagnóstico. Mientras, en el transcurso del tiempo, Aya se ha convertido en una adolescente frágil de 15 años y no ha hecho más que empeorar. Podrían pensar que aquí acaba la historia. Nada mejor que un final feliz, pero no es así, El dictamen médico certificaba aplasia medular severa, es decir, que la única posibilidad que Aya tenía para vivir era que se le practicase un transplante de médula, lo cual es absolutamente imposible en Marruecos, un país que vive aún en el feudalismo y ni siquiera se pregunta qué es eso del I+D y en el que sólo tienen derecho a los avances médicos los muy ricos, ya que pueden viajar a occidente para llevarlo a cabo en hospitales privados de alto standing. En fin, que los padres volvieron a Nador abatidos, sintiéndose impotentes, junto al quebradizo cuerpo de su hija amada Aya.

   Aquella misma noche, al abrir la ventana de su dormitorio, el padre pudo ver las luces de Melilla al otro lado de la verja metálica. Así estuvo durante horas, solitario (madre en hija compartían la cama de Aya), orando en silencio a Alá y suplicándole por la vida de su hija. Con el primer rubor del amanecer se puso en marcha. No, no lo había pensado bien, pero sabía que era lo único que podía hacer, ¿qué otra opción le quedaba si no quería enterrar el cuerpo de su hija en breve? Tenía un primo al otro lado de la verja y les ayudaría con el español en el flamante hospital de Melilla. De modo que levantó a Aya con delicadeza y dulzura y ambos la ayudaron a caminar hasta el paso fronterizo de Beni Enzar. Como único equipaje llevaban todo el dinero que pudieron acumular en los últimos días. No les importaba perderlo todo, mientras la vida, como una granada en flor, amaneciera nuevamente en los ojos de su niña.

   En el hospital de Melilla un obstáculo más. Un hospital tan aislado carece de especialistas y el tratamiento no funciona, se hace necesaria la evacuación y el transplante y lo habitual en estos casos es el traslado urgente al hospital Carlos Haya de Málaga. El día 17, la administración del hospital de Melilla elabora el  “Informe de Evacuación a Centro de Referencia”, pero la dirección del Hospital de Málaga se niega al traslado aduciendo motivos económicos. En el hospital de Melilla, durante 15 días alternaron los intentos de traslado a otras ciudades de la península, todos denegados por iguales motivos, con los consejos a la familia de retorno a su país.

   El pasado sábado Aya fue enterrada en el cementerio musulmán de Nador. Tenía 15 años y aunque se fue con una leve sonrisa en los labios mientras miraba a su madre, al final, no tuvo suerte en su cercenada y corta vida. Sus padres la lloraron desolados y, ahora, al girar el cuello y ver la verja no pueden evitar que el odio hacia España crezca y recorra sus entrañas.

   Aquí en España nadie se ha enterado. Nada ha comentado la televisión (todavía) y apenas nada en los medios escritos o radiofónicos. Pero, por si acaso, ya debemos reflexionar sobre la política estéril y de destrucción que el gobierno del PP está llevando a cabo con el I+D. Y también hemos de tener en cuenta lo que dice la  Ley Orgánica 2/2009, de 11 de diciembre, de reforma de la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros en España y su Integración Social, en su artículo 12.3, sobre Derecho a la Asistencia Sanitaria, establece que “los extranjeros menores de dieciocho años que se encuentren en España tienen derecho a la asistencia sanitaria en las mismas condiciones que los españoles”. Términos idénticos en los que se expresa el artículo 3.Ter del Real Derecho-Ley 16/2012, de 20 de abril, sobre Medidas Urgentes para Garantizar la Sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y Mejorar la Calidad y Seguridad de sus Prestaciones.

   Ya puede estar satisfecho este gobierno. Ya se ha convertido también en asesino de una niña de 15 años. Está ha sido la primera víctima (si exceptuamos a los que han sido conducidos al suicidio), pero no parece que hallan saciado su sed de sangre. ¿Vamos a permitir que sigan asesinando a más inocentes sin hacer nada? Una de dos: o arreglamos esto entre todos o mejor nos dedicamos a pulir el mármol de los cementerios. También el de nuestra propia losa, por supuesto.

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