miércoles, 14 de agosto de 2013

LA PARADOJA DE HELLER

 Hoy os dejo esta joyita contenida en la novela Cath-22 de Joseph Heller, un ejemplo evidente de la paradoja irracional que mueve el poder inmoral en el mundo. Fue escrita hace ya unas décadas pero podría ser actual.
   Yossarian es piloto de una escuadrilla de bombarderos norteamericanos destinados en el Mediterráneo. Llega un momento en el que le resulta imposible seguir soportando la carga psíquica de los vuelos diarios al combate y busca desesperadamente una salida. Aparte de hacerse matar como un héroe no le queda otra salida que la posibilidad de ser declarado no apto para el servicio por razones psiquiátricas. Explora, pues, esta vía de escape en una conversación con el jefe médico Dr. Daneeka, pero como medida precautoria no expone su caso personal, sino el de otro piloto, llamado Orr:

“-    ¿Está loco Orr?
-       Por supuesto que está loco, -dijo el doctor Daneeka.
-       ¿Puedes declararle no apto para misiones de bombardeo?
-       Naturalmente que puedo. Pero antes tiene que pedírmelo. Así lo prescribe el reglamento.
-       ¿Y por qué no te lo pide?
-       Porque está loco, -dijo el doctor Daneeka. Sencillamente, tiene que estar loco, pues en caso contrario no seguiría volando, después de haber estado tantas veces al borde de la muerte. Por supuesto que puedo declararle no apto para el servicio. Pero antes tiene que pedírmelo.
-       ¿Y no necesita hacer nada más para ser declarado no apto?
-       No, nada más. Sólo necesita pedírmelo.
-       ¿Y entonces, ya puedes declararlo no apto?
-       No. Entonces ya no puedo.
-       ¿Hay alguna pega?
-       Claro que hay una pega,-replicó Daneeka. Está la cláusula 22: Quien desea ser alejado del combate no puede estar loco.


  Había, pues una pega, la cláusula 22, en la que se establecía que la preocupación por la propia seguridad frente a un peligro real e inmediato debía ser considerada como prueba de un funcionamiento normal del cerebro.
   Orr estaba loco y podía ser declarado no apto para el servicio. Lo único que tenía que hacer era presentar la solicitud. Pero si la presentaba, ya no se le podía considerar loco, y tendría que realizar nuevas misiones de vuelo. Orr estaba loco si seguía volando y estaba cuerdo si se negaba a hacerlo. Ahora bien, si estaba cuerdo, tenía que seguir volando. Pero si volaba es que estaba loco y no tenía que volar. Pero si se negaba a volar , tenia que ser declarado cuerdo y, entonces, estaba obligado a seguir volando. La insuperable simplicidad de esta cláusula impresionó a Yossarian, que lanzó un silbido de admiración.

“-     Esta sí que es una buena cláusula, -murmuró.
-       No encontrarás otra mejor, -asintió el docotr Daneeka.”


Texto extraído del libro “¿Es real la realidad?” de Paul Watzlawick

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