jueves, 8 de agosto de 2013

EL HAMBRE Y LOS INHUMANOS


 “A ver si va a resultar que son los niños los que no quieren comer”, decía ayer con intencionada ironía un cura de Barcelona, después de oír al viceportavoz del PP negar la evidencia contenida en el informe del defensor del pueblo catalán, denunciando el hambre infantil en esa comunidad (como en todas, muy posiblemente). “Eso del hambre generalizada no es verdad, sólo existe en casos puntuales en los que la flagrante irresponsabilidad de los padres es evidente”, fue la perla gramatical con la que se despachó a gusto el inhumano Rafael Hernando.  “España no es Etiopía”, recalcó jocoso al finalizar su intervención televisiva. Y en eso no se le puede negar la razón, España no es Etiopía... todavía. Porque al paso que vamos y si no cambian radicalmente su política lo acabará siendo. ¿Recuerdan cuando Zapatero nos decía que no estábamos en crisis? Pues esto es igual. Aquí no hay hambre, los niños que rebuscan en la calle en los cubos de basura lo hacen porque son traviesos y les encanta desparramar la basura por el suelo y otras gamberradas por el estilo. Claro, es que los padres no controlan la alimentación de sus hijos, les dejan hartarse de chuches (recuerdan la niña de Rajoy) y después no hay forma de que les entre la comida, pensaran convencidos por sus propias mentiras.


  Estos señores del PP están tan ocupados en lograr controlar a los jueces irredentos, al sistema judicial en general, y en lograr beneficios para las grandes empresas, a cambio de jugosas comisiones y la promesa de un carguito en el futuro, que no tienen tiempo de bajar a la calle y ver cómo está el percal. Además, pensarán que quien se mueve en el barro se mancha y no está el cotarro como para perder el prestigio y la elegancia, sabiendo de la importancia de la imagen en nuestros tiempos. Ellos viven entre viajes a Disney World con los chiquillos y escapadas furtivas a escondidos paraísos del sexo. Qué van a saber estos de la decadencia moral y económica del pueblo si ellos sueñan con confetis de 5000 euros o las palmaditas hipócritas de obispos y banqueros. Pero ¿cómo se puede ser tan inhumano? Lo del indeseable Rafael Hernando debía ser palmario, el ejemplo más rotundo de lo que jamás debiera ser un político. Debería hablarse de él en los futuros manuales de política como el modelo evidente de lo que nunca debiera ser un político. ¿Cómo es posible que a este impresentable le hayan votado ciudadanos normales? No, no nos engañemos. Este tío no está ahí por los votos de unos cuantos ciudadanos, lo está gracias al sistema electoral fraudulento que tenemos y a la severa línea mafiosa de los partidos, sobre todo el PP, pero en los demás también podríamos hallar otros ejemplos.




  En este país está todo podrido y ya se hace urgente y necesaria una regeneración total de sus instituciones y partidos políticos, si es que queremos salvarnos del aciago vórtice del hambre y la miseria. La mayoría de vosotros, ante la frase anterior, pensará que soy un poco exagerado, que todo no está tan mal y que tampoco son tan graves las amenazas que se ciernen sobre nuestro futuro. Pero hay algo que aún no os he contado. Asistí perplejo a todo esto de lo que os hablo en televisión, en el contexto del programa “Al rojo vivo”. Un programa que criticó tan justa como ferozmente la intervención de Rafael Hernando. Y, sin embargo, para mi el acto más escandaloso de la mañana lo cometió su guapa presentadora cuando, justo antes de la intervención del innombrable y a escasos minutos del final de su programa, les preguntó a los intervinientes del debate: ¿Tenéis algo más que argumentar sobre el tema del Peñón de Gibraltar o damos paso al tema del hambre infantil en Cataluña? Pero ¿acaso puede haber algún tema más importante sobre el que tratar que el hambre de los niños? Sí, señores, ya hasta los periodistas han dejado de ser humanos, aunque muchos, en la vorágine del éxito, ni siquiera sean conscientes de ello.

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