miércoles, 29 de mayo de 2013

EL ÁNGEL DE LA MUERTE ESPAÑOL

 
 
Ayer me invitó a cenar mi amigo Ernesto, el psicólogo. Él trabaja en el servicio de psiquiatría de mi ciudad y alucina cada día con el historial de sus pacientes. Por eso, por su dilatada experiencia, le propuse hablar del ángel de la muerte español. Ya saben, Joan Vila Dilmé, el celador y  asesino confeso de 3 ancianas (también se le acusa de otros 5 asesinatos de ancianos sin confesar) en la residencia “La caridad” de Olot. Imagino que dar más datos sobre el tema sería obvio, pues el caso es de actualidad en todos los periódicos y telediarios, ya que se le está juzgando en estos días. De modo que me centraré en las conclusiones a las que llegamos mi amigo y yo, siempre teniendo en cuenta que hablamos sobre informaciones externas, sin conocimiento in situ de la realidad y que no pretendíamos en ningún caso hacer un juicio social, sino más bien desentrañar el proceso mental que llevó al asesino a cometer tan abyectos crímenes.


   Según Ernesto, los ángeles de la muerte no suelen ser locos en el sentido coloquial de la palabra, sino más bien perversos. Son personas que un momento temprano de su vida han sufrido un trauma afectivo de irreparables consecuencias, me dijo. Y entonces, recordé haber leído en algún periódico que el asesino estuvo muchos años cuidando de su padre enfermo e inmóvil. Imaginad a un hombre que ya desde su juventud se ve condenado a la exclusión social, debido a que las atenciones hacia su padre le impiden relacionarse. Imaginen que eso ocurre durante muchos años, más de una década. Imaginen la sensación de penumbra, cárcel y abandono inundándote el pecho. Y, de repente, me dijo Ernesto, llega el momento de la agonía, en el que padre e hijo han sido trasladados al hospital y el equipo médico inicia el protocolo de muerte, dejando en manos de su hijo la decisión de poner fin a los sufrimientos de su padre. ¿Entienden ahora porque Joan Vila dice en su declaración que tras la muerte de los ancianos se sentía eufórico, pleno de energía, como un Dios liberado? Lo extraño y terrible de todo esto es que el largo y doloroso proceso emocional que experimentó junto a su padre le sirvió de experiencia a la hora de ser contratado en la residencia geriátrica. Sin saberlo, sus jefes le estaban facilitando la posibilidad de repetir la voluptuosidad placentera que sintió el día que decidió acabar con la vida de su padre. El zorro ya estaba en el gallinero y era el propio sistema quién le complacía con el mejor disfraz. Luego, durante muchos años, más de una década, se mimetizó actuando como siempre lo había hecho con su padre, derramando amor hacia los ancianos, pero viéndoles culpables de su eterna soledad. Y la muerte de cada uno de ellos era para él una efímera liberación, para él y para el anciano, ya libre de dolor y sufrimiento, según su mente perversa.
   Los ángeles de la muerte están estudiados desde la aparición de los doctores nazis (me dijo los nombres, pero disculpen, ahora no los recuerdo) que decidieron acabar con la vida de medio millón de esquizofrénicos en Alemania, siguió comentando Ernesto. Y son Perversos, saben perfectamente lo que hacen y qué está bien y qué está mal, pero frente a ese protocolo de muerte tan difícil de delimitar en científicos y legisladores, ellos se arrogan la potestad de la decisión inequívoca, irrebatible. Ellos son el Dios que decide y que está por encima de toda regla o ley moral o social. Se trata, en definitiva, de un error en el cerebro emocional y no de una enfermedad mental. Lo más asombroso es que se trata de una disfunción del cerebro emocional que se puede curar, aunque aún no sabemos cómo. Tenemos el caso de un asesino en serie estadounidense que mató a 22 chicas y fue detenido, gracias a una prueba de ADN que se hizo el homicida 10 años después de haber asesinado a su última víctima. Cuando, en el interrogatorio, le preguntó la policía que porqué había dejado de matar sólo supo contestar: No lo sé. Lo mismo que un día se abrió la espita en su cerebro que le exigía asesinar, otro día cualquiera se volvió a cerrar, impidiéndole seguir asesinando. Así es de extraña la mente. No hay mayor enigma para el ser humano que su propio cerebro, me comentó Ernesto, cuando ya degustábamos el postre.

1 comentario:

  1. Efectivamente es algo muy misterioso como posiblemente las claves intimas de este asesino .El endiosamiento y la voluptuosidad son solo algunos caminos para llegar a la abyeccion asesina.

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