MEJOR
ESPERANZA QUE CORDERO

Ahora me doy cuenta de todo lo que me estaba perdiendo, de todo el amor que me rodeaba sin que yo tuviera tiempo para él. Ahora disfruto de cada mirada cómplice de mi mujer de la misma manera que cuando la conocí hace ya diez años. Ahora he vuelto a tener tiempo para enamorarme y, ahora que nada tengo, es cuando he decidido casarme con ella, hace dos meses, cuando siempre pensé que era mejor tener una seguridad antes de hacerlo. ¡Qué equivocado estaba! Vivir es volar, no construir castillos ni fortalezas. Vivir es amar, no dejarte la piel para que te admiren. Vivir es respirar, no acaparar todo el aire.
¿Por qué os cuento esto?, preguntaréis. Pos dos razones:
La primera, porque no necesitamos más que lo que necesitamos: tener nuestras necesidades básicas cubiertas y tener la posibilidad de ser felices. Lo demás son zarandajas, tonterías que únicamente sirven para crear desigualdades sociales, otorgar valor a las apariencias por encima de las emociones y equiparar el “Ser” con el “Tener”
La segunda, porque ya ha llegado el momento de ser sinceros y mostrar, sin pudor, nuestro sufrimiento, nuestro dolor, nuestras ilusiones, nuestras derrotas. ¡Dejemos de seguir el juego estúpido de las apariencias sociales! Tengamos el valor de mostrar nuestra situación, expongámosla sin miedo al conocimiento público, sólo así conseguiremos crear conciencia y lograremos que los que aún están ciegos comiencen a ver. No temamos al desprecio de quienes no tienen alma, ellos son los causantes de tanta sinrazón. Pero todos los demás tienen que saber que la aparición de tantos y tantos manantiales de dolor, acabará inundando la geografía española con el agua pura de la esperanza.
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