“La
censura para la prensa es necesaria; cada vez más necesaria. Pero no para que
la ejerza un gobierno en beneficio de sus fines particulares o de los
gobernantes, eso siempre es condenable. En cambio, cada día estoy más
convencido de que es indispensable una censura de prensa ejercida no a
beneficio de los gobiernos, sino precisamente en contra de ellos. Nunca será
tan dañino lo que un periodista rebelde escriba como lo que un gobierno inspira
y hace escribir. Las campañas de un periódico de oposición pueden ser fatales
para un político o un régimen; pero las campañas alentadas por los gobiernos
pueden desencadenar una nueva catástrofe mundial. Censura, sí; pero para los
políticos y los gobiernos que se valen de la prensa. Lo horrendo, lo espantoso,
lo que tiene consecuencias incalculables es el estado de opinión unánime que en
un momento dado un gobierno puede provocar en un país por medio de los
periódicos. Yo sueño en una censura de prensa ejercida por un tribunal
internacional con un alto sentido de la justicia y una autoridad indiscutible;
un organismo análogo al tribunal de justicia internacional de La Haya , que llegado el caso
pudiera cortar ciertas propagandas infames que los gobiernos mismos
alientan. ¿Cree usted que en estos
momentos no sería la salvación de Europa que una censura internacional de
prensa impidiese las campañas ferozmente nacionalistas de los gobiernos que
están dispuestos a lanzar nuevamente a sus pueblos a una guerra?”. Estas
palabras las pronunció Teodoro Wolf, director del periódico Berliner Tageblat, que ya tenía ante los
ojos el panorama nazi de Alemania, en el año 1928, al periodista español y
republicano Manuel Chaves Nogales. Nadie le hizo caso entonces y su periódico,
cuatro años más tarde, se convertiría en el instrumento de propaganda más
eficaz del régimen nazi, ya sin él que, posiblemente, acabaría extirpado (era
la expresión favorita de Hitler) en algún campo de concentración del nazismo.
Parece
increíble que hayan pasado 84 años desde entonces y a pesar de la experiencia
de tantas guerras, desastres y muertes de inocentes provocadas desde la
manipulación mediática de los gobiernos, aún no existan esos organismos de
justicia internacional que sí pudieran haberlos evitado. ¿De qué se preocupa la
justicia entonces, si ni siquiera se preocupa de una cuestión tan evidentemente
injusta? La última prueba de la felonía que un periódico puede ejecutar con los
ciudadanos indefensos e inocentes de su pueblo a través de la flagrante
complicidad de su gobierno la tuvimos ayer en España, con esa portada miserable
que el director de La Razón
ordenó imprimir y en la que todos hemos podido ver la fotografía,
caricaturizada al estilo de los forajidos del oeste americano de antaño, de
Manuel Sánchez Gordillo, bajo el epígrafe “No se busca”. Se ve que España, con
el gobierno del PP, ya camina por las mismas andanzas por las que el régimen
nazi del asesino Adolf Hitler comenzó a diseñar mucho antes de que ganasen las elecciones. Entonces, en aquella Alemania sumida en una crisis tan profunda
como la que hoy vivimos en España (también tenían más de 5 millones de
parados), eran las “Secciones de Asalto”, formadas por las adoctrinadas milicias
juveniles del nazismo, las que se ocupaban de extirpar a los señalados en los
medios. ¿Quién nos podría asegurar que ahora en España no serán las juventudes
de “España 2000”
o de “Democracia Nacional” o de tantos otros grupos ultraderechistas que
resurgen desde las cenizas franquistas, tras el triunfo electoral del PP, las
que se pensarán en la obligación de extirpar a los enemigos del nuevo régimen?
Pronto veremos si cumplen las amenazas que ya han proferido contra el alcalde
de Marinaleda. De lo que sí estoy convencido es que personajes como Ynestrillas
y Anglada ya estarán haciendo acopio de pistolas y de que estarán dispuestos a
repartirlas entre sus fanáticos acólitos lo antes posible. Ya no temen
mostrarse abiertamente, es la clara manipulación mediática desde el gobierno la
que les está otorgando licencia para ello, sin que ningún organismo de justicia
trate de evitarlo. Y pronto, antes de que nos demos cuenta, veremos caminar por
nuestras calles a las nuevas milicias fascistas. No es casual que los papis del
PP valenciano estén pagando hasta 500 euros para que sus hijos sean entrenados
en campos de verano por oficiales derechistas del ejército y de la guardia
civil, enseñándoles disciplina y cómo ser soldados ejemplares de la causa. No
es casual la expansión de PxC (Plataforma por Cataluña), con sus ideas racistas
y socialmente segregacionistas en pueblos del interior de Cataluña y los barrios
periféricos de las grandes ciudades (en el ayuntamiento de Vic ya han colocado
5 concejales con el 21% de los votos en la últimas elecciones municipales). No
es casual el crecimiento de “España 2000” o de “Democracia Nacional” en la costa
valenciana y en las grandes ciudades españolas como Madrid o Sevilla. No es
casual que, ante la posible debacle del PP en unas próximas elecciones, 2000 de
sus afiliados se hayan pasado al nuevo partido creado alrededor de Mario Conde.
Nada de todo esto es casual. El adoctrinamiento generalizado ya está diseñado y
a través del dominio de los medios informativos y de la dogmatización ideológica del Opus Dei en las escuelas, con la connivencia del ministro Wert, intentarán realizarlo a gran
escala, mientras la justicia nacional e internacional siga sin inmutarse. Y si
no logramos frenar a estos lobos estaremos abocados al infierno trágico de una
nueva guerra.
Siento
mucho escribir esto, pero no puedo mentirme ni mentiros. Este es el negro
panorama que diviso en un futuro cercano. Ojalá esté equivocado y me acabe
convirtiendo ante vuestro ojos en un agorero de opereta que reboza en el
barrizal del pesimismo. Ojalá acabéis demostrándome que mis palabras tan sólo
son producto del delirio de un viejo, porque yo ya no tengo edad ni fuerzas
para luchar en nombre de la libertad, la justicia y la democracia que con tanta
lucha, sangre e incluso vidas denostadas logramos restaurar tras el franquismo.
Ahora es el momento de los jóvenes amantes de la paz, de la justicia y la
equidad, de los que aún les quedan fuerzas para defender la dignidad humana. Yo, si mis pesadillas llegan
a cumplirse, me retiraré a alguna cueva en mitad de algún monte perdido, allá
donde nadie pueda encontrarme, pues preferiré eso antes que ver como estos salvajes deshumanizados se dedican a sembrar cadáveres sobre el asfalto.
Magnífico, como siempre.
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