CRIMEN DOMÉSTICO
Liberada al fin, quiso describir la
impotencia de los golpes a los que tanto tiempo estuvo condenada, pero el
nerviosismo de su mano, la misma que minutos antes empuñó el cuchillo, le emborronaba las letras.
Él, aturdido por la ausencia de
dolor repentina, abrió los ojos y vio una figura borrosa a la que preguntó con
voz muy débil: - ¿Con qué escribes?
Ella respondió: - Es nuestro legado
y lo escribo con tu sangre.
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