ASUETO
Cuando el presidente de la gran empresa
constructora volvió de una de sus múltiples reuniones y se acomodó en el
asiento trasero del Mercedes Benz, encendió un cigarrillo y
se quedó mirando a través del espejo retrovisor la cara soñolienta del chófer.
-Dime,
¿qué haces, Paco, mientras me esperas?
-Nada
señor, descansar, para eso me paga usted.
Estuvo a punto de decirle ¿qué suerte tienes
cabrón?, pero se contuvo. Tiró el cigarrillo por la ventana, se apretó el nudo
de la corbata y ordenó: -vamos, arranque, calle estrés 22, hemos de estar allí
en cinco minutos.
El siguiente descanso de Paco fue más largo
de lo esperado. Ni tan siquiera le despertó la sirena de la ambulancia que vino
a recoger a su jefe para facilitarle su última y definitiva cita con el tan
deseado asueto.
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