miércoles, 17 de julio de 2013

BOCHORNOSO ESPERPENTO

   Hasta luego, pringao. Esa fue la despedida con la que Antonio finalizaba la carta remitida a su primo. Y cuando Antonio fue a visitarlo a la cárcel, el primo no pudo contenerse y le preguntó el porqué de aquel final. A lo que Antonio respondió: Porque a ti te han pillao, reiterando de nuevo y con mayor enjundia si cabe lo de pringao. Esa escena tan clarividente y chabacana es la que se repite hoy a diario el los medios de comunicación de nuestro país. Aunque en vez de presos de baja cuna, los actores son los elitistas señores de la casta política, señores de traje y corbata pero, en el fondo, tan macarras y chorizos como aquellos que imaginamos en presidio.
 
 
Nunca he hablado en mi blog del caso Bárcenas, o Gürtel, o de la financiación ilegal del PP, a pesar de existir plúmbeas razones para ello. Tampoco he llegado a pedir aquí la dimisión de Rajoy. Total, ¿para qué? Asisto diariamente, como todos, a este espectáculo esperpéntico que interpreta el conjunto de la sociedad española, es decir, el gobierno, los políticos, congresistas o no, el pueblo, la judicatura, la iglesia, los grandes empresarios, los bancos y los lucrativos medios de comunicación, y sólo percibo una verdad aplastante: Un gobierno y unos políticos que mienten sistemáticamente a un pueblo que continuamente se autoengaña. Lo de Bárcenas es escandaloso, lo de la repartición del botín por el negocio de las contratas, a sabiendas de que eso finalmente vaciaría los bolsillos y depósitos bancarios de los españolitos y que dispararía la deuda del estado es vil y abyecto, pero también lo es asistir a la bochornosa guerra sin reglas que llevan a cabo los distintos partidos, todos preocupados únicamente por copar el poder y poseer el tesoro, sin admitir que lo del PP no es más que una práctica habitual y llevada a cabo por todos (hay casos de corrupción en todos los partidos) y sin preocuparse en absoluto en pensar unos minutos en si no será mejor una limpieza profunda, al estilo Don Algodón, y cambiar de una vez por todas las leyes de control de los partidos, la ley electoral o tantas otras que han posibilitado tanta mierda al cuello en la defenestrada marca España. Es bochornoso también ver la lucha navajera de los periodistas, sean untados por uno u otro partido, hablando entre ellos con un lenguaje enrevesado y confuso y con la clara intención de verificar mentiras, desprestigiar verdades o crear cortinas de humo que nos impidan la visión. Hoy no son más que señores serviles del eufemismo y del amo que les paga. Es bochornoso asistir a la continua desazón de la ciudadanía ante el desarrollo de los estudios de los expertos, empresarios y banqueros codiciosos en su cúspide, que con mentiras nos hablan de competitividad, la viabilidad de las pensiones, el desfase tarifario de las energéticas, y un larguísimo etcétera. Es bochornoso ver a los adalides de la política colocados en las empresas que florecieron, exponencialmente, bajo su mandato. Es bochornoso ver morir a tanto ser humano vulnerable a causa e los inhumanos recortes que llevan a cabo los mismos que vaciaron la caja de todos, Es bochornoso… y bochornoso…. y bochornoso… y ya da vergüenza mirar.

   Pero también es bochornosa, y más si cabe, la reacción del pueblo, ahítos de desidia frente a lo que está ocurriendo, sin salir en masa a la calle a exigir honestidad en quienes manejan el percal y les estafan su bienestar. O, en todo caso, se dedican como mucho a pedir firmitas demagógicas sin ninguna utilidad, exigiendo dimisiones de los mismos que ellos encumbraron con sus votos. Y no es que sea falaz exigir dimisiones en este gobierno a través de esas firmitas, pues ya es imperante echar a estos señores del lugar que ocupan, pero es de idiotas imaginar que tipos tan desvergonzados como los que nos gobiernan se puedan sentir inquietos por un millón de firmas cuando fueron 8 los millones de votos que les dieron el poder. Demagogia pues, pura y estúpida demagogia, en un pueblo que perdura en su ensoñación y en su lucha interna, blandiendo las banderitas interesadas de su simpatía partidista, tal y como hacen los periodistas, sin pago evidente a sus servicios, pero con la ilusión palpable de que si el gobierno cambia y entran en su lugar los amiguetes, cambiará la situación de cada cual. Un pueblo que se autoengaña constantemente imaginando una gran victoria sin que sea necesaria la batalla pacífica en masa, ni la unidad total en las calles. Un pueblo que se autoengaña pensando que las cosas vienen solas, tan solo por la exigencia expresada y no por el trabajo coordinado y unido de toda la población, sin banderas, ni intereses individuales.
   En fin, como decía el primo de Antonio: A ti te han pillao, pringao y mientras no me pillen a mi…. que siga la fiesta y el desenfreno.

4 comentarios:

  1. Tan sólo difiero de ti en una cosa:
    "tan macarras y chorizos como aquellos que imaginamos en presidio". Cambiaría el tan por el
    son ""más"" (con acento) mas macarras y mas chorizos.
    Son macarras chulos auqnue no vulgares en el vestir
    y son mas chorizos porque nos han robado a TODOS

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  2. Interesante y acertada reflexión . El mayor problema al que se enfrenta el país es enfrentarse consigo mismo . No hay régimen político , sea democratico o dictatorial , que se sustente sin el apoyo de una gran parte de la población , por activa o por pasiva

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