miércoles, 30 de enero de 2013

YO CONOCÍ A AMY MARTIN

   ¿Que nadie conocía a Amy Martin? No seamos hipócritas. A ver, que levante la mano el que no conozca a alguna Amy Martín. Yo os diré una: El rey del pollo frito, que ponía la mano a cambio de firmar el contrato de un supuesto vídeo que jamás llegó a filmarse y se repartía, de este modo, el pastelito rico de la Sgae con su jefecito, el Freddy. Seamos sinceros, estos dos casos (Sgae e Ideas) son nada más que un pequeñísimo ejemplo, Yo, al igual que muchos de vosotros, seguro, conozco innumerables casos en mi ciudad de chicos y chicas progresistas y complacientes que se inventaban cualquier proyecto cutre y a pillar la subvención que les pagara las vacaciones soñadas. Y si los escritores e intelectuales más progresistas tratan de quitarle importancia al fraude, frente al desmadre incontinente del PP y sus clones de Bárcenas, es porque ellos también probaron el pastel (y lo siguen probando) en sus brevísimas intervenciones en instituciones públicas a la sazón de cachés engordados y burbujas hinchadas como curriculums. 3000 y 4000 euros por conferencias de poco más de media hora, en los que nos venían a leer la extensión de algún artículo, más o menos como la Amy. El resto eran gracietas y sonrisas falsas. El artisteo pucheril siempre le ha lamido el culo al poder, por muy bien que intente disfrazarse. Señores, no nos dejemos engañar más. Ya está bien de tanto pijo con máscara de progre, saltando entre las cuerdas de este circo. Ni somos payasos, ni niños inocentes, tan fáciles de engañar.
   “El Mulas” es tan zorro como cualquier diputado o concejal de cultura o presidente de fundación cultural de nuestro país. Tipos que manejan mucha pasta, acostumbrados a gastar hasta el último céntimo, con la intención de no incentivar cualquier merma en los presupuestos del año siguiente. ¿A quién se la daban? A cualquiera que trajese un proyecto que se vendiese bien en la prensa, aunque fuese una chorrada intragable, siempre y cuando fuese leal a él, a la defensa del partido e involucrase a una masa aceptable de votantes en el proyecto. Amiguetes, amiguetes de amiguetes, sobrinos, amantes, cónyugues o famosillos y snobs del faranduleo. Individuos de caché populista o individuos cutres y oscuros con los que es fácil urdir chanchullos. Señores todos de cinturones anchos, fantasmillas que van de artistas, babosos y pedigüeños, indignos hipócritas del bode-vil. Es tan común en nuestras ciudades, que el escándalo hubiera sido que aún Amy Martin firmara artículos, o filmará películas subvencionadas, o dirigiera un instituto Cervantes, haciéndose la sueca, por un sabroso emolumento de 100.000 euros. Son tantas las zorras que nos guardan el corral.
   ¡Qué pena de cultura! Y después quieren vender la marca España. ¿Qué imagen venderán en el exterior? ¿La de un lazarillo carterista con esmoquin?

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