martes, 25 de marzo de 2014

Parte V de "The Dry Salvages" (T.S. Eliot)


Comunicar con Marte, hablar con los espíritus,
dar informes sobre los monstruos marinos
y sacar un horóscopo, augurar, predecir,
leer enfermedades en las firmas,
evocar una vida según las líneas de la palma,
adivinar tragedias en los dedos;
interpretar presagios en las hojas de té,
descifrar lo fatal con naipes, embaucar
con estrellas de cinco puntas y ácidos barbitúricos
o disecar la recurrente imagen
dentro del terror inconsciente--
explorar la matriz, la tumba, los sueños; éstos son
pasatiempos y drogas y asuntos de la prensa:
y siempre será así, especialmente cuando
la zozobra y la duda se adueñan de los pueblos,
sea en las costas de Asia o bien en Edgware Road.
Los hombres, impelidos por la curiosidad,
registran el pasado y el futuro,
se adhieren a esa dimensión. Pero la aprehensión
del punto exacto donde lo atemporal se cruza
con el tiempo es tarea para el santo--
no es tarea tampoco, sino algo que se da y se toma
en un morir de amor que dura el curso de una vida,
pasión y don de sí y entrega.
En muchos de nosotros, sólo hay el solitario
momento, el momento que estamos dentro y fuera del tiempo,
el frenesí perdido en un dardo de sol,
el tomillo invisible, los rayos invernales,
la cascada, la música tan hondamente oída
que no la oímos ya, sino que somos la música
mientras dura la música. Éstos son sólo sugestiones
y barruntos, primero aquellas y luego éstos.
Lo demás es plegaria, ritual y disciplina,
pensamiento y acción. La sugestión medio acertada,
el don medio entendido, esto es la Encarnación.
Aquí la unión imposible
de las esferas de la existencia real,
aquí el pasado y el futuro
son conquistados y conciliados,
donde la acción sería de otro modo movimiento
de lo que es sólo movido
pero no genera movimiento,
es llevado por demoníacos, telúricos
poderes. La acción justa es libertad
del pasado y del futuro.
Para muchos de nosotros, tal es el designio
que nunca será realizado;
sólo somos invictos
porque no cejamos,
nosotros, satisfechos al fin,
si nuestra temporal reversión nutre
(no demasiado lejos del tejo*)
la vida de una tierra significativa.


                                                                        T.S. Eliot

* En la cultura anglosajona el tejo representa a la muerte. Sería análogo al ciprés de nuestra cultura.


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