miércoles, 23 de mayo de 2012


A ESTE PASO…

A este paso no tardará en llegar el día en el que los supermercados estén repletos de alimentos y no queden clientes que puedan comprarlos. Y, mientras, la venta de coches de lujo sube como la espuma. Este sistema está podrido y desquiciado, pero seguimos adorando al Dios Don Dinero por encima de todas las cosas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así? ¿Hasta que veamos a nuestros hijos morir de hambre?

Una de las cosas que más me maravilló de 15M fue ver a gente dispuesta a trabajar durante horas sin haber preguntado primero cuánto iba a cobrar por ello. Recuerdo que le dije esto a Rafael, un compañero de asamblea, el día que fuimos a dar una conferencia en la universidad de La Rábida, en Huelva. Sólo recordaba algo parecido en los años de la transición. Pero esto era aún más increíble. En los últimos 30 años la consciencia del ciudadano español ha sido sutilmente moldeada en la cultura de la competitividad y la depredación. Sólo se llegaba a ser alguien cuando lograbas posesiones y capital, si no era así, no eras más que un fracasado, repudiado por las élites laureadas. El éxito consistía en hundir a competidores y enemigos y conseguir el mayor número de hipócritas aduladores. Mucha culpa de todo esto la han tenido los bancos con sus pastelitos dulces impregnados de veneno. También los medios de comunicación y su gran rueda publicitaria. El propio sistema educativo, con su competitivo meritaje. Hasta las mismas familias, que admiran a sus hijos por su éxito más que por ser buenas personas (bueno no, tonto es lo que tú eres, me decía mi madre).

Acabo de leer en la prensa que, de aquí a 2015, en España, 500.000 familias perderán sus viviendas, embargadas por los bancos. Eso significa que 1.500.000 de personas más tendrán que vivir en la calle. Si sumamos los ya existentes estaremos hablando de casi el 5% de la población española. Y si a estos sumamos el número de parados y de pensionistas que sobreviven con una mísera pensión, pronto podremos decir que el 15 o 20% de la población española tendrá una situación de ruina permanente en sus vidas. Esto provocará sin duda dramas lacerantes, algunos posiblemente cercenen su vida y quién sabe si llevándose o no a alguien por delante. Sin embargo, aparentemente, no está ocurriendo nada. Los bancos siguen insuflando dinero en las cuentas de sus ejecutivos. La bolsa, como siempre, sigue siendo el centro de atención.  En los almacenes de trigo apenas entra la luz, porque la puerta se abre muy de tarde en tarde y así sacar el más alto y rentable de los precios. En las oficinas de patentes los listos se mueven rápido con la intención de patentar el aire o el sol o el mar…, ¿quién sabe? Los valores democráticos y la justicia se corrompen a pasos gigantescos por más, por mucho más, de 30 monedas. Y los que aún respiran se aferran a lo poco que tienen, temiendo perderlo mañana.


¿Por qué seguimos soñando con el puñetero Ferrari?, si tan sólo se lo pueden permitir ellos, los que nos están jodiendo la vida. ¿Por qué nuestro pedestal sigue siendo el Ferrari o el chalet o la puñetera acumulación de dinero?, si para ser felices no necesitamos, en realidad, nada de eso. Si para ser felices nos basta con estar rodeados de amor y tener nuestras necesidades cubiertas. ¿Por qué seguimos queriendo mantener un sistema que nos asfixia?  ¿Cuándo va a llegar el momento en el que despertemos y nos demos cuenta de que esto nunca funcionó en realidad?, que lo único que hemos estado haciendo en el último siglo ha sido solidificar y legalizar la injusticia, la ambición y la codicia. Que nos iría mejor si dejásemos de ser competitivos  e impulsáramos la colaboración altruista entre todos y que si todos decidiéramos trabajar en el bien común, sin preguntar primero cuánto voy a cobrar por ello, quizá lográsemos encontrar una solución, inventar un modelo nuevo, hasta ahora desconocido, y que nos abriera las puertas de un renacimiento de la humanidad.

¿Para qué queremos tantos supermercados, si no podremos comprar los alimentos?

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