Hacía tiempo que no veía en las televisiones un anuncio publicitario tan
perverso como el último del Banco Sabadell. Bueno, en realidad son dos, en uno
el conferenciante es un señor mayor de estética impoluta y en el otro es una
hermosa señora de ojos azules la que se dirige a los asistentes. Ambas
conferencias versan sobre lo mismo, las excelencias de la medicina bio-molecular
y cómo ésta incidirá en un futuro próximo en una mayor longevidad para el ser humano.
El hombre se centra en cómo la investigación sobre células madre nos ha
posibilitado ya confeccionar órganos humanos a la carta. A ella, por ser mujer
supongo, le han dado el discurso de los últimos descubrimientos en la
regeneración molecular, dando a entender no sólo que viviremos mucho más, sino que
además seremos eternamente jóvenes. Y aquí está el engaño y la perversión,
teniendo en cuenta que la finalidad del anuncio es que usted se haga un seguro
de pensiones en el Banco promocionado.
En estos últimos
meses hemos asistido a anuncios de hallazgos científicos asombrosos, el ritmo
del conocimiento sobre las posibilidades regenerativas de las células madres
está siendo alucinante. Hace unas semanas anunciaron la creación, a partir de
células madres del propio órgano, de un hígado humano, en un laboratorio de
Japón y hace unos días se consiguió, en un laboratorio español, generar un riñón
fetal microscópico de análoga manera. Pero esto no es nuevo y nosotros, el vulgo corriente,
tan sólo conocemos de estas investigaciones una pequeña parte. Ya, en un
laboratorio universitario de Huoston y hace más de quince años, se consiguió
inocular células madre manipuladas al órgano del que fueron extraídas, el
corazón de un ratón, al que posteriormente le produjeron un infarto de
miocardio. El resultado fue milagroso, el corazón se regeneró y el ratón
comenzó a moverse. Que estamos a las puertas de la inmortalidad es ya un hecho
evidente. Pronto no necesitaremos transplante alguno, ni el cáncer podrá
vencernos y cualquier órgano del cuerpo humano que enferme podrá ser regenerado
con la salud y la fuerza de un órgano recién nacido. Ya sólo podremos fenecer a
causa de un accidente mortal o por propia voluntad. Pero es también evidente
que, desde que la mitocondria llegó al acuerdo con el oxígeno, en el que éste
nos dotaba de energía y le permitíamos, a cambio, oxidarnos, el envejecimiento
paulatino de nuestra carne, nuestro cerebro y nuestros huesos es irreparable.
De todo esto se
deduce que nuestro futuro será difícil de llevar sin conflictos sociales. El progreso científico que nos hará inmortales es caro y los laboratorios, a través de sus patentes, buscan enriquecerse sin medida. ¿Quién lo pagará? En un
mundo en el que el hombre puede vivir eternamente, pero en el que no podrá ser
productivo siempre ¿quién tendrá derecho a la eternidad? Porque un sistema de
pensiones como el actual ya no será sostenible. Y habrá privilegiados con gran
poder económico y buenas pensiones privadas que necesitarán de esclavos, pobres
y mortales, que con su esfuerzo y el pago de impuestos sostengan (en lo
posible) el sistema. ¿Creen ustedes que el guardaespaldas del millonario y
decrépito viejo de 400 años se dejará morir fielmente cuando llegue su momento,
sin luchar antes de forma violenta por su vida? ¿Creen ustedes que el gran
poder económico mundial y los bancos como el Sabadell no conocen ya ésta
realidad? Entienden ahora porque digo que el anuncio publicitario de ese banco
es perverso. Ya están preparándose para el futuro, el de ellos y el de sus
clientes especiales. Ya están preparándose para la gran guerra de la humanidad,
en la que nos jugaremos el derecho a la vida. Y ellos nos llevan ventaja, pues acaparan todo el inmenso arsenal del conocimiento científico y
bio-médico. Ellos tendrán la llave de la inmortalidad.
¡Qué paradoja! La
codicia por la vida será la que nos llevará a la muerte.
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