Me asombra la desfachatez de los mal llamados periodistas españoles. Ahora, tras el anuncio de cierre del canal 9 valenciano, se ha abierto por fin un claro debate en nuestro país sobre la manipulación mediática que algunos (prácticamente todos) partidos ejercen sobre los medios de comunicación públicos. Pero ¿de qué ha servido tal proliferación de medios de comunicación públicos en nuestro país, sino ha sido para establecer una mayor cota de poder en los partidos gobernantes? Lo del canal 9 tan sólo es un ejemplo más, porque todas las televisiones públicas son manipuladas férreamente desde sus direcciones impuestas sin consenso. En Canal Sur apenas se habla de los EREs, en Telemadrid nadie se atreve a hablar del ático marbellí del presidente de la Comunidad, en TV3 ni papa del Liceo, ni del Palau del blanqueo de la pasta pública, en el canal gallego si alguien osa hablar de la relación del presidente con el narco lo ponen de patitas en la calle, etc… Y de la 1 nacional no digamos, dependiendo de quién gobierne, así les bailan el agua. ¿Periodistas? ¿De verdad existe algún periodista en nuestro país?
Algunos diréis que sí porque no todos
trabajan en medios públicos, como esos que debaten día tras día en la
televisión, los de los medios escritos y, supuestamente, privados. Ja, ja.
¿Existe algún periódico escrito que no este subvencionado y auspiciado desde el
poder político? Los que critican al PP por el cierre de Canal 9, elogian ahora
la actitud de sus trabajadores. Dicen que ahora expresan la verdad, sus
denuncias de manipulación desde la dirección saliente y que les impedía ejercer
su labor con dignidad, olvidando que la misma la perdieron desde el momento que
decidieron omitir verdades o contar mentiras a cambio de una jugosa retribución.
Lo único que les importa, en realidad, es el cambio de bando político,
aparentemente, claro. Ya veremos, conforme deje de llegarles el ingreso mensual
de sus nóminas, si siguen defendiendo sus actuales discursos o, en cambio,
vuelven a intentar venderse al mejor postor. Los otros, los de la derecha como la Razón, el
ABC, El Mundo, etc, se llevan las manos a la cabeza escandalizados por tal
anarquía en directo y denuncian, a su vez, conspiraciones desde la izquierda
para ejecutar un golpe de estado en la cadena televisiva. Y lo cierto es que
todo este espectáculo bochornoso evidencia una sola y aplastante verdad: en España
no existen periodistas, existen mamandurrias aferrados a la buena teta. Son
mercenarios de la palabra, sin convicciones, sin principios y dispuestos a
argumentar cualquier porquería si les pagan bien por ello. Si aún existe algún
periodista de verdad en este país no está, desde luego, en ningún medio de
comunicación relativamente importante. Estará en algún medio digital, al estilo
de Wikileaks, condenado por las autoridades y perdido en las brumas de
internet.
A los
mal llamados periodistas sólo les importa su bienestar y todos esos golpes de
pecho que ahora se dan escandalizados por el cierre de Canal 9, no es más que
otra cortina de humo creada por ellos mismos con la intención de que el puchero,
su puchero, siga lleno. Como si ellos tuvieran más derecho a la dignidad social
que los tres millones de españoles que están en riesgo de pobreza y exclusión
social. Si los banqueros que nos han robado con las preferentes deberían ir a
la cárcel, los periodistas que nos han robado la verdad a cambio de una buena
cuenta corriente también. Ya está bien de tanta hipocresía periodística, que
los que tienen hoy verdadero derecho a la indignación y a la dignificación son
esos seres anónimos que jamás salieron en la tele. Esos de los que ellos nunca
hablan.
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