Hicimos versos
olvidando que la vida
es sólo
prosa de espinas y dolor,
ahogando lo
mejor, abriendo heridas .
Volamos
ensoñados en los púlpitos y, en la intimidad,
declamamos la perfección, la pose en los
espejos.
Todo fue
bruma, inacción, sombra sin llama.
Éramos estúpidos
Narcisos en bandada
frente al
estanque idealizado de la vanidad.
Fuimos
ingenuos, terriblemente ingenuos. ¿O no?
Sumisos y volátiles
buscando con el pico las migajas,
mientras
surgían más cráteres, más, y se enfurecía el volcán.
La belleza
nunca estuvo en nuestros versos. Mentimos.
La belleza
hubiera sido la verdad.
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