Lo hemos visto. Ya lo hemos visto todos,
aunque algunos, cegados por sus propios intereses, aún digan que no. Al PP le ha
entrado el tembleque, la jindama y, en cuanto la calle ha hervido un poco, ha
reculado. Y es que en esto de la justicia humana siempre surge una espita
pequeña que lo acaba incendiando todo. Una anónima Rosa Park, 10 islandeses con
cacerolas en una plaza o un barrio pequeño de Burgos que simplemente dice basta. De
lo local a lo nacional, de la aldea al universo y sí, el futuro de la humanidad
no se decidirá en los parlamentos, sino en las calles. Lo malo es lo de siempre,
los cuatro niñatos descerebrados y con ínfulas de Superman anarquista que sólo
saben joderlo todo. Destrozar, destrozar y destrozar, ese es su único lema.
Destrozar la cristalera de un banco, el cajero automático, al sicario policía,
a la vieja que se cruza en su camino. Si fuesen capaces de pensar verían el
daño que provocan: la muerte de la esperanza. No tuvieron bastante con cargarse
el hilo de luz nueva que fue el 15M y ahora se esmeran en dar razones al gobierno
para fomentar la represión y al pueblo para resignarse con esta
pseudodemocracia bipartidista antes del advenimiento del absoluto caos. Nunca
entendí por qué aquellos que somos demócratas por convicción toleramos en las
manifestaciones democráticas, asambleas, etc, a grupos de ideología
antidemocrática, ya sean anarquistas o fascistas, batasunos o falangistas,
porque lo lógico sería que los rechazáramos y nos alejásemos de ellos. ¿Contrataríamos,
en caso de ser empresarios, a un trabajador cuyo único interés fuese el de
hundir la empresa? ¿Dejaríamos entrar en nuestra casa a una persona, sabiendo
que nos acabaría echando de ella? Entonces, ¿por qué dejamos participar en el
juego democrático a grupos cuyo único interés es acabar con la democracia?
Los ciudadanos de Gamonal nos han dado un
ejemplo, nos han mostrado el camino y han abierto una puerta a la esperanza en
este país sumido en el lodo gris de la desidia. Han conseguido lo impensable:
que un alcalde, aparentemente corrupto e inhumano, dé marcha atrás y haga
prevalecer la voluntad del pueblo ante sus mezquinos intereses. Y lo han
conseguido sólo con unidad y la movilización constante. ¡Qué fácil y qué difícil
a la vez!, ¿verdad? Pero es posible. Ellos lo han conseguido y también
podríamos lograrlo nosotros, si nos dejásemos de gilipolleces como la de pedir la
libertad para todos los detenidos en
el conflicto, porque aquel que sólo sabe destrozar, quemar, tirar piedras,
patear cabezas, derramar sangre, asesinar (algún día ocurrirá, posiblemente),
debe estar recluido y no junto a nosotros manifestándose. En las oscuras y
frías noches de Gamonal hemos visto brillar la luz solar de la esencia
democrática. No dejemos que se apague la esperanza. Y mucho menos dejemos que nos la apaguen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario