Las llamas se
iluminan en la oscuridad
pero el
sonido tarda en llegar.
Son silbidos,
como víboras de luz efímera.
Vienen de
todas partes
hacia la
diana de los inocentes.
Ya no buscan
venganza. Sólo sangre.
Las víctimas
juegan sin temor
a los incendios
que les circundan.
La tierra no
es de nadie.
Rueda la
pelota entre los cantos
(los de
piedra, los de la guerra).
Otro cementerio
del olvido.
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