Muchos os habréis extrañado que en estos
días no haya escrito ningún artículo sobre las desgraciadas y criminales
muertes en las costas de Ceuta. No lo hice porque cada vez estoy más convencido
de la inconveniencia (por propia salud mental) de hacer las cosas en caliente.
Hoy, transcurrido un tiempo, sí creo estar preparado para hablar de ello
alejado de la confusa visceralidad de las emociones. No hay duda de que lo
acaecido en Ceuta ha sido un acto criminal, llevado a cabo por las más altas
instancias de la guardia civil y el ministro del interior. Disparar bolas de
goma contra los subsaharianos, muchos de los cuales ni saben nadar, en el mar
no solo es un claro acto de intento de asesinato, sino que además es un acto de
cobardía suprema y hablar posteriormente de la actitud beligerante de los
emigrantes es ya de un excelso cinismo. Estarán satisfechos los guardias
civiles que llevaron a cabo el acto y los mandos que dieron las órdenes, se han
laureado de gloria abyecta, ni el ángel de la muerte de Olot ha cometido
asesinatos más viles y cobardes. Pero, señores de la izquierda demagógica,
hacer de esto un acto de campaña es igual de asqueroso. Pensar en que la
solución a este problema es abrir, de par en par, las fronteras y acoger con
los brazos abiertos a todo el que quiera entrar en nuestro país es de una
necedad aplastante y, a la larga, también un acto criminal, teniendo en cuenta
la realidad de España, con su casi 26% de paro y sus casi tres millones de
niños malviviendo en la pobreza. Este país necesita, más que nunca, una
política de gobierno de consenso entre todos los partidos existentes, una mesa
en la que todos estén opinando y reflexionando sobre los problemas más acuciantes
que tenemos como Estado con la obligada intención de llegar a un acuerdo. Y el
tema de la inmigración es fundamental para nuestra cohesión social y para
nuestro futuro. España no puede seguir soportando el coste social de
inmigrantes que, sin preparación ni la mínima cultura exigible para la
convivencia democrática, acaban, en muchos casos, cayendo en la redes del
crimen organizado, ya sea a través del tráfico de drogas, la piratería, el top
manta, la mafia que controla la seguridad de discotecas y otros locales
nocturnos, la prostitución o el tráfico de seres humanos o, en otros muchos
casos, siendo explotados por empresarios corruptos que, de paso, se aprovechan
de ello para rebajar aún más los sueldos de los españoles, mientras encima se
les otorga a dichos inmigrantes ayudas estatales para subsistir. Más teniendo
en cuenta la cantidad de familias españolas que ya no reciben ni la ayuda
familiar y que sobreviven gracias a la caridad o a la basura de los ricos. Sí,
señores de la izquierda, esa es nuestra realidad y tenemos que aceptarla y dejar
de soñar con los mundos de Yupi. ¡Despertad de una puñetera vez, señores
demagogos de la izquierda! Y pensemos entre todos en una solución, lo más
humana posible, para arreglar este problema. Porque, además, si no lo hacemos
corremos el riesgo de un estallido social de inmensas y nefastas proporciones.
La derecha criminal y fascista está ya aprovechándose, en los barrios
marginales, del descontento de tanto joven, parado, señora de la limpieza, etc,
e inoculándoles la idea racista de que si ellos no tienen seguridad y futuro es
porque los extranjeros se los están quitando, sacando además las castañas del fuego a los verdaderos culpables: el caciquismo corrupto de nuestros políticos y empresarios. Idea que aún siendo incierta está
calando con fuerza en las mentes menos razonables y el extremismo radical y el
odio hacia los inmigrantes crece de forma exponencial; tan sólo basta con echar
un vistazo a las redes sociales para comprobar tal realidad. Negar dicha realidad es de
estúpidos e inconscientes. Es muy fácil pedir derechos para el que llega desde
la posición de superioridad que otorga un buen status social y económico,
pero exigirle que pida lo mismo a una persona que duerme en la frialdad de los
adoquines porque ha sido desahuciado o que no puede alimentar dignamente a sus
propios hijos es ya gallo de otro cantar.
Hoy, 30.000 subsaharianos esperan junto a la
valla para asaltarla, según la prensa. En el futuro serán centenares de miles o
millones. Ya está bien, señores inhumanos de la derecha y señores demagogos de
la izquierda. Hagan el favor de sentarse juntos de una puñetera vez, sin ansias
de venganza, sin el denostado “y tú más”, y piensen en una digna y humana
solución a este terrible problema que tantas vidas ha sesgado ya. Dejen de
cometer asesinatos directos o indirectos y razonen con argumentos basados en la
maldita y palpable realidad que aquí nos acontece. Y pónganse de acuerdo, por
favor. Háganlo ya, por el bien de todos, el nuestro y el de esos pobres seres
humanos que tan sólo huyen del hambre y de la muerte, los negritos de esa África,
desde hace tantos siglos, tan expoliada
por nuestro primer mundo.
No deja de sorprenderme que sucedan estas cosas, que en cierta forma las padezco, como latinoamericano, pero en la escala del tercermundismo, parece que estamos unos escalones más arriba que los africanos.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Imagino que lo que ocurre en la frontera México-estadounidense será muy parecido a lo ocurrido en Ceuta. Cuando el hambre pica, poco importan las balas.
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