lunes, 26 de noviembre de 2012

CUIDADO CON LOS ABUELOS, SEÑOR PRESIDENTE

   La cosa comienza a ponerse dura de verdad y no me refiero al inicio de una fiesta sexual y desenfrenada, no, ese estado de euforia ya sólo pueden permitírselo algunos privilegiados. Como digo, la cosa comienza a ponerse muy, pero que muy negra y cruel. No sé si habrá ocurrido allende mis fronteras provincianas, pero aquí, en la provincia desde la que partió Colón en busca del oro americano, el día 25 del mes no se les ha hecho el ingreso de la paga extraordinaria a los pensionistas. Ignoro si el problema ha ocurrido en el resto del territorio andaluz y español, pero si así ha sido, que se vaya preparando este gobierno, porque ni imagina el caos social que se le puede venir encima. He llamado al CAISS (organismo andaluz que se encarga del tema) para preguntar y quejarme por ello. Al principio las líneas estaban colapsadas, lo cual me llevaba a presagiar lo peor, pero finalmente me han atendido y, sin cuestionarse el motivo de mi llamada, me ha dicho una chica que todo es un error bancario, que ellos sí han ingresado los importes en el banco, pero que éste no hará efectivos los pagos en la cuentas de los usuarios hasta el 30 o 31 del mes. Lo cual me lleva a dos conclusiones evidentes, si es que el problema resulta ser nacional.
   La primera es que el problema de caja del Estado es aún peor del que nos dicen y siguen manteniendo administraciones y cargos duplicados, privilegios inmorales autoconcedidos, asesores superfluos, amiguetes contratados, sueldos exorbitantes, etc… y la cara más dura que el cemento armado. Está claro que pedirán el rescate antes de que finalice el año, necesitan más dinero que arramplar, aunque el pobre pueblo se ahogue en el lodo miserable de la pobreza y la inanición. La segunda conclusión a la que llego es que los bancos tienen bien agarrados a los políticos por los huevos. El estado hace todas su transacciones a través de ellos y si les da por cortar el grifo de ingreso en las nóminas aquí se arma la de Dios, el  Castigador, claro está. Cómo para que el poder legislativo se ponga chulito y les pretenda derogar la rentabilísima ley hipotecaria, que esas chorradas bruselescas de ilegalidad ellos se las pasan por el forro de sus cojones. Que nos los toquen, que nos los toquen, que se va a enterar el pueblito español de lo que puede llegar a costarles una barra de pan, dirán los muy hijos de puta.
   Sea como fuere y culpa de quien la tenga, ambos se equivocan si piensan que esto sólo va a afectar al número de jubilados y pensionistas del país. Ya son casi seis millones de parados en España y muchos de ellos sobreviven gracias al sacrificio de sus mayores, muchos dispuestos ha pasar necesidades verdaderas antes de ver con hambre a sus hijos. Dos millones de niños españoles viven por debajo del umbral de la pobreza y si aún sobreviven es gracias a la gratitud de sus abuelos. Cientos de miles de desahuciados viven y comen en los hogares de sus ancianos. Otro tanto ocurre con los dependientes, con los autónomos arruinados, con mujeres trabajadoras a las que jamás se les hizo contrato alguno, con los jóvenes, albañiles o licenciados, que llevan años sin encontrar trabajo… y así suma y sigue y el resultado final es abrumador, inquietante, el claro antecedente, como una semilla a punto de brotar, de una revolución social de catastróficas dimensiones. Ellos sabrán qué es lo que buscan, aunque yo creo que esos señores no viven en nuestro mundo, el mundo real de la herida abierta y la dentellada. Ellos se deben de creer elegidos, intocables, indestructibles, pero cuando el pueblo decida bajarlos del pedestal y mostrarles la realidad de frente ya será tarde para ellos, ya serán sólo pedazos muertos de un cuerpo humano despedazado.
   A los jubilados y pensionistas de España ya no nos queda nada, ni siquiera la esperanza de ver cómo nuestra estirpe crece sana y feliz. Desde hace algunos años tan sólo adivinamos sombras funestas en los ojos de nuestros hijos, cada día nos vemos obligados a sobrellevar penas y angustias demasiado pesadas para nuestros frágiles cuerpos. Nada hay más terrible que un nieto proclame su hambre y no tengas nada que darle de comer. El corazón ya se nos ha endurecido tanto… Pero, a pesar de nuestras carencias físicas, los jubilados y pensionistas españoles aún mantenemos intactos nuestro pundonor y dignidad, nuestra integridad ética por ser hombres y mujeres que lucharon por la libertad y los derechos humanos, por la constitución que ahora vosotros pervertís, por la democracia que ahora vosotros manipuláis, por una clase política honesta y preocupada por el bienestar de sus ciudadanos y no por la sarta de ladrones codiciosos y engreídos en la que os habéis convertido. A los jubilados de España, señores políticos, comenzáis a darles asco, asco de verdad, y, teniendo en cuenta lo poco que deben arriesgar si ya no les queda nada, es muy posible que ahora sí, por fin, decidan echarse a la calle. Y ¿quién los moverá entonces, señor Rajoy? o ¿acaso tendrá usted el valor de azuzarle sus antidisturbios, con sus porras y su rabia?
   ¡Despierte, señor presidente del gobierno! ¿Qué cree usted que ocurrirá cuando ordene a un nieto aporrear a su abuela?

sábado, 24 de noviembre de 2012

EL FRANCOTIRADOR
(Dedicado a los banqueros) 

   El francotirador nació ya con el ojo del halcón incrustado en sus pupilas. De pequeño sufría la carencia de todo aquello que los otros poseyeran. Racionaba con exactitud el fruto e ideaba pactos con las ilusiones de la cáscara. En cuanto a la diana, según se preparaba puliendo durezas y afilando estiletes, iba siendo más certero, centrándose en el objetivo concreto, ese corazón que palpita como un colibrí y que, desaforado, busca alguna apertura en la jaula de cristal. El primer disparo mortal le produjo cierto ardor en la conciencia, pero activó enseguida sus escudos, echó mano a antídotos y desarrolló aún más la precisión de su armamento.
   El francotirador conoce la importancia del terreno. Dominar la cota más estratégica se convierte en esencial. Ha de poseer el lugar desde el que puede observarlo todo, las costumbres, la rutina de cada una de sus futuras víctimas. Él no habla, no hace ruido, sólo observa en la distancia y dispara. Y, además, calcula el recorrido de la bala, la velocidad del viento, el impacto climatológico, el índice barométrico, pluviométrico y de otras bolsas, el coste de la munición y la rentabilidad y el interés de cada muerte. Algún día disfrutaré de la cosecha de tanto latrocinio y sonreiré bajo el sol de algún Caribe, eyaculando sobre la piel del ébano tropical, dirán, mientras los casquillos de los proyectiles se amontonan a sus pies.
   Según aumenta el número de víctimas se crece en su codicia. Sin embargo, hay sentimientos que él no logra domar. Cuando ve a una madre o a una abuela cubriendo con su cuerpo a sus vástagos. Cuando se enfrenta a ese amor total, incólume y, para él, indescifrable de alguien que, con orgullo, se interpone entre su bala y la víctima. Cuando esa nueva víctima inesperada se entrega consciente de su fatalidad a cambio de nada. Cuando ocurre esto el francotirador acaba confundido. Liquida a ambos objetivos, pero acaba confundido. Y un temblor inesperado comienza a gestarse bajo sus músculos. Él es un cazador solitario, un ermitaño de la intriga, un anacoreta del caos y la destrucción. ¿Cómo soportar las muestras de amor y de amistad? ¿Cómo no quebrarse, tras la lente, al ver un acto de altruismo? Pero él, con rigor y disciplina, rechazará siempre aquello que le convierta en vulnerable.
   El francotirador dispara hoy desde sus despachos financieros, domina desde su cima ciudades y continentes, y sobre la vasta llanura de la mediocridad pastan sus víctimas ciegas, sin saber que les apunta. Cada día caen mortalmente un número ya definido que son devoradas al instante, dejando sólo algunos restos para traidores y cómplices. No existe un sorteo que predetermine quién, sólo un número que puede ser el mío, el tuyo o el de otro. Y el sonido de los disparos es ahogado por la súplica del silencio y los sobornos. Sólo algún grito desesperado o la rabia valerosa de algún suicida zurea bajo un arcoíris de diseño. Todo lo demás es silencio. El impuesto silencio constitucional. Y todos callan. Ninguna pregunta puede soñar con las alas aterciopeladas de las mariposas. Porque hay una al que francotirador teme: ¿Qué ocurrirá cuando acabe con mi última presa y regresen los pájaros airados de los muertos, con sus alas de metal y guillotina, cuando el prado y la llanura se extiendan en un vacío abismal y desde la oscuridad de las cavernas manen dentaduras sedientas de mi sangre?, es la pregunta que palpita, oculta en su silencio.  

miércoles, 21 de noviembre de 2012

TÚ PUEDES

   Nunca compré un piso. Nunca poseí un automóvil o una moto. Nunca pedí un crédito. Y logré sobrevivir. Sólo tuve cuenta corriente en un banco los últimos años de mi vida, después del infarto y la pensión, y porque no hay otra forma de cobrarla, que si no seguiría sin tenerla, pues jamás me gustaron esos buitres de corbata que lucían falsas sonrisas Profidén. Sólo accedí a sacarme el DNI cuando me hicieron imposibles muchas cosas. Y el pasaporte lo saqué de buen grado, ¡qué iba a hacer!, si viajar formaba parte de mis vicios. Y, sin embargo, sobreviví. Y os aseguro que jamás simulé pose de anarco por ello. Había cosas complicadas, claro está, pero con tesón y mostrando mi valía, convencía a todos mis jefes para que me pagasen en efectivo, sin dármelas de capitalista liberal por ello. Era, simplemente, cuestión de necesidad. Rebeldías y errores de juventud me condenaron al exilio administrativo. Y, a pesar de todo, logré sobrevivir. 
   El camino fue duro, y cruel a veces. Y otras veces fue tan sólo un paraíso efímero que se apagaba al día siguiente, cuando comenzaba a despuntar el alba. Es cierto que en muchas ocasiones pensé en rendirme, en abandonarme en cualquier pozo oscuro y mandar todo al infierno en el que estaba a punto de entrar. Pero algo, no sé qué, me daba fuerzas desde lo más profundo del hundimiento y me volvía a levantar. Esos eran los mejores momentos, porque eran momentos de gloria y asombro. Como si volviese a nacer y viese ahora todo con los ojos de un bebé. La vida renovaba su sentido, su esencia milagrosa, su euforia liberada. Entonces me reinventaba, desechaba la puñetera idea de que todo en este mundo es cuestión de competir por la supervivencia, de herirnos los unos a los otros por codicia o ambición, y buscaba cómplices con los que compartir el fraternal latido de la humanidad. Por supuesto que fui traicionado y puede que yo también traicionase alguna vez. No somos dioses. Y, además, la perfección no existe. De modo que qué otra cosa podemos hacer, sino tratar de mejorar un poco cada día. Si no recibiésemos palos en la vida, tampoco tendríamos la oportunidad de volver a recuperar el asombro ante el misterio desvelado de la existencia. 
   Por eso este escrito va dirigido a ellos. A los que están a punto de dejarse abandonar en ese oscuro pozo de la exclusión y el ostracismo. Se puede, os digo. Yo estuve varias veces en él y logré salir y, ahora vivo precariamente, sí, pero soy feliz porque tengo a una mujer al lado a la que amo y ella me cuida, me protege y me quiere con locura, y porque tengo amigos con los compartir sufrimientos y alegrías. Y si yo lo pude conseguir, ¿por qué no has de conseguirlo tú?, si todos somos iguales, si todos valemos igual, si todos somos parte del mismo corazón de la humanidad. Se puede, creélo. TÚ PUEDES. El final que auguramos nunca es el final. Siempre hay alguna nueva estación que visitar y, en ella, siempre aparece un nuevo tren al que podemos subir. No te abandones. Sal a la calle sin pudor, sin miedo (tú vales tanto como todos) y si te miran a los zapatos rotos, mírales tú fijamente a los ojos y sonríe, mientras les hablas sin afección. Si miran exclusivamente tu porte de pobreza, eleva la mirada, muéstrate altivo y orgulloso de ti mismo, porque ese indeseable es un pobre ciego que no puede ver tu alma esplendorosa. No te escondas. Sal a la calle y grita exigiendo tus derechos, los de todo ser humano. Grita fuerte, desde la humildad, hasta que te duela la garganta. Porque si tú estás convencido firmemente de la igualdad de tus derechos, algún día les lograrás convencer también.

martes, 20 de noviembre de 2012

EL NIDO DE LAS SERPIENTES

  El huevo de la serpiente lleva tiempo incubándose y, si no lo evitamos, eclosionará muy pronto.
   Hitler no ganó las elecciones democráticas alemanas de la noche a la mañana. Necesitó casi una década para conseguirlo. Las condiciones de aquella Alemania de entreguerras era muy similar a la que vivimos actualmente en España. Su economía estaba hundida y completamente ahogada por las deudas externas contraídas, tras la derrota en la primera gran guerra;  sobrepasaban los 5 millones de parados; y la miseria y el sufrimiento se extendían por aquel  vasto y gélido territorio. Los muchachos alemanes carecían hasta de unas alpargatas con las que combatir el invierno. Por ello muchos de aquellos muchachos y ya no tan muchachos aceptaron de buen grado los uniformes de las nuevas milicias del partido nazi, pues no disponían de otras prendas con las que abrigarse. Con las mujeres otro tanto. Hartas de vagar por las calles, vendiendo sus cuerpos al mejor postor o, simplemente, a cambio de algo que llevarse a la boca y que les mitigase el hambre, aceptaron eufóricas su enclaustramiento en la cocina, ya que eso significaba poseer un fogón con el que cocinar y un hombre al lado y al que parirle muchos hijos. El pueblo aceptó el nazismo porque éste se preocupo de colmar sus necesidades y, bueno, si eso significaba la caza indiscriminada de judíos y extranjeros, pues ojo que no ve corazón que no siente, exceptuando, claro está, a algún carnicero que otro que no le ponía reparos a nada a cambio de un mejor trozo del pastel. No lo olvidemos. Fue el pueblo alemán quien, con sus votos, otorgó el poder a la serpiente.
   Se multiplican los áspides progenitores y la temperatura del huevo aumenta. En cuanto la frágil cáscara se quiebre, los crótalos tratarán de abandonar la cueva y desearán mostrarse esplendorosos bajo la plenitud del sol.
   Y lo peor de todo es que mientras nosotros discutimos, protestamos y copiamos sin pudor las ideas de los otros, la miseria crece en nuestro país, el sufrimiento es cada vez más extremo y el drama de la imposibilidad de subsistencia se acrecienta cada vez más en las familias y en los barrios de nuestras ciudades, siendo la mejor semilla para abonar los campos del odio hacia el otro, ese semejante que ya empezamos a catalogar como el mayor de todos los enemigos y al que sería necesario exterminar”. Terminé con esta frase mi artículo “Las semillas del odio”, allá en agosto y la evidencia lo es cada vez más. Seguimos discutiendo entre nosotros, sin ponernos de acuerdo en nada. La izquierdas y el sector moderado más centrista está hiperdividido en innumerables matices, tan absurdos como innecesarios en este momento. Que si las corridas de toros, que si la tetas de la concejala en internet, que si el viaje de la Botella, que si el elefante del rey, que si una parlamentaria bocazas dijo que se jodan, que si… Unos defendiendo a los animales, otros el voto en blanco, otras el feminismo radical, otros el matrimonio como Dios manda, otro a los indios aimara… Cada uno por su lado, en una discusión eterna en la que ninguno de los muchísimos actores ni cede, ni está dispuesto a llegar a un acuerdo. Mientras tanto, ellos, los reptiles y los lobos, se allanan el terreno y preparan su ofensiva con una hábil estrategia ya prediseñada.
   Reptiles o lobos, serpientes o rapaces sangrientas. Se disfrazan, se enmascaran, cambian de estrategia, pero todos comparten un objetivo definido. Sobramos en su concepción de Estado soberano.  
   En sólo dos días ya han salido dos veces en las cadenas televisivas del país. La primera ha sido la visita este domingo del líder del Amanecer Dorado griego para dar una conferencia en Madrid y la sala estuvo a punto de reventar de tanto aforo. La segunda el anuncio del grupo fascista “España 2000” de convertirse en ONG. Han comenzado por Valencia, en barrios marginales como Benicalap o la Fuensanta, en los que el descontento obrero y el desamparo de estos por parte de la administración los convierte en el mejor caldo de cultivo. Pero Valencia sólo es el exponente más diáfano, hay nidos de serpiente en todas las ciudades españolas. No es de extrañar que la inmensa mayoría de sus afiliados sean jóvenes. Jóvenes y adultos en paro, en exclusión, sin estudios muchos de ellos, y carentes del más mínimo recurso, que sobreviven gracias a la ayuda maquiavélica de estos grupos, dejándose adoctrinar por los fascistas, incubando el odio y la violencia que ya empieza a estallarnos en la cara. Como en la Alemania de los años 30. ¿Cuándo tardaremos en vislumbrar las primeras milicias? Según Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia en nuestro país, en España ya existen 2000 webs nazis y cada año los sin techo, los homosexuales y los inmigrantes sufren 4000 ataques violentos por parte de estas asquerosas serpientes. Y peor aún, su discurso xenófobo y visceral, su lenguaje de confrontación y beligerancia, comienza a imponerse en los medios.
   Pronto, muy pronto, intentarán abandonar la oscura humedad de sus madrigueras. Y se metamorfosearán en águilas depredadoras de picos y garras  punzantes. Y pelearán por devorarnos el corazón.
¿Vamos a seguir discutiendo, sin buscar la unidad y sin hacer nada conjunto entre nosotros?
  

lunes, 19 de noviembre de 2012

LA IDEOLOGÍA DEL SENTIDO COMÚN

Tras haber estado presente en una más de esas llamadas “mesa de convergencia” el escepticismo comienza a invadirme, produciendo en mí una mezcla de desasosiego y de desesperanza. Y es que no entiendo a este país que tanto amo. Si tantos sectores sociales nos vemos afectados por los recortes de los sucesivos gobiernos, si autónomos, jóvenes, pensionistas y jubilados, funcionarios en general, usuarios de la sanidad y la educación, investigadores, periodistas y trabajadores en su amplio espectro vemos como nuestras economías se precarizan por un mercado financiero cada vez más codicioso y corrupto y nuestras libertades democráticas y derechos inherentes al ser humano son cada vez más restringidos por unos políticos cuyas únicas preocupaciones son el acaparamiento de poder y el enriquecimiento rápido económico y de prestigio, ¿por qué no hacemos nada?, ¿por qué es imposible la unidad?.

 Posiblemente la razón esté en que cada uno lleva adelante la defensa de su ideología como si esta fuera la panacea de un nuevo advenimiento del porvenir y del bienestar. Y esto no es más que otro gran error que estamos cometiendo. Con la inminente caída del capitalismo neoliberal, augurada ya desde demasiadas aristas, se demuestra que ningún modelo gestionado por las ideologías hasta ahora conocidas ha logrado funcionar. Entonces ¿por qué seguimos empeñados en repetir modelos ya derrotados, en vez de tratar de inventar algo nuevo? Debemos erradicar las ideologías de una vez por todas y comenzar a mirar el ámbito social y político desde una nueva perspectiva de pluralidad, colaboración, cooperación y honestidad empática (no desear al otro lo que no deseas para ti) e imaginación. Debemos purificar nuestra mente y participar en el proceso constructivo de una democracia verdadera con la misma capacidad de un libro abierto y con las páginas en blanco, ansioso de adquirir conocimientos y ser escrito. Estoy absolutamente convencido de que a un gran porcentaje de la sociedad española les afectan los problemas de esta crisis en igual medida, sé que es posible que podamos converger en unos puntos mínimos pero de importantísima relevancia, como pueden ser: el cambio de la ley electoral, la construcción de una democracia más participativa (hoy, con el uso de las nuevas tecnologías se puede conseguir fácilmente), elaborar una ley de la transparencia total y lograr erradicar la corrupción del ámbito político, judicial, empresarial y financiero, llevar a cabo una reforma fiscal justa donde pague más el que más tiene y/o gana y menos el que menos tiene y/o gana, la dación en pago de la hipoteca, mayor control sobre las grandes empresas que llevan a cabo despidos masivos teniendo beneficios y rompen cualquier ética en el mercado con la formación de oligopolios que controlan los precios de los productos básicos, una CNMV que haga realmente su trabajo y regule, a la baja, los repartos de dividendos en las grandes corporaciones, bancos y cajas, el gasto público sin restricciones en los servicios fundamentales de los ciudadanos, la desaparición de los paraísos fiscales y la derogación del artículo 104 del tratado de Maastrich, la creación de tasas para los especuladores financieros internacionales y para las empresas que basan su producción en la destrucción irreversible del medio ambiente, etc…

Ha llegado la hora de erradicar las ideologías sectoriales y de luchar juntos por un proyecto común que nos afecta a todos. Ha llegado la hora de que todos asumamos la ideología del sentido común si no queremos que nos estalle la violencia en los ojos. Y si conseguimos cambiar esos puntos esenciales que competen a todos, entonces podremos discutir luego sobre modelos de gestión, y llegaremos a un acuerdo, seguro. Pero si ahora, en estos momentos, sólo nos dedicamos a pelearnos por el modelo de gestión que cada uno defiende, entonces jamás avanzaremos en nada, ni tan siquiera en esos 8 o 10 puntos fundamentales que nos interesan al conjunto de todos, la solución a esos (terribles) problemas que nos afectan a diario en nuestras vidas cotidianas.

Escrito hace casi un año, pero sigue siendo vigente en la actualidad.
Vuelvo a publicarlo vistas las acusaciones y amenazas
recibidas por parte de los radicales tras mis anteriores artículos.

sábado, 17 de noviembre de 2012

¡QUÉ NOS INVADA ALEMANIA YA!

   El Malaya y la bolsas de basura con billetes de 500 euros. El Palma Arena y los palacetes. El Brugal y las basuras sin bolsa. El Mercasevilla y las grabaciones explícitas. El Palau de la música o Liceo barcelonés y las cuentas en Suiza. Noós o Urdangarín, el cuñadito del Rey. El Pokemon  y los viajes a Francia.  El chollo de los chinos, con empresarios, actores porno y concejales de por medio. El Gurtel y la financiación electoral de los populistas. El Campeón entre mariscos y ribeiro. Los EREs de Andalucía con chófer y fiestas blancas entre chanchullo y chanchullo. Camps y el sastre impagado. El Minutas de los futboleros. El Madrid Arena y la connivencia entre un empresario asesino y los sofistas del ayuntamiento madrileño. El Julito Iglesias y sus conciertos íntimos para el Zaplana. Mafia. Fraude institucionalizado. ¿Crisis o estafa? Muertos, con nombres y apellidos, ciudadanos que dejan de ser anónimos porque se ahorcan en el patio de su casa o se lanzan al vacío desde su balcón. ¿Y aún, en los debates televisivos y las cafeterías, nos preguntamos por qué? Y que quede constancia que aquí no hablo de banqueros, ni de casos como el de Bankia, ni del fraude empresarial, deporte nacional de los pudientes, que eso supondría todavía un escándalo mayor y ya de inconcebibles dimensiones.
Equipo español
 
   Madrid. Cataluña. Galicia. Murcia. Andalucía. Valencia que se lleva la palma. Y La Palma como ejejmplo de Baleares. Canarias también. Y Asturias. Así como ambas Castillas. No se salva ni una de las 17 comunidades de nuestro país y el pueblucho que no está metido en el ajo resulta llamativo por excepcional. En cuanto a los partidos (también sindicatos y fundaciones y…) resulta igual de abrumadora la coherencia entre ambos a la hora de apropiarse de lo ajeno, es decir, de lo del pueblo. Entiendo que no todos los políticos son corruptos pero esta tan generalizada la vocación de carterista entre ellos que pido perdón a los escasísimos horados. Porque supongo que alguno habrá, ¿no? En mayo de 2011 la lista publicada de corruptelas comprobadas y juzgadas en nuestro país era la siguiente: 177 casos del PP, 128 del PSOE, 14 de CIU, 13 del PNV, 10 del PAR,  9 de Coalición Canaria, 8 de IU, 6  de Unió Mallorquina, 3 del BNG, 2 del GIL, 2 del PA, 2 de Nueva Canarias, 2 del PAR,  2 de UPN y 1 de los partidos Alternativa dos Veciños, ASI, Bloc Progresista, Centro Canario Nacionalista, ERC, GIM, Independientes Portuenses, PIL, PIM, Sineuers Independents, Unión Cordobesa y Unión Bagateña. 384 casos a los que habrá que sumar los de este último año y medio. Una suma que deja en pañales a los casos Matesa y Filesa juntos, ambos casos predemocráticos. Es decir, que los sibilinos políticos de nuestra era democrática están defenestrando nuestro precario sistema democrático y de paso arruinando al país. Por tanto, nadie más que ellos se están currando la degradación de nuestras instituciones, con el peligro que eso conlleva para que los radicalismos se acrecienten y podamos ver algún día las orejas, los dientes amenazadores y las garras asesinas del fascismo.
   El grave problema de España es que tiene un código penal (obviemos aquí los cohechos y prevaricaciones judiciales) que condena a los débiles y que premia, vista la ausencia de control a los pícaros y truhanes del poder económico y político. No, nuestro problema no es de índole política o ideológico de quienes nos gobiernan tanto estatal, como autonómico o municipal. Nuestro gravísimo problema es la ausencia de honestidad total en dichos gobiernos. No, aquí no pasa como en Alemania que, por plagiar una simple tesis doctoral, tras la universidad, te ponen de patitas en la calle, ya puedas ser un simple funcionario o la presidenta del país, y sin que sea necesario juicio alguno si las pruebas son evidentes. Un ejemplo de la desfachatez y caradura de nuestros legislativos la hemos comprobado este mismo fin de semana cuando, tras la reunión entre PSOE y PP para tratar de arreglar el problema de los desahucios por temor a la rebeldía popular se anuncia, tan sólo, una moratoria de dos años para los casos de urgente ¿necesidad?, obviando la advertencia de Bruselas de que nuestra centenaria ley hipotecaria es flagrantemente ilegal, según las leyes europeas. Nada, que a nuestros líderes les importamos un comino, mientras ellos sigan llenándose los bolsillos a través de la connivencia con financieros y empresarios. ¿Quién es tan ingenuo de pensar que, si seguimos en esta deriva suicida para el pueblo y tan lucrativa para los privilegiados, algún día seremos capaces de normalizar nuestro balance y deshacernos de las deudas contraídas con los bancos internacionales? Al contrario, ésta aumentará cada día más. Por eso yo exclamo: ¡Qué nos invada Alemania ya! Sí, y que instaure sus mismas medidas de control contra el fraude y la falsedad. Que castigue a nuestros políticos de igual manera que castigan a los suyos. Y que cambien nuestra ley hipotecaria y muchas de las leyes permisivas que fueron dictadas para proteger a los señores potentados de este injusto país. Que luego, una vez hayan hecho todo eso, ya sabrá el PUEBLO humilde y sencillo de España cómo echarlos de nuestro territorio soberano, así como supimos echar a los franceses napoleónicos. Pero ahora mismo, en estos momentos, necesitamos a alguien que ponga orden en este caos. Y si ese alguien han de ser los alemanes, pues que vengan. ¡Venid, venid, malditos alemanes, e invadidnos ya!

jueves, 15 de noviembre de 2012

14N. EL GRAN PRINCIPIO

   Ayer no publiqué ni escribí nada, hice huelga. Al principio se me hizo duro, pero lo soporté. Resulta tedioso para un jubilado tomar tal decisión, ya que significa aburrirse más todavía. Lo rutinario, nada tener que hacer y, encima, negarse la posibilidad de entretenerse con algún pasatiempo, como lo es este de escribir para mí. La mañana estuvo tranquila, incluso en algunos momentos más silenciosa de lo habitual. Los bares de la Gran Vía de mi ciudad estaban cerrados, de modo que no existía el estruendoso ajetreo diario de las cafeterías, el ruido de las sillas arrastradas por el empedrado, las voces estridentes de los empleados al hacer públicas las comandas. El silencio casi era de cripta, aunque el sol se desperezaba con potente plenitud en el cielo. Decidí pasear al perro y al salir por la puerta del edificio recibí una bofetada de temor, en el aire temblaba un mal augurio desde la noche anterior, ya pasadas las doce, cuando los piquetes increparon a gritos a los restaurantes y cafeterías de la  calle que aún no habían cerrado sus puertas. No duró mucho la crispación. En menos de veinte minutos observé la marcha de clientes por la calle y oí los cierres metálicos de los negocios nocturnos. Luego todo se calmó y tuvimos una noche sin sobresaltos.
   Sin embargo el temor apareció de nuevo en la mañana silenciosa de ayer, no en forma de sonido, sino con la concreción física de las imágenes. Vivo en una zona que está rodeada de edificios institucionales, además de estar bastante cerca de la sede del PP y la cantidad de fuerzas de seguridad desplegados por la zona era impresionante. Todos alerta al más mínimo cabello que se ondulara en el aire, como perros al acecho, buscando con la mirada localizar alguna presa.  Miré hacia el otro lado de la calle solitaria y pude ver un grupito de individuos que parecían celebrar aún la noche de Halloween, con sus capuchas negras, sus pasamontañas negros y sus banderas negras y rojas, cargadas de simbolismos sangrientos. Eran los cuatro niñatos de siempre que se autodenominan anarquistas sin haber leído en sus puñeteras vidas más de un par de libros. Uno de Bakunin y el otro, un comic que les regalaron con el Marca. Gritaban “Abajo la democracia, muerte a los políticos” y no se qué de… adónde están esas placas, mientras apuntaban con sus cámaras de video a la policía. Algunos de estos últimos bufaban como toros con los pies clavados al firme y a punto de arrancar. Otros se reían al ser conscientes de la descomunal diferencia de fuerzas entre ambos bandos. Afortunadamente no pasó nada, unos se contuvieron y los otros siguieron caminando y se fueron con el circo a otra parte. Nada reseñable ocurrió el resto de la mañana. El perro hizo sus necesidades y volvimos a casa. A las seis de la tarde había quedado con mis amigos, Ismael y Javier, para acudir a la manifestación y me era necesario descansar, el recorrido iba a ser duro para un enfermo cardíaco como yo y quería terminarlo.
   Hoy, depende de los medios, la huelga fue un éxito o, simplemente, algo llamativa. En mi ciudad –les puedo asegurar- que jamás vimos una manifestación tan repleta de personas. Ni siquiera cuando el equipo de fútbol local ascendió a primera división se agrupó tanta gente en la calle y ya sabemos que es más fácil compartir el éxito que mostrar públicamente la necesidad. Éramos aproximadamente unas 18.000 personas (40.000 según los sindicatos y 7.000 según la subdelegación del gobierno), el 12% del total de la población. La verdad es que me parecieron muchísimos, teniendo en cuenta que con el paso del tiempo va invadiéndome el escepticismo. Sin embargo lo de ayer puede abrir una puerta a la esperanza. El dolor y el sufrimiento se expanden y las recientes muertes provocadas por la crisis nos ha encendido una luz alarmante ante los ojos. Las posibilidades de que mañana te toque a ti son cada día más posibles y el miedo va abandonando el cuerpo, a la vez que se instala la desesperación. Sí, tuve la impresión de que éramos muchos, muchísimos, todos reclamando la defensa de nuestros derechos adquiridos con el esfuerzo de tantos años, todos coreando la defensa de la sanidad pública, de la educación para todos, de la justicia justa y compartida, del derecho a la vivienda, al trabajo, al amor puro sin tachaduras religiosas, el derecho a la vida, a vivir sin ser esclavos. Todos cantábamos lo mismo con una única voz, menos un grupito de individuos que parecían celebrar aún el 18 de julio, con sus brazos en alto, sus calvas y botas militares relucientes y sus estandartes negros y sus banderas rojigualdas, con el águila del Nodo bien centrada como viejo símbolo sangriento. No, no eran los de la mañana, esos ni aparecieron, y menos mal, porque estos eran cabezas rapadas que sólo sabían gritar “Abajo la democracia, muerte a los políticos” y no se qué de… putos CNT. Gilipollas que han visto algún documental nazi en internet sobre las mentiras que se cuentan sobre los campos de concentración, que les ha comido el coco algún fanático fascista con dinero o que la exnovia le puso los cuernos con un negro y por eso defienden lo indefendible. Gilipollas e idiotas redomados ambos grupitos circenses, el matutino y el nocturno, que en vez de ir a la huelga, salen a repartir ostias porque sí, porque están encaprichados con la sangre, la de los otros, claro. Como decía los matutinos no aparecieron por la manifestación y a estos otros la policía los rodeó en una zona en la que no tenían salida, invitándolos a abandonar la inmensa cola. Y con la suya entre las piernas se marcharon, mientras grababan con sus cámaras de video y gritaban no se qué de… adónde están esas placas, con su circo a otra parte. La mayoría de los ciudadanos estaban asombrados, pues no conocían la existencia de estos grupos en la ciudad. Sobre las nueve de la noche llego la marcha a su final, sin incidentes que resaltar, con armonía y respeto mutuo entre los distintos grupos, partidos, sindicatos y plataformas, unidos todos en la consecución de un mismo objetivo: justicia y paz social.
  No sé si la manifestación de ayer logrará cambiar las cosas. Me temo que no, pero se ha abierto una nueva puerta a la esperanza de unidad en quienes no estamos de acuerdo con la gestión del PP al frente del gobierno de nuestro país. Es verdad que, siendo realistas, un 12 % no es nada, pero la deriva decreciente que en los últimos tiempos atravesaba el movimiento 15M, por cierto, totalmente desaparecido como grupo en la manifestación de ayer, ha cambiado. Ayer se demostró que la gente no necesita identificarse con un grupo determinado (partido, sindicato, plataforma, etc…) para mostrar su indignación, que la fuerza de la ciudadanía está en la unidad de los individuos y no en la de grupos ceñidos por tal o cuál ideología o por tales o cuáles estatutos internos constrictores, en muchos casos, de una verdadera democracia. Ayer volvió a iluminarse el cielo en plena noche, mientras coreábamos la misma canción. Sé que aún somos pocos, pero estamos perdiendo el miedo y cada día seremos más los que nos atreveremos a abandonar el refugio y salgamos a mostrar, sin pudor y sin banderas ni símbolos, nuestro dolor e indignación. Lo de ayer tan sólo es el principio. Un gran principio.

martes, 13 de noviembre de 2012

HIPOTECANDO HIPOCRESÍAS

   Estoy tan harto de lo políticamente correcto, tan profundamente decepcionado con la implícita hipocresía en casi todas las acciones de los individuos o colectivos de este país. Deberíamos ser todos mucho más provocativos, sin perder un ápice de respeto y tolerancia hacia los otros. Pero este descafeinado y artero proceder resulta patético, ridículo, esperpéntico. La última está siendo de circo. Sólo ha sido necesario que algunos desesperados hayan tomado una pavorosa decisión en serio para que diese comienzo la función. Antes de que se abriese el telón uno se colgó de la tramoya y otra se lanzó desde la cúpula del teatro, cayendo sobre la platea con un sonido estruendoso, a pesar de silencio abisal de su acción, y reventando su cuerpo, sus huesos, sus frágiles músculos, su piel y esparciendo su sangre sobre los rostros de los espectadores atónitos. ¿Quién podía imaginar un inicio tan dramático? ¡Serán hipócritas! Como si no hubiesen existido señales de alarma antes de tan trágico suceso. Y ahora todos hacen cola en los lavabos ansiosos por borrar de sus rostros la más pequeña y delatora mancha de sangre, toda muestra aparente de inculpación. Pero, ¿les acusará el espejo cuando se miren a los ojos?
   Los primeros en entornar la mirada fueron los jueces. Enarbolaron la bandera humanitaria y proclamaron su defensa de los débiles. Ellos han de aplicar las leyes, pero las leyes se pueden cambiar, reclamaron al poder legislativo, y nuestra ley hipotecaria, señores, ya tiene más de cien años, exclamaron, como si se acabasen de enterar de tal negligencia. La ley actual deja indefensos a los deudores ante las entidades financieras, expusieron sin pudor, olvidándose -¡vaya desliz!- de cuántos poderosos financieros estafadores quedan impunes tras la ejecución de sus sentencias. Pensándolo bien creo que ese paso adelante tiene mucho más que ver con los recortes en los juzgados y el malestar que crece inexorable en la judicatura hacia la soberbia, corrupta e inepta clase política de este país. No obstante, bienvenido sea el posicionamiento, a ver si de ésta surge de una puñetera vez una real y efectiva separación de poderes.
   Los segundos en cubrir sus vergüenzas han sido los políticos. Ellos saben que cuando aparecen los cadáveres el río se enturbia y se disloca y encabrita la corriente de tal manera que será capaz de derribar montañas con el fin de abrirse paso. Ahora nos dicen que ellos no son ajenos al drama social. Todos tenemos un vecino o un familiar en situación dramática, a todos nos toca el corazón, es una situación compleja, pero hablaremos y trataremos de encontrar una solución urgente. Vamos, como si vivieran en el barrio más marginal y pobre de cualquier ciudad y contemplaran la parafernalia de los desahucios de forma cotidiana, ellos, con sus mullidas hipotecas y sus blindados sueldos; y como si no estuvieran la mayoría de sus familiares colocados a dedo en alguna institución o empresa favorecida, cobrando sueldos de la hostia. Ellos se enteran, claro que se enteran, pero la tienen de cemento armado y la soberbia desbordante de sus bolsillos les anula cualquier sentimiento sincero. Son depredadores carnívoros con armarios repletos de disfraces de cándidos rumiantes. No, ellos no pueden dejar que los jueces propongan, no vaya a ser que lo hagan demasiado bien y sus amiguetes, los banqueros, se mosqueen y les corten el grifo de la financiación electoral. Qué poco me fio yo de estos señores de la élite política. Volverán a lo de siempre, recurrir a la buena voluntad de los benditos banqueros. A éstos, mientras sigan rodeados de lujo y ostentación, mientras sigan manteniendo intactos sus privilegios, les importamos un pimiento.
   Y por último, los benditos banqueros. A éstos se les ha helado el alma, si es que la tienen, claro, pero no por el contacto viscoso de la sangre de sus víctimas, esa sangre ya apenas les conmueve, sino por el temor de ver correr la suya. El trending topic de las pintadas sobre fachadas ha sido este fin de semana “BANQUEROS ASESINOS”, sobre todo en el País Vasco, la tierra de la última condenada a suicididarse. Las roturas de cristales, la quema de cajeros, la ira incontenible de un pueblo humillado que ya ha llegado al límite de lo soportable y se levanta furioso contra el torturador. No importaría si todo fuese como hasta ahora, con torturas individuales en el secretismo de un despacho, pero a campo abierto y con la masa unida más vale retroceder, no vaya a ser que nos derriben el palacio, dirán en sus cenáculos secretos, y puestos a dar este obligado paso, hagámoslo con celeridad, mostrando comprensiva benevolencia e indicado el camino a seguir a esos tontos que creen compartir con nosotros el poder. Empecemos con una moratoria de dos años por conceptos confusamente ambiguos y fáciles de defender en los tribunales. Y, con el tiempo, todo volverá a su cauce, los jueces con sus informaciones privilegiadas sobre el mercado de las subastas inmobiliarias y los políticos con su ambición desmedida y su necesidad de financiación para lograr sus objetivos.
   Pero todos ellos han de saber que llegará el día en que se miren al espejo y no puedan soportarse la mirada. Que ese día sus hijos se avergonzarán de ellos porque oirán los gritos de los muertos cada vez que nombren a sus padres y sentirán una extraña viscosidad sobre su piel, una viscosidad húmeda, pegajosa y caliente, como una babosa pútrida. La sangre vertida por los genocidas siempre acaba anegando las vidas de sus vástagos, la historia de su estirpe. Todo esto ocurrirá cuando finalice esta obra de teatro y la vida real se imponga, con la cruda realidad de la venganza. Ojalá me equivoque, pero es que estas alturas ya me parece irremediable. Ya es insostenible este edificio construido a base de vigas de hipocresía, columnas de máscaras  que pretenden ocultar tanto egocentrismo y cimientos de falsedades tan políticamente correctas. Ya ese olor a muerte tan cercano será imposible de mitigar. Ya es imposible borrar su rastro inculpatorio.

lunes, 12 de noviembre de 2012

O PAGAS, O TE MATAS

   Guillermo tuvo un accidente de tráfico que lo dejó en coma en la UCI de un hospital hace cuatro años. Ayer despertó y… para sorpresa de los médicos, tenía los sentidos intactos y físicamente estaba como si no le hubiera ocurrido nada. Lo pasaron a “planta” en una silla de ruedas, en la que tuvieron que sentarlo a la fuerza porque el enfermo quería ir andando. Por la tarde ocurrió lo propio; la habitación se llenó de conocidos que deseaban dar un abrazo al amigo que hacía tiempo daban por muerto. Guillermo comprobó en el espejo que su aspecto no había cambiado, sin embargo, cuando llegaron sus allegados notó cierta extrañeza en sus ojos, una suerte de tristeza que no acertó a comprender. Pasada la hora de visita decidió darse una vuelta por los pasillos y entró en una sala de usos múltiples en donde encontró el periódico del día. Empezó a leer las noticias y de golpe se vio trasladado a otro mundo. Cataluña quería independizarse de España. El gobierno del Estado no estaba en Madrid, allí estaban sus representantes, la sede del gobierno estaba ahora en Alemania. Habían retrasado la edad de jubilación a los 67 años, recortado los sueldos, eliminada la paga de Navidad, subido el paro hasta seis millones de personas, eliminadas las becas de formación, inyectado miles de millones a los bancos mientras las familias no tenían qué comer, subido el IVA al 21%, el IRPF a no sé cuánto, descartadas las deducciones por adquisición de vivienda, rebajadas las prestaciones por desempleo, privatizados los hospitales, amenazada la enseñanza pública… incluso, muchas personas, desesperadas, se tiraban por el balcón de sus casas estrellándose contra el suelo, por no poder resistir el impacto de que las desahuciaran… En fin, un montón de barbaridades que lo trastornaron por completo. Camino de su cuarto preguntó a otro paciente si el hospital en que estaban era público o privado. ¡Privado, claro! -le contestaron-. Comprendió entonces la angustia instalada en las pupilas de quienes le visitaron; parecían decir: ¿por qué te has despertado, Guillermo? Haberte muerto ¡hombre! Te han cuidado porque sabían que tenías rentas. Ahora te quedarás sin nada. Sólo tienes dos opciones: O pagas, o te matas.

Cuento del escritor, y amigo en la distancia, Paco Huelva.

domingo, 11 de noviembre de 2012

CURIOSO LABORATORIO MORTAL

   Es curioso. Antes, cuando la economía fluía caudalosa en casa, me jactaba de nunca ver la televisión en los círculos intelectuales de mi pequeño universo. Y, sin embargo ahora, no tengo reparos en confesaros abiertamente que observo, a veces durante horas, la caja tonta. Qué otra cosa podemos hacer aquellos que vivimos con una economía tan raquítica que ya nos es imposible poder adquirir libros, ir al cine o salir a tomar unos vinos y unos pinchos con los amigos. Ahora mi universo intelectual ha quedado reducido a los programas de debate político y social en las distintas cadenas de televisión. Con tantas relecturas y con los precios desorbitados de la copas en los bares de la bohemia de mi ciudad, ya no es posible alternativa.

   Es curioso. Siempre creí estar convencido de que las más grandes y estúpidas pasiones, que la excelencia del ser humano, así como su honda bajeza en otros casos, herviría por la esquinas de las calles de las urbes, que en cada metro cuadrado de asfalto y de intemperie convivían infierno y paraíso. Y, ahora, las avenidas parecen ángeles desolados y sin alas, esbozos difuminados en un tiempo de profunda tristeza, la sombra infinita de la nada. En cambio, en la pantalla bullen a la par la vanidad y la modestia, el altruismo y la codicia, la abyección y el carisma, la pose y la sonrisa verdadera, la podredumbre moral y el rebajado precio de la dignidad humana, la crueldad gratuita y los buenos gestos, claramente insuficientes.

   Es curioso. Siempre estuve convencido de la definición de la palabra periodista: investigador de la verdad, comunicador objetivo, revelador de secretos ocultos al pueblo por parte de los grupos de poder, denunciante de la corrupción, agitador sísmico de conciencias, ser humano quijotesco defensor de entuertos y de las víctimas de las injusticias. Y, ahora, resulta que en este país ya no existen periódicos, ni televisiones, ni editoriales, ni cadenas radiofónicas, ni por supuesto periodistas. Ahora sólo existen empresas lucrativas de grupos ideológicos o partidistas en los que sus asalariados (comprados chupapollas) se dedican a tergiversar, manipular, falsear e inventar noticias sobre la marcha, improvisando, sin preocuparse siquiera de lograr una estructura fiable para el cuento, con tal de que a sus jefes les guste y les sigan financiando su hipoteca. Ahora la vida da asco en los medios de comunicación, pero no por lo que cuentan, sino por la bajeza miserable de los contadores. Ayer, en el debate de Telecinco una periodista a la que el PP debe haberle puesto más de un piso no dudó en resucitar a los muertos del incendio de Castilla-La Mancha y a los muertos del atentado de la T4, tantos años después, comparando la gestión política del PSOE en tales casos con la descaradamente negligente actuación de Ana Botella y su equipo de gobierno en los sucesos del Madrid Arena. ¡Cómo se puede ser tan miserable, tan servil y repugnante! Argumentaba la individua que no fue mejor en aquellos casos la gestión y que, por tanto, la petición de dimisión de la alcaldesa era una muestra de hipocresía más de la izquierda de este país. Ya les da igual todo, han vendido su dignidad por cuatro céntimos de euro y están dispuestos a caer tan bajo como fuera necesario. Ya hasta los muertos forman parte de su ambicioso juego de poder y riqueza. Ya no respetan ni el dolor terrible de una madre que aún siente el calor frente al cadáver de su hija. Como dice un buen amigo, ya no les queda ni una pizquita de vergüenza.

   Es curioso como cambian los tiempos y los valores que le otorgan consistencia o vaciedad. Y los tiempos actuales no son más que un inmenso agujero de no materia en el que todo se difumina en una confusa concepción de los límites y que hacen imposible conocer las verdades más elementales, salvo que la muerte no aporta ninguna solución al enigma de la vida. No somos más que cobayas encerradas en un laboratorio repleto de huecas ilusiones y mentiras, en el que experimentan sobre nuestra muerte intelectual.
      

sábado, 10 de noviembre de 2012

LA OTRA CARA DE LOS SUICIDIOS

   Llevo dos días leyendo mensajes de ira e indignación sobre el suicidio de  Amaya Egaña en Barakaldo, cuando los agentes judiciales estaban a punto de derribar la puerta de su vivienda con la orden de desahucio. Y si bien es cierto que la mayoría de los españoles vivimos en una situación humillante y vergonzosa, mientras en los pasillos del poder, ilustres banqueros genocidas y sicarios políticos, diseñan la muerte de los ciudadanos más vulnerables. También es cierto, señores, que este suicidio es diferente, aunque no excepcional. Con unas particularidades que muestran a una sociedad enferma, la española, y que me induce a preguntarme si nuestro modelo de vida, en general, no está profundamente errado.

   Amaya y su familia iban a ser desahuciados por una deuda de 214.000 euros del piso adquirido en 2006. ¿Por qué?, me pregunto. Ella trabajaba desde hacía 30 años en la empresa municipal de autobuses, Bizkaibus, y en el momento de su suicidio era la jefa de recursos humanos de la empresa. Hija de dirigente histórico socialista en Eibar, pertenecía a este partido político e, incluso, llegó a ocupar una concejalía del ayuntamiento de Eibar en los años ochenta. Su marido fue concejal de seguridad ciudadana por el mismo partido desde 1995 a 2003 en Barakaldo y desde entonces ha trabajado en distintas empresas como jefe de seguridad. De hecho, en el momento en el que Amaya se lanzó desde el balcón, su marido estaba trabajando, absolutamente ajeno a la deuda familiar con su banco hipotecario, según ha declarado él mismo. Lo que trato de decir con todo esto es que este no es precisamente un caso de precariedad económica. En la casa entraban dos sueldos más que aceptables. Aparentemente era una familia con una solvente situación económica que se relacionaban con amigos, vecinos y compañeros de la manera más normal para una familia de clase media acomodada. Entonces, ¿por qué contrajo Amaya dicha deuda con el banco?, ¿por qué ocultó a todos, incluyendo a su marido  y a su hijo, la verdadera situación económica familiar?, ¿por qué decidió suicidarse en vez de sincerarse con su familia?

   El drama de los crecientes suicidios en España tiene diversas aristas y deberíamos estudiarlas todas. La actuación de los bancos es abusiva e inhumana. No es concebible que la codicia y usura de los abyectos banqueros, les esté llevando a acumular centenares de miles de inmuebles vacios que se acaban llenando de cucarachas y que, en muchas ocasiones crean agujeros imposibles de cubrir en las finanzas de muchas comunidades vecinales, mientras más de medio millón de seres humanos vagan perdidos por el asfalto de las ciudades sin el techo protector que les han arrebatado. No ha sido ética la omisión del gobierno ante la indefensión de los más desprotegidos, no. Ha sido asesinato premeditado, así de claro. Ellos no colocaron la soga en el cuello del librero de Granada, ni la silla junto a la barandilla del balcón en Barakaldo, pero se han quedado mirando sin hacer nada, mientras degustaban buenos puros habanos ofrecidos por sus compinches, los banqueros. Pero también tendremos que pararnos a pensar en el por qué de la no aceptación del fracaso social en los individuos. Porque, desde mi punto de vista, esta es la razón que llevó a la defenestrada Amaya a tomar una decisión tan terrible.

   Cuando una persona se niega a aceptar su realidad económica y sigue tratando de mostrar públicamente un nivel imposible de asumir, esa persona tiene un problema grave. Y si, tanto en el caso granadino como en el de Amaya, esa persona decide mantener en secreto absoluto su problema, no comunicar a nadie su desazón, su lógico desasosiego interior, el problema anímico se agrava y puede tener como desesperado resultado la huída visceral, el suicidio. Qué cosa más absurda, quitarse la vida por dinero, pensaréis muchos, pero nadie sabe realmente qué se siente hasta que te llega el momento. Y sinceramente creo que nadie sabe con certeza cuál será su atroz decisión. Hemos perdido la capacidad de empatía, nuestra dirigida educación competitiva nos ha llevado a ser incapaces de ponernos en el lugar del otro. Vivimos en una sociedad enferma, en la que uno sólo se siente realizado a través de la admiración ajena y esta admiración se consigue a través de la posesión de objetos (el traje más chic, el coche más potente, la vivienda soñada, etc…), la proyección social más envidiada (acudir públicamente a buenos restaurantes, asistir a fiestas exclusivas, etc…), la sonrisa ficticia en el espejo brumoso de la ilusión. Y los pies levitan sobre la resaca de las olas, hasta podrías volar si lo desearas, para no caer, porque caer significa la muerte, el olvido, la exclusión. Llegado el momento en el que el veneno del buen vivir sedimenta tus venas, como ocurre con las drogas, se hace necesario aumentar la dosis, hasta el límite de la desesperación o la locura.

   Los sociólogos y psicólogos de este país ya deberían estudiar este fenómeno, cada vez más común en nuestra España. El equivocado concepto de fracaso económico y social de esta errada civilización puede significar también un nuevo nacimiento. La rosa, bella y perfecta, puede surgir de un montículo de estiércol. En cambio, no ser capaces de aceptar un nuevo rol será elegir la muerte, significará optar por el ocaso de nuestra civilización, acabar con toda posibilidad de esperanza, renegar de la existencia del amor.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

ERICA ANDEVALENSIS

Erica andevalensis, flor autóctona de la cuenca minera de Huelva


   Y ahora, a la madurez, me siento como una flor que, por gracia de la primavera, quieren segar y marchitar
 Esto es una jungla, todos lo sabemos. Si no has nacido en abundancia pronto tendrás que despertar, echar los dientes, las garras afiladas y subirte al ring de la supervivencia. Algunos tardamos más en aprender las reglas arbitrarias del juego y, anclándonos en conceptos carentes de peso legal, tales como la ética y la dignidad humanas, tropezamos ante muros tan resistentes como despiadados. Pero a pesar de ser jodidos, supimos levantar el rostro y mirar al cielo con orgullo. Sobrellevamos, con amor propio, los estigmas y cicatrices con las que nos marcaron y seguimos caminando erguidos hacia adelante, con la lección aprendida, aunque jamás dispuestos a claudicar. Simplemente nos adaptamos al entorno, nos mimetizamos, como el insecto que logra confundirse con el paraje que lo envuelve, mutándose invisible ante posibles depredadores.
   Pues sí, como una flor me siento, como una flor en peligro de extinción

Cuenca minera del río Tinto

   Lo malo son los escombros. Cada puñalada injusta que te da la vida tu edificio anímico se quiebra y el movimiento sísmico te violenta el alma. Y, sí, con el tiempo pasa todo y uno recapacita y piensa que no es sano vivir cargado con tanto odio y perdona, logra perdonar, con dolor y angustia, pero logra comprender que la vida es muy corta, demasiado corta para anegarla de venganza en vez de amor. Entonces uno, cualquiera de nosotros, se levanta aferrándose al amor del compañero o compañera, de los padres, de los hijos, de un amigo o del perro, ¡qué más da! La cuestión es darle sentido a la vida, encontrar una razón bendita para esta cruel existencia, sentir que somos necesarios para alguien, para algo. Lo malo son los escombros que quedan a tu alrededor tras cada terremoto. La montaña de ceniza que va rodeando tus pies y crece tanto, tanto, que ya apenas vislumbras el horizonte.
   Soy la flor marchita de las montañas de cenizas de pirita, la que, en las escombreras de la cuenca minera de Tharsis, alza el rostro buscando el sol y le repica su campaña violeta. Soy la flor de la inmundicia. Producto bello y efímero de la contaminación y el desarrollo. Soy un cartel publicitario en medio de una tierra socavada por terribles heridas…

La Erica andevalensis sólo crece entre los escombros de
 la ceniza de la pirita y está en peligro de extinción.

   Y los años pasan y toreas como puedes los cuernos de la vida. La muerte de seres queridos, las humillaciones laborales, las injusticias sociales, la codicia de los superhombres del progreso, el sufrimiento expandiéndose en los ojos temblorosos del mundo…Y llega el momento en que las alas se atrofian y ya no podemos volar, que incluso pensar en ello ya nos cansa. Y decidimos conformarnos con lo que tenemos, lo justo para sobrevivir, mientras puedas mirar al mar desde la atalaya de escombros y cenizas que te mantiene preso de una historia que, en realidad, nunca fue tu historia. Escamas que soltamos como cualquier reptil tras el obligado letargo y que parimos con el dolor de una madre que da a luz a quintillizos. Mas nada importa ya. Ya tan sólo deseamos serenidad, vivir lo que nos queda en paz. Morir, sosegadamente, en la plenitud de la catarsis.
  Sí, soy la flor única de mi roja tierra. Soy la erica andevalensis, la flor surgida de la civilización, el progreso y su contaminación. Mi cuna es un basurero y aunque mi sangre es de azufre por la crudeza del paraje lunar que me rodea, en mi corazón palpita el cobre y el hierro como una célula viva que, trémula, ansía la brisa del mar y los vientos bohemios del siroco. Soy hija de una mina que enriqueció a muchos, pero que ahora yace abandonada porque ya es improductiva. Y por eso, en nombre de la ecología lucrativa y estética, limpiarán de escombros esta tierra, la allanarán con sedimentos fértiles y cultivarán bellísimas rosas uniformadas, todas de proporciones, color y silencio exactamente iguales.
    Nosotros, los supervivientes en la inmundicia, estamos condenados a la extinción.